El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 6 de octubre de 2013

Como amarse a uno mismo (1)


Perdónate, acéptate, reconócete y amate.
Recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad.
Facundo Cabral.
Si te olvidas de ti, tarde o temprano, los demás, siguiendo tu ejemplo,
también se olvidarán, y quizás deduzcan que no existes.
Joege Bucay.
            Más de una vez habrás oído, porque te lo han dicho a ti o se lo decían a otros: “Lo que tienes que hacer es amarte, valorarte y respetarte”.
            Está muy bien, ¡es tan fácil dar consejos!, pero ¿Cómo hacerlo?, ¿Cómo llegar realmente a amarse a uno mismo?, ¿Cómo sabemos que es amor lo que podemos sentir hacia nosotros mismos y no es una forma de egoísmo?
            He encontrado el libro de un psicólogo clínico, Walter Riso: “Aprendiendo a quererse a sí mismo”, que lo explica de mejor manera de lo que yo podría hacerlo. Por lo tanto, esta entrada y posiblemente las dos siguientes son un extracto de dicho libro. Este libro lo podéis encontrar en Internet.
            La sociedad ha orientado el aprendizaje social a fortalecer el amor dirigido a los demás y ha olvidado que el requisito esencial para dar es la auto-aceptación. Es imposible entregar amor si no te quieres a ti mismo.
            Nuestra civilización intenta inculcar principios como el respeto al ser humano, el sacrificio, el altruismo, la expresión del amor, el buen trato, la comunicación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros humanos. El auto-respeto, el auto-amor, la auto-confianza y la auto-comunicación, no suelen tenerse en cuenta. Más aun, se considera de mal gusto el quererse demasiado. Si una persona es amigable, expresiva, cariñosa y piensa más en los otros que en ella misma, es evaluada excelentemente. Si alguien disimula sus virtudes, niega o le resta importancia a sus logros, es decir, miente o se auto-castiga, ¡es halagado y aceptado!
            No sólo rechazamos la auto-aceptación honesta y franca, no nos importa que sea cierta o no, sino que promulgamos y reforzamos la negación de nuestras virtudes. Absurdamente, las virtudes pueden mostrarse, pero no verbalizarse.
            Para evitar caer en la pedantería insufrible del sabelotodo, hemos caído en la modestia auto-destructiva de la negación de nuestras virtudes. Por no ser derrochadores, somos mezquinos. Los psicólogos clínicos saben que ese estilo de excesiva moderación hacia uno mismo es el caldo de cultivo de la tan conocida y temida depresión. Tienes el derecho a quererte y a no sentirte culpable por ello, a disponer de tu tiempo,  a descubrir tus gustos, a mimarte, a cuidarte y a elegir.
            Desde pequeños nos enseñan conductas de auto-cuidado personal: lavarnos los dientes, bañarnos, cortarnos las uñas, controlar los esfínteres y vestirnos. ¿Pero qué hay del auto-cuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a gustarnos, a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos.
Hacia un buen concepto de ti mismo.
            La cultura nos ha enseñado a llevar un garrote invisible, pero doloroso, con el que nos golpeamos cada vez que equivocamos el rumbo o no alcanzamos las metas personales. Hemos aprendido a culparnos por casi todo lo que hacemos mal y a dudar de nuestra responsabilidad cuando lo hacemos bien.
            Si fracasamos, decimos: “Dependió de mí”, si logramos el éxito: “Fue pura suerte”.
            Algunas personas, por tener un sistema de auto-evaluación inadecuado, adquieren el vicio de auto-rotularse negativamente por todo. Se cuelgan carteles con categorías generales. En vez de decir: “Me comporté torpemente”, dicen: “Soy torpe”. Utilizan el “soy un inútil” en vez de “me equivoqué en tal o cual cosa”.
            Palabras que deberían suspenderse de nuestra lengua y ser consideradas “malas palabras”: NUNCA, SIEMPRE, TODO y NADA. Lo único que generan son confusión y malos entendidos.
            Como es de esperar, si deseas fervientemente el éxito, el poder y el prestigio, temerás al fracaso. Este miedo te hará dirigir la atención más hacia las cosas malas que hacia las buenas, con el fin de “prevenir” los errores que tanto temes. Esto lleva a desconocer las aproximaciones a la meta, así como los esfuerzos y pequeños ascensos que realices en la escalinata hacia tus logros personales. Por querer ver el árbol, no verás el bosque.
1.- Trata de ser más flexible, tanto con otros como contigo:
            - No pienses en términos absolutistas: No hay nada totalmente bueno ni malo.
            - Debes tener tolerancia a que las cosas se salgan a veces del carril.
            - Aprende a soportar, a perdonar y a entender tu rigidez como un defecto, no como una virtud.
            - Las cosas rígidas son menos maleables, no soportan demasiado y se quiebran.
           - Si eres normativo, perfeccionista, intolerante y demasiado conservador, no sabrás que hacer con la vida. Ella no es así.
          - La gran mayoría de los eventos cotidianos te producirán estrés, porque no son como a ti te gustaría que fueran.
          - Concéntrate durante una semana o dos, en los matices:
·         No te apresures a categorizar de manera terminante.
·         Detente y piensa si realmente lo que dices es cierto.
·         Revisa tu manera de señalar y señalarte. No seas drástico.
·         Evita utilizar palabras como siempre, nunca, todo o nada.
-          No es lo mismo decir: “Robó una vez”, que “ser un ladrón”.
-          Las personas no son, simplemente se comportan.
§  Permítete no ser tan normativo.
·         Sé más informal un día, a ver qué ocurre.
§  Trata de no ser perfeccionista.
§  Convive con el desorden una semana. Piérdele el miedo.
§  No rotules ni te auto-rotules.
§  Intenta ser benigno.
§  Habla solo en términos de conductas.
§  Concéntrate en los matices.
§  La vida está compuesta de tonalidades, más que de blancos y negros.
§  Escucha a las personas que piensan distinto de ti.
2.- Revisa tus metas y las posibilidades reales para alcanzarlas.
-          No te coloque metas inalcanzables.
-          Exígete de acuerdo con tus posibilidades y habilidades.
-          Cuando definas alguna meta, define también las sub-metas o los escalones.
-          Intenta disfrutar de cada peldaño como si se tratara de una meta en sí misma.
-          No esperes llegar al final para descansar y disfrutar. Busca estaciones intermedias.
-          Escribe tus metas, revísalas, cuestiónalas y descarta aquellas que no sean viables.
-          La vida es muy corta para desperdiciarla.
-          Si tus metas son inalcanzables, vivirás frustrado y amargado.
3.- No auto-observes sólo lo malo.
-          Si sólo te concentras en tus errores, no verás tus logros.
-          Si sólo ves lo que te falta, no disfrutarás del momento, del aquí y el ahora.
-          No estés pendiente de tus fallos como un radar.
-          Cuando te encuentres focalizando negativamente de manera obsesiva, para.
4.- No pienses mal de ti.
-          Sé más benigno con tus acciones.
-          Afortunadamente no eres perfecto.
-          No te insultes ni te faltes al respeto.
-          Lleva un registro sobre tus auto-evaluaciones negativas.
-          Si detectas que el léxico hacia ti mismo es ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
-          Ejerce el derecho a equivocarte.
-          Los seres humanos, al igual que los animales, aprendemos por ensayo y error, no por ensayo y éxito.

sábado, 5 de octubre de 2013

Bondad


            La bondad es un estado interior de la persona, es un estado por el que la persona bondadosa siente una inclinación natural a hacer el bien, de la misma manera que siente cuales son las necesidades de las personas, por la comprensión y el acercamiento que siente hacia los sentimientos de todos los seres.
            Cuando pensaba en escribir esta entrada sobre la bondad, llegó a la consulta una señora, con un problema que no se me había presentado nunca: La respuesta que me dio a la pregunta de qué es lo que podía hacer por ella, me dejo un poco descolocado. Su respuesta fue: “Me siento una hipócrita, una farisea, me siento una persona que no es consecuente con sus pensamientos, creo que me paso la vida engañando a los demás, solo soy una fachada”.
            - Explíqueme un poco más por favor, no la entiendo, la dije.
          - Mire, contestó, la gente que me rodea y que me conoce, me tiene por una persona bondadosa y caritativa, y ¿Sabe por qué?, pues porque ayudo a todo el mundo que solicita mi ayuda, y también a algunas personas que no la solicitan, y lo hago utilizando mi propio tiempo o mi dinero, incluso, algunas veces enfrentándome a mi propia familia. Me conmueve la miseria, la tristeza, en una palabra, me conmueve la infelicidad de las personas y, ¡hay tanta infelicidad! Creo que siento de una manera exagerada los sentimientos de las personas, su dolor, su tristeza o su alegría, y como soy de lágrima fácil, lloro con su dolor, y lloro también con su alegría.
            - Aprovechando que realizó una pausa, la dije: Por lo que me está contando, es normal que la tengan por una persona bondadosa y caritativa. No es normal encontrar en la sociedad de hoy personas como usted, que ayuden a quien lo necesita, y además, ayudando porque sí, sin plantearse nada más que la propia ayuda y la felicidad de la persona que recibe esa ayuda.
            - Ya. Espere que le cuente el resto. Esto es lo que las personas ven, pero no pueden ver mis pensamientos. Y mis pensamientos, son terroríficos. Me paso el día criticando y cuestionando, muchas de las acciones de las personas que me rodean. Mis actos no son consecuentes con mis pensamientos, o mis pensamientos con mis actos, y no sé qué hacer.  
            - Este es un trabajo suyo personal, la contesté. Aquí podemos equilibrar su energía, pero la única que tiene poder para cambiar sus pensamientos es usted misma.
- La bondad es la expresión del amor, de la misma manera que lo es el respeto, la tolerancia o la comprensión, sólo por citar algunas. Imagine el amor como una naranja. Pues hablar de bondad es como hablar de uno de los gajos de esa naranja. Y de la misma manera que el amor tiene grados, también los tiene la bondad. Hasta llegar a la bondad absoluta, que es la Bondad Divina, hace falta recorrer mucho camino, pero usted ya tiene bastante de ese camino recorrido.
- Algo que podría hacer, ya que además, es consciente de los pensamientos de crítica e intolerancia que tiene, es estar más pendiente de sus pensamientos para darse cuenta, del momento en que estos aparecen. En ese momento, lleve la atención a otro sitio. Ese otro sitio podrían ser pensamientos elevados del tipo “Yo Soy….”, (se pueden encontrar en la entrada anterior de este blog: “Pensamientos limpiadores”), que además irían limpiando la energía producida por los pensamientos negativos, e irían reduciendo el volumen de energía de las formas de pensamiento habituales.
- Rápidamente, también, pida perdón, de manera interna, a la persona objeto de su crítica, así no va a acumular Karma.
- Y durante todo el día, o mejor durante el tiempo que sea capaz de aguantar, vaya recitando los pensamientos elevados, o cantando, en su interior, un mantra. Hay un mantra precioso que la va a llevar directamente a vivir desde el corazón que es el “Guru Mantra de Guru Ram Das”. Contaba Yogui Bajhan que durante su primer viaje a la India desde EE.UU, en 1971, fueron atracados y le dijo a su familia que cantara este mantra, diciéndoles: “Familia, sigue cantando este mantra y siempre estaremos protegidos”. Siempre será lo mismo si se canta este mantra. Este mantra es el éxtasis de la conciencia.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Pensamientos limpiadores


            Es casi seguro que todos los que nos asomamos a esta ventana tenemos, más o menos claro, el poder del pensamiento. Sabemos que el pensamiento es creador, ya que la energía del pensamiento atrae justamente aquello que se piensa, y porque el pensamiento es la antesala de la acción, y con las acciones de hoy creamos la vida de mañana. Sabemos que somos aquello que pensamos, quien piensa en sufrimiento, sufre y quien piensa en alegría, es feliz. Sabemos también que la energía va siempre detrás del pensamiento, y que con cada pensamiento que se cruza en nuestra mente dejamos un retazo de vida, porque no somos conscientes de ella, y lo peor, es que ese retazo de vida no vuelve a pasar delante de nosotros.
            La mente es como una ranita, siempre saltando de pensamiento en pensamiento, nunca se está quieta.
            Y a pesar de saber todo esto, seguimos dándole cuerda a nuestra mente, sin ponerla coto, ni atarla en corto. Pero, seguramente, no es porque no queramos, es, sencillamente, porque no podemos. La mente es demasiado poderosa para cualquiera, y siempre está presentando un pensamiento tras otro.
Existen varios tipos de pensamientos: Pensamientos negativos, que son aquellos que tienen su origen en los malos hábitos o en los vicios de las personas: Ira, avaricia, orgullo, apegos, envidia, críticas, etc. Cada uno de estos pensamientos impregna de energía negativa, de energía sucia, de energía enferma y de energía contaminada, el sistema energético de la persona, su aura y sus chakras.
Pensamientos inútiles, que son todos aquellos que nada tienen que ver con la realidad de la vida: Son los castillos en el aire, son las preocupaciones inútiles, son los pensamientos circulares, son los malos entendidos, etc. Estos pensamientos son los responsables del desgaste de energía, o de la formación de bloqueos energéticos debido a la repetición de los mismos pensamientos una y otra vez.
Pensamientos necesarios, que son los que están conectados con el fluir de la vida: Sobre familia, trabajo, resolución de problemas, programación de la vida, etc. Estos pensamientos ayudan a mantener la calidad de la energía de la persona, y pueden ayudar a incrementar la energía positiva en el campo energético de la persona, por el mero hecho de que la persona hace aquello que tiene que hacer.
Pensamientos positivos, que son los que centran en el beneficio o aprendizaje de todo lo que pasa por nuestra vida, como es la aceptación, el respeto, la valoración, el “todo está bien”. La energía de estos pensamientos impregna el sistema energético con energía positiva.
Pensamientos elevados, que son los relacionados con el alma, con la meditación, con el silencio, con el servicio. La energía generada por estos pensamientos llevan a la persona a la paz, al amor, a la serenidad, a la felicidad y a la alegría, ayudando a limpiar la energía negativa de los cuerpos energéticos de la persona.
La mejor fórmula para poder evitar el desenfreno de la mente es mantener en ella pensamientos elevados, no dejando espacio para cualquier otro pensamiento. Es la mejor forma para generar energía positiva, es la mejor forma de limpiar los bloqueos negativos del cuerpo energético, y es el camino más corto para acercarnos a Dios.
Es posible que no se te ocurra como mantener pensamientos elevados en la mente. Yo lo llamo letanías. Puedes decir en tu interior, de manera permanente:
Yo Soy el Alma
Yo Soy Paz
Yo Soy Amor
Yo Soy Alegría
Yo Soy Serenidad
Yo Soy Bondad
Yo Soy un Hijo de Dios
Yo Soy Salud
Yo Soy Prosperidad
Yo Soy…… añadiendo todo lo bueno que se te ocurra.
Te puede ayudar en esta tarea leer “El Libro de Oro” de San Germain.
 

jueves, 26 de septiembre de 2013

Reencarnación,...... ¿Y?


            Cada vez es mayor el número de personas que creen en una vida anterior y posterior a la vida física. Si, cada vez es mayor el número de personas que creen en la reencarnación. Y creen por infinidad de razones, si preguntamos la razón, es posible que encontremos tantas respuestas como personas. Sin embargo, en el fondo de todas las razones subyace el miedo a la muerte. Es un alivio pensar que todo va a seguir, de alguna manera, después de la muerte del cuerpo.
            Y según vamos leyendo y aprendiendo, o recordando, cosas sobre la reencarnación y sobre la muerte, no es que termine de desaparecer el miedo a la muerte, pero parece que se atenúa bastante.
            Además hay algunas técnicas, como las regresiones que nos pueden ayudar a recordar acontecimientos de vidas pasadas, nos pueden ayudar a comprender el posible origen de traumas, de problemas emocionales, o de la causa de relaciones conflictivas con otras personas. Pueden ayudarnos a entender el porqué de nuestro carácter, e incluso, de alguna manera, más o menos sutil, la razón  o la misión de la vida.
            Todo esto está bien, porque con esas técnicas se pueden arreglar algunos problemas que se arrastran, como una pesada losa, en la vida de la persona. El reconocimiento de que un problema tiene su origen en una vida anterior, es un alivio, y puede llegar a sanar el problema.
            Pero, es posible, que no puedan solucionarse, con ese método, todos los problemas de la persona, y sobre todo algunos problemas emocionales, que pueden existir por una acumulación de las actuaciones realizadas en muchas vidas, ni por supuesto puede solucionarse la inmadurez de un carácter, que también es causa de hábitos que se han ido forjando por acciones repetidas en cada vida.
            Por lo tanto hay que buscar otra técnica. Es bueno saber con qué herramientas contamos. Y la herramienta más importante de la que disponemos es la propia vida. Ya sabemos que gran cantidad de nuestros problemas tienen su origen en vidas pasadas, sabemos que estamos en la vida atados a la Ley del Karma, pero la solución a todo eso, ha de encontrarse en la vida actual, es en ella donde podemos aprender a amar de manera definitiva, es en ella donde vamos a pagar deudas pendientes, es en ella donde hemos de perdonar, es en ella donde podemos eliminar malos hábitos, es en ella donde podemos crecer, evolucionar y terminar de construir nuestro carácter. Podemos utilizar otros cientos o miles de vidas para realizar ese trabajo, pero, también es cierto que se puede conseguir en una sola vida. ¿Por qué no en la vida actual?
            Es igual haber vivido una, cien, mil o un millón de vidas, porque de la única que tenemos conciencia es de la vida actual. Por lo tanto podemos dejar de elucubrar con otras vidas y centrarnos en la vida que estamos viviendo. Es en ella donde hemos de realizar cualquier acción que nos acerque a la Iluminación, cualquier acción que nos acerque a Dios.   
           

jueves, 19 de septiembre de 2013

Desamor?


            Es más que posible que todos nos hayamos enamorado en algún momento de nuestra vida. El estado de enamoramiento es ese estado en que todo parece tener un color y una luminosidad distinta, es el estado en el que se coloca en la cara una sonrisa, que parece eterna, es el estado en el que se produce un cambio en el nivel de conciencia, se empiezan a encontrar significados donde antes no se veían, el encuentro con el ser amado parece un encuentro divino, el sentido de la vista se vuelve más atractivo: da la impresión de que se perciben más y mejor los colores, las texturas, las formas, el mundo es más hermoso. El ingenio se acentúa, y los enamorados pueden sorprenderse con expresiones artísticas que, por momentos, no reconocen como propias; y sobre todo: el ego se disipa. Los enamorados pasan por el mundo como si estuviesen en una película, se olvidan de sí mismos. La vida parece fluir de un modo más suave, se observan coincidencias sorprendentes: es la sincronicidad. La vida se adapta al paso de los enamorados, lo cual refuerza el Amor y contribuye a profundizar aun más en el estado de enamoramiento.
Pero llega un momento, por desgracia antes que después, en que el ego, posiblemente reviviendo experiencias de esta o de otras vidas, no se lo cree, y comienza a aparecer algo que se denomina “miedo”, miedo a que eso no dure, miedo del qué dirán, miedo a perder la libertad, miedo a dar más de lo que recibe, miedo, miedo, miedo. Y es ese miedo el que le gana la batalla, de forma irreversible e inevitable, a la fe creada en torno a la magia de la relación amorosa, que era precisamente la que mantenía el nivel de conciencia elevado. Y el Amor, al volver al nivel de conciencia ordinario, se torna apego, se torna deseo.
La persona deja de ser creativa y se vuelve rutinaria, miedosa y desconfiada. Desde su nuevo punto de vista, en una conciencia disminuida, y debido a que ha olvidado completamente su reciente vivencia en un plano superior de la conciencia,  cree continuar viviendo el amor como amor verdadero, pero ya es simplemente un conjunto muy limitado de emociones. La magia se pierde y lo que antes eran dos almas en una fundidas con Dios, ahora son vacío interior, preguntándose una a la otra: ¿De verdad me quieres?, y ¿Me querrás siempre?
            ¿Por qué donde antes parecía que había un amor increíble, este ha desaparecido?, ¿Por qué el amor ha dado paso al miedo? Pues por una razón obvia, no era amor, era necesidad de amar, necesidad de compañía, necesidad de seguir los dictados de la sociedad, era apego, era deseo de formar una familia. El Amor nunca desaparece, por eso, el amor que se acaba, no es amor. El desamor no existe, porque el Amor perdura para siempre.
            Una relación puede acabar, porque nada de la materia es eterno. Pero sin que el Amor disminuya ni un gramo. ¿Qué como puede ser?, es fácil. Siempre nos encontramos con las personas con las que tenemos que realizar algún trabajo o algún aprendizaje, nos encontramos con las personas que nos deben algo o a las que debemos nosotros. Solo es la Ley del Karma. El encuentro de la pareja también es eso.
Y cuando la relación acaba, y cuando llega ese momento en el que se sabe que la relación ha concluido, que el trabajo conjunto ha finalizado, los miembros de la pareja, deben apoyarse utilizando el amor como base. Donde existe Amor, no se utilizan como armas arrojadizas, ni los niños, ni el dinero, ni las propiedades. Todo se hace desde la mutua comprensión y desde el respeto.
            Cuando una pareja se separa y sus relaciones son broncas, es que ni existe ni ha existido jamás el Amor. Es el pan nuestro de cada día.      

martes, 17 de septiembre de 2013

Aceptación (2)


Mensaje para la Tierra (5)
……….. Continuación.
Queremos incidir un poco más sobre la aceptación, ya que la resistencia inútil a dejar que la vida siga su curso, aferrarnos de manera desesperada al pasado o sentir frustración porque las cosas no son como nosotros desearíamos que fueran, implica un desgaste de energía mucho mayor que dejar que las cosas sucedan y aceptar todas las incertidumbres con las que nos sorprende la vida. Es justamente este dejar que las cosas sucedan y aceptar aquello que la vida nos va presentando, lo que permite nuestra transformación, nuestro aprendizaje y nuestro crecimiento. En realidad es un regalo del Universo, aunque a veces, nos pueda parecer la mayor de las desdichas.
Sigamos hablando en términos energéticos, ya que a fin de cuentas es lo que nosotros somos. No hemos de olvidar que somos una Chispa Divina, somos una parte de la Energía de Dios, e incluso el cuerpo físico, que parece tan denso, no es más que átomos vibrando.
Qué fácil es dar consejos: “Lo que tienes que hacer es aceptar lo que la vida te va presentando, y punto”, pero no es nada fácil seguirlos. Se han de dar ciertas condiciones, condiciones energéticas para que eso suceda.
La aceptación llega con la apertura del chakra del corazón. El centro energético del corazón, situado en el centro del pecho, a la altura del corazón físico, es la sede del amor, de la compasión, de la misericordia, de la dulzura, y es lo que nos une al resto de seres humanos, y lo que nos acerca a nuestra divinidad. Un chakra cardiaco que irradia amor, generosidad, compasión, que se siente unido a todo y a todos, es el secreto para conseguir el tan deseado equilibrio interior, equilibrio que lleva directamente a no resistirse al fluir de la vida, y a aceptar los cambios, las incertidumbres, los sucesos, las ideas y las personas.
La aceptación es la antesala del Amor, y más adelante cuando hablemos de cómo conseguir amarnos a nosotros mismos, veremos que necesitamos traspasar la puerta de la aceptación, para observarnos sin juzgar, para valorarnos, para respetarnos, para compartir y para entregarnos a los demás.
 Todos los seres que nos rodean, están aquí, cada uno en su propio camino, en su propio aprendizaje, con sus circunstancias, que para nada tienen que ver con nuestro camino, ni con nuestro aprendizaje, ni con nuestras circunstancias. Y un gran aprendizaje, uno de las más importantes, por ser precisamente la antesala del Amor, es aceptar a todos esos seres que nos rodean, tal como son, con sus virtudes y sus defectos. Cada uno tiene que cumplir su tarea, y no cumplir con nuestras expectativas, o satisfacer nuestros ideales de cómo deberían ser, simplemente son.
Cada persona es, como nosotros, una Chispa Divina, por lo tanto, un hermano al que hemos de aceptar, ya que aunque proyecte rabia, tensión, conflicto o cualquier otro sentimiento, solo es producto de sus propias experiencias, de su propio miedo, de su propio aprendizaje. Nuestro trabajo con él, es comprenderle, ayudarle y respetarle, sin juzgarle.
Cuando aceptamos y amamos no pretendemos cambiar a nadie, pues tenemos solidaridad con el otro y vemos que cada uno es bello y perfecto. La realidad es como es, y nosotros somos como somos. Es el único punto desde donde podemos partir hacia un crecimiento interior, hacia la Luz y hacia los propósitos que tenemos: sin juicios y con amor, para con nosotros y todo lo que nos rodea.
Continuará……………..

domingo, 15 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (4) Aceptación


………..Continuación
Empieza haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible;
 y de repente estarás haciendo lo imposible.
San Francisco de Asís.
Ahora que hemos pasado por el primer peaje de la Fe, ya somos conscientes de que todo lo que nos ha enseñado la sociedad no nos lleva a ninguna parte, porque todas las enseñanzas recibidas son para el cuerpo, un trabajo mejor, una casa más grande, una pareja con un apellido ilustre y una jugosa cuenta corriente, más dinero, más dinero, más dinero, más poder, más poder, más poder, seguir los cánones de moda y de belleza, y un sinfín de cosas más que ni tan siquiera llenan, aunque sea de manera parcial, nuestra ansia de felicidad. Todo esto, aderezado, en algunas ocasiones, con lo que parece ser una enseñanza o un alivio para el alma, (reunión dominical, según la religión, procesiones, novenas, etc.), enseñanzas engañosas, porque los enseñantes, no predican con el ejemplo, y lo único que buscan, (siempre hay honrosas excepciones), es el mismo poder social y económico que buscan sus feligreses. Con el agravante de que ellos juegan con los sentimientos de las personas, y para conseguir ese poder, no dudan en atemorizar hasta extremos insospechados a sus seguidores.
La conciencia social, políticos, religiosos, los estándares  de salud y de belleza nos dan modelos y normas de cómo deberían ser las cosas, o de cómo deberíamos comportarnos. Tratan de definirnos lo que es bueno, lo que hay que hacer, lo que está bien visto, y lo que no. Y lo único que consiguen, es llenar nuestra conciencia de miedo. Miedo en infinidad de variantes: miedo al rechazo, miedo a la soledad, miedo a Dios, miedo a la pobreza, miedo al miedo. Y esto hace que la persona necesite reafirmarse a si misma constantemente, buscando siempre validación externa, buscando la aprobación del exterior, buscando la aprobación de cualquiera, sea quien sea, que se encuentre a su alrededor. Toda nuestra vida se ha construido, de manera inconsciente sobre ese miedo. Porque vivimos desde la mente. Cuando la mente es nuestro centro, estamos encogidos por el miedo y eso nos hace estar constantemente a la defensiva, siempre nos falta algo, siempre tenemos necesidad de más: Más amor, más dinero, más poder, más aceptación, más atenciones.
La base de nuestros pensamientos y sentimientos es como un agujero negro, un vacio que nunca puede ser llenado, y para aliviar ese miedo, para tratar de llenar ese vacío, nos vamos al exterior y nos aficionamos al poder, al halago, a la admiración. Confiamos en el juicio de otras personas, ¡que poco nos valoramos y queremos!, no confiamos en nosotros, y le damos nuestro poder a cualquiera que pasa por delante de nosotros.
Confiamos en el juicio de otras personas y nos ponemos nerviosos sobre lo que la gente piense de nosotros. Es importante para nosotros porque nuestra autoestima depende de eso y, sin embargo, nuestra estima desciende y desciende, porque hemos entregado nuestro poder a otras personas.
Algo hemos de cambiar. Si ya hemos cambiado la idea de lo que somos, también se ha de comenzar a cambiar la manera de hacer las cosas. Lo que sucede cuando intentamos despegarnos de nuestras creencias, es que nos podemos encontrar con un problema añadido, ya que cuando nos dejamos de identificar con lo que siempre hemos hecho y con lo que nos han enseñado, se genera un estado de confusión, y nos surgen las preguntas del millón, ¿Qué quiero realmente?, ¿Quién soy?, etc., etc.
Y así llegamos a nuestro segundo peaje “ACEPTACIÓN”.  El trabajo de aproximación a la Luz no es más que un trabajo de sanación, que se ha de realizar aceptando. ¿Aceptando qué?: Aceptando lo que somos, aceptando el dolor, aceptando el sufrimiento, aceptando el miedo, aceptando lo que nos parecen limitaciones, aceptando nuestra vida.
Cuando se consigue aceptar la vida y lo que la envuelve, la persona se ablanda,  tolera, perdona y ama.
Se dice muy rápido que hay que aceptar la vida, sin embargo, nuestra conciencia lleva mucho tiempo generando un patrón de conducta que hace difícil cualquier cambio. ¿Qué hay ahora en la conciencia?, ¿Qué es lo que tiene que cambiar?: Tenemos que ser conscientes de que estamos atados a nuestros pensamientos, para permitir que estos cambien y desaparezcan las viejas energías, y así despertar a una conciencia basada en el corazón.
Sólo cuando nos demos cuenta de que el vacio en el que estamos inmersos no puede ser llenado de ninguna manera desde el exterior,  empieza el cambio, empieza la aceptación.
Aceptar significa no juzgar nada, ni nuestro, ni de los otros, ni del interior, ni del exterior, las cosas son como son y no hemos de tener ningún interés en como deberían ser, en como tendrían que ser, en como pensamos nosotros que han de ser.
Hemos de comenzar a vivir desde el corazón, porque el corazón, al contrario que la mente, está interesado en todo lo que es, sólo en lo que es, no en lo que se juzga como bueno o como malo; y si nos abrimos a vivir desde el corazón nos liberamos del juicio de manera inmediata, y aceptamos quienes somos, sin más. No quienes queremos ser, o quien quiere la sociedad que seamos, aceptamos quienes somos.
Toda esta teoría de vivir desde el corazón, y de aceptar, suena muy bien, sin embargo, los miedos, los traumas, los sufrimientos, siguen ahí. Es como si quisiéramos engañar a la mente, y no se trata de engañarla, se trata de limpiarla.
Todos los miedos, todos los traumas, todos los sufrimientos, son experiencias del pasado, y eso es lo que hay que sanar, eso es lo que ha de desaparecer. ¿Cómo?: volviendo al pasado, volviendo a la experiencia, pero de una manera amorosa, es decir, revivir la situación, pero estando centrados en el corazón, no dándole vueltas a la mente. Y así simplemente observando lo que sucede, se crea una especie de separación entre el suceso y la persona, y es esa separación la que hace a la persona dueña de la realidad, pudiendo aceptar el suceso completo, sin volver a enjuiciarlo, ya que la persona comprende desde el corazón, que para todo hay una causa, es una experiencia más para el alma, y no tiene por que quedar grabada en la mente.
Cuando somos capaces de relacionarnos con todos los papeles y todas las escenas que hemos ido interpretando en nuestra vida, quedamos libres para vivir desde el corazón. Es entonces cuando estamos preparados para circular hasta el siguiente peaje, que no será otro que comenzar a trabajar conscientemente nuestras debilidades, nuestros vicios, nuestros malos hábitos.
Continuará………………..

viernes, 13 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (3) Fe


………..Continuación
Es propio de la fe hacernos humildes en los sucesos felices
 e impasibles en los reveses.
Santa Clara
Da el primer paso en la fe.
No necesitas ver toda la escalera, sólo dar el primer paso.
Martin Luther King 

            Intentaba que estas personas llegadas a la Tierra, “para enseñar de nuevo como se hacen las cosas”, me dieran una relación exhaustiva y ordenada de los pasos a seguir, pero su respuesta fue que era imposible, porque podrían dar tantas relaciones y ordenarlas de tantas maneras distintas, como personas habitan el planeta, ya que cada ser se encuentra en un punto distinto en su camino de crecimiento y de acercamiento a la Luz.
¿Valdría la misma relación, ordenada de la misma manera, para una persona alcoholizada, que se pasa la vida de bar en bar, sin haber escuchado ni una sola vez en su vida que somos Amor, que para otra persona que tiene incorporado en su vida el hábito de la meditación?, ¿Tendría que aprender lo mismo el asesino que mata por placer, que el monje que dedica su vida a los demás? Imagina que la enseñanza en la vida fuera la misma para el niño que recién comienza en la escuela, que para el adulto que quiere ser ingeniero y construir puentes. Es seguro que ninguno de los dos iba a aprovechar la enseñanza. El niño necesita aprender las vocales, las consonantes, y unirlas para formar palabras. Y así, seguir cada año incrementando la enseñanza hasta llegar al final de la carrera, en el que tenga el conocimiento necesario para construir puentes.
Es muy posible que muchos fracasos “espirituales” nos sean únicamente motivados por la falta de voluntad de las personas, sino porque los enseñantes quieran aplicar la misma fórmula y el mismo método a todos, sin distinción, sin tener en cuenta que enseñar las vocales a quien ya sabe leer le aburre, y enseñar integrales a quien no conoce los números es como si le hablaran en un idioma desconocido.
Por lo tanto no es posible dar un método homogéneo de crecimiento, pero si es posible dar algunas pautas por las que todos los seres han de pasar en algún momento de sus vidas, porque el crecimiento es evolución, vida tras vida, retomando en la siguiente el camino en el mismo punto en que se detuvo en la vida anterior.
El primer peaje, casi obligatorio, por el que han de pasar todos en el inicio de su camino es la “Fe”. Fe, es creer lo que no vemos. Difícilmente se puede hacer alguna cosa en la que no se crea.
En algún momento de esta, o de otras vidas, llegará a la persona, por cualquier canal, ya sea por medio de la palabra, de la imagen o de la lectura, una información diferente a lo que la persona está acostumbrada a escuchar, e incluso, diferente y opuesta a la educación recibida. Una información que aunque ya enseñan casi todas las religiones: “Todos somos hijos de Dios”, no llegan, ni de lejos, a entender su verdadero significado. Y no es que no lleguen a entender su significado, es que lo tergiversan. Las religiones presentan a Dios como un Ser vengativo, un Ser castigador, un Ser que perdona si nos hacemos merecedores del perdón, un Ser que premia a los buenos y castiga a los malos. Y curiosamente son “malos”, aquellos que no cumplen los preceptos que los mismos dirigentes de las religiones se han inventado. Dirigentes, que normalmente viven en la opulencia, mientras hay hermanos suyos que no tienen un triste bocado para llevarse a la boca. (Esto lo dicen dos seres, que hasta hace poco estaban sentados a la diestra de Dios Padre, por expresarlo de una manera conocida).
Ser hijos de Dios supone tener sus mismos genes, es decir, tener su misma esencia. Ser hijos de Dios supone ser creadores. De alguna manera, todos estamos interviniendo permanentemente en la Creación. Pero sobre todo, estamos creando nuestra propia vida y el camino de nuestro acercamiento a Dios.  
Aquí es donde entra en juego la Fe. Si creemos que estamos creando nuestra propia vida, entonces creeremos que somos total y absolutamente responsables de nuestra felicidad o nuestra desdicha. A partir de aquí es cuándo podremos poner en marcha los mecanismos necesarios para que todo lo que haya en la vida sea paz, amor, felicidad, alegría, y todo un sinfín de cosas buenas.
Pero aun hemos de seguir el juego de la Fe y creer otras cosas que tampoco se ven. Todas estas sensaciones: paz, amor, serenidad, alegría, etc., pueden estar en nosotros, de la misma manera que puede estar el miedo y el dolor y la tristeza. Todo es un estado interior, TODO ES ENERGÍA, y cualquier persona puede cambiar una energía en otra, es decir, podemos cambiar la tristeza en alegría, podemos cambiar el dolor por amor, podemos cambiar el estrés por serenidad, podemos cambiar el orgullo por humildad. El problema estriba en que, normalmente, no se ve esa energía, y la sociedad nos ha enseñado como Santo Tomás: “A ver para creer”.
Hemos de creer que nada en el exterior de la persona va a conseguir nada, de manera permanente, para que esa persona sea feliz o desdichada. De la misma manera que creemos que para bañarnos hemos de tener contacto con el agua.  
Si para poder llegar a buen puerto, en cualquier aspecto de la vida en la materia, es imprescindible creer en lo que queremos para poner todos los medios a nuestro alcance para conseguirlo, ¿Por qué ha de ser distinto en la vida espiritual? Hemos de creer en lo que realmente somos, hemos de creer que no somos el cuerpo, hemos de creer que somos el alma, que somos una chispa divina, que somos hijos de Dios. A partir de aquí, podremos elegir las herramientas necesarias para conseguir todo aquello que nos propongamos.
Continuará………………..

domingo, 8 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (2)


………. Continuación.
Educar con el ejemplo no es una manera de educar,
es la única.
Albert Einstein
            El mejor método para que un aprendizaje sea real y efectivo es el ejemplo. Sin embargo, el ejemplo es válido para enseñar en el entorno próximo: Los esposos entre sí, los padres con sus hijos, los amigos entre ellos, el jefe con sus empleados, y estos con su jefe, los vecinos en su comunidad, en los medios de transporte, etc., etc. Todos nos relacionamos cada día con un buen número de personas. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es tu influencia en cuantos te rodean? Es mucha, porque la debilidad del carácter en la inmensa mayoría de las personas, hace que estas sean muy influenciables, y las palabras y las acciones de los otros, se incrustan en la conciencia, en forma de envidia, en forma de deseo, en forma de ira contenida, en forma de rabia, en forma de admiración, e incluso de adoración.
La mayoría de los seres humanos tienen hambre de conocimiento y una imperiosa necesidad de ser guiados, y no somos conscientes de que todos somos guías, todos somos maestros. Cada uno en su nivel, porque son necesarios maestros de primaria, de secundaria y profesores universidad. Le toca a cada uno desempañar su papel, en unos momentos de enseñante, y en otros de aprendiz. Hay que dejar que brille la propia luz, para que sirva de faro a los que transitan por el mismo camino, y seguir a la vez la luz de los que han pasado delante de nosotros.
Queremos aprovechar este foro, para tocar en las conciencias de todos los que os asoméis a este ventanal y recordaros que sois espejo para todos los que os rodean, sobre todo vuestros hijos y nietos, vuestra pareja, vuestros amigos. Mantenerlo limpio para que el reflejo sea intenso, y no necesitéis de la palabra cuando ejerzáis de maestros. Con vuestro ejemplo será suficiente.
Recordar que somos energía, y que la energía del pensamiento llega de inmediato, mucho antes que la acción o la palabra. Todos reaccionamos, aunque sea de manera inconsciente, a la energía recibida. No puedes decir blanco con la boca, mientras estás pensando negro. La respuesta no será para el blanco, será para el negro. Pero si eres consecuente y dices y haces  blanco mientras piensas blanco, el aprendizaje será rápido y eficaz.
            Pero si queremos llegar a más personas, a esas que no se encuentran necesariamente en nuestro entorno, es necesaria la palabra, ya sea hablada o escrita.
            Sin embargo, para que la palabra llegue al lugar adecuado y necesario para que surja su efecto, el camino por el que debe transitar, ha de estar preparado. Para entenderlo nos vale la parábola del sembrador, que según el evangelio de San Marcos es como sigue: Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: “He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”.
            La palabra tiene que llegar a un terreno previamente abonado, si no es así, pasa algo que todos conocemos: Cuando se lee o se escucha alguna cosa que impresiona o que sencillamente agrada a la persona, son muchas las personas que deciden llevar a la práctica eso que les ha parecido interesante, para conseguir algo que no tienen en su vida, y que, sin embargo, desean. Pero todo queda en un intento inútil, ya que su decisión es tan débil como una burbuja de aire. La palabra ha llegado, pero la persona no estaba preparada para llevarla a la práctica, básicamente, por su escasa voluntad.
            Pero, no por eso, se ha de dejar de hablar o de escribir. Hay que seguir haciéndolo, y como dice la parábola: “El que tenga oídos para oír, que oiga”, y añadiría: “El que tenga voluntad para hacer, que haga”.
            Para enseñar de nuevo como se hacen las cosas me dijeron que les gusta comenzar por el final, como una especie de atajo, y de la misma manera que los Diez Mandamientos de la Ley de Dios se resumen en dos, sus conceptos se resumen en uno: AMAR. Si se consigue entender el AMOR, (lo cual ya es un poco difícil), y se llega a sentirlo y a manifestarlo, el camino estará concluido para el ser que lo consigue, y ya no tendrá necesidad de una nueva vida. Todo estará aprendido.
¿Cómo es ese AMOR que proclaman? Es algo parecido al amor que siente una madre por su hijo en los primeros meses de vida. El amor que siente una madre por su bebé, en los primeros meses de vida, es distinto al de la misma madre por el mismo hijo en etapas más avanzadas de la vida. En los primeros compases de la vida, en el amor no hay deseo, se da todo, absolutamente todo a cambio de nada, porque no se espera nada del hijo, con que crezca sano y feliz, la mama ya tiene suficiente. El auténtico AMOR sólo desea la felicidad de la persona amada.
  Pues bien, se ha de sentir ese AMOR, por todos los seres que han sido, son y serán en el planeta. Este es el atajo, ya que llegar a sentir ese AMOR, hace innecesario trabajar para eliminar defectos, porque el AMOR los disuelve con su fuerza, de la misma manera que se hace innecesario trabajar virtudes, porque el AMOR las contiene todas.
Continuará………………..

jueves, 5 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (1)


            Llega un momento en la vida de todos los mortales, o casi mejor, me atrevería a decir en la muerte, en el que se acaba su ciclo en la materia. Será la última muerte del cuerpo habitado por el alma inmortal. Alma que ya ha conocido muchas vidas y muchas muertes. Y será así, porque habrá terminado definitivamente de limpiar todo su Karma, no la deberán nada, ni nada deberá, no tendrá asignaturas pendientes porque estará en poder de todo el Conocimiento, Conocimiento por el que el Ser sabrá que no es un ente independiente, sino que es una parte de un Todo, y de que ese Todo es una parte de él, una parte imprescindible, ya que sin él, el Todo no sería tal, sería incompleto.  
            A partir de entonces, el alma inmortal proseguirá su camino, su trabajo, su crecimiento, su acercamiento a Dios. ¿De qué manera? No lo sabemos, o yo al menos, no lo sé y tampoco nadie me lo ha dicho, pero no creo que sea muy importante saberlo, bastante tenemos con intentar saber cuál es el trabajo a realizar en la Tierra, para llegar a ese estado.
            No es muy normal ni habitual, que las almas que han llegado a ese estado de conciencia en el que ya no necesitan volver a la vida física, decidan encarnar de nuevo. Pero si es cierto que alguna vuelve, en contadas ocasiones, como un servicio, posiblemente uno de los mayores que un alma pueda realizar para con sus hermanos, retrasar su propia evolución y su camino más allá de la materia para ayudar a otros en su crecimiento.
            Acabo de conocer a dos de esos seres, que no necesitando volver a la Tierra han decidido hacerlo, para según sus palabras: “De corazón, enseñar de nuevo como se hacen las cosas”. Son seres normales, con sus problemas, con sus emociones, con sus familias, con sus trabajos, con sus miedos, con sus preocupaciones, con sus dudas, sobre todo con sus dudas, llevando la carga de su humanidad y preguntándose quedamente, ¿Qué estamos haciendo aquí?, ¿Porqué no volvemos a casa?, aunque sin tener nada claro como es esa casa a la que tanto añoran. En el tiempo, (no mucho), que hace que les conozco,  ya les he oído decir en más de una ocasión, “Soy feliz, pero no me importaría morir ya”.
            Lo primero que se me ocurrió preguntarles es que como habiendo consumido totalmente su Karma, pueden tener alguno en esta vida, y como habiendo alcanzado la Iluminación, pueden tener miedos, vicios, dudas, etc., como cualquiera de los mortales. La respuesta fue que todo lo tienen prestado. Al planificar su vuelta a la Tierra necesitaban volver en las mismas condiciones de los hermanos a los que iban a ayudar, ya que si volvían en plan de santidad, (podían hacerlo), las personas a las que se acercaran para enseñar cómo se hacen las cosas, pensarían: “Así cualquiera, lo difícil es hacerlo desde nuestra posición de humanos con defectos y no de santos”. Ellos definieron ese préstamo como si alguien tuviera que asistir a un evento y no tuviera terno, (traje), y solicitara uno prestado, para devolverlo al final del evento.
            También se me ocurrió preguntar qué pasaba con el Karma que pudieran generar, ya que al vivir una vida total y absolutamente humana es muy posible que realizaran acciones, hablaran, o tuvieran pensamientos generadores de Karma. Para desgracia suya, lo tienen que pagar en esta vida, ya que cuando mueran han de marchar completamente limpios. Es una especie de Karma-Exprés. Los dos tienen problemas físicos, que se agudizan, en algunos casos con dolores extremos cuando han de limpiar algún Karma generado.
            Aunque supongo que no deben de generar mucho, porque una característica que les define, posiblemente la más importante, en los dos, es su bondad, es como si hubieran traído su santidad en  algún rincón de su corazón. Bondad nada entendida, ya que lo primero que dice la gente al tropezarse con esa bondad, es: “Este es bobo”.
            Los dos han nacido en familias humildes, de clase media baja, nada espirituales, y ni tan siquiera religiosas en exceso, son familias católicas que ni tan siquiera cumplen con el precepto de misa dominical. Van a la iglesia, como mucha gente, en bautizos, comuniones, bodas y entierros. Han sido familias solicitadas por ellos: “Que no sean nada espectacular, que sean del montón”.
            Uno de ellos se encuentra casi en la mitad de su vida, y el otro ya ha cubierto dos tercios de ella, y por supuesto dedican su vida a los demás. No me han permitido dar más detalles, ni de quienes son al otro lado de la vida, ni a que dedican su tiempo en esta, ya que si hablo de su trabajo podrían ubicarles y no tienen ninguna intención de que eso suceda, al menos por el momento.
            Cuando les he pedido que me digan cuales es su mensaje, o aquello que han venido a recordar, como ellos dicen, han sido realmente escuetos, han enumerado una serie de conceptos, archiconocidos, que iré plasmando en siguientes entradas.
            Continuará………..
 

domingo, 1 de septiembre de 2013

Iluminación. ¿Qué es?, ¿Cómo conseguirla?


            Es seguro que todos los que estáis leyendo esto habéis hablado en más de una ocasión de la iluminación, de que es, de cómo conseguirla, del punto del camino hacia ella en que nos encontramos. Y para resolver todas esas incógnitas, unos leen, otros preguntan, otros experimentan, depende de la cualidad de cada persona, porque hay tantas maneras como personas, para llegar a la iluminación.
            Es posible que alguien crea que la iluminación es algo sobrenatural, que sólo pueden conseguir seres excepcionales. No es cierto. Somos los humanos los únicos que podemos alcanzarla, precisamente porque no la tenemos, y todos podemos llegar a ella, no es necesario ser un superhumano, porque la iluminación es un estado interior, es conectar con la esencia divina, es un estado de paz, armonía, felicidad, amor; y todo esto lo puede conseguir cualquiera. Sólo hay que desearlo realmente, y partiendo de ese deseo trabajar para conseguirlo. Buda dice que la iluminación es el fin del sufrimiento, porque eso es lo que se consigue cuando se conecta con la propia esencia, cuando se vive la vida desde la propia divinidad.
            Lo que sí es claro es que no va a llegar de manera espontanea, hay que trabajar para conseguirla, no queda más remedio.
            Todos vamos a llegar a ella, unos antes y otros después. Ese es el trabajo que nos ata a la rueda de reencarnaciones. Unos necesitarán más reencarnaciones que otros, pero al final del camino en la materia está la tan comentada y deseada iluminación. Aunque ese deseo, para muchos, es mera palabrería, ya que quien realmente desea alcanzarla, lo puede hacer en poco tiempo:
- Sólo tiene que vivir el Amor en todo momento.
- Vivir para los demás, porque es dando que recibimos.
- Vivir el presente, recordando que todo está bien.
- Vivir en un estado de silencio interior, aunque en el exterior solo haya algarabía.
- No juzgar ni criticar a los demás, ni de pensamiento ni de palabra.
            La iluminación es como el cuento del tesoro que narra Echart Tolle: Un mendigo había estado sentado a la orilla de un camino durante más de 30 años. Un día pasó por allí un extraño. “¿Tienes algunas monedas?”, murmuró el mendigo, estirando mecánicamente el brazo con su vieja gorra. “No tengo nada que darte”, respondió el extraño. Y luego preguntó, “¿Qué es eso sobre lo que estás sentado?”. “Nada”, replicó el mendigo, “sólo una caja vieja. He estado sentado sobre ella desde que tengo memoria”. “¿Alguna vez has mirado en su interior?”, preguntó el extraño. “No”, respondió el mendigo, “¿Para qué? No hay nada adentro”. “Echa una ojeada”, insistió el extraño. El mendigo logró entreabrir la tapa. Para su asombro, incredulidad y euforia, descubrió que la caja estaba llena de oro.
 

sábado, 24 de agosto de 2013

Es la Voluntad de Dios


            Es posible que pise un terreno resbaladizo con esta entrada, pero hace tiempo que ronda por mi cabeza, lo cual es señal de que debía dejar que transitara desde la cabeza hasta el blog. Si no lo hiciera estaría ocupando un espacio en mi mente, sin dejar que otras ideas ocuparan el lugar correspondiente. Así que le pido a Dios toda la iluminación que decida concederme para explicar lo más claro y sencillo posible el batiburrillo de ideas que aparecen en mi mente sobre Su Voluntad, sobre la Voluntad de Dios.
            Estamos cansados de escuchar y de decir “Es la Voluntad de Dios”, sobre todo cuando algo malo sucede, una enfermedad, un accidente, una muerte, etc. Siempre es la Voluntad de Dios. Sin embargo, cuando lo que sucede es bueno, porque toca la lotería, porque se asciende en el trabajo, entonces es cuestión de valía personal o de suerte.
            Y, sin embargo, tanto los sucesos que calificamos como malos, como los que calificamos como buenos, son idénticos, ya que la calificación sólo proviene de nuestra propia apreciación, de nuestra mente, ambos son Voluntad de Dios, porque todo es Voluntad de Dios.
            Llegados a este punto se me ocurre pensar, y seguro que a vosotros también: “Si todo es Voluntad de Dios, ¿Cómo puede ser su Voluntad tantos asesinatos, tantas enfermedades, tantas guerras, tanta miseria, tanta hambre, tanto dolor?
            Con nuestra mente, potentísima, pero infinitamente diminuta comparada con la Mente de Dios, no podemos llegar a entender ninguno de los Aspectos Divinos, y entre estos aspectos se encuentra la Voluntad de Dios. Aunque nos lo explicaran de la manera más clara posible, no lo entenderíamos, porque es como si lo hicieran en un idioma totalmente desconocido para nosotros, o como si explicaran la fuerza de la gravedad a un bebé de dos meses. Es imposible llegar a entender una millonésima parte de la Grandeza de Dios.
            Los seres humanos solo podemos entender desde nuestra mente, e intentamos entender la Voluntad Divina desde el conocimiento que tenemos de nuestra propia voluntad. La voluntad humana es la facultad de decidir y de ordenar la propia conducta, y esta voluntad interviene para tener la fuerza necesaria para realizar una serie de acciones, y conseguir así una meta.
            Pues bien, lo que los seres humanos entendemos por voluntad, no es, para nada, comparable con la Voluntad Divina. La Voluntad Divina, es lo mismo que el Poder Divino, o el Plan Divino, o la Verdad. La Voluntad de Dios es que todos los seres humanos seamos felices, que todos alcancemos la Verdad cuanto antes mejor, pero en contra de lo que es la voluntad humana, en la que se tiene la fuerza para poner todos los medios al alcance de la persona para conseguirlo, Él no va a mover ni un solo dedo, (permitirme que lo exprese de esta manera), para que así sea, porque Su Voluntad es, el respeto por nuestra libertad o por nuestro libre albedrío.
Y, cuando ante hechos que para nosotros pueden ser trágicos y dolorosos, levantamos los ojos cielo y preguntamos ¿Por qué Dios mío?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué ahora?, lo que debemos hacer es conectar con nuestro corazón, aceptar la situación, (que no quiere decir que no pongamos todos los medios a nuestro alcance para que se solucione lo que parece un problema), y decir “hágase Tu Voluntad”, porque la Voluntad de Dios no es más que el reflejo de nuestro propio “plan de vida”.
Tengo que confesar, que esto que tengo tan claro y que me cuesta tan poco explicar, no está integrado al cien por cien en mi, y a veces, también cuestiono las Maneras de Dios, olvidándome que son las mías propias. Afortunadamente, en algún momento del mismo día llega a mí la verdad, y vuelvo a mi centro.
Cuanto sientas lo mismo, cuando creas que Dios te ha abandonado a tu suerte o que es injusto contigo, respira, lleva la atención a tu corazón, y en poco tiempo sentirás la presencia de Dios y como su mano te acaricia dulcemente, dándote a entender de que comprende tu desesperación y de que está a tu lado, esperando que tu dolor se trueque en paz y en serenidad, sabiendo que cuando llegue ese momento te vas a olvidar de Él y de darle las gracias por su compañía.  

 

martes, 20 de agosto de 2013

Soy culpable


            ¡Cuantas veces culpabilizamos a cualquier cosa que se mueva de nuestras desgracias!, y aun peor que eso ¡Cuantas veces nos culpabilizamos a nosotros mismos!
            Por un lado, nos sentimos culpables por casi todo: Podemos sentirnos culpables porque la pareja se enfada, o nos maltrata emocionalmente, o nos humilla y destruye nuestra autoestima, y justificamos lo injustificable porque nos lo merecemos, porque no hemos cubierto sus expectativas, etc., etc.
Podemos sentirnos culpables por cualquier acción pasada, por un acto que cometimos hace tiempo, por haber herido a alguien de palabra, a veces, da la sensación de que hay personas que se sienten culpables por el mero hecho de existir. Y la culpa da vueltas y vueltas en nuestra mente, de manera permanente, sin conseguir ser conscientes de la realidad, e incluso, distorsionando esa realidad, en vez de intentar  reconciliarse con uno mismo.
            Y, por otro lado, culpabilizamos o criticamos a otros, sin piedad, por causas por las que, sin embargo, si podríamos considerarnos responsables. 
Las dos conductas son perniciosas: Sentirse culpable podría ser bueno, en tanto en cuanto, nos ponemos en el lugar de los demás y de lo que ellos podrían sentir. Sin embargo, de la misma manera que tenemos que aprender a tolerar, comprender y perdonar conductas ajenas, tenemos que ser capaces de aprender a vivir la realidad y, en caso de cometer un error, aprender a perdonarnos a nosotros mismos y aprender la lección que conlleva, de manera intrínseca, el error.
Culpar a los demás, aunque pueda existir razón para ello, solo consigue alimentar en los demás el resentimiento, la separación y el silencio.
Nadie es perfecto, y es mejor comprender la conducta que criticamos y ser capaces de perdonar.
Tenemos que  aprender a liberarnos del sentimiento de culpa, para ello es necesario identificar las razones que nos llevan a sentir la culpabilidad, para liberarnos, lo más rápidamente posible de esos sentimientos negativos. Como con cualquier otro sentimiento negativo, el mero hecho de reconocer la causa alivia en gran medida la sensación.
En la culpa, hemos de aprender a ser modestos. Nuestras culpabilidades a menudo son desproporcionadas. Incluso hay culpabilidades que podríamos llamar orgullosas, ¡un poco como si estuviéramos convencidos de que somos el ombligo del mundo!
Cada uno tiene sus propias responsabilidades. Hay que aceptar el hecho de que nadie es responsable de la desgracia de los demás, al menos no totalmente. A decir verdad, no somos responsables más que de nuestros propios actos, pensamientos y palabras.
Lo más importante consiste, sin duda, en saber perdonar y saber perdonarse.