Leía una
canalización de un Maestro Ascendido, una de tantas de las que circulan por la
red, pero con visos de realidad, que contrariamente a lo que creemos que nunca
más volvían a encarnar los Maestros Ascendidos después de su ascensión, (al
menos yo lo creía así), los Maestros Ascendidos pueden volver a la Tierra, si
así lo deciden, para realizar determinados trabajos.
Puede ser
que en esa encarnación, lleguen al conocimiento de lo que son, o puede que no.
Pero en ambos casos, normalmente, salvo excepciones, necesarias para la
realización de su trabajo, su vida es idéntica a la del resto de mortales. Es
decir, no solo nacen, crecen, envejecen y mueren, sino que lo hacen con dudas,
con sufrimiento, con miedos. Tienen que descubrir, como todos, su camino desde
el principio, tienen que aprender a amar, tienen que encontrar a Dios.
La mayoría
de los seres humanos, supongo que ellos también, tenemos verdadera pasión por
conocer quiénes somos, y sobre todo por saber cuál es nuestra misión en la
vida.
Pero si reflexionamos
serenamente en esas dos cuestiones, seremos conscientes de que no parecen tan
importantes. ¿En qué cambiaría nuestra
vida?, ¿Qué ganaríamos con saber, aparte de satisfacer la curiosidad, que somos
la reencarnación de un Maestro, de un Santo o de un Arcángel?, ¿De qué nos
serviría conocer cuál es nuestra misión más importante?, a fin de cuentas, a la
misión vamos a llegar pasito a pasito, la conozcamos o no. Y conocer quiénes
somos, si fuéramos alguien, es posible que durante una temporada nos distrajera
de nuestro trabajo, e incluso de nuestra vida. Porque nos preguntaríamos, ¿Cómo
puede ser que siendo quien soy, tenga una vida de tanta ignorancia y de tanto
trabajo para conseguir pírricos resultados?, ¿Por qué, siendo quien soy
encuentro tantos inconvenientes?
Todo el que
pisa el teatrillo de la vida, va a tener que recorrerlo, de punta a punta, con
el sudor de su frente, cuando no con dolor. Todo el que pisa el teatrillo de la
vida va a tener que aprender a amar. Todo el que pisa el teatrillo de la vida
va a tener que buscar a Dios.
No es
importante saber quiénes somos, lo verdaderamente importante es saber qué hacer.
¿De qué le vale, por ejemplo, al presidente de un país, ser presidente y que le
conozca el mundo entero, si pisotea los derechos de sus conciudadanos?, pues
por la misma razón, ¿De qué nos valdría conocer quiénes somos, si no actuamos
con bondad, con amor, con compasión?
Lo
importante es saber que hacemos, y como lo hacemos. Lo importante es hacer con
amor.
Podemos encontrar miles de manuales de cómo
acercarse a la espiritualidad, de cómo aprender a vivir desde el corazón, de
cómo aprender a amar, y todos son buenos si se siguen al pie de la letra las
instrucciones, ya que leer, por si solo no acerca a nada, solo entretiene, o
como máximo da un ligero conocimiento. Recuerda: “Vale más un gramo de práctica
que una tonelada de teoría.
ORACION PARA APRENDER A AMAR
Señor, cuando tenga
hambre, dame alguien que necesite comida.
Cuando tenga sed, dame
alguien que precise agua.
Cuando sienta frío,
dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame
alguien que necesita consuelo.
Cuando mi cruz parezca
pesada, déjame compartir la cruz del otro.
Cuando me vea pobre,
pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo,
dame alguien que precise de mis minutos.
Cuando sufra humillación, dame ocasión para
elogiar a alguien.
Cuando esté desanimado,
dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los
otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión.
Cuando sienta necesidad
de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender.
Cuando piense en mí
mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor,
de servir a nuestros hermanos.
Dales, a través de
nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor
misericordioso, imagen del tuyo.
Madre Teresa de
Calcuta.