Esta es una anécdota de un paciente,
que me ha permitido relatar, siempre que no dijera su nombre. Me ha parecido
interesante por la explicación que da a dos emociones molestas, tristeza y
ansiedad.
El hombre abrió los
ojos. Aún estaba completamente oscuro, no se veía ni el más mínimo resquicio de
luz.
-
“¿Qué hora será?”, pensó, “Deben de
ser cerca de las cinco. Ya no tengo sueño”.
Extendió su mano
hacia la mesilla de noche donde estaba el reloj despertador, uno de esos en los
que apretando una tecla en la parte superior se ilumina la hora en el techo de
la habitación, apretó la tecla y se reflejó la hora: Eran las cuatro y
diecinueve.
-
“¡Cómo se nota que anoche me acosté
temprano!”, siguió en su soliloquio el hombre, “Aún puedo meditar un rato antes
de levantarme”.
Y así, tal como
estaba, acostado, dejo caer los caer los brazos a ambos lados del cuerpo, separó
un poco las piernas y llevó la atención a su respiración. Respiraba lentamente,
y después de cada exhalación suspendía la respiración unos segundos. Las
sensaciones en su cuerpo empezaron a aparecer, al principio era una especie de
cosquilleo en las manos, en los pies y en la cresta de la cabeza, pero casi de
inmediato esas sensaciones se multiplicaron, el cosquilleo se incrementó hasta
convertirse en una especie de vibración ligera, que se extendió a todo el cuerpo.
Sentía el cuerpo pesado, se sentía uno con el colchón, uno con la habitación,
uno con la vida, pero…., había más, notaba algo que le hacia percibir su
individualidad, notaba algo que le acompañaba con mucha frecuencia en su
despertar, tanto si se demoraba meditando durante unos minutos, como si se
levantaba de inmediato. Lo mismo lo notaba meditando que en la ducha o
afeitándose: Era una sensación de tristeza, era un punto de ansiedad.
-
“Otra vez aquí, y ¿Por qué?, si no hay
nada consciente en mi vida que me lleve a sentir esta sensación de tristeza,
todo es felicidad y alegría, ¿Por qué será?”
Es un hombre joven, a
punto de llegar a la cuarentena, felizmente casado, enamorado de su esposa,
enamorado de sus hijos, (tiene una parejita de diez y ocho años), con un
trabajo apasionante, como él dice, y yo personalmente puedo dar fe de su
alegría de vivir.
Esta sensación de
tristeza y ese punto de ansiedad le duraban casi una hora, no sabía la razón
por la que aparecían al despertarse, y lo que hacia durante el tiempo que permanecían
en él era bendecir a los miembros de su familia, amigos y conocidos, así como
ofrecer a Dios su día y agradecer la vida. Esta era la manera que había descubierto
para volver a su estado alegre, que era su estado habitual.
Cada día se
preguntaba ¿Por qué?, sin encontrar la respuesta, hasta que un día……..
Los momentos en los
que este hombre se encontraba más conectado con “no sabemos muy bien qué” eran
meditando y en la ducha. En esos momentos llegaban a su mente pensamientos que,
(aunque todos sabemos que los pensamientos son imprevisibles), parecían
colocados en su cerebro por una mente ajena y que él mismo calificaba como
“resbalaciones”, ya que eran una especie de revelaciones, por supuesto sin
ninguna confirmación ni certeza y que como se producían en la ducha él las
llamaba así, resbalaciones. El caso es que normalmente tenía en cuenta, siempre
con mucha cautela, eso que aparecía en su mente y le iba bien, (dejémoslo ahí,
a petición suya), en un ochenta por ciento de los casos.
Pues bien, este día,
dejó su meditación cerca de las cinco de la mañana, que suele ser la hora
habitual en que se levanta. (Lo hace a esa hora porque comienza a trabajar a
los ocho y Lima es una mega ciudad con un caos vehicular importante y se
necesita tiempo para desplazarse por la ciudad).
Llegó al cuarto de
baño con la misma sensación de tristeza, que no había desaparecido con la
meditación, y cuando entro en la ducha apareció en su cerebro una resbalación:
- “Esta noche has estado en el otro lado
de la vida y la tristeza y la ansiedad que sientes solo son consecuencia de la
nostalgia inconsciente que sientes por volver al otro lado de manera definitiva”.
Y
nuestro hombre comenzó a hablar con su pensamiento:
-
“Bueno, si se supone que voy al otro
lado de la vida cada noche, ¿Por qué siento nostalgia unos días si y otros no?
- “Sencillamente por lo que haces al
otro lado. Unos días estás volcado en cuestiones para la vida física que no te
causan ningún tipo de añoranza, pero otros estás colaborando con los seres que
permanentemente están en ese otro lado de la vida y durante cierto tiempo
después de despertar añoras el Amor, la alegría y la paz que has vivido”.
-
“Y ¿Qué hago para no sentir esa
nostalgia?, ¿Me suicido?”
-
“Llegará un día en que ya no tendrás
esa nostalgia. No porque ya no tengas ganas de volver, sino porque habrás aceptado
cosas de ti que hoy no aceptas, esas cosas que te parecen inaceptables, y
habrás integrado en ti el trabajo que has venido a hacer. A pesar de tu cambio,
que ha sido, o mejor está siendo importante y costoso, estas lejos de la senda
que te has propuesto recorrer para esta encarnación”.
-
“Y ¿Qué trabajo he venido a hacer?”
-
“Tú lo sabes”
-
“Ya estamos con huevadas”, (Es la
palabra que él dijo).
- “Cuando aceptes hasta eso que te
parece inaceptable de ti, cuando te permitas ser quien realmente eres, cuando te
ames realmente, tu misión aparecerá”.
-
“Ya”.
Y
ahí dijo que se acabó la resbalación.
Ahora
está trabajando en amarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario