Sólo
estamos aquí para volver a Dios. Y retornar a Dios no quiere decir que después
de abandonar el cuerpo físico, por la muerte de este, el alma se quede en lo
que podíamos llamar, (más que nada para darle un nombre al estado de conciencia
que existe al otro lado de la vida, y entendernos),”el Paraíso”, en compañía de
otras almas, rodeada de Maestros, de Ángeles y de Arcángeles, envuelta en Paz y
en Amor.
Retornar a Dios quiere decir que el
alma pierde su individualidad para fundirse con la Energía Divina, para
fundirse con Dios, de la misma manera que una gota de agua desprendida de una
ola por la acción del viento, al caer en el océano se vuelve océano perdiendo
su individualidad como gota independiente. Para que esto ocurra, para que el
alma pueda finalizar sus viajes a la materia tiene que haber alcanzado un
estado de pureza total y de Amor total, es decir, tiene que ser “casi” igual
que Dios. Hasta que eso ocurra seguirá siendo un alma individual.
Recuerdo que la primera vez que escuché
esto sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo desde la coronilla hasta la
punta de los dedos de los pies, como si estuviera muriendo en ese instante, o
lo que yo imaginaba entonces que era morir, algo que yo siempre había desdeñado. Decía que no solo no tenía miedo a la muerte, sino que me encantaría ir al otro
lado de la vida para ver cómo era. Sin embargo, en ese momento al pensar que
iba a dejar de ser un alma individual, sin llegar a entender y mucho menos a
integrar la grandeza de, no ya de ser Uno con Dios, sino de ser Dios, entré en
pánico, porque ya no era perder el cuerpo, era perder también el alma. Por supuesto no me lo creí, ya que se enfrentaba a lo que yo creía, que no era más que lo que yo deseaba entonces.
Ahora que han pasado una pila de años, y
deseo fervientemente la llegada de ese momento, ya sin ningún tipo de trauma, esa
experiencia me sirve para colocarme en el lugar de los que me dicen que tienen
miedo a morir, pero que de alguna manera les alivia creer que seguirán como
almas. ¡Si supieran que un día tampoco seguirán como almas!
Todos estos miedos solo son
razonamientos de la mente y de la vida en la materia, porque cuando estamos al
otro lado de la vida, el volver a ser parte de Dios es lo único que ansiamos,
de ahí nuestro afán por volver a la vida una y otra vez para ver si aprendemos
a Amar de una vez por todas y se acaba de una vez este peregrinaje. Tarea
difícil o al menos lenta, muy lenta. El no tener conciencia de lo que somos
hace que nos olvidemos de nuestra auténtica realidad y del objetivo de nuestro
viaje a la materia.
La mejor manera de avanzar en el
laberinto de la vida es ver a Dios en el otro, es verlo en el animal, en la
planta, en la montaña. Si te cuesta trabajo ver a Dios, pues cambia, en lugar de ver a Dios
piensa que es tu madre, o tu hijo, o mejor, tu mismo.