El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 15 de diciembre de 2016

Eva quiere ser feliz

Del libro "Relatos del Inca"

A la quinta fue la vencida, y por fin los papás de Eva, después de cuatro hijos varones tenían a su mujercita.

Los papás de Eva tenían una vida acomodada, muy acomodada, y Eva creció con todas las necesidades básicas, más que cubiertas, y con todos los caprichos inimaginables a su alcance.



Era tan grande el amor de los papás de Eva por su preciosa hija, que la dejaban hacer y deshacer a su libre albedrío. Ellos consideraban que lo importante era que la niña fuera feliz, y no demostraron, en demasía, su decepción, cuando Eva decidió abandonar su carrera de arquitectura y cambiarla por un instructorado de yoga. Incluso la mamá asistía a sus clases, aunque no con la regularidad que sus estados emocional y mental requerían.

La decepción y una ligera oposición ya tomaron forma cuando Eva comenzó a frecuentar a un muchacho, perteneciente a una clase social muy inferior a la suya, y que lo único que destacaba en su curriculum era su físico, una bonita voz para cantar, profesión a la que quería dedicarse, y una vida bohemia, más como huida de una familia completamente desestructurada, que como anhelo de vida.

La oposición ya fue total cuando Eva soltó la bomba en su casa:  
- Estoy embarazada, pero Ramón, (que así se llamaba el futuro papá de la                         criatura), quiere que nos casemos y hacerse cargo del bebé”.
-                         -  Y ¿Cómo se va a hacer cargo del bebé, y de ti, teniendo en cuenta que no trabaja y            no parece tener ningún ingreso?, le preguntó el padre de Eva.
-                       -  De momento habíamos pensado vivir aquí hasta que encuentre algún trabajo, dijo             Eva.
-                    - Si quiere trabajar, mañana mismo puede comenzar en nuestra empresa, le respondió         el padre.
-                     - No papá, ya sabes que a él le gusta la música, ha escrito varias canciones y está              esperando respuesta de algunas casas discográficas para grabar un disco, dijo Eva.

El cambio de opiniones, por no llamarlo discusiones, siguió durante algunos días, hasta que los padres de Eva, pensando siempre en la felicidad de su hija, y ahora en la de su futuro nieto, o nieta, terminaron cediendo. En las conversaciones que mantenían los padres, sin la presencia de Eva, decidieron que aceptaban la boda, haciéndose incluso cargo de todos los gastos, que vivieran en una parte de casa, teniendo en cuenta que había espacio más que suficiente, que por supuesto les iban a mantener, y que esperarían, porque es lo que parecía anunciado, que su hija cayera para ayudarla a levantarse y seguir con su vida.

Llegó el día de la boda. Eva lucia con orgullo su embarazo, ya de siete meses, sin saber que este era el principio de su infelicidad.

No había pasado ni un mes de la boda, cuando la sonrisa de Eva que siempre lucia radiante y aparecía de manera espontanea, comenzó a hacerse menos frecuente, y cuando aparecía, ya no era viva, ya no era luminosa, para los que la conocían era lo menos parecido a su antigua sonrisa, era una mueca y un signo de tristeza. Cuando alguien le insinuaba algo, siempre se justificaba con las molestias de su embarazo.


Continuará…………….


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