Perdónate, acéptate, reconócete y
amate.
Recuerda que tienes que vivir
contigo mismo por la eternidad.
Facundo Cabral.
Si te olvidas de ti, tarde o temprano, los demás,
siguiendo tu ejemplo,
también se olvidarán, y quizás deduzcan que no
existes.
Joege Bucay.
Más
de una vez habrás oído, porque te lo han dicho a ti o se lo decían a otros: “Lo
que tienes que hacer es amarte, valorarte y respetarte”.
Está
muy bien, ¡es tan fácil dar consejos!, pero ¿Cómo hacerlo?, ¿Cómo llegar
realmente a amarse a uno mismo?, ¿Cómo sabemos que es amor lo que podemos
sentir hacia nosotros mismos y no es una forma de egoísmo?
He
encontrado el libro de un psicólogo clínico, Walter Riso: “Aprendiendo a
quererse a sí mismo”, que lo explica de mejor manera de lo que yo podría
hacerlo. Por lo tanto, esta entrada y posiblemente las dos siguientes son un
extracto de dicho libro. Este libro lo podéis encontrar en Internet.
La
sociedad ha orientado el aprendizaje social a fortalecer el amor dirigido a los
demás y ha olvidado que el requisito esencial para dar es la auto-aceptación.
Es imposible entregar amor si no te quieres a ti mismo.
Nuestra
civilización intenta inculcar principios como el respeto al ser humano, el
sacrificio, el altruismo, la expresión del amor, el buen trato, la
comunicación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros
humanos. El auto-respeto, el auto-amor, la auto-confianza y la auto-comunicación,
no suelen tenerse en cuenta. Más aun, se considera de mal gusto el quererse
demasiado. Si una persona es amigable, expresiva, cariñosa y piensa más en los
otros que en ella misma, es evaluada excelentemente. Si alguien disimula sus
virtudes, niega o le resta importancia a sus logros, es decir, miente o se
auto-castiga, ¡es halagado y aceptado!
No
sólo rechazamos la auto-aceptación honesta y franca, no nos importa que sea
cierta o no, sino que promulgamos y reforzamos la negación de nuestras
virtudes. Absurdamente, las virtudes pueden mostrarse, pero no verbalizarse.
Para
evitar caer en la pedantería insufrible del sabelotodo, hemos caído en la
modestia auto-destructiva de la negación de nuestras virtudes. Por no ser
derrochadores, somos mezquinos. Los psicólogos clínicos saben que ese estilo de
excesiva moderación hacia uno mismo es el caldo de cultivo de la tan conocida y
temida depresión. Tienes el derecho a
quererte y a no sentirte culpable por ello, a disponer de tu tiempo, a descubrir tus gustos, a mimarte, a cuidarte
y a elegir.
Desde
pequeños nos enseñan conductas de auto-cuidado personal: lavarnos los dientes,
bañarnos, cortarnos las uñas, controlar los esfínteres y vestirnos. ¿Pero qué
hay del auto-cuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a
gustarnos, a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos.
Hacia un buen concepto de ti
mismo.
La cultura nos ha enseñado a
llevar un garrote invisible, pero doloroso, con el que nos golpeamos cada vez
que equivocamos el rumbo o no alcanzamos las metas personales. Hemos aprendido
a culparnos por casi todo lo que hacemos mal y a dudar de nuestra
responsabilidad cuando lo hacemos bien.
Si fracasamos, decimos: “Dependió de mí”,
si logramos el éxito: “Fue pura suerte”.
Algunas personas, por tener un
sistema de auto-evaluación inadecuado, adquieren el vicio de auto-rotularse
negativamente por todo. Se cuelgan carteles con categorías generales. En vez de
decir: “Me comporté torpemente”, dicen: “Soy torpe”. Utilizan el “soy un inútil”
en vez de “me equivoqué en tal o cual cosa”.
Palabras
que deberían suspenderse de nuestra lengua y ser consideradas “malas palabras”:
NUNCA, SIEMPRE, TODO y NADA. Lo único que generan son confusión y malos
entendidos.
Como
es de esperar, si deseas fervientemente el éxito, el poder y el prestigio, temerás
al fracaso. Este miedo te hará dirigir la atención más hacia las cosas malas
que hacia las buenas, con el fin de “prevenir” los errores que tanto temes.
Esto lleva a desconocer las aproximaciones a la meta, así como los esfuerzos y
pequeños ascensos que realices en la escalinata hacia tus logros personales.
Por querer ver el árbol, no verás el bosque.
1.- Trata de ser más flexible, tanto con otros como
contigo:
-
No pienses en términos absolutistas: No hay nada totalmente bueno ni malo.
-
Debes tener tolerancia a que las cosas se salgan a veces del carril.
-
Aprende a soportar, a perdonar y a entender tu rigidez como un defecto, no como
una virtud.
-
Las cosas rígidas son menos maleables, no soportan demasiado y se quiebran.
-
Si eres normativo, perfeccionista, intolerante y demasiado conservador, no
sabrás que hacer con la vida. Ella no es así.
-
La gran mayoría de los eventos cotidianos te producirán estrés, porque no son
como a ti te gustaría que fueran.
- Concéntrate durante una semana o dos, en
los matices:
·
No te apresures a categorizar de
manera terminante.
·
Detente y piensa si realmente lo
que dices es cierto.
·
Revisa tu manera de señalar y
señalarte. No seas drástico.
·
Evita utilizar palabras como
siempre, nunca, todo o nada.
-
No es lo mismo decir: “Robó una vez”, que “ser un
ladrón”.
-
Las personas no son, simplemente se comportan.
§ Permítete no ser tan normativo.
·
Sé más informal un día, a ver qué ocurre.
§ Trata de no ser perfeccionista.
§ Convive con el desorden una
semana. Piérdele el miedo.
§ No rotules ni te auto-rotules.
§ Intenta ser benigno.
§ Habla solo en términos de
conductas.
§ Concéntrate en los matices.
§ La vida está compuesta de
tonalidades, más que de blancos y negros.
§ Escucha a las personas que piensan
distinto de ti.
2.- Revisa tus metas y las posibilidades reales
para alcanzarlas.
-
No te coloque metas inalcanzables.
-
Exígete de acuerdo con tus posibilidades y
habilidades.
-
Cuando definas alguna meta, define también las sub-metas
o los escalones.
-
Intenta disfrutar de cada peldaño como si se
tratara de una meta en sí misma.
-
No esperes llegar al final para descansar y
disfrutar. Busca estaciones intermedias.
-
Escribe tus metas, revísalas, cuestiónalas y
descarta aquellas que no sean viables.
-
La vida es muy corta para desperdiciarla.
-
Si tus metas son inalcanzables, vivirás frustrado y
amargado.
3.- No auto-observes sólo lo malo.
-
Si sólo te concentras en tus errores, no verás tus
logros.
-
Si sólo ves lo que te falta, no disfrutarás del
momento, del aquí y el ahora.
-
No estés pendiente de tus fallos como un radar.
-
Cuando te encuentres focalizando negativamente de
manera obsesiva, para.
4.- No pienses mal de ti.
-
Sé más benigno con tus acciones.
-
Afortunadamente no eres perfecto.
-
No te insultes ni te faltes al respeto.
-
Lleva un registro sobre tus auto-evaluaciones
negativas.
-
Si detectas que el léxico hacia ti mismo es
ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
-
Ejerce el derecho a equivocarte.
-
Los seres humanos, al igual que los animales,
aprendemos por ensayo y error, no por ensayo y éxito.