El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 6 de marzo de 2016

Primera vida (y 2)

Sólo estamos aquí para volver a Dios. Y retornar a Dios no quiere decir que después de abandonar el cuerpo físico, por la muerte de este, el alma se quede en lo que podíamos llamar, (más que nada para darle un nombre al estado de conciencia que existe al otro lado de la vida, y entendernos),”el Paraíso”, en compañía de otras almas, rodeada de Maestros, de Ángeles y de Arcángeles, envuelta en Paz y en Amor.

         Retornar a Dios quiere decir que el alma pierde su individualidad para fundirse con la Energía Divina, para fundirse con Dios, de la misma manera que una gota de agua desprendida de una ola por la acción del viento, al caer en el océano se vuelve océano perdiendo su individualidad como gota independiente. Para que esto ocurra, para que el alma pueda finalizar sus viajes a la materia tiene que haber alcanzado un estado de pureza total y de Amor total, es decir, tiene que ser “casi” igual que Dios. Hasta que eso ocurra seguirá siendo un alma individual.



         Recuerdo que la primera vez que escuché esto sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo desde la coronilla hasta la punta de los dedos de los pies, como si estuviera muriendo en ese instante, o lo que yo imaginaba entonces que era morir, algo que yo siempre había desdeñado. Decía que no solo no tenía miedo a la muerte, sino que me encantaría ir al otro lado de la vida para ver cómo era. Sin embargo, en ese momento al pensar que iba a dejar de ser un alma individual, sin llegar a entender y mucho menos a integrar la grandeza de, no ya de ser Uno con Dios, sino de ser Dios, entré en pánico, porque ya no era perder el cuerpo, era perder también el alma. Por supuesto no me lo creí, ya que se enfrentaba a lo que yo creía, que no era más que lo que yo deseaba entonces.

         Ahora que han pasado una pila de años, y deseo fervientemente la llegada de ese momento, ya sin ningún tipo de trauma, esa experiencia me sirve para colocarme en el lugar de los que me dicen que tienen miedo a morir, pero que de alguna manera les alivia creer que seguirán como almas. ¡Si supieran que un día tampoco seguirán como almas!

         Todos estos miedos solo son razonamientos de la mente y de la vida en la materia, porque cuando estamos al otro lado de la vida, el volver a ser parte de Dios es lo único que ansiamos, de ahí nuestro afán por volver a la vida una y otra vez para ver si aprendemos a Amar de una vez por todas y se acaba de una vez este peregrinaje. Tarea difícil o al menos lenta, muy lenta. El no tener conciencia de lo que somos hace que nos olvidemos de nuestra auténtica realidad y del objetivo de nuestro viaje a la materia.


         La mejor manera de avanzar en el laberinto de la vida es ver a Dios en el otro, es verlo en el animal, en la planta, en la montaña. Si te cuesta trabajo ver a Dios, pues cambia, en lugar de ver a Dios piensa que es tu madre, o tu hijo, o mejor, tu mismo. 


sábado, 5 de marzo de 2016

Primera vida (I)

         Todas almas que un día decidieron encarnar tuvieron una primera vida. Esa primera vida, como todas las posteriores sólo tenía un fin en sí misma: Retornar a Dios, y para conseguir ese fin esa primera vida, como todas las posteriores estaba perfectamente planificada, programada y estructurada con un Plan de Vida consensuado con el mismo Dios.

         Cabría suponer que todos los que llegan por primera vez a la vida física tendrían que tener el mismo Plan Divino, ya que todos van a realizar el mismo camino de ida: desde Dios, y el mismo camino de vuelta: a Dios.
   
Sin embargo, no es así. Cada primer Plan de Vida es diferente para cada alma porque cada alma elige para su viaje un vehículo diferente y una actividad central, que suele repetirse con matices diferentes en las sucesivas vidas. No es lo mismo ser médico y ayudar a las gentes a sanar en el siglo XXI, que intervenir en sanaciones hace millones de años. No es lo mismo ser abad de un monasterio católico en el siglo XXI que ser un monje jaina (Jainismo) en el siglo III. 


Lo único que tienen en común todos los planes es que en todos se ha de aprender a Amar en la materia como si estuviéramos al otro lado. Esto es lo esencial. Podemos elegir actuar como rey, como mendigo, como banquero o como anarquista, es indiferente, esa elección solo tiene un fin en sí misma: Aprender a Amar.

Los Planes de Vida tienden a igualarse, excepto en lo esencial, según se van sucediendo las vidas porque todos los seres humanos vamos cometiendo prácticamente los mismos errores y todos vamos acumulando Karma vida tras vida, lo cual es normal ya que todos tenemos las mismas enseñanzas inútiles, y nos las vamos transmitiendo nosotros mismos generación tras generación.

¡Qué diferente sería si nos permitiéramos saber que hacemos aquí y cuál es el proyecto a realizar!, o no. Porque los seres humanos somos tan apegados a la materia y a nuestras propias creencias, que cualquier pensamiento nuevo y que no parezca resonar con nuestra propia sintonía es rechazado de inmediato.

Y eso que las creencias solo son pensamientos, que se van adquiriendo de las personas que ayudan a crecer al bebé, del lugar en el que se nace, de la religión del propio lugar, del color de la piel, y de otras tantas circunstancias pasajeras, que finalizan con la muerte del cuerpo. Y con toda seguridad, en la próxima vida, se cambiarán las creencias porque seguro que se nace en la orilla contraria, con un color distinto de piel, con otra religión y con un sistema político opuesto al anterior.

Si somos capaces de entender esto, ¿No sería mejor aparcar la creencia y ver al otro como a uno mismo, limpio, puro, sin prejuicios, sin críticas?, ¿No sería mejor en lugar de separar, tratar de unir?, ¿No sería mejor enfocarnos todos, es decir toda la humanidad, en hacernos más fácil nuestro paso por la vida?, ¿Para qué sufrir?, ¿Para qué engañar si tienes que pagar el engaño en la próxima vida?, ¿Para qué robar si tienes que devolverlo más pronto que tarde?, ¿Para qué perder otra vida luchando por aumentar tus ahorros si en tu próxima vida vas a actuar de indigente?, ¿Para qué seguir actuando solo como humanos cuando somos básicamente almas?  


Continuará……………     


martes, 1 de marzo de 2016

Nostalgias del otro lado de la vida

Esta es una anécdota de un paciente, que me ha permitido relatar, siempre que no dijera su nombre. Me ha parecido interesante por la explicación que da a dos emociones molestas, tristeza y ansiedad.   

El hombre abrió los ojos. Aún estaba completamente oscuro, no se veía ni el más mínimo resquicio de luz.
-      “¿Qué hora será?”, pensó, “Deben de ser cerca de las cinco. Ya no tengo sueño”.

Extendió su mano hacia la mesilla de noche donde estaba el reloj despertador, uno de esos en los que apretando una tecla en la parte superior se ilumina la hora en el techo de la habitación, apretó la tecla y se reflejó la hora: Eran las cuatro y diecinueve.
-      “¡Cómo se nota que anoche me acosté temprano!”, siguió en su soliloquio el hombre, “Aún puedo meditar un rato antes de levantarme”.



Y así, tal como estaba, acostado, dejo caer los caer los brazos a ambos lados del cuerpo, separó un poco las piernas y llevó la atención a su respiración. Respiraba lentamente, y después de cada exhalación suspendía la respiración unos segundos. Las sensaciones en su cuerpo empezaron a aparecer, al principio era una especie de cosquilleo en las manos, en los pies y en la cresta de la cabeza, pero casi de inmediato esas sensaciones se multiplicaron, el cosquilleo se incrementó hasta convertirse en una especie de vibración ligera, que se extendió a todo el cuerpo. Sentía el cuerpo pesado, se sentía uno con el colchón, uno con la habitación, uno con la vida, pero…., había más, notaba algo que le hacia percibir su individualidad, notaba algo que le acompañaba con mucha frecuencia en su despertar, tanto si se demoraba meditando durante unos minutos, como si se levantaba de inmediato. Lo mismo lo notaba meditando que en la ducha o afeitándose: Era una sensación de tristeza, era un punto de ansiedad.
-      “Otra vez aquí, y ¿Por qué?, si no hay nada consciente en mi vida que me lleve a sentir esta sensación de tristeza, todo es felicidad y alegría, ¿Por qué será?”

Es un hombre joven, a punto de llegar a la cuarentena, felizmente casado, enamorado de su esposa, enamorado de sus hijos, (tiene una parejita de diez y ocho años), con un trabajo apasionante, como él dice, y yo personalmente puedo dar fe de su alegría de vivir.

Esta sensación de tristeza y ese punto de ansiedad le duraban casi una hora, no sabía la razón por la que aparecían al despertarse, y lo que hacia durante el tiempo que permanecían en él era bendecir a los miembros de su familia, amigos y conocidos, así como ofrecer a Dios su día y agradecer la vida. Esta era la manera que había descubierto para volver a su estado alegre, que era su estado habitual.

Cada día se preguntaba ¿Por qué?, sin encontrar la respuesta, hasta que un día……..

Los momentos en los que este hombre se encontraba más conectado con “no sabemos muy bien qué” eran meditando y en la ducha. En esos momentos llegaban a su mente pensamientos que, (aunque todos sabemos que los pensamientos son imprevisibles), parecían colocados en su cerebro por una mente ajena y que él mismo calificaba como “resbalaciones”, ya que eran una especie de revelaciones, por supuesto sin ninguna confirmación ni certeza y que como se producían en la ducha él las llamaba así, resbalaciones. El caso es que normalmente tenía en cuenta, siempre con mucha cautela, eso que aparecía en su mente y le iba bien, (dejémoslo ahí, a petición suya), en un ochenta por ciento de los casos.

Pues bien, este día, dejó su meditación cerca de las cinco de la mañana, que suele ser la hora habitual en que se levanta. (Lo hace a esa hora porque comienza a trabajar a los ocho y Lima es una mega ciudad con un caos vehicular importante y se necesita tiempo para desplazarse por la ciudad).

Llegó al cuarto de baño con la misma sensación de tristeza, que no había desaparecido con la meditación, y cuando entro en la ducha apareció en su cerebro una resbalación:
-     “Esta noche has estado en el otro lado de la vida y la tristeza y la ansiedad que sientes solo son consecuencia de la nostalgia inconsciente que sientes por volver al otro lado de manera definitiva”.
Y nuestro hombre comenzó a hablar con su pensamiento:
-      “Bueno, si se supone que voy al otro lado de la vida cada noche, ¿Por qué siento nostalgia unos días si y otros no?
-     “Sencillamente por lo que haces al otro lado. Unos días estás volcado en cuestiones para la vida física que no te causan ningún tipo de añoranza, pero otros estás colaborando con los seres que permanentemente están en ese otro lado de la vida y durante cierto tiempo después de despertar añoras el Amor, la alegría y la paz que has vivido”.
-      “Y ¿Qué hago para no sentir esa nostalgia?, ¿Me suicido?”
-      “Llegará un día en que ya no tendrás esa nostalgia. No porque ya no tengas ganas de volver, sino porque habrás aceptado cosas de ti que hoy no aceptas, esas cosas que te parecen inaceptables, y habrás integrado en ti el trabajo que has venido a hacer. A pesar de tu cambio, que ha sido, o mejor está siendo importante y costoso, estas lejos de la senda que te has propuesto recorrer para esta encarnación”.
-      “Y ¿Qué trabajo he venido a hacer?”
-      “Tú lo sabes”
-      “Ya estamos con huevadas”, (Es la palabra que él dijo).
-     “Cuando aceptes hasta eso que te parece inaceptable de ti, cuando te permitas ser quien realmente eres, cuando te ames realmente, tu misión aparecerá”.
-      “Ya”.
Y ahí dijo que se acabó la resbalación.
Ahora está trabajando en amarse.



domingo, 28 de febrero de 2016

Yo sé..., y tú también sabes

           Yo sé que el cuerpo es capaz de sanarse a sí mismo de cualquier enfermedad y en un corto espacio de tiempo. Yo sé el cuerpo puede permanecer sano hasta la última etapa de su existencia. Yo sé que se puede ralentizar el deterioro que experimenta el cuerpo físico con el paso del tiempo. Yo sé que se puede influir tanto positiva como negativamente en la salud física, emocional y mental de otros. Yo sé que se puede vivir en paz cada día. Yo sé que se puede ser feliz de manera permanente. Yo sé que no hay que buscar porque lo tenemos todo. Yo sé que el pensamiento es creador y responsable directo de aprisionar y amordazar este conocimiento. Yo sé que soy Eterno, que soy Luz, que soy un hijo de Dios. Yo sé que sé todo lo que necesito saber y que tengo todo lo que necesito tener. Yo sé que la vida tiene un propósito completamente distinto del que la sociedad enseña. Y no solo lo sé yo, tú también lo sabes.




       Y también sé que para llevar a la práctica este conocimiento no es necesario retirarse del mundo y vivir en una cueva dedicado a la oración y la meditación. Sé que no es necesario ser ni un superhombre, ni un yogui, ni un meditador, ni un Maestro, ni un gurú. Sé que no es necesario comer sólo vegetales. Sé que no tengo que realizar ningún curso ni leer cientos de libros, salvo aquellos con los que disfrute. Sé que puedo llevar una vida completamente normal, sin renunciar a nada. Y no solo lo sé yo, tú también lo sabes.

Lo único, no solo necesario, sino imprescindible, para que todo esto se haga realidad es el Amor. Amar a todo y a todos comenzando por uno mismo es el verdadero y auténtico secreto, no hay otro. Todo lo demás son rodeos.

¿Por qué somos capaces de realizar un trabajo de atontamiento para atraer más dinero, algo que si se materializa va a durar como máximo esta vida, y no somos capaces de poner cada una de nuestras células a trabajar para que aprendan a Amar, que es algo que va a durar una eternidad, y nos va a dar de una sola vez, no solo dinero, sino la felicidad total y absoluta?

¿Cómo hacerlo?: Amando. A Amar se aprende amando, de la misma manera que a cocinar se aprende cocinando.

Sólo tenemos que Amar a todos, sean amigos, conocidos, desconocidos y hasta enemigos, de la misma manera que una madre ama a su bebé recién nacido.

Tú también sabes todo esto, y si no lo haces es porque la sociedad ha hecho muy bien su trabajo. Nos distrae, nos confunde, nos atonta. El demonio existe, pero no es un espécimen rojo con rabo y cuernos, es el conjunto de la sociedad liderada por las grandes fortunas, por los políticos, por el fútbol, por el sexo, por el dinero y el alcohol.

Libérate y Ama, todo llegará por sí solo.  
        
           

sábado, 27 de febrero de 2016

Te vas a morir incompleto

         ¿Buscas ganar más dinero?, ¿Buscas a tu media naranja?, ¿Buscas a tu alma gemela?, ¿Buscas la perfección en tus hijos?, ¿Buscas la casa de tus sueño?, ¿Buscas ascender en tu trabajo?, ¿Buscas la felicidad?, ¿Buscas el último modelo de teléfono?, ¿Buscas la salud?, ¿Buscas vivir sin estrés?, ¿Buscas el amor?, ¿Buscas crecer espiritualmente?, ¿Buscas la iluminación, ¿Buscas a Dios?

         Está claro: Si estás buscando algo es porque careces de ese algo.


         A los que buscan se les denomina buscadores, aunque más que buscadores habría que decirles “carecedores”, ya que la carencia es anterior a la búsqueda y causa de esta, sin embargo, como la palabra no existe en la lengua castellana, les tendríamos que llamar necesitados. Necesitados de amor, necesitados de felicidad, necesitados de Dios, y a la vez: buscadores de quimeras, buscadores de sueños, buscadores de ilusión.

         Reflexiona: ¿Estás seguro de que te falta algo, o de que tienes carencia o necesidad de algo?

Si la respuesta es “si”, si crees que te falta algo es que no estás aprovechando tus recursos al cien por cien, ya que realmente no tenemos carencias, nada necesitamos, estamos completos con lo que tenemos, estamos completos tal como somos, ¿Crees que Dios nos hubiera dejado incompletos en el mundo?, ¿Crees que Dios hubiera permitido que vivieras con todo eso que crees que te falta?

Y, ¿Cuándo esperas conseguirlo?, ¿Mañana?, ¿Más adelante?, ¿Dentro de algunos años?, y ¿Qué vas a hacer hasta que lo consigas?, y si te mueres antes ¿Qué?, ¡Te morirás incompleto!, sin embargo, viniste completo a la vida.

Mientras luchas, porque eso es lo que se supone que haces para conseguirlo, ¿Estás aprovechando tus recursos para vivir al cien por cien, o estás utilizando esos recursos para conseguir lo que te falta, dejando claramente de vivir?

         Somos completos, estamos en Dios, pero tenemos un problema creemos que no es así, creemos que tenemos que conseguir algunas cosas para ser felices, y esto nos convierte en esclavos, esclavos de fuentes externas, tenemos que lograr…., tenemos que conseguir…., tenemos que poder…..

Tenemos todo lo material que necesitamos para realizar el trabajo que cada uno ha venido a hacer, pero si no lo mantenemos y lo perdemos de vista tratando de conseguir más lo perderemos todo. La misma Ley de la Atracción tiene algunas excepciones: La más importante es que si lo que deseas atraer está en contraposición con la esencia de tu Plan de Vida, es decir con aquello que es el “leitmotiv” de la vida, no lo vas a conseguir de ninguna manera.

Y en cuanto a nuestro bagaje espiritual todos tenemos el mismo y es un bagaje completo. Somos espirituales por naturaleza, el Amor es nuestra esencia, la felicidad nuestro derecho de vida.
Dios ya está en nosotros, no le busques, cuando le buscas en el exterior pierdes de vista tu centro, pierdes de vista a Dios.

martes, 23 de febrero de 2016

Mi ego y yo

         Creo necesario explicar a que me refiero en esta entrada cuando digo “mi ego”, y también cuando digo “yo”, y que muy posiblemente no tengan nada que ver con las definiciones dadas a estos términos por psicólogos, por expertos, por científicos o por estudiosos del tema.

         Cuando digo “mi ego”, me estoy refiriendo a esa parte de mí que parece tener autonomía propia, incontrolable, ingobernable, que sale a la luz sin ningún tipo de control, y que incluso llega, a veces, a avergonzarme a mí mismo, o a crisparme, o consigue que me sienta culpable. Me refiero a ese pensamiento, casi siempre negativo, que surge del interior y es expulsado al exterior con la misma fuerza con la que sale a la superficie la lava de un volcán en erupción. Me refiero a esa palabra, casi nunca amable, que sin haber pasado por el filtro del pensamiento, o al menos eso parece, se entromete de manera grotesca en una conversación elevando la tensión hasta límites insospechados. Me refiero a esas emociones como miedo, orgullo, ira, ansiedad o tristeza que aparecen como reacción a “algo desconocido” que no está debidamente trabajado o controlado. Casi podría resumir el párrafo diciendo que la parte inconsciente que hay en mí es “mi ego”.

         Y por supuesto que conozco cuál es el origen de esta inconsciencia, es la energía acumulada en cada uno de mis chakras, es mi carácter, son mis malos hábitos, es toda esa parte de mí en que me encuentro trabajando para mejorar día tras día y vida tras vida, pero hasta que cambie esa energía está ahí, y me cuesta controlarla.



         Por el contrario, el “yo”, podría decir que es la parte consciente. Es la parte que conoce cuál es el objetivo que persigo, tanto espiritual como material, es la parte que analiza la causa de las emociones descontroladas y trata, no siempre con éxito, de ponerlas a buen recaudo, es la parte que se dedica a mantener ocupada a la mente con pensamientos positivos cuando sospecha que está a punto de pensar un exabrupto, es la parte que se encarga de contar hasta cien para que no salga por la boca la impertinencia que me ahoga para poder hacerlo.

         “Mi ego” y “yo” mantienen una lucha encarnizada por el poder. Hay temporadas, afortunadamente cada vez más cortas, en las que el “ego” se erige en ganador y voy dando tumbos emocionales por la vida, pero para que eso no ocurra, el “yo” ha de permanecer alerta las veinticuatro horas del día.

         Este es el trabajo que mí “yo” realiza:
ü  Estoy empezando a olvidarme de los demás para centrarme en mí, (no es egoísmo), por una razón, si yo estoy bien daré lo mejor de mí, en casa, en la calle, en terapias, en clases, en charlas, en meditaciones, y hasta en las fiestas. Al final los demás se verán favorecidos.
ü   Estoy tratando de que nada me ofenda para no tener que perdonar, pero sin embargo, me perdono a mi mismo por todo: Por cada pensamiento que no sea totalmente positivo, por cada falta de detalle, por la pérdida de paciencia, por dejar aflorar el orgullo, o cuando me atenaza el miedo, en fin, perdono todo en mí, sin sentirme culpable.
ü  Estoy manteniendo mi mente ocupada con pensamientos positivos de todo tipo, pero básicamente YO SOY.
ü  Cuando algo parece que va a afectarme bendigo una y mil veces a la persona o a la situación.
ü  Meditar cada día, cuanto más tiempo mejor.
ü  Y en lugar de trabajar para amar a los demás, estoy trabajando para amarme a mí mismo.

Este último punto, el de amarme a mí mismo es el que más problemas me está causando, porque no sé muy bien cómo hacerlo. De momento estoy tratando, (porque no siempre lo consigo), ser yo mismo siempre, sin caretas: Ser el mismo en casa, en la calle, en el trabajo, escribiendo y pensando, sin dar de mi lo que yo pienso que la gente espera, sino dando realmente lo que soy. Si les gusta bien, si no les gusta, pues ¡benditos sean! Porque si realmente me amo, esta claro que he de dar lo mejor de mi, tal cual soy.

Es posible que dentro de unas cuantas vidas, si en las próximas me acuerdo del trabajo que comencé en esta, que consiga que “mi ego” y “mi yo” sean la misma cosa. Lo iremos viendo.


miércoles, 17 de febrero de 2016

Creer solo es un pensamiento

Para defender las diferentes creencias
se dictan leyes, se aprueban constituciones,
se abren infiernos y se cierran conciencias.
Cuando todo lo que hay que hacer es
abrir el corazón y colocarse en el lugar del otro.

Una creencia solo es un pensamiento al que consideramos como verdad.

     Desde bien pequeños comenzamos nuestra colección de creencias, y las vamos archivando en nuestro interior para tenerlas disponibles durante el resto de nuestra vida.

         Estamos coleccionando algo que nosotros “consideramos” que es verdad, pero que su verosimilitud no ha sido certificada por ningún organismo competente, y en base a esa consideración podemos llegar incluso a matar por la defensa de ese pensamiento.



         Las creencias, del tipo que sean, solo son un pensamiento. Ninguna es verdad, porque la Auténtica Verdad solo es Una, y posiblemente ninguno de los que nos movemos por la vida física estamos en posesión de esa Verdad. Puede ser que alguno posea entre su colección de creencias una minúscula parte de la Verdad, pero al mezclarse con el resto de sus creencias puede distorsionarse hasta esa minúscula parte.

     Desgraciadamente, para defender las diferentes creencias se dictan leyes, se aprueban constituciones, se abren infiernos y se cierran conciencias, cuando todo lo que habría que hacer sería abrir el corazón y colocarse en el lugar del otro.

    Los que hoy promueven una guerra, es posible que en su próxima vida tengan que defender una paz. Los que hoy maltratan movidos por los celos, es posible que en su próxima vida sean maltratados. Los que hoy venden desunión, es posible que en su próxima vida tengan que pagar un alto precio por volver a unir. Es necesario recordar que existe una ley denominada “La Ley de la Causa y el Efecto”, que no entiende de creencias, que está regida solo y exclusivamente por la Verdad, y que la frase “Con la vara que mides te medirán”, la define perfectamente.

         Solo hay un Dios: Único para todos. Solo hay una Verdad: Todos somos hermanos. Solo hay un país: La Tierra. Solo hay una religión: El Amor. Con esta pequeñísima porción de Verdad se acabarían las guerras, el sufrimiento, la desigualdad y el dolor. Con esta pequeñísima porción de Verdad no ocuparíamos espacio en nuestra mente para archivar creencias inútiles y maquinar movidos por ellas, y así podríamos usar el espacio vacío para desarrollar esta parte de Verdad a ver si así conseguíamos ampliarla entre todos.


martes, 16 de febrero de 2016

¡Que hablen!

PERLAS PARA EL ALMA


         El día que entiendas que lo que hagan o digan los otros en tu contra es su responsabilidad, que también es su responsabilidad la crítica que puedan ejercer contra ti, como lo son los falsos testimonios, las medias verdades o las mentiras, la maledicencia y tantas y tantas formas de potenciales ofensas. 
             
              Ese día ya no te sentirás ofendido. Ese día ya no necesitarás perdonar porque no sentirás ni rabia, ni ira, ni odio, ni deseo de venganza. Acuérdate de dar las gracias a los maléficos, porque ese día, gracias a ellos habrás dado un paso de gigante en tu retorno a Dios.


También es necesaria la mente

Una mente lúcida y un buen corazón
acompañados por sentimientos cálidos,
son las cosas más importantes.
Si la mente no se dirige a los pensamientos positivos y elevados,
 nunca podremos hallar la felicidad. 
Dalai Lama

Decimos con frecuencia que el corazón es el instrumento del alma, que hay que dejar que hable, que se ha de permitir que las intuiciones salgan a la luz porque son los mensajes cifrados del alma para seguir el Plan de Vida, para volver a Dios.

         Y cuando decimos eso añadimos que hemos de detener el carrusel de la mente, que hemos de dominar los pensamientos, que hemos de terminar con la tiranía que la mente ejerce sobre nuestras vidas. Es como si en el viaje al corazón tuviéramos que abandonar a la mente una vez maniatada y debidamente amordazada.


         Si, hay que dominarla pero no enterrarla, ha de ponerse al servicio de la vida sin consentirla caprichos, ha de ejercer su papel de primera dama con honradez, con mesura, sin corrupción. Porque para poder viajar al corazón, alguien tiene que dar la orden, alguien tiene que dirigir el proceso, alguien tiene que explorar el camino, alguien tiene que evaluar las diferentes opciones, alguien tiene que analizar los primeros pasos, alguien tiene que sentarse a descansar de vez en cuando y contemplar el camino, alguien tiene que esperar pacientemente resultados.

         Y ¿Quién ha de ser ese alguien?: La mente, pero controlada por aun no sé muy bien quien, no sé si es el alma, no sé si es la conciencia, no sé si es el ego, no sé si es el mismo corazón o la misma mente. Lo único que sé es que necesitamos la mente. Descansada, controlada, dominada, desapegada, pero, a fin de cuentas, mente.


jueves, 11 de febrero de 2016

Y tú ¿Qué quieres ser de mayor?

La vida solo es un momento de nuestra eternidad.

Es seguro que ninguno de nosotros en su paso por la infancia se ha librado de la pregunta: y tú ¿Qué quieres ser de mayor?, de la misma manera que ya de adultos hemos sido nosotros los que nos hemos encargado de hacer la pregunta a los niños.

         Muchas veces no es necesario que se les formule la pregunta a los niños, porque los adultos que les rodean se van encargando de decretar la ocupación de los pequeños, ¡Este niño será veterinario, le encantan los animales!, ¡Se pasa el día cantando, seguro que la niña será cantante!, ¡El niño nos va a sacar de pobres, será futbolista, le pega muy bien a la pelota!, ¡La niña será medico, como su padre!, y así un sinfín de pronósticos para los pequeños.


         Todavía no he escuchado la pregunta, y tengo que reconocer que yo tampoco se la he hecho a ningún niño, aunque si a muchos adultos, ¿Sabes que has venido a hacer?

         De pequeños queremos ser bombero, futbolista, policía o medico, por decir algunas de las respuestas que dan los niños. Y de mayores, la verdad es que nos gustaría ser el presidente del gobierno, el director de un banco, el consejero delegado de una gran multinacional, u ocupaciones parecidas.

         La ocupación que elegimos de niños va en función de la clase de juego que nos gusta, y es perfecto, si a la par de ese juego fuéramos enseñando a los pequeños de qué se trata realmente la vida. Pero nadie lo enseña, porque tampoco casi nadie lo sabe, y entonces de mayores la elección se sigue haciendo en función del juego que más nos gusta: amasar dinero.

         La vida es un momento de nuestra eternidad en el que por las favorabilísimas condiciones que se dan en la materia pueden las almas avanzar con paso de gigante en su encuentro con Dios, que es el objetivo final y único de todas ellas.

         Pero a los seres humanos se nos ha olvidado que solo estamos aquí un “ratito”, que venimos y vamos a Dios, y que esa es la única razón de ese “ratito”. Ese olvido supone creer que estamos aquí para siempre, sin objetivo definido, sin origen conocido, sin ningún tipo de filiación, salvo la que nos encontramos en el “ratito” que estamos en la vida física, con lo cual tenemos que asegurarnos nuestra estancia y nuestro futuro, y eso solo se hace con dinero.

         Cómo ya sabes que quieres ser de mayor: Rico. Ahora sería bueno que te preguntaras si realmente sabes que has venido a hacer. Te sorprendería la tranquilidad que causa saberlo. Sea lo que sea no tiene nada que ver con el dinero, pero para que puedas hacerlo con tranquilidad el dinero nunca te va a faltar.  

         La pregunta es ¿Qué he venido a hacer en este ratito de vida?

miércoles, 10 de febrero de 2016

Esos locos bajitos (y 2)

Si preguntamos a los papas que desean para ese bebé que está a punto de llegar a la vida, responderán que lo único que desean es que llegue sano. Ese es el primer deseo que tenemos todos los padres, y si se les pregunta cómo van a enseñar a vivir a ese bebé, se escucharán algunas respuestas distintas, pero las más coincidentes serán que quieren que su hijo sea feliz. Este también es el deseo de todos, la diferencia entre padres estriba en que es lo que conocen como felicidad.

Hasta aquí todo es correcto tanto para la sociedad como para el alma. Pero ahora que hablamos de alma tenemos que recordar que el bebé es un alma, que fuera de ese cuerpo de bebé no tiene edad y no existe ninguna diferencia con el alma de sus papas ni de ningún otro ser, esté encarnado o no.


Cuando en la noche la familia duerme y se encuentran las almas al otro lado de la vida repasando su vida en la materia, comprueban como va todo, donde están fallando, el porqué de cada reacción, cómo va el seguimiento de sus planes respectivos, y de su análisis vuelven con el propósito del alma de enmendar los errores o los fallos para volver al Plan original, pero al abrir los ojos el cuerpo tiene que cerrarlos el alma porque vuelve a su confinamiento, y encerrada entre las rejas del “yo” al alma no le queda más remedio que oír, ver y callar.

El alma del bebé ha organizado su Plan de Vida, como el resto de almas, y cuando llega a la vida se encuentra con sus papás, tal como los tres habían planificado, pero se encuentra con un problema, que no por conocido al otro lado de la vida, sea lo deseable, y es que la enseñanza para la realización de su principal trabajo, que es encontrar el camino para volver a Dios que es el Padre Eterno, no solo no se la van a impartir, sino que todas las enseñanzas van a estar dirigidas a alejarle aun más de ese camino, todas las enseñanzas van a estar dirigidas a enseñarle que su Padre Eterno es un Dios vengativo y castigador que le va a enviar a los infiernos si desobedece de pequeño, o si se masturba de mayor, todas las enseñanzas van a estar dirigidas a separarle del resto de almas, a separarle de Dios.

Si el alma del bebé y de los papas pudieran expresarse en la vida física con la misma libertad que lo hacen en la vida astral, cambiarían de un plumazo su concepto de felicidad, y dejarían de buscarla en la materialización de sus deseos para encontrarla en su interior, en su conexión con el alma, en acallar al “yo” para que hable el alma, en liberar al alma de su encierro para que sea la que dirija la vida ya que es ella quien sabe lo que se necesita para conseguir la felicidad.

Para esto hay que dar un ligero giro a las enseñanzas que va a recibir ese bebé, sin olvidar que somos dos en uno: “SER y HUMANO”. Por lo que no podemos, ni debemos olvidar que somos humanos, pero si es imprescindible empezar a recordar que somos espíritus con el ansia de volver a Dios.

La enseñanza para desenvolverse en la Tierra ha de mantenerse, con los matices que la educación comporta según el país o según la creencia. Entre los matices sí que habría que sustituir la competencia por la colaboración, habría que añadir el respeto, habría que adecuar la enseñanza a la edad del niño, y recordar que el trabajo de un niño es jugar y que aprende jugando, respetando siempre su proceso de desarrollo. Metodologías tipo colegios Waldorf o Montessori, parecen las más idóneas para esto. Desde luego pagar miles de dólares para escolarizar a un niño en un colegio en que le enseñan miles de cosas no parece que sea el mejor camino para llegar a Dios, aunque el colegio sea dirigido por religiosos, ya que ellos son precisamente los que van a condenar a ese niño a la frustración en la vida y al infierno en la muerte, si no sigue sus normas.

Pero a la vez que se realiza la enseñanza para desenvolverse en la materia ha de existir una nueva enseñanza: la búsqueda interior, la búsqueda de Dios, escuchar al corazón y vivir desde el alma, a través de la mejor herramienta conocida hasta la fecha: la meditación, porque enseñar a meditar a un niño con cinco, seis o siete años, es garantizar un adulto mentalmente sano, es inculcar un hábito que será tan normal como lavarse, almorzar o ver la tele, es inculcar las creencias de Dios, desde la perspectiva de que Dios es Amor, es enseñarles desde pequeños que todos somos hermanos, y no enseñarles a competir, es ayudarles a madurar el carácter, es enseñarles a crecer y no sólo a envejecer, es enseñarles a amar, es enseñarles realmente a vivir, es enseñarles a vivir en Dios.

Con muy pocas generaciones el mundo sería mucho mejor. Conseguiríamos hacer un mundo más equitativo, un mundo en el que no importe ni el lugar de nacimiento, ni la raza, ni las creencias, ni el sexo. Un mundo en el que todos sus habitantes tengan las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sintamos alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sintamos a nuestro prójimo como nuestro hermano. Un mundo lleno de Amor.