Decía en el primer párrafo de la
primera entrada de Próxima parada: Dios, que ”El mayor problema con el que nos
encontramos los seres humanos al llegar a la vida es, sin ninguna duda, la
falta de conocimiento: No sabemos de dónde venimos, no sabemos adónde vamos, no
sabemos que hemos venido a hacer aquí, y
por no saber, ni tan siquiera sabemos lo que somos.
Ahora, después de las entradas anteriores,
podemos decir que ya sabemos, o que al menos nos suenan algunas cosas: Sabemos
lo que somos y sabemos de dónde venimos. Nos falta saber adónde vamos y que
hemos venido a hacer a la vida.
Sabemos lo que somos, somos un alma,
somos esa Chispa Divina que un día se desgajó de la Energía Divina, es decir,
se desgajó de Dios.
Si los hijos de señor Martínez son
ellos mismos Martínez y tienen los mismos genes que su padre, y de igual manera
los hijos del seños López son a su vez López, con los mismos genes que su
padre, no nos equivocaremos si afirmamos que los hijos de Dios somos a la vez
Dios y tenemos los mismos genes que el Padre.
Antes de que se desgajara la Chispa
Divina, éramos Dios, de la misma manera que la gota de agua que se desprendió
de la ola era Océano antes de ser gota, y de la misma manera que la gota vuelve
a ser Océano, nosotros volveremos un día a unirnos a Dios.
Pero, ¿Quién es Dios? Con nuestra
mente humana estamos acostumbrados a ponerle forma a todo, porque todo tiene
forma en el mundo de la materia, pero no olvidemos que nosotros no pertenecemos
al mundo de la materia, pertenecemos al mundo del Espíritu, pertenecemos a
Dios, por lo tanto es inútil buscar una imagen en el mundo espiritual. Las
imágenes de María, de Jesús, de los Santos o de los Maestros, sólo son los
soportes que necesitamos los humanos para que nuestra mente entienda la forma, pero
tampoco tienen forma, porque nada fuera de este mundo tiene forma, Dios
tampoco.
Según nos cuenta la Biblia, cuando
Dios se manifestó a Moisés como una zarza ardiendo sin consumirse, Moisés
preguntó, ¿Quién eres?, ¿Quién digo que me envía cuando me pregunten?, y Dios
respondió: “Yo Soy El que Soy, diles que El que Es te ha enviado”.
Dios, sencillamente Es. Dios Es el
aire y Es el agua, Dios Es la tierra y el fuego, Dios Es cada montaña, cada
planta, cada criatura. Dios Es tú, Dios Es yo. Dios Es Amor, Es Comprensión, Es
Compasión, Es Misericordia. Todo Es……….. Todo Es Dios.
Recuerdo cuando me enseñaban el
catecismo que para hablar de la existencia de Dios, en él aparecía, más o
menos, algo así: “¿Quién hizo el reloj?, el reloj lo hizo el relojero”, y
“¿Quién hizo el mundo?, el mundo lo hizo Dios.
Efectivamente, es evidente la
existencia de Dios. Solo hay que asomarse a la ventana del Universo y ver a
nuestro planeta, una enorme bola azul, suspendida en el espacio, sin estar
sujeta a nada, girando en perfecto orden, junto con otras enormes bolas, la
mayoría mucho más grandes que la Tierra, alrededor de una bola de fuego, que es
el Sol. Y todo ese conjunto girando alrededor de otro Sol. Y no sabemos cuántos
soles más, y universos más existen como el nuestro, o diferentes. Parece
increíble tanta grandeza.
Y si no queremos mirar tan lejos,
solo tenemos que ver la perfección del ser humano, de los animales, de la
Naturaleza. Dice Master Choa Kok Sui, en su libro: “La existencia de Dios es
autoevidente”, en el apartado 7: “Una hermosa rosa está hecha solamente de
cuatro ingredientes físicos: agua, minerales en trazas, aire y luz solar. Solo
Dios pudo hacer algo tan complejo, tan bello, con tan solo cuatro ingredientes
físicos. Los científicos, incluso dándoles trillones de dólares, no serían
capaces de producir una rosa tan sólo con estos cuatro elementos físicos”.
A pesar de la evidencia, algunos, muy
pocos, niegan la existencia de Dios. Otros, los más, si parece que creen en Él,
pero lo suponen tan lejano, viviendo en algún confín del Universo, que no creen
que pueda solucionarles ningún problema, aunque en las ocasiones en que la vida
les presenta las pruebas más duras, levantan los ojos al cielo, pidiendo ayuda,
renegando o culpabilizando a Dios de su desdicha. Es decir, que creen en Algo,
que no saben muy bien para qué sirve y que además, si no se portan bien, según
les han enseñado, les va a castigar y a condenar al fuego eterno, que es un
lugar donde, al parecer, te quemas sin consumirte eternamente. ¡Hay que ser
malvados para aterrorizar de esta manera!
Por lo tanto ya sabemos muchas cosas:
Somos Hijos de Dios, venimos de Dios y a Él vamos a retornar. Nuestro trabajo a
realizar en la vida también parece claro, estamos aquí para recordar el camino
de vuelta a casa.
Escribía Brian Weiss: “El alma no
tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos
seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado, y
para volver a casa tenemos que recordar el camino”.
Vamos a tratar de recordar cuál es el
camino, camino que ya estamos recorriendo con más o menos acierto, con más o
menos velocidad, pero ya estamos en él, no vamos a tener que hacer ningún
esfuerzo para acelerar el ritmo y para ir de frente, y mucho menos ahora que ya
sabemos que caminamos de la mano de Dios.
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