………. Continuación.
Educar con el ejemplo no es una
manera de educar,
es la única.
Albert Einstein
El mejor
método para que un aprendizaje sea real y efectivo es el ejemplo. Sin embargo,
el ejemplo es válido para enseñar en el entorno próximo: Los esposos entre sí,
los padres con sus hijos, los amigos entre ellos, el jefe con sus empleados, y
estos con su jefe, los vecinos en su comunidad, en los medios de transporte,
etc., etc. Todos nos relacionamos cada día con un buen número de personas. ¿Te
has preguntado alguna vez cuál es tu influencia en cuantos te rodean? Es mucha,
porque la debilidad del carácter en la inmensa mayoría de las personas, hace
que estas sean muy influenciables, y las palabras y las acciones de los otros, se
incrustan en la conciencia, en forma de envidia, en forma de deseo, en forma de
ira contenida, en forma de rabia, en forma de admiración, e incluso de
adoración.
La mayoría de los seres humanos
tienen hambre de conocimiento y una imperiosa necesidad de ser guiados, y no somos
conscientes de que todos somos guías, todos somos maestros. Cada uno en su
nivel, porque son necesarios maestros de primaria, de secundaria y profesores
universidad. Le toca a cada uno desempañar su papel, en unos momentos de
enseñante, y en otros de aprendiz. Hay que dejar que brille la propia luz, para
que sirva de faro a los que transitan por el mismo camino, y seguir a la vez la
luz de los que han pasado delante de nosotros.
Queremos aprovechar este foro, para
tocar en las conciencias de todos los que os asoméis a este ventanal y
recordaros que sois espejo para todos los que os rodean, sobre todo vuestros hijos
y nietos, vuestra pareja, vuestros amigos. Mantenerlo limpio para que el
reflejo sea intenso, y no necesitéis de la palabra cuando ejerzáis de maestros.
Con vuestro ejemplo será suficiente.
Recordar que somos energía, y que la energía
del pensamiento llega de inmediato, mucho antes que la acción o la palabra.
Todos reaccionamos, aunque sea de manera inconsciente, a la energía recibida.
No puedes decir blanco con la boca, mientras estás pensando negro. La respuesta
no será para el blanco, será para el negro. Pero si eres consecuente y dices y
haces blanco mientras piensas blanco, el
aprendizaje será rápido y eficaz.
Pero si
queremos llegar a más personas, a esas que no se encuentran necesariamente en
nuestro entorno, es necesaria la palabra, ya sea hablada o escrita.
Sin embargo, para que la palabra
llegue al lugar adecuado y necesario para que surja su efecto, el camino por el
que debe transitar, ha de estar preparado. Para entenderlo nos vale la parábola
del sembrador, que según el evangelio de San Marcos es como sigue: Aquel día
salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y
entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les
habló muchas cosas por parábolas, diciendo: “He aquí, el sembrador salió a
sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y
vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha
tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el
sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y
los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio
fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene
oídos para oír, oiga”.
La palabra
tiene que llegar a un terreno previamente abonado, si no es así, pasa algo que
todos conocemos: Cuando se lee o se escucha alguna cosa que impresiona o que
sencillamente agrada a la persona, son muchas las personas que deciden llevar a
la práctica eso que les ha parecido interesante, para conseguir algo que no
tienen en su vida, y que, sin embargo, desean. Pero todo queda en un intento inútil,
ya que su decisión es tan débil como una burbuja de aire. La palabra ha
llegado, pero la persona no estaba preparada para llevarla a la práctica,
básicamente, por su escasa voluntad.
Pero, no por
eso, se ha de dejar de hablar o de escribir. Hay que seguir haciéndolo, y como
dice la parábola: “El que tenga oídos para oír, que oiga”, y añadiría: “El que
tenga voluntad para hacer, que haga”.
Para enseñar
de nuevo como se hacen las cosas me dijeron que les gusta comenzar por el
final, como una especie de atajo, y de la misma manera que los Diez
Mandamientos de la Ley de Dios se resumen en dos, sus conceptos se resumen en
uno: AMAR. Si se consigue entender el AMOR, (lo cual ya es un poco difícil), y
se llega a sentirlo y a manifestarlo, el camino estará concluido para el ser
que lo consigue, y ya no tendrá necesidad de una nueva vida. Todo estará
aprendido.
¿Cómo es ese AMOR que proclaman? Es
algo parecido al amor que siente una madre por su hijo en los primeros meses de
vida. El amor que siente una madre por su bebé, en los primeros meses de vida,
es distinto al de la misma madre por el mismo hijo en etapas más avanzadas de
la vida. En los primeros compases de la vida, en el amor no hay deseo, se da
todo, absolutamente todo a cambio de nada, porque no se espera nada del hijo,
con que crezca sano y feliz, la mama ya tiene suficiente. El auténtico AMOR
sólo desea la felicidad de la persona amada.
Pues
bien, se ha de sentir ese AMOR, por todos los seres que han sido, son y serán
en el planeta. Este es el atajo, ya que llegar a sentir ese AMOR, hace
innecesario trabajar para eliminar defectos, porque el AMOR los disuelve con su
fuerza, de la misma manera que se hace innecesario trabajar virtudes, porque el
AMOR las contiene todas.
Continuará………………..
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