Capítulo XII. Parte 5. Novela "Ocurrió en Lima".
¡Vaya, parece que se ha evaporado todo tu miedo!,- Oh, pensé, parece que no estaba tan solo como me imaginaba.
- Sí,
pero me ha llevado tiempo
- Y,
ahora, visto desde tu nueva perspectiva opina: Te quedas sin trabajo, estás
destrozado porque no sabes que va a ser de tu vida. Te ofrecen un empleo que
parece magnífico y te asustas. ¡Quién te entienda que te compre Antay!, estás
lleno de contradicciones. Otro cualquiera en tu lugar estaría dando saltos de
alegría y, por supuesto, haría aceptado la oferta en el primer segundo, sin
tener que pensarlo, ¿qué tienes que pensar?
- Tengo
que pensar si estoy preparado para el trabajo que me han ofrecido. ¿Qué pasaría
si no doy la talla?, ¿qué pasaría si fracaso?, sí, tengo mucho miedo.
- El
miedo, Antay, solo es por algo relacionado con el pasado o por las proyecciones
de fututo. Es como tu miedo a tener una relación por si un día esta fracasa. El
miedo solo está en tu mente que no se atreve a salir de sus propios patrones de
pensamiento.
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Te sientes cómodo revolcándote en el fango que es tu zona de confort.
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Aunque los cambios siempre llevan asociado algo de estrés, en tu caso, el
cambio es el estrés total. Pensar en pasar de la certidumbre, aunque sea un
desastre, como es tu caso, a la incertidumbre, a ti, te produce terror. Y ese
terror solo es el resultado de tus pensamientos. Vives en un permanente “y
si…”, y a ese “y si” le añades la peor de las situaciones. Nunca se te ocurre
pensar “y si triunfo”, “y si soy feliz”, “y si hago un trabajo extraordinario”.
¿Alguna vez te has planteado pensar lo contrario de lo que piensas
habitualmente?
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Como el miedo solo es el resultado del pensamiento, lo que tienes que hacer es
vivir en el presente, con total atención. En el presente no hay miedo, porque
no hay fracaso. Donde hay miedo no hay libertad. Vives en una cárcel.
- Sí,
pero aún hay más. Si acepto el trabajo, nunca podré quedar con Indhira. ¿Cómo
voy a llamarla?, se pensará que es por interés al ser la hija de mi jefe.
- Antay.
Ese miedo es más de lo mismo. Te dejo en tu encrucijada, para que puedas tomar
la decisión que consideres mejor para ti. Busca dentro de ti. Ahí está la
respuesta.
- Pues me
tendrás que perdonar, pero por mucho que busco no encuentro nada más que
confusión.
- Eso es
que buscas las respuestas en tu cabeza y no es el lugar adecuado –me preguntaba
para que me hablaba si no daba respuestas concretas y convincentes.
- No me
quedaba más remedio que insistir- ¿Cuál es el lugar adecuado?
- En tu
corazón están todas las respuestas. Ya te he dicho todo lo que te tenía que
decir. Aunque quiero recordarte que, con miedo o sin él, la decisión que tomes
siempre será la acertada. Con cualquiera de las opciones que elijas vas a
aprender. Pero intenta una vez tomada la decisión, sea la que sea, centrarte en
ella, sin preguntar qué hubiera pasado si hubieras elegido lo contrario. Sigue
cantando, te hace bien.
Y Dios
o ese pensamiento superior se callaron, quedándome solo, de nuevo, con mis
tenebrosos pensamientos. ¡No entiendo como todo eso, tan contradictorio, puede
morar en mí!
Seguí
cantando. Gurú Ram Das estaba siendo un bálsamo para mí y no quería dejar de
cantar por si volvía el miedo y no podía controlarlo.
Pero
sí, por fin estaba volviendo la serenidad a mi mente. Sin ser consciente había
dejado de cantar permaneciendo, ahora, atento a mi respiración.
Después
de un día atenazado por el pánico, había llegado la paz. Pensé que era un buen
momento para tomar una decisión y, así, como la lava de un volcán sale con
fuerza por la abertura del cráter, llegó a mi garganta la respuesta que estaba
negando con mi miedo: “Voy a aceptar el trabajo. Si el señor Moretti confía en
mí, ¿quién soy yo para no creer en mi valía? Solo tengo que ser yo y poner al
servicio de la empresa mi saber, mi voluntad, mi dedicación y mi entrega”.