El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 6 de marzo de 2019

Creo en Dios


Cree el hombre que es un ser independiente de Dios, cuando realmente es una parte de Él.


Cree el hombre que cada uno de los seres que le acompañan en la vida también son independientes y ajenos a él, con lo cual tiene que proteger lo que él considera suyo y a los que considera suyos, cuando la realidad es que todos son lo mismo, hermanos, hijos del mismo Padre.


Cree el hombre que lo que considera pecado le aparta de Dios, cuando lo único que le aparta de Dios es su propia mente.




Cree el hombre que tiene que buscar a Dios en los templos, en las catedrales, en las mezquitas, en las iglesias, en las sinagogas, en los conventos, en los salones de culto, en las basílicas, en los santuarios, o en las capillas, cuando lo tiene bien cerca: Habita en su propio corazón.


Cree el hombre que Dios premia a los buenos y castiga a los malos, cuando la realidad es que Dios ni premia, ni castiga, porque no hay ni buenos ni malos. Dios Ama a todos por igual y su Amor es total e incondicional.


Todo lo que hay son hombres que están realizando un camino de evolución y crecimiento para acercarse a Dios, y se tienen que acercar a Dios porque les ha separado de Él la ignorancia, la mala fe y las creencias erróneas.


Todo lo que hay son hombres aprendiendo a Amar, aprendiendo a compartir, aprendiendo a respetar.

           Todo lo que hay son hombres tratando de conectar con su alma, su parte divina, y a través de la belleza de su alma, poder contemplar la belleza de los demás, ya sean blancos, negros, amarillos o mestizos, ya vistan con seda o con harapos, ya hablen como Cervantes o Shakespeare, o sean mudos como una roca, ya tengan cuentas millonarias o se peleen por un centavo, ya sean ateos o creyentes, ya sean musulmanes o cristianos, ya sean comunistas o capitalistas, ya sean de derechas o de izquierdas, ya sean honrados o ladrones.

miércoles, 11 de julio de 2018

¿Cuál es mi misión?


-       ¿Cuál es mi misión Maestro? Llevo cuarenta años preguntándomelo.

-       Tu misión es aprender a amar hijo mío.

-       Pero, ¿no se supone que he venido a la vida a realizar alguna tarea específica?

-       Si, la tarea de aprender a amar. ¿Te parece poco? Y el camino para aprender a amar es que aprendas a ser feliz. Y ahora no eres feliz porque crees que te falta algo, crees que te falta saber cuál es tu misión. Buscando tu misión estás perdiéndote muchas cosas de la vida, casi podríamos decir que estás perdiendo la misma vida,

Escucha esto: Como te falta saber cuál es tu misión, no eres feliz, pues yo te digo que si te dedicaras a ser feliz llegarías a saber cuál es esa misteriosa misión, y te voy a explicar por qué: La felicidad es un estado interior, un estado de paz, de serenidad, de alegría, y a ese estado se llega aceptando, tolerando, respetando, comprendiendo y sobre todo amando.



Cuando llegas a ese estado entiendes que todo está bien y si existiera alguna misión misteriosa, llegaría a ti, sin que necesitaras buscarla.

-       Aceptando ¿qué?

-       Aceptando la vida que tienes. Aceptar no es resignarse. Te pongo un ejemplo: Piensa en una pareja que se les ve bien, que a ojos del mundo podría decirse que es una pareja feliz. Pero si escarbas un poquito en su relación verías que, en muchas, en demasiadas ocasiones se sienten solos, no hablan entre ellos de esa sensación de soledad, no hablan de sus miedos, de sus anhelos o de sus fantasías. Hablan, si, del trabajo, del colegio de los niños, de las facturas que van llegando, o de lo mal que se ha portado su cuñado. En ellos hay más resignación que aceptación. Aceptación es cuidar lo que importa para que no se desgaste, te pongo un ejemplo que no por manido pierde su validez: A la planta hay que regarla para que viva. A las relaciones también, y a los amigos, y a los hijos, y al trabajo, y a las aficiones y, sobre todo, a ti mismo. Aceptar es trabajar la vida, y si algo no te gusta de tu vida lo cambias.

La aceptación hace que toleres todo, que toleres a todos ¿Qué sabe nadie de la vida del otro, de la razón del otro?, ¿qué sabe nadie de su Plan de Vida, si ni tan siquiera conocemos el nuestro?, ¿qué sabe nadie del recorrido de su alma? No hay dos seres iguales sobre la faz de la Tierra. Todo está bien, todo es perfecto tal como está. Toléralo, lo ha puesto Dios.

Así llegarás al respeto. Respetar es la consecuencia lógica de la tolerancia. No hagas a nadie lo que no te gusta que te hagan a ti, no pienses de ellos lo que no te gustaría que pensaran de ti, no hables de nadie porque no te gusta que hablen de ti y, sobre todo, si es malo. Colócate siempre en el lugar del otro, es la mejor manera para aceptarle, tolerarle y respetarle.

Y cuando aceptas, toleras y respetas, puedes decir que estás aprendiendo a amar.

Entonces serás feliz, y estarás cumpliendo con la verdadera misión de tu vida que es aprender a amar.

Ama y se feliz, que todo lo demás llegará por añadidura.



viernes, 6 de julio de 2018

Crecimiento espiritual


            Y dijo el Maestro:
           Si creces espiritualmente para tu propio lucimiento, es un crecimiento incompleto.
            Si no te sientes reconocido por tu sabiduría espiritual, por tus magnificas clases o terapias, o por tu altruismo, es un crecimiento incompleto.
            Si ante los avatares de la vida crees que Dios no es justo contigo, porque opinas que estás dando mucho más que lo que recibes, es un crecimiento incompleto.
            Si realizas tu trabajo espiritual en termino de ganancias económicas, en lugar de entrega, es un crecimiento incompleto.
            Si le temes al fracaso, es un crecimiento incompleto.
            Si engañas, si criticas, si juzgas, si envidias o te comparas con otros, es un crecimiento incompleto.
            Si no piensas en los demás, tanto como en ti mismo, es un crecimiento incompleto.
            Si das lo que te sobra, en lugar de dar lo que te falta, es un crecimiento incompleto.


            Un crecimiento espiritual completo es el de aquel a quien todos encuentran cuando le pueden necesitar porque saben que van a obtener su ayuda, bien sea material o emocional, porque saben que les va a dedicar su tiempo, acompañando, escuchando, respetando, comprendiendo, aconsejando, sin recibir de él una crítica, un enfado, una queja, un reproche. Él sabe que le necesitan y punto.

Y es posible que no sepa lo que es la meditación, ni haya oído hablar nunca de yoga y que no sea flexible por su abultada barriga, porque come carne a diario ya que no le gusta lo verde, que nunca ha escuchado hablar de Maestros Ascendidos, de Reiki o de energía, que no entra en los lugares de culto porque no cree en las religiones. El solo cree en Dios, en los seres humanos, en el amor, en la compasión, es la ternura, en la dulzura, en la misericordia.

Si creces para la galería es incompleto, porque está recubierto de orgullo, de soberbia. Y la soberbia espiritual es un poco difícil de erradicar, porque cuesta trabajo de percibir en uno mismo.



             
           
           


           

martes, 12 de junio de 2018

Karma inexorable


          Lo primero que se podía apreciar en Yerena era su hermosura, pero al segundo siguiente su hermosura quedaba eclipsada por su inteligencia, por su carácter y por su determinación. Y como una guinda adornando el pastel, la personalidad de Yerena, que lo llenaba todo, estaba adornada por un poder sobrenatural que se concretaba en su habilidad para curar, para predecir el futuro o para ponerse en contacto con los espíritus.

            Todo parecían virtudes en Yerena, sin embargo, no era oro todo lo que relucía. Yerena, hija de un señor feudal en la Alemania medieval, utilizaba sus poderes para su propia satisfacción, sobre todo, para satisfacer a su ego acumulando una conquista tras otra, embaucando a cualquier hombre del que se encaprichara, ya fuera caballero o campesino, ya estuviera libre o comprometido.



            Cierto día paseando por los jardines del palacio de su padre, se encontró con Ermo que se encontraba arreglando las plantas. Ermo era un hombre joven, guapo, fuerte, y nada más verle una corriente de energía circuló por el cuerpo de Yerena. Se acercó y estuvo observándole mientras trabajaba, a la vez que pensaba, “este hombre ha de ser para mí”.

            No le importó que Ermo tuviera una esposa a la que amaba, ni le importó que tuviera tres hijos de corta edad. Le acechó, le hechizó, contactó con espíritus de la oscuridad para que la ayudaran en su propósito. Y así, dos meses después podía consumar su capricho.    

            La esposa de Ermo lloró y suplicó, sin entender el cambio que había ocurrido en su esposo. La desesperación la estaba dejando exhausta, y no podía permitírselo, porque tenía que sacar adelante a sus tres hijos, de los que Ermo parecía, en su embrujo, haber olvidado.

-       Mira a los ojos a Ermo, le dije a Adelaida, a ver si te recuerda a alguien de esta vida actual.

Adelaida estaba en regresión y había acudido a la consulta para tratar de entender porque su esposo, con el que llevaba dieciocho años de feliz matrimonio, de la noche a la mañana, hace tres meses, se fue de casa para irse a vivir con otra mujer.

-       Es mi esposo, contestó Adelaida.
-    Y mira ahora a la esposa de Ermo, a ver si te recuerda a alguien, aunque de sobra conocía la respuesta.
-       Si, contestó, es Silvia, la nueva pareja de mi esposo.

El entendimiento de Adelaida fue total.

Fuera ya de la regresión:

-       ¿Has comprendido como funciona al Karma?, pregunté.
-   Completamente, contestó, pero ahora ¿qué?, vamos a estar así eternamente quitándonos el marido una a la otra.
-   No, le dije, hay que romper ese círculo Y ahora está en tu mano romperlo. Perdona a tu esposo y a su nueva pareja hasta que no quede en tu interior ni un ápice de ira, de rabia, de pena, de tristeza o de rencor. Tienes que conseguir pensar en ellos sin ninguna emoción negativa, a pesar, incluso, de lo que hagan o digan a partir de ahora. Lo bueno sería que pensaras en ellos con amor, pero no me atrevo a pedirte tanto. Cuando ya no quede ningún resto de emoción negativa en tu interior habrás cerrado ese capítulo para siempre.
-  Si se negara a pasar la pensión o hicieran alguna otra cosa que pudiera afectarnos negativamente, ¿qué?,preguntó.
-       Para eso están las leyes de los hombres, le respondí. Denuncia todo lo que creas que tienes que denunciar, pero no te mantengas anhelante con su resolución, ni desees una sentencia determinada. Con tu deseo de venganza solo mantienes abierto el círculo del Karma.



domingo, 10 de junio de 2018

Relatos cortos - Hoy es tu cumpleaños y no estás


            Hoy es tu cumpleaños, pero no podemos celebrarlo. Ya no estás, te fuiste de mi lado hace casi tres meses, exactamente dos meses y veintidós días. Un cáncer se encargó de separarnos.

            Aunque un loco vestido de blanco, al que acudí para aliviar mi dolor, me dijo que no habías muerto, que estabas más viva que antes, que solo había muerto tu cuerpo, pero tú, la que piensas y la que amas, estás viva, sin dolor, sin edad, sin hambre, sin sueño, sin sufrimiento, viviendo la alegría y el Amor de manera permanente.



No le abofeteé porque no tenía fuerzas y, supongo que envalentonado porque le seguía escuchando, aun dijo más: dijo que podías verme a cada instante, dijo que cada noche nos volvíamos a reunir y que hablábamos y que me decías que dejara de sufrir, que ahora eras feliz plenamente y que me amabas con mucha más intensidad que cuando estabas conmigo, dijo que veías mis emociones y hasta mis pensamientos.

Como esa parte en la que me decía que ahora eres plenamente feliz y que me amas con más intensidad me gustó, le presté un poco más de atención, mientras pensaba: “si ve mis emociones y mis pensamientos podrá ver cuanto la amaba y cuanto la añoro”.

Ese pensamiento lo expresé en voz alta y el sanador me dijo: todo es energía. Ella lo es ahora aun más y los pensamientos y las emociones que también lo son, no tienen ningún secreto para los que están al otro lado.

La verdad, desde ese momento, ya no me parecía tan loco, y le observaba mientras hablaba. Es un hombre mayor y desprendía bondad, su aspecto era sereno, hablaba bajito como si tú estuvieras dormida y tuviera miedo despertarte, parecía emanar respeto por cada poro de su piel, respeto hacia ti, respeto hacia mí, respeto hacia todo.

Posiblemente tenía razón, aunque me costaba creerle, porque nunca nadie me había dicho tales cosas. Yo creía en la resurrección de los muertos, al final de los tiempos, como me habían enseñado en la iglesia desde que tengo uso de razón. Así que, si esto que dice es verdad, no podrá resucitar nadie, porque nadie está muerto.

Y aun dijo algo más: Personalmente creo que es ahora cuando estamos muertos y, si me apuras, podríamos decir que estamos en el infierno, porque esto que tú estás pasando, ¿no es un infierno?

-    Está claro que la amabas -sentenció- Por lo tanto, si la amabas con tanta intensidad seguro que deseas lo mejor para ella.
-      La amaba y la amo -respondí- y por supuesto que siempre deseé lo mejor para ella.
-       Pues que mejor -respondió- que estar al lado de Dios.

Salí de su consulta mucho más aliviado, relajado, en paz. Con una meditación bajo el brazo para realizar cada día,

-    Para que la hagas, me dijo, cada día, así podrás entrar en tu interior y reencontrarte con ella en tu silencio.

Concerté una nueva cita para la semana siguiente. Tenia ganas de volver para saber más de la vida y, también, de la muerte.

Seguiré pensando en ti, aunque creo que más serenamente. Te amo.

jueves, 24 de mayo de 2018

Voy a seguir buscando a Dios a pesar de Él mismo





Voy a seguir buscando a Dios a pesar de Él mismo.

Cuando parece que me da la espalda, voy a tocarle en el hombro, para que sepa que aún estoy aquí.

Cuando parece que camino solo por los barrizales de la vida, calzaré mis botas para no hundirme en el fango y continuar en Tu busca.

Cuando parece que mi mente va a ganar en la lucha fratricida que mantiene con mi alma, voy a grabar Tu imagen a fuego a veinte centímetros de mi cara para sentir Tu calor.

Cuando parece que la vida me abofetea a diestro y siniestro, voy a colocar mis brazos para parar los golpes, mientras te entrego a Ti mis moratones.

Cuando parece que los míos voltean su cara para no ver como caigo, aparecen ángeles desconocidos tratando de amortiguar mi caída. Seguro que son Tus ayudantes.

Cuando parece que estás escondido, busco el agujerito por el que sé que me estás mirando.

Cuando parece que las decepciones son el desayuno en la mañana y la tristeza el almuerzo al mediodía, me preparo una suculenta cena de esperanza, para soñar Contigo.

Porque sé que eres la única razón de mi vida.

Porque nada va a conseguir que Te olvide.

Porque sé que solo me has soltado un momento para que afiance mis pasos.

Porque aunque no te sienta yo sé que estás ahí.

Y voy a seguir buscándote aunque te escondas.




martes, 22 de mayo de 2018

El perdón


          Tal como somos los seres humanos parece normal que, si alguien nos ofende nos desprecia o nos humilla, bien sea con palabras o con acciones, nos sintamos ofendidos, despreciados, humillados, posiblemente engañados, o robados, o sencillamente defraudados, aunque también nos podemos sentir ofendidos porque alguien no haya cumplido con nuestras expectativas, ¡los seres humanos somos así! Y también parece normal que mantengamos en nuestro interior el recuerdo de tal ofensa, y que no sintamos en nosotros la necesidad, ni la intención de perdonar tal humillación. ¡Hasta ahí podíamos llegar!, después de lo que nos han hecho, ¡cómo vamos a perdonar!, ¡a quien se le puede ocurrir semejante desfachatez!

            Pues a pesar de lo que nos hayan hecho, hay que perdonar, sin tener en cuenta si ha sido más o menos grave, hay que perdonar. Incluso me atrevería a decir que es más necesario perdonar cuanto mayor ha sido la ofensa.

            La ofensa que la persona mantiene en su recuerdo, es el caldo de cultivo de la ira, del rencor, del miedo, del resentimiento, del dolor, de las ataduras, del odio, del deseo de venganza, y de un montón más de sentimientos negativos. Todos estos sentimientos negativos son desequilibrios emocionales, que más pronto que tarde pueden afectar al cuerpo físico.

Si este libro no tratara de indicar como volver al camino que nos va a llevar de nuevo a Dios diría que es necesario perdonar por una cuestión práctica, por una cuestión egoísta, hay que perdonar para encontrarse bien emocional, mental y físicamente, que así es. Pero como este libro lo que pretende es acercarnos a Dios, ¿cómo crees que podemos llegar a Dios manteniendo el odio y el deseo de venganza en nuestro interior? Además, es importante encontrarse bien emocional, mental y físicamente para poder afrontar con garantías de éxito trabajos como el fortalecimiento la voluntad o como mantener la atención o meditar, y no hablemos ya de la aceptación, ya que perdonar es una manera de aceptar la ofensa, ojo, aceptar no es olvidar. 

En realidad ¿Qué es el perdón?
            El perdón es la liberación de las emociones destructivas que nos atan al pasado de manera enfermiza.
            Es muy fácil hacernos daño porque existen infinitas razones por las que podemos sentirnos ofendidos. Nos podemos sentir ofendidos por algo que dicen, y también por algo que callen, nos podemos sentir ofendidos por algo que hacen y también por algo que no hacen, nos podemos sentir ofendidos por que nos engañen, porque nos roben, porque nos humillen, cuando además, es de sobra conocido que con la sensación que nos queda en nuestro interior nunca se soluciona nada, pero algo nos hace volver una y otra vez a rememorar la ofensa, avivando ese fuego interior que ha encendido la ofensa.
            Observa la paradoja: Una persona te hace daño, o hace que te sientas ofendido, con o sin razón aparente. De hecho, no cuenta la magnitud de la ofensa, lo que cuenta es lo ofendido que puedas sentirte. Después de eso, esa persona sigue su vida con normalidad, mientras tu comienzas a rememorar y a relatar, una y otra vez el daño recibido, lo cual hace que cada vez que lo recuerdes te sientas mal, porque es como si te ofendieran por primera vez, o incluso más, ya que cada vez que aparece el recuerdo puedes añadirle más razones al agravio. Para la mente no existe pasado ni futuro, para la mente siempre es presente. La energía negativa va creciendo, y puede hacerlo tanto que llegue a afectar al cuerpo físico. En algún sitio leí que recordar la ofensa y mantener la rabia, la ira y el deseo de venganza es como tomar una gota de veneno al día, se supone que esperando que se muera el ofensor.  

Que no es perdonar:
Perdonar no es olvidar, y no es olvidar porque no se puede borrar de un plumazo un evento, que además se supone lo suficientemente importante. En la mente se mantiene el registro de todo lo que pasa.
No se va a olvidar, pero se ha de conseguir que cuando se recuerde el hecho se haga sin acritud, sin rencor, como un suceso más de la vida diaria.
Alguien podría pensar que cuando se dice la tan manida frase “Perdono, pero no olvido”, ya está perdonado. No es así. Cuando se dice la frase, se hace normalmente con cara y con tono de ira. Es como si se estuviera esperando cobrar la deuda pendiente. Y eso, no es perdonar.   
            Perdonar no es justificar la ofensa. Perdonar no significa que se eche en saco roto la ofensa, ni que se justifique, ni que se apruebe. Ni tan siquiera significa que te hagas inseparable, ni tan siquiera amigo de la persona que te ha ofendido.
            Significa que te vas a desprender de la ira, de la rabia, del odio, del deseo de venganza. Tampoco significa que no se lleven a efecto las cuestiones legales, caso de ser necesarias. Que la justicia de los hombres haga su trabajo, que el Karma haga el suyo, pero en ningún caso vas a estar pendiente de la sentencia. Todo estará bien.
            Para perdonar no es necesario hacerlo personalmente: Definíamos el perdón como la liberación de emociones destructivas, y las emociones son energía. La liberación de las energías destructivas que invaden nuestro cuerpo energético es un trabajo personal que no se ha de realizar, para nada, con el ofensor.
El perdón más importante: A nosotros mismos.
         El perdón más importante es aquel que realizamos a nosotros mismos. No podemos sentirnos mal por algo que hicimos con anterioridad. Lo que hicimos en el pasado se hizo en las condiciones en las que nos encontrábamos entonces. No podemos estar permanentemente flagelándonos por algo que ya pasó. Hemos de perdonarnos, hemos de aceptar la realidad, hemos de extraer las enseñanzas, hemos de aprender de los errores para no volver a repetirlos.
El perdón a nosotros mismos supone respeto, comprensión, aceptación, valoración y sobre todo amor.
Una Historia de Perdón. (La encontré en la red y figuraba como autor anónimo)
Una mujer que se llevaba muy mal con su esposo sufrió un paro cardíaco. Casi a punto de morir, un ángel se presentó ante ella para decirle que, evaluando sus buenas acciones y sus errores no podría entrar al cielo; y le propuso permitirle estar en la tierra unos días más hasta lograr cumplir con las buenas acciones que le faltaban. La mujer aceptó el trato y se regresó otra vez a su hogar junto a su esposo. El hombre no le dirigía la palabra porque hacía tiempo que estaban peleados.
Ella pensó:
-      Me conviene hacer las paces con este hombre. Está durmiendo en el sofá, hace tiempo dejé de cocinar para él. Él ahora está planchando su camisa para salir a trabajar, le daré una sorpresa.
Cuando el hombre salió de la casa, ella empezó a lavar y planchar toda la ropa de él. Preparó una rica comida, puso flores en la mesa con unos candelabros, y un cartel en el sofá que decía: “Creo que puedes estar más cómodo durmiendo en la cama que fue nuestra. Esa cama donde el amor concibió a nuestros hijos, donde tantas noches los abrazos cubrieron nuestros temores y sentimos la protección y la compañía del otro. Ese amor, aún con vida, nos espera en esa cama. Si puedes perdonar todos mis errores, allí nos encontraremos. Tu esposa”.
Cuando terminó de escribir el último renglón “Si puedes perdonar todos mis errores” pensó: ¿Me he vuelto loca?, ¿yo voy a pedirle perdón cuando fue él quien empezó a venir enojado de la calle cuando lo echaron de la fábrica y no conseguía trabajo? Yo tenía que arreglarme con los pocos ahorros que teníamos haciendo malabares, y todavía tenía que soportar su ceño fruncido. Él empezó a tomar, aplastado en el sillón, exigiendo silencio a los niños que sólo querían jugar. Él empezó a gritarme cuando yo le decía que así no podíamos seguir, que yo necesitaba dinero para mis hijos. Él lo arruinó todo; y ¿ahora yo tengo que pedirle perdón?
Enfurecida rompió la carta y escuchó la voz del ángel que decía:
-      “Recuerda: algunas buenas acciones y alcanzarás el cielo, de lo contrario no podrás entrar”.
La mujer pensó:
-      ¿Valdrá la pena?, y rehízo la carta agregando aún más palabras cariñosas: “No supe comprender nada entonces, no supe ver tu preocupación al quedarte sin empleo, luego de tantos años con un salario seguro en esa fábrica. ¡Debiste haber sentido tanto miedo! Ahora recuerdo tus sueños de “cuando me jubile haremos”. Cuántas cosas querías hacer al jubilarte. Pude haberte impulsado a que las hicieras en lugar de obligarte a aceptar estar todo el día sentado en ese taxi.
-      Ahora recuerdo aquella noche de locura cuando rompí esas cartas de amor que habías escrito para mí, y prendí fuego a todas las telas de los cuadros que pintabas. En ese momento me enfurecía verte allí, encerrado en ese cuarto gastando nuestro dinero en pomos de pintura para nada, o sentado en ese escritorio escribiendo tonterías para mí. Debí haberte impulsado a vender esos cuadros. Eran realmente hermosos. Estaba desesperada, yo también me sentía segura con el salario de la fábrica y no supe ver tu dolor, tu miedo, tu agonía.
-      Por favor perdóname mi amor. Te prometo que, de hoy en adelante, todo será diferente. Te amo. Tu esposa”
Cuando el marido regresó del trabajo, al abrir la puerta notó algo distinto; el olor a comida, las velas en la mesa, su música favorita sonando suavemente y la nota en el sofá. Cuando la mujer salió de la cocina con la fuente en la mano, lo encontró tirado en el sillón llorando como un niño. Dejó la fuente, corrió a abrazarlo y no necesitaron decirse nada, lloraron juntos, él la alzó en sus brazos y la llevó hasta la cama; hicieron el amor con la misma pasión del primer día. Luego comieron la exquisita comida que ella había preparado, rieron mucho mientras recordaban anécdotas graciosas de los niños haciendo travesuras en la casa.
Él la ayudó a levantar la mesa como siempre lo hacía, y mientras ella lavaba los platos, vio por la ventana de la cocina que en el jardín estaba el ángel. Salió llorando y le dijo:
-      Por favor ángel, intercede por mí. No quiero a este hombre sólo en este día. Necesito un tiempo más para poder impulsarlo con sus cuadros, y tratar de reconstruir esas cartas que sólo para mí y con tanto amor había escrito. Te prometo que, en poco tiempo, él estará feliz, seguro; y ahí sí podré ir donde me lleves.
El ángel le contestó:
-      No tengo que llevarte a ningún lado, mujer. Ya estás en el cielo, te lo has ganado. Recuerda el infierno donde has vivido y nunca olvides que el cielo siempre está al alcance de tu mano.
La mujer oyó la voz de su marido que desde la cocina le gritaba:
-      “Mi amor, hace frío, ven a acostarte, mañana será otro día”.
Sí -pensó ella-, gracias a Dios, mañana será otro día…

Bendición
Una bendición es la expresión de un deseo dirigido hacia una persona o grupo de ellas que, en virtud del poder de la palabra, se espera que ayude a lograr que ese deseo se cumpla.

La bendición es una práctica muy poderosa, ya que durante el espacio de tiempo en el que transcurre la bendición tanto la persona que bendice como la persona objeto de la bendición son receptoras de una energía muy potente, son receptoras de la Energía Divina.

Esta Energía desciende sobre la persona inundando a esta, colocándose de manera prioritaria en el chakra cardiaco de la persona. El chakra cardiaco es la sede del amor, de la compasión, de la misericordia, de la dulzura, de la ternura, por lo cual durante el intervalo en el que la persona está bendiciendo, las cualidades de las energías que anidan en este chakra se incrementan de manera notable, fruto de ello es que la persona se encuentra en ese intervalo de tiempo en un estado de paz, de amor y de gozo desconocido para ella.

El tiempo de duración de esa Energía, y por lo tanto de ese estado de paz, es limitado, dura el tiempo que la persona invierte en la bendición y poco más. Cuanto más tiempo permanezca la persona bendiciendo más energía recibirá, y si consigue hacerlo muchas veces al día, durante mucho más tiempo permanecerá la persona conectada a la Energía Divina.

Pero otro tanto le sucede a la persona objeto de la bendición.

Recuerdo un curso de primer nivel de Reiki en el que una de las asistentes, al retomar el curso en la tarde después del almuerzo, se encontraba especialmente triste, y en respuesta a mi pregunta de si se encontraba bien, me contestó que tenía problemas con su hija adolescente. Después de una breve conversación en la que me explicó de que se trataba, la recomendé que tres veces al día bendijera a su hija durante una temporada. Después de transcurridos unos veinte días vino a visitarme la mamá para relatarme como le iba con su hija, y me contó lo siguiente: “Desde el día siguiente del curso comencé a bendecir a mi hija tres veces al día. La segunda bendición que realizaba coincidía con la hora en que me hija salía al patio, y ayer mi hija me comentó: Mamá, no sé qué me pasa, pero desde hace días a la hora del patio me entran unas enormes ganas de llorar, sin ninguna razón, ya que además me siento muy bien, y no sé porqué, pero pienso en ti”. 

Las ganas de llorar solo eran producto de la energía de amor que le llegaba en la bendición y el que se acordara de su mamá era debido a que su alma sabía perfectamente cuál era el origen de esa energía de amor.

Si la persona bendice varias veces al día, y lo hace cada día, llegará un momento en el que el chakra cardiaco va a mantener la Energía Divina durante más tiempo haciendo que este incremente su tamaño, con lo cual se va a incrementar la energía de amor, de caridad, de ternura, de misericordia y de compasión en la persona. Es un buen ejercicio para mantener la serenidad, para comenzar a sentir el amor incondicional, es un buen ejercicio de crecimiento interior y para encontrar el camino de vuelta a Dios.

Es posible que mucha gente piense que la bendición solo puede ser hecha por un ministro de Dios y, además en su nombre. Pues no, la bendición puede ser realizada por cualquier mortal, y puede no usarse, en absoluto, el nombre de Dios, porque no solamente puede bendecir alguien perteneciente a cualquiera de las múltiples iglesias, puede bendecir, repito, cualquier mortal, y tan correcta es la fórmula “Que Dios te bendiga”, como “yo te bendigo”. En las dos llega la misma cantidad de Energía, que además estará en función de lo evolucionada que sea la persona, es decir, un criminal puede bendecir, y llegará la Energía Divina, pero podría llegar solamente uno sobre diez, mientras que en la bendición realizada por una persona pura, compasiva y misericordiosa la Energía Divina bien podría llegar a ser nueve sobre diez.

Nuestra mente se ocupa durante todo el día en miles de pensamientos negativos e inútiles. Por sí sola es incapaz de generar un solo pensamiento positivo, lo cual es normal, no la hemos enseñado, por lo que para generar esos pensamientos positivos hemos de forzarla conscientemente. La bendición es una buena herramienta para enseñar a la mente.

Formula del perdón y de la bendición:
PERDONAR:
-      Sube las manos a la altura de los hombros, con los brazos al lado del cuerpo, cómodamente relajados, las palmas mirando al frente.        
-      Lleva la atención al corazón.
-      Visualiza a la persona que quieres perdonar delante de ti.
-      Lleva la atención a tu corazón sintiendo que sale un rayo de luz, igual que de las palmas de tus manos, y repite en tu interior:
-      Yo te perdono, cualquier cosa mala que me has hecho, en esta o en anteriores vidas, voluntaria o involuntariamente, con pensamientos, palabras, hechos y omisiones, incluso aunque ya no te acuerdes de lo que es.
-      Y después dile:
-      Y tú, perdóname por todo el daño que te he hecho, en esta o en anteriores vidas, voluntaria o involuntariamente, con pensamientos, palabras, hechos y omisiones, incluso aunque ya no me acuerde de lo que es.

BENDECIR:
-      Mantén las manos arriba y la atención en la luz que sale de tu corazón y de tus manos 
-      Piensa en un momento feliz que te haga revivir una emoción o sentimiento de alegría o felicidad, (puede estar relacionado con cualquier persona, o con cualquier situación).
-      Siente la emoción de ese momento feliz.
-      Visualiza nuevamente a la persona que quieres bendecir delante de ti y repite en tu interior, sintiendo esa energía que sale de tu corazón y de las palmas de tus manos:
-      “Yo te bendigo con paz, con amor, con alegría, con serenidad, con abundancia y prosperidad......”. Bendice con todo lo bueno que deseas para esa persona, como si fueras tu mismo”.