Gracias le doy a la Virgen
gracias le doy al Señor
porque entre tanto rigor
y habiendo perdido tanto
no perdí mi amor al canto
ni mi voz como cantor.
José Hernández
Ayer mi mente perversa
comenzó a darle vueltas y vueltas a algo que parecía un problema. Y que con el
paso del tiempo, dejo de parecer un problema para convertirse en un problema
Como afortunadamente conozco la técnica para permitir que se desvanezcan los
pensamientos, comencé a trabajar, llevando la atención a la respiración, inhalando,
exhalando, sintiendo como entraba y salía el aire, en definitiva medité y
medité en mi respiración, me hice terapia a mí mismo, volvía a meditar, pero
no, el pensamiento se iba un momento y volvía al siguiente con más fuerza.
Sabía que seguir en esa rueda de pensamiento iba a atraer eso que me estaba
asustando, pero no podía con el pensamiento.
Me acosté meditando y conseguí
dormir, más fácilmente de lo que hubiera podido predecirse. Lo último que
recuerdo antes de dormir fue mi oración: “Señor, ya sé que la solución está en
mí, pero ayúdame a encontrarla”. Desperté a las tres y media de la mañana con
una opresión en el pecho y el mismo pensamiento. Me asusté, no por lo que pensaba,
no por la opresión, sino por estar inmerso en una vorágine de pensamiento que
yo creía haber superado hacia tiempo. Decidí levantarme para meditar, no para
eliminar el pensamiento, sino para encontrar la solución.
¡Y llegó! En diez minutos,
(no exagero nada), supe exactamente lo que tenía que hacer, y lo hice, con la
sensación de que habían oído mi plegaria y habían hecho llegar a mi mente el
pensamiento adecuado para solucionar el problema.
Desde ese momento hasta
ahora, doce horas después, me siento embriagado por una energía de amor y
agradecimiento hacia Todo, que me esta haciendo repetir dentro de mí, de manera
casi permanente “Gracias Señor”.
Y sentado delante de la
computadora para hacer otras cosas, me encontré con la entrada sobre la
gratitud que viene a continuación. Me sentí tan identificado que me he
permitido volver a colgarla.
La gratitud es el arte de
saborear la vida con dulzura, es aceptar, es disfrutar, es trabajarse uno mismo.
Un alma recién
llegada al cielo se encontró con San Pedro que salió a recibirle. El santo
llevó al alma a realizar un recorrido
por el cielo. Ambos caminaron paso a paso por unos grandes espacios llenos de
Ángeles. San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo: “Esta es la
sección de recepción. Aquí son recibidas todas las peticiones hechas a Dios
mediante la oración”. El alma miró la sección en la que muchos Ángeles estaban
muy ocupados clasificando peticiones escritas en voluminosas hojas de papel,
solicitadas por personas de todo el mundo.
Siguieron
caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y San Pedro le dijo: “Esta
es la sección de embalaje y entrega. Aquí las bendiciones que la gente pide,
son embaladas y enviadas a las personas que lo solicitaron”. El alma vio como
estaban de ocupados en la sección. Había tantos Ángeles trabajando en ella como
tantas bendiciones estaban siendo embaladas y enviadas a la Tierra. Finalmente,
se detuvieron en la última sección, en la que un solo Ángel permanecía ocioso
haciendo muy poca cosa. “Esta es la sección del agradecimiento” dijo San Pedro.
“Pero ¿cómo es que hay tan poco trabajo aquí”, preguntó el alma. “Esto es lo
peor”, contestó San Pedro, “después de que las personas reciben los dones y las
bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento”. “¿cómo se
agradecen las bendiciones de Dios?”, “simple” contestó San Pedro,
“Sólo tienes que decir: Gracias Señor”.
Dar
las gracias a Dios, decir como decía San Pedro: “Gracias Señor”, se convierte
en una oración increíble por su fuerza y en un regalo de amor. Quien pronuncia
las "gracias" de esta manera, comprende que nada en esta tierra le pertenece,
y que todo es un regalo de los seres que velan por nosotros.
La gratitud es necesaria
para entrar en una auténtica relación con Dios o con la persona que nos haya
agraciado. "Gracias" es una
palabra que une al cielo y la tierra. Cuando el agradecimiento es
sincero, está lleno de fuerza vital, y
hace que se activen el chakra del poder personal, (el chakra solar) y el chakra
del amor, (el chakra cardiaco).
El valor de la gratitud se
ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le
prestó ayuda. No consiste, necesariamente, en “pagar” ese favor con otro igual,
sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad.
Hay que aprender a
agradecer. El agradecimiento siempre es interior, y después se puede expresar
con palabras y con acciones. Recuerdas la historia de los diez leprosos. Solo
uno regresó a darle gracias a Jesús por su curación milagrosa. Jesús lo puso
por ejemplo y se entristeció por los otros nueve.
Recuerda:
“Somos lo que pensamos”, “dar y recibiréis”. Dar las gracias por todas las
bendiciones que estás recibiendo de manera permanente, te pone en condiciones
de recibirlas a manos llenas.
El descontento estrecha la
vida, mientras que la gratitud la
expande, la aumenta, incrementa la alegría, y abre las puertas del infinito, abre
las puertas del amor. Aquellos que reciben amor con gratitud lo reciben
doblemente, mientras que quienes están descontentos lo pierden. La gratitud es
el arte de saborear la vida con agrado; es también una aceptación inteligente y
trabajo sobre uno mismo.
Aprende a usar una
fórmula infalible. “Por favor” para pedir, “Gracias” al recibir. Piensa y
reconoce todo aquello que recibes de los demás. Exprésalo a tu estilo: con
palabras, con un abrazo, como te apetezca, pero exprésalo.
Ejercicio Esenio de purificación y salud, agradeciendo:
Habría que hacerlo en el exterior, pero puedes
intentarlo en tu espacio de meditación.
Empieza sintiendo la Tierra bajo tus piernas y tus
nalgas y tus pies, sintiendo que te llena de energía, que te sostiene la
Tierra.
Sintiendo la Tierra piensa en el origen de tu alma
encarnada.
Siente el cielo infinito sobre ti, siente como te
inspira, como te eleva.
Sintiendo la energía del cielo, piensa que eres eterno,
que eres un alma.
Siéntete como una unión viviente entre las fuerzas del
cielo y la Tierra. Coloca las manos juntas delante del pecho en el mudra de
oración.
En esa postura permite que una hermosa luz que procede
del cielo fluya a través de ti, llegando a la Tierra.
Repite en silencio dentro de ti:
“Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con
todo mi corazón, y a través del corazón de todos los hombres y mujeres.
Que todos los seres que llevas en tu seno, protejan,
alimenten y bendigan todo lo que crece”.
Permanece un momento en silencio, respirando
lentamente, sintiendo como se expande tu corazón por esa expresión de
agradecimiento.
Sigue diciendo en tu interior:”Madre Tierra, elimina
mis enfermedades y mis faltas según tu voluntad para recibir la bendición del
espíritu divino y transmitirla a todos los seres vivientes según tu voluntad”.
Mantente en silencio, mientras dejas que la Tierra te
purifique.
Piensa en tu alma, siente tu conexión con ella, y
repite dentro de ti: “Con amor y gratitud te ofrezco mi amoroso agradecimiento lleno de Luz a la
Madre Tierra.
A la Madre Tierra gracias.
Al agua de la vida, gracias.
Al aire que nos mantiene la vida, gracias.
Al fuego sagrado, gracias.
A los minerales, gracias.
A las plantas, gracias.
A los animales, gracias.
A la humanidad que camina por el sendero de la
evolución, gracias.
A todos los ángeles, gracias.
A la Inteligencia que creó mi pensamiento, gracias.
Al océano de Amor que creó mi sensibilidad, gracias.
A la Vida Universal que impregno mi futuro con la
semilla de la individualidad, gracias.
A todo los seres del mundo, gracias.
A mis padres, gracias.
A mi pareja, gracias.
A mis hijos, gracias.
A mis hermanos, gracias.
A mis amigos, gracias.
Gracias Señor, porque eres la Única Fuente que unifica
a todos los seres”.
Haz una leve inclinación de cabeza y repite “Amen”.
Permanece en meditación el tiempo que te apetezca.
Con esta práctica se desarrolla una mayor sensibilidad
hacia todo lo creado y hacia el mundo superior