Una
mente lúcida y un buen corazón
acompañados
por sentimientos cálidos,
son
las cosas más importantes.
Si
la mente no se dirige a los pensamientos positivos y elevados,
nunca podremos hallar la felicidad.
Dalai
Lama
Decimos
con frecuencia que el corazón es el instrumento del alma, que hay que dejar que
hable, que se ha de permitir que las intuiciones salgan a la luz porque son los
mensajes cifrados del alma para seguir el Plan de Vida, para volver a Dios.
Y cuando decimos eso añadimos que hemos
de detener el carrusel de la mente, que hemos de dominar los pensamientos, que
hemos de terminar con la tiranía que la mente ejerce sobre nuestras vidas. Es
como si en el viaje al corazón tuviéramos que abandonar a la mente una vez
maniatada y debidamente amordazada.
Si, hay que dominarla pero no
enterrarla, ha de ponerse al servicio de la vida sin consentirla caprichos, ha
de ejercer su papel de primera dama con honradez, con mesura, sin corrupción.
Porque para poder viajar al corazón, alguien tiene que dar la orden, alguien
tiene que dirigir el proceso, alguien tiene que explorar el camino, alguien
tiene que evaluar las diferentes opciones, alguien tiene que analizar los
primeros pasos, alguien tiene que sentarse a descansar de vez en cuando y contemplar
el camino, alguien tiene que esperar pacientemente resultados.
Y ¿Quién ha de ser ese alguien?: La
mente, pero controlada por aun no sé muy bien quien, no sé si es el alma, no sé
si es la conciencia, no sé si es el ego, no sé si es el mismo corazón o la misma mente. Lo único
que sé es que necesitamos la mente. Descansada, controlada, dominada,
desapegada, pero, a fin de cuentas, mente.
La mente se vuelve desapegada , calmada y silenciosa cuando se funde con el SER PRESENCIA que somos.Los pensamientos van y vienen y se le dejan simplemente pasar sin entretenernos en cambiarlos .
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