Capítulo XII. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"
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Entiendo. La nueva idea es la
siguiente: Voy a poner en marcha algo que me ronda por la cabeza hace un par de
años, ampliar el negocio. Quiero implementar un departamento de informática que
se encargue, no solo, del mantenimiento de todos los terminales y de las
aplicaciones, de todas las oficinas, sino, también, que se encarguen de
introducir y dar de baja del sistema todas las propiedades. La idea es que los comerciales
se encarguen más del trabajo de campo y de atención de clientes, liberándoles,
en lo posible, de tareas administrativas. Este nuevo departamento tendría,
además, a su cargo la instalación de nuevas aplicaciones en las oficinas de
Colombia, que en la actualidad son ocho en Bogotá, pero tengo previsto ampliar
a otras capitales como Barranquilla, Medellín y Bucaramanga.
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¿Qué le parece la idea? –concluyó el señor Moretti.
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No le puedo decir señor. No conozco el
rubro de la inmobiliaria. Conozco la informática y sé que puedo hacer cualquier
cosa. Pero me parece que una sola persona para todo eso es totalmente
insuficiente.
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Por supuesto que es insuficiente. He
pensado que el departamento podía iniciar su andadura con seis personas, dos
técnicos de primer nivel y cuatro administrativos, más el director – el señor
Moretti hizo un silencio, supongo que esperando mi opinión.
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¿A cuántos comerciales tienen que
apoyar los administrativos informáticos?, y ¿cuántas fallas presentan los
equipos? –era imprescindible tener, al menos, esa información para estimar las
personas necesarias.
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Comerciales son algo más de mil. Las
altas para introducir en el sistema podrían ser, como máximo, unas cien
diarias. El tiempo para introducir cada alta puede variar entre quince minutos
y cuarenta y cinco minutos. Las bajas se dan en un minuto cada una. Y las
averías o problemas de equipos, calcule uno a la quincena, aunque espero que se
reduzcan, ya que al centralizar el trabajo en los administrativos informáticos
se reduciría el parque de terminales, como mínimo, en un cincuenta por ciento.
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Mi cálculo ha sido, que para introducir en el sistema cien altas a media hora,
por término medio, son un total de cincuentas horas al día. Si cada
administrativo trabaja ocho horas, diarias, serían necesarias seis personas.
Por supuesto, los técnicos mientras no tengan que realizar reparaciones
apoyarían, durante toda la jornada, al personal administrativo. Esa sería una
condición que aparecería en el contrato.
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¿Qué le parece? –y el señor Moretti se quedó esperando mi parecer.
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Aunque no sabía muy bien donde quedaba
yo en todo el montaje, le di mi opinión- Me parece correcto. Supongo que si
esas personas no fueran suficientes se plantearía su incremento, al menos, en
un administrativo, -y continué- ¿Me cuenta todo esto porque piensa en mí como
uno de los técnicos?
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No exactamente –y un nuevo silencio del
señor Moretti, mientras me miraba fijamente a los ojos. Es como si fuera
analizando a su interlocutor, (yo en este caso), en los silencios que iba
dejando después de sus preguntas y, sobre todo, de sus respuestas.
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Alguien tenía que romper el silencio-
Entonces, ¿cómo un administrativo?
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No. Quiero que sea el director del
departamento. Que lo organice, que busque al personal, que visite todas las
oficinas en Perú, tenga en cuenta que tenemos 60 oficinas, repartidas 30 en
Lima y otras 30 en provincias, que retire los terminales que considere oportuno
y que prepare la operativa con la que vamos a funcionar. Y para todo esto tiene
sesenta días.
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¿Está de acuerdo?
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¿Me permite que me tome un par de días
para pensarlo? –la verdad es que estaba un poco asustado.
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Sí, me parece correcto. Su despacho y
las oficinas, del que sería su departamento, estarán en la planta de arriba de
este mismo edificio. Todos los viajes son a cargo de la empresa más una
cantidad fija para gastos personales cada vez que viaje. Para los
desplazamientos por carretera, y los desplazamientos en Lima y el Callao,
tendrá vehículo de la empresa. Y contará con un asistente, que también tendrá
que buscar usted mismo, aparte de las otras seis personas. Por supuesto, a
todas las personas, que usted elija, las entrevistará el señor Ramírez,
director de recursos humanos, que tendrá la última palabra en la contratación.
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Del sueldo no se preocupe, será generoso y, contará, además, con un incentivo
anual si se cumplen objetivos.
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¿Qué le parece si nos encontramos el jueves a esta misma hora? Si su respuesta
es positiva, entre el jueves y viernes preparamos su contrato y el lunes
comenzaría a trabajar.
- Gracias.
Nos encontramos el jueves, -casi no me salían las palabras.
- Pues
nos vemos el jueves –dijo el señor Moretti levantándose y extendiendo la mano,
dando por concluida la entrevista.
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