El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 11 de octubre de 2022

Agradecer

 


Capítulo XII. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

        La señora Claudia cerró la puerta y me encontré de nuevo en el despacho en el que había estado trabajando la semana anterior. El señor Moretti se veía como un hombre agradable y bonachón. Cabello entrecano, barba blanca arreglada, ojos idénticos a los de su hija, una sonrisa, que daba la impresión de ser permanente, iluminando su cara, y una prominente barriga.

-    Antay, es un placer saludarle –dijo adelantándose hacia mí, extendiendo la mano para estrechar la mía- y quiero darle las gracias por su magnífico trabajo.

-    El placer es mío señor Moretti –respondí mientras nos estrechábamos las manos- No tiene que darme las gracias, solo hice mi trabajo.

El mundo pareció detenerse en ese mismo instante y volví a escuchar la voz de Ángel:

-    Antay, cuando alguna persona te dé las gracias por alguna razón, como ahora, no debes contestar “de nada” porque cierras la puerta a la energía de la gratitud, que es una energía tan poderosa como la energía del perdón, de la bendición y del amor.

>> Al agradecer atraes más de lo mismo por lo que estás agradeciendo. Y, además, estás generando una energía que te ayuda a disfrutar de los placeres que rodean tu vida, ya sean grandes o pequeños.

>> Por lo tanto, agradece por todo. La casa donde vives, la cama donde duermes, la comida, el agua de la ducha, agradece hasta por el reloj que te despierta cada mañana. Y cuando digo todo, es todo, hasta lo más nimio.

>> Ser agradecidos tiene el poder de cambiar el estado de ánimo y hace que las personas se sientan especiales.

>> Una buena contestación sería, “ha sido un placer”, “gracias a ti”, “disfruté con el trabajo”, “encantado”, “cuando quieras”, “con mucho gusto”. Tenlo siempre presente, porque respondiendo así se produce un efecto multiplicador. Es como si se pusiera un espejo frente a ti y la imagen se hiciera infinita.

-      El señor Moretti seguía hablando- Siéntese, por favor, -y continuó- la primera intención, cuando hablé con usted, era para concretar como lo podíamos hacer, para contar siempre con sus servicios, ahora que Ramón, el informático que se encargaba de solucionar los problemas, se jubila. Pero cuando llegué de Bogotá hablé con Ramón, para interesarme por su salud y de sus intenciones, y cuando le comenté el problema, con el que usted tuvo que enfrentarse, me dijo que usted debía de ser muy bueno en su trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que no sabía nada de nuestra aplicación y por el poco tiempo en que solucionó el problema. Me confesó que a él le hubiera costado toda la mañana encontrar la falla y, es posible, que hubiera tenido que pedir ayuda.

>> Eso me llevó a replantearme mi primera idea que no era otra que ofrecerle ser el informático principal de la empresa, desde el exterior, es decir, trabajar como lo hacía Ramón. Llamarle cuando teníamos algún problema.

>> Pero, permítame, antes, una pregunta: ¿A qué se dedicaba la empresa en la que trabajaba y cuál era su trabajo?

-    Era una empresa de venta, instalación y reparación de equipos y aplicaciones informáticas y, también confeccionábamos páginas web. Y yo era el encargado. El dueño no aparecía nunca.

-    ¿Por qué cerró? –seguía preguntando el señor Moretti.

-    El dueño llevaba una vida muy por encima de sus posibilidades y todo el dinero que entraba era para costear esa vida, hasta que reventó la empresa.

-    ¿Cuánto tiempo llevaba usted en la empresa?

-    Diez años.

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