Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
He perdonado con toda
mi alma y mi corazón a todas aquellas almas, que por supuesto no conozco
conscientemente en esta vida física, y que tienen alguna deuda conmigo desde la
primera vida hasta el día de hoy. Después las he bendecido, y estoy convencido
por la energía recibida que me he ahorrado alguna encarnación.
Por si acaso podía
ahorrarme alguna encarnación más he pedido perdón por todas mis deudas con
otras almas, tanto en esta vida, como en las vidas anteriores desde mi primera
vida.
Aunque no me hubiera
ahorrado ninguna encarnación, merece la pena, solo por la sensación de paz tan
increíble que he sentido, y que sigo sintiendo.
La
llegada a la vida se realiza con un Plan determinado, perfectamente organizado,
con un objetivo definido, con unas tareas establecidas, con unas personas
asignadas y unos acontecimientos pactados. Pero al llegar a la vida no
recordamos nada. Amnesia total.
Sin
embargo, a pesar de que no recordamos absolutamente nada de nuestra Plan de
Vida, y tampoco sabemos a ciencia cierta cuál es la razón de nuestra estancia
en la vida, el alma, que si tiene conocimiento de nuestro Plan va enviando
imputs, que son eso que denominamos corazonadas, para indicar, de la única
manera que puede, cual es el camino a seguir y cuales los pasos a dar.
Pero
para nuestra desdicha las corazonadas las filtramos por el arel de la mente y
no pasa ni una migaja. Y el espacio que debía de ocupar la corazonada queda
vacio, y en ese vacío van tomando forma los deseos del ego, maquillados de mil
maneras maravillosas: El dinero necesario para que estudien los niños, las
vacaciones necesarias a la orilla del mar para mejorar la circulación, la nueva
casa con más espacio para todos, etc., etc., etc.
Y
las Leyes del Universo que no utilizamos para nuestro propio crecimiento, para
acercarnos a Dios, para dejar de sufrir o para aprender a amar, intentamos
utilizarlas para satisfacer nuestros anhelos.
La
Ley de la Atracción funciona sin tener que trabajar absolutamente nada para
cualquier aspecto negativo. Es normal, lo negativo permanece de manera
permanente en la mente y en las emociones, con lo cual es fácil atraer lo
negativo. Lo positivo, aquello que deseamos ya nos cuesta un poco más de
trabajo.
No voy
a decir que hemos de hacer para que sea más fácil, lo importante es que no
atraigamos nada. Dediquémonos al Plan de Vida y dejemos de lado los caprichos.
La
Ley de la Atracción y el Plan de Vida van paralelos, como si de una carrera se
tratara. En realidad es como si se tratara de una carrera con tres caballos. Uno
negro que corresponde a la atracción de energías negativas, uno blanco que
corresponde a la atracción de energías positivas, y otro bayo que corresponde
al Plan de Vida.
Depende
de la intensidad de cada unopara que
sea ese el que se haga real en nuestras vidas. De momento gana por varios
cuerpos de ventaja el caballo de las emociones negativas, le sigue de lejos el
caballo de las emociones positivas, y más lejos aún se encuentra el caballo
bayo.
Al
caballo negro le espolean las emociones negativas que conviven con la persona,
no descansa nunca. El dolor, el sufrimiento, la sensación de carencia, los
celos, el miedo y tantas y tantas emociones negativas están perennes en la
persona.
Al
caballo blanco le mueven las emociones positivas. Es normal que vaya lento, las
pocas emociones positivas que tiene la persona son las que intenta trabajar
para atraer eso que desea, y somos tan perezosos y faltos de voluntad que se
nos olvida a los cinco minutos de iniciado el trabajo.
Al
caballo bayo le mueven las corazonadas, lo que es lo mismo que decir que no se
mueve.
¿Qué
sería bueno hacer? Frenar al caballo negro, y dejar que al caballo blanco y al
caballo bayo los montara el mismo jinete, y sería fantástico si consiguiéramos que
el jinete fuera Dios.
Si
dejamos nuestros planes y nuestros deseos en manos de Dios, entonces primará el
Plan de Vida sobre los deseos, a no ser que los deseos formen parte del Plan de
Vida.
Luchar por nuestros deseos desestimando el Plan de
Vida va a generar más Karma y no se va a eliminar el que teníamos previsto en
nuestro Plan. La vida no es divertirnos para tratar de olvidad la infelicidad,
la vida es abolir la infelicidad amando.
Podemos olvidarnos de la Ley de la Atracción para
conseguir cosas, y debemos tenerla en cuenta para no atraer nada negativo.
Y para atraer el Plan de Vida hagamos como dijo e
hizo la Virgen Maria: “Hágase en mi Tu Voluntad”.
Hemos leído tanto y tanto sobre la
Ley de la Atracción que cualquiera de nosotros podría dictar un seminario sin
temor a hacer el ridículo, y lo haría muy bien. Incluso podríamos dictar esas
clases sin que hayamos conseguido ni una sola vez que se cumpla en nosotros de
manera consciente la famosa ley, porque la teoría la conocemos a la perfección,
y además, tenemos a nuestro favor que en los aspectos negativos estamos
consiguiendo que de manera inconsciente se cumpla la ley de manera permanente.
La Ley de la Atracción tiene dos vertientes,
una positiva, atrayendo a nosotros aquello que anhelamos, y otra negativa
atrayendo a nosotros justamente aquello que no deseamos.
Aunque esto no es un tratado sobre
la Ley de la Atracción, si que nos conviene recordar como atraemos tan fácilmente
lo negativo y como parece que se resiste la consecución de nuestros deseos.
La Ley de la Atracción se basa en
que energías iguales se atraen, y teniendo en cuenta que cada pensamiento, que
cada sentimiento, que cada emoción y que cada palabra son energía, solamente
tenemos que ser conscientes de que tipo de energía mantenemos en nosotros, para
saber que eso es justamente lo que estamos atrayendo.
Ya sabemos que hay pensamientos
negativos, positivos, necesarios, inútiles y elevados; y que los que habitualmente
se están expresando son los pensamientos inútiles y los pensamientos negativos.
Pues es esa negatividad la que estamos atrayendo de manera permanente. El
sufrimiento, la tristeza, el miedo y la enfermedad llegan a nosotros como si
fuéramos un imán atrayendo al otro polo, y eso solo es debido al cumplimiento
de la Ley de la Atracción. Se cumple siempre, se conozca o no se conozca, como
sucede con cualquier otra ley del Universo.
¿Por qué no se materializan nuestros
deseos tan fácilmente como se materializan las cosas negativas? Por una
sencilla razón, mientras los sentimientos y las emociones negativas permanecen
en nosotros sin ningún tipo de esfuerzo, conseguir generar una emoción positiva
de algo que no tenemos, a partir de un pensamiento, teniendo en cuenta además
que la falta de “ese algo” es uno de esos pensamientos negativos que permanecen
anclados en nosotros las veinticuatro horas del día, parece complicado, muy
complicado. Y realmente lo es, porque hay que olvidar la carencia y sentir la emoción
de que la carencia se ha transformado en abundancia.
Sin embargo, nada es imposible, se
puede conseguir y hay personas que realmente lo consiguen. Aquí es donde
queremos introducir una nueva perspectiva.
Para trabajar desde la nueva visión,
hemos de tener claro que somos Hijos de Dios y que nuestro paso por la materia
sólo tiene como objetivo la vuelta a Dios. Esto es fundamental ya que cualquier
otra concepción de la vida y cualquier otro objetivo de vida nos mantendrían en
el mismo punto en que se encuentra la humanidad en la actualidad: Conseguir
aquello que se desea de cualquier forma y esta no es la visión que queremos
ofrecer.
Volvamos
a la Ley de la Atracción: Es claro que nos gustaría que se cumpliera la ley en
nosotros para conseguir todo aquello que deseamos. Pero eso que deseamos ¿Es lo
que necesitamos para cumplir nuestro Plan de Vida?, ¿Eso que deseamos con tanta
vehemencia es lo que nos conviene?, ¿Para qué lo necesitamos?, ¿Llegaremos a
Dios más fácilmente materializando nuestros deseos?
La
ocupación favorita de los seres humanos es vivir la infelicidad, es alimentar
el sufrimiento, es programar su enfermedad, es esforzarse para ser cada día
peor que el anterior, es criticar sin misericordia y juzgar sin compasión.
Sabemos
que nadie quiere mantenerse ocupado en estos menesteres, pero es lo que todo el
mundo hace, pensemos que de manera inconscientemente.
Y
lo hacemos muy bien. Somos auténticos profesionales. Nos han enseñado de
maravilla. Felicidades a los padres, felicidades a los maestros, felicidades a
los líderes de opinión, a los líderes políticos, a los líderes religiosos,
felicidades a todos aquellos que se esfuerzan porque el mundo sea cada vez
peor. Lo están consiguiendo.
No soy agorero, pero el mundo como
tal, no da la impresión de que mejore mucho. Si parece que hay un poco más, no
mucha, de ayuda humanitaria ante las catástrofes, ante el hambre permitido por
los gobiernos de turno en decenas de países, ante las desgracias ocasionadas
por las múltiples guerras que asolan el planeta, pero son totalmente
insuficiente para cubrir las necesidades básicas de todos los que la necesitan.
Y si somos incapaces de cubrir las
necesidades básicas físicas y materiales de todos los que pueblan el planeta,
como vamos a conseguir, ni tan siquiera a intentar paliar las necesidades
emocionales.
Posiblemente no interesa que las
personas se encuentren emocionalmente estables, porque entonces dejarían de
pensar y de hablar de sus desgracias y se correría el peligro de que pensaran
en lo que realmente están haciendo sus dirigentes políticos, sociales y
religiosos, y eso no les interesa. Tampoco interesa que la gente incremente su
nivel cultural, por eso nos dan, juegos y circo como instauraron los romanos
hace dos mil años. Nuestros juegos y nuestro circo son la basura de la tele, el
fútbol y el sexo. Todos saben quiénes son los mejores jugadores de fútbol del
mundo, o las mejores “top model” del momento, pero nadie es capaz de nombrar a
tres premios Novel.
La incultura, la falta de respeto,
la hipocresía, la ignorancia, la avaricia y el miedo, son las monedas de cambio
de un mundo, el actual, que actúan como verdadero caldo de cultivo del
sufrimiento, de la enfermedad y del dolor.
Todos los que tienen un poco de
responsabilidad con grupos, ya sean grandes o pequeños, ya sean comunidades
religiosas o municipios, ya sean medios de comunicación, escuelas o
universidades, son responsables del atontamiento general de masas que existe en
la actualidad en el planeta.
Mientras
un maestro pasa hambre, un pobre niño sin cultura, gana miles de millones solo
por darle patadas a una pelota. Y eso no es lo malo, lo peor es que el mismo
maestro se gasta su dinero para ver como ese niño patea la pelota.
Algunos
cuando llegan a la edad adulta comienzan a buscar respuestas a las preguntas
del por qué de la existencia de tanta incongruencia sobre la Tierra, de por qué
tanto despropósito, de por qué tanta ignorancia. Y pasan el resto de su vida
para tratar de vivir la vida de otra manera, para lo cual han de vencer la intolerancia y la incredulidad de los
que les rodean.
Somos un alma con un
vestido al que denominamos cuerpo, y es justamente ese vestido el que sufre la
violencia de la vida en la materia. Es bueno recordar que la auténtica vida es
la vida del alma, y que la vida en el cuerpo no es más que una especie de
sueño, una especie de ilusión.
Qué diferente sería la vida si nos enseñaran desde
la cuna que somos hijos de Dios, que venimos de Él y a Él hemos de retornar.
Qué diferente sería la vida si nos enseñaran desde la cuna que todos somos
hermanos. Que diferente sería la vida si nos enseñaran a amar, a compartir, a
aceptar y a respetar. Es muy posible que no hubiera guerras, que no hubiera
hambre, que no hubiera discriminación, y todos nos ahorraríamos un buen número
de encarnaciones que en la actualidad resultan inútiles o con un ínfimo
crecimiento.
Pero no es así, y el camino, ya de por sí difícil de
recorrer, se nos hace también difícil de encontrar. ¡Qué difícil nos lo hemos
puesto! Los seres humanos tenemos un punto de masoquismo importante, nos gusta
sufrir, ya que a pesar de que digamos que no, los hechos demuestran lo contrario:
Nuestra felicidad es el sufrimiento, ya que permanecemos anclados en él un día
tras otro, sin hacer absolutamente nada; nuestra felicidad es contar a diestro
y siniestro lo mal que nos encontramos, en lugar de trabajar para salir de ese
dolor; nuestra felicidad es encontrar los fallos de los demás en lugar de
trabajar para eliminar los nuestros. Somos realmente un espécimen raro.
El caso es que después de muchas vidas de
sufrimiento, algo dentro de nosotros nos dice que “a lo mejor hay otra forma de
vivir”, porque nos lo cuentan otros o porque leemos algo que llama nuestra
atención, y a partir de ahí comienza a desempolvarse el recuerdo.
Ese trabajo de recordar quienes somos, lo podemos
hacer solos o en compañía. Con independencia de que el camino lo hemos de
recorrer en soledad, podemos tener algún instructor que nos indique cuales son
los pasos a seguir.
De la misma manera que un guía turístico tiene que
conocer el camino, las peculiaridades, los monumentos, los lugares donde poder
hacer las necesidades físicas, las tiendas para comprar recuerdos y los museos de
aquello que va a mostrar a sus acompañantes, de la misma manera que el maestro
de escuela o el profesor de universidad tienen que haber demostrado sus
conocimientos para ejercer sus profesiones y conseguir una plaza, los guías
espirituales también tienen que haber recorrido el mismo camino que van a
enseñar a los que se van a iniciar en el camino de vuelta a Dios.
Pero como en ese camino de retorno a la casa del
Padre hay múltiples estaciones, es normal que los guías estén especializados en
cada una de las distintas etapas del recorrido.
Hemos de tener presente que todos los que estamos en
la vida estamos recorriendo el mismo camino, los guías también. Ninguno de ellos ha realizado el camino en su totalidad, pero si es necesario que para enseñar un tramo lo haya recorrido, si por ejemplo, el camino
tuviera veinte tramos, el guía que nos enseñe el tramo número quince, lo normal
es que él ya haya pasado por ese tramo, para conocer cuáles son los puntos en
los que se van a encontrar las mayores dificultades, para conocer las bondades
de ese tramo, para conocer como enlazar con el tramo siguiente.
Ya tenemos claro que el camino no se recorre en una
sola vida, y que necesitamos cientos de vidas para encontrarlo y unas cuantas
más para transitarlo. Por eso, en cada vida nos vamos a encontrar con uno o
varios maestros, que puede que nos parezcan definitivos, pero que por supuesto
no lo son; puede incluso que ellos mismos crean que son auténticos maestros.
Desconfiad de los que se presentan como tal.
Se conoce a un auténtico maestro, a un maestro
definitivo porque su cualidad es el Amor. El Amor en todas las facetas de su
vida tanto en su vida pública como en su vida privada. Existen, pero se pueden
contar con los dedos de una mano y no es habitual encontrárselos en mitad de la
calle. De cualquier forma, no todos estamos preparados para tener un maestro
así. Si que podemos escuchar sus palabras, recibir sus conocimientos, leer sus
libros o sentir su energía, asistiendo a algún encuentro con ellos, pero no
será definitivo para nosotros porque nuestro trabajo es muy posible que se esté
desarrollando en otro tramo del camino, lejos de la última etapa.
Mientras tanto sigamos trabajando y siguiendo las
instrucciones de los guías de “mitad del camino”, en las clases de yoga,
asistiendo a encuentros de oración o meditación, realizando cursos y talleres,
leyendo. Pero sin descuidar ni un solo día nuestra práctica personal. Nuestra
práctica es la auténtica maestra porque es ella la que nos va a llevar en
volandas a la finalización del camino en la vida física.
Ya sabemos que existen Guías, Maestros y Ángeles que nos ayudan desde el otro lado de
la vida. Pero……, muy pocos son los que sienten esa mano que les guía y que les
impele a hacer una cosa en detrimento de otra. Es normal, es un tacto que no se
siente porque toca en el corazón, es una información que aunque afecte a la
vida física guarda una estrecha relación con el alma.
La
ayuda que necesitamos los seres humanos no puede ser algo sutil, porque no entendemos
de sutilezas, y la mente se encarga de desmontar cualquier sutileza que no sea
científicamente demostrable, que no sea económicamente rentable y que no sea
físicamente satisfactorio. Las satisfacciones del alma no puede entenderlas el
ego, aunque, por supuesto, si podría disfrutarlas si tuviera la valentía de
viajar hacia su interior, pero ese viaje es difícil de realizar y es muy
improbable que se produzca, ya que el secreto de la vida es precisamente ese
viaje.
Por
lo tanto necesitamos una ayuda mucho más tangible, mucho más solida, tan sólida
y tangible como nuestro cuerpo físico. Necesitamos que nos lo expliquen con
palabras, necesitamos que lo repitan una y mil veces, porque novecientas
noventa y nueve podemos tener la mente ocupada por otros asuntos, inútiles,
pero ocupada; necesitamos que nos impongan algún castigo para que el ego tenga
algún aliciente, el aliciente de no ser castigado, ya que para él acercarse a
Dios no es aliciente suficiente, necesitamos un ranking en el que veamos
reflejado nuestro nombre, cuanto más arriba mejor, para satisfacer nuestro
orgullo, o si no hay ranking, que la persona que nos guíe deleite nuestros
oídos con las bondades de nuestro crecimiento.
Todo
esto solo lo puede hacer otro ser humano. Por lo tanto, bien podemos calificar
a estos guías como “guías espirituales”.
La característica principal que deberían de
tener estos guías o instructores, seria tener asumido e integrado ellos mismos
la cualidad que tratan de explicar a sus acólitos, sea la que fuere. En un
principio, teniendo en cuenta que la principal enseñanza es el acercamiento a
Dios, cabe suponer que los representantes de las diferentes ideologías
religiosas serian las personas más idóneas para tal cometido, pero no es así.
Ellos son buenos, salvo excepciones, para los niveles más bajos de la
enseñanza, pero no para los niveles más altos, porque les falta lo esencial,
les falta el Amor.
La
enseñanza que nos acerca a Dios, tiene como en cualquier otro tipo de enseñanza
varios niveles o cursos, y esta enseñanza es independiente de las materias de
la enseñanza para la vida. La enseñanza para la vida espiritual no debería
estar deslindada de la enseñanza para la vida física, pero desgraciadamente si
lo está. En la familia y en la enseñanza para la vida, enseñan temas
religiosos, que no espirituales, es por
lo tanto la persona la que una vez alcanzada la edad adulta busque su espiritualidad
si es que su alma así lo demanda.
Toda la enseñanza que recibimos los seres humanos es
justamente, como mencionábamos con anterioridad, aquella que es científicamente
demostrable, recibimos la enseñanza, más o menos necesaria, para que nuestra
economía sea rentable, y a todo eso hay que añadir todo lo que nos cause
satisfacciones físicas. En ningún momento nos enseñan los pasos esenciales para
conseguir la felicidad, cuando es el objetivo de búsqueda inconsciente de todos
los seres humanos; en ningún momento nos enseñan cómo vivir en paz, sin estrés,
con alegría y sin sufrimiento. Se supone que con la enseñanza impartida va a
ser suficiente para conseguir todo aquello que sea físico o afecte a este de
manera directa, y que cualquier emoción desbocada ha de ser gestionada por la
propia persona, se supone que a través de ciencia infusa, porque otra no se ha
recibido.
Nadie nos explica que es lo que somos, de dónde
venimos, adonde hemos de ir, o que es lo que sucede con la muerte, sólo por
mencionar algunas de las preguntas que todo ser humano se va a hacer en algún
momento de su vida en la materia. Es por lo tanto la propia persona, cuando ha
llegado a un cierto grado en su evolución, que comienza a plantearse esas
preguntas y a tratar de encontrar las respuestas.
Es entonces, en la búsqueda de las respuestas cuando
la persona deja de deambular por la vida para enfocarse en aquello que ha
venido a hacer: Recordar quién es.
Continuará…..
Y como tenemos muy cerquita la Navidad, el villancico que mi hijo canta todo el día también para vosotros.
Somos seres
espirituales viviendo una experiencia humana y, sin embargo, tiene tanto poder
el ego que más parece que seamos un cuerpo despegado del alma, vagando en
soledad por los intrincados caminos de su existencia.
Las
enseñanzas actuales sobre algunas leyes del Universo nos llevan a entender
intelectualmente el poder del pensamiento, el poder de la energía y sus
mecanismos de funcionamiento, a través de los cuales podemos atraer a nuestra
vida aquello que deseamos y apartar lo que categóricamente
rechazamos.
Sin embargo,
y aquí hace gala de su poder el ego, a pesar de entender intelectualmente el
mecanismo para la consecución de la felicidad, (sin entrar en otras
profundidades más o menos espirituales), no permite desarrollar la práctica necesaria
para aplicar la enseñanza en la vida diaria y conseguir así ese estado de paz y
de felicidad que todos consciente o inconscientemente anhelamos.
Todo esto viene a cuento por una conversación
mantenida con un paciente y que nos ha hecho reflexionar juntos sobre el
auténtico poder del ego. Transcribo algunos párrafos de nuestra conversación:
“No me
tienes que hablar del poder del pensamiento positivo, lo conozco, ni del poder
de la meditación, también lo conozco, sabes que medito cada día, pero no es
suficiente, falta algo, me tienes que hablar de ese algo que falta que sea más
profundo y que consiga acallar esa vocecita tenue que acompaña a cualquier
pensamiento positivo o a cualquier meditación”.
“Explícame
como es esa vocecita”, le decía yo.
“Habíamos hablado del poder de la meditación,
de la oración, y de entregarse a Dios. En relación a entregarse a Dios me
decías que me fijara en la historia de la Virgen Maria que siendo joven, recién
casada, le anuncia un ángel que va a quedar embarazada por obra y gracia del
Espíritu Santo y va a dar a luz nada menos que al Hijo de Dios, y ella solo
dice: Hágase en mi según Tu Voluntad Señor. En este punto me indicaste que
hiciera lo mismo, que ante cualquier problema que pareciera irresoluble me
entregara a la voluntad de Dios. Así lo hago y digo y repito una y mil veces,
cada vez que la ansiedad generada por el problema me ahoga y me angustia: Señor
uno mi voluntad a la Tuya; Señor, hágase en mi según Tu Voluntad”.
“¿Y?”, le
indicaba que siguiera.
“A veces,
repetir eso o pensamientos positivos del tipo Yo Soy, me tranquiliza y hace que
se me olvide el problema, pero me he fijado que hay otras veces que pasa algo
curioso: Según estoy diciendo que se haga la Voluntad de Dios, hay una especie
de pensamiento, casi inapreciable, o una especie de sensación o de deseo, que
espera que la voluntad de Dios sea coincidente con mi deseo. Es entonces cuando
pienso que estoy haciendo un trabajo inútil, porque no le doy espacio a Dios para que se haga Su Voluntad”.
“No es un
trabajo inútil”, le contesté, “Sólo es una prueba del enemigo tan poderoso con
el que nos enfrentamos. Es la última etapa de un camino largo y arduo. Un
camino en el que en unprincipio ni tan
siquiera eras consciente de que tenías pensamientos, porque todo eran
pensamientos. Era como explicarle al pez como era el agua, cuando era su
hábitat. Es igual, tu hábitat eran tus pensamientos. Poco a poco has conseguido
dominarlos, ha sido, o mejor, lo está siendo, un trabajo duro, y eso que queda
es la pataleta del ego. También vas a conseguir acallar esa vocecita, que hasta
no hace mucho era un grito que se podía escuchar, casi fuera de ti”.
“Sigue
trabajando, lo estás haciendo bien. Nunca te dije que fuera fácil. Se puede, no
es imposible”.
Si decimos
que todo en la vida es elección, estamos en lo correcto. Antes de nacer el alma
programa con total libertad lo que va a ser su vida en la materia. Por lo tanto
ha sido su elección.
Si decimos
que todo en la vida es destino, también estamos en lo correcto. Una vez en la
vida el ego no recuerda absolutamente nada, sin embargo la programación se va
cumpliendo. Es decir ese ego está marcado por la programación de su alma, que a
este lado de la vida bien se puede denominar destino.
Si decimos
que la vida está repartida entre elección y destino, también estamos en lo
correcto. Es cierto que se cumple la elección programada. Es cierto que al no
recordar para el ego es destino. Pero también es cierto que sus reacciones ante
los distintos acontecimientos de la vida son fruto de su propia libertad, de su
libre albedrío. Por lo tanto nueva elección.
Son muy
pocos, poquísimos, los afortunados que pueden vivir, más o menos parcialmente
desde el alma. Aunque realmente no es cuestión de fortuna, es cuestión de
trabajo, es cuestión de trabajar para recordar quienes somos.
La
programación del alma, las elecciones que esta hace a través de su programación
no tienen más objetivo que llevarnos a
la única, a la auténtica, a la verdadera realidad de que somos hijos de Dios,
que de Él venimos, y a Él vamos. Y vamos a ir todos, ninguno se va a quedar en
el camino. Esta es la elección del alma.
Y esta elección es a la vez nuestro
destino. El punto de partida es Dios, el destino también es Dios. Y entre la
salida y la meta podemos divagar todo lo que queramos, nadie nos lo impide,
solo estamos retrasando nuestra propia grandeza. Esta divagación es otra nueva
elección, esta divagación es nuestro propio albedrío, que nos mantiene atados
al sueño, a la ilusión, a la quimera de creer que somos un cuerpo.
Y como creemos que somos un cuerpo, nos
condenamos, con nuestra propia elección a vivir atados al cuerpo, a vivir
atados a nuestra cuenta corriente, a vivir atados a nuestras fantasías, a vivir
atados a nuestra intolerancia, a vivir atados a nuestra discriminación, a vivir
atados a nuestro miedo, a vivir atados a nuestro orgullo, a vivir atados a
nuestra imagen, a juzgar a todo lo que se mueve, a criticar a todo lo que pasa
por nuestro punto de mira. Y todo esto significa seguir separados de Dios.
Lo mejor no es preguntar si la vida
es lección o es destino, lo mejor es vivir la vida, viendo a Dios en todo,
viendo a Dios en todos. Decía Yogui Bhajan que si no puedes ver a Dios en todo,
entonces no puedes ver a Dios.
La espiritualidad no se gana en las cocinas comiendo verdura, ni en
los centros de retiro manteniéndose diez días en silencio, ni en las
bibliotecas leyendo tres libros diarios. Se gana en el corazón. Se gana Amando.
Hari Krishan Singh
Cada vez que leo o escucho que la
Tierra está cambiando su vibración y que todos nosotros estamos más cerca de la
“iluminación”, miro a mi alrededor para ver si me estoy perdiendo algo bueno,
porque lo que veo mirando al frente no me indica que avancemos ni un ápice en
nuestro crecimiento como raza.
Y cuando leo
de rejillas, de nuevos portales de energía, me quedo tan frio como cuando
escucho hablar de la evolución del planeta. Convivimos con el hambre, con la
miseria y con las guerras, votamos y elegimos a mandatarios corruptos,
asistimos a los oficios que dirigen las distintas confesiones que viven
enfrentadas, las diferentes civilizaciones se observan de reojo, sin fiarse
unos de otros, los mas locos matan por no sabemos muy bien que, unos matan a
cientos para defender sus ideas o para satisfacer a su dios, otros de uno en
uno para ganarse la vida. Todo eso genera en el mundo sufrimiento, odio y
temor. El respeto, y la generosidad con el otro no existen. Ante esto me sigo
preguntando, ¿Dónde está el avance?
La vibración
de la Tierra no va a cambiar sola, como no cambia la de las personas porque si.
La persona tiene que trabajar para sí misma, y será ese trabajo y su cambio el
que consiga que la Tierra cambie su vibración. Pero no será el de una sola
persona, han de ser miles, millones las personas que cambien para afectar a la
vibración de la Tierra.
No amigos,
no existe tal evolución del Planeta. Lo que existe es la evolución de las
personas, y hoy más personas que ayer se encuentran un poco más adelante en el
camino del despertar, ¡Solo faltaría que no fuera así!, pero nada
extraordinario, cada persona va a tener que seguir haciendo su trabajo, la tan
cacareada evolución de la Tierra no la va a llevar en volandas. Es al
contrario, es la evolución de las personas la que va a conseguir la evolución
del Planeta. La diferencia estriba que en el mundo de la globalización en el
que nos movemos nos apuntamos los méritos de otros, o creemos que hemos
alcanzado algo porque tenemos la oportunidad de leer algo de alguno de los
enseñantes, pero eso no basta. No basta con leer, no basta con escuchar, hay
que practicar, hay que practicar el Amor. Nada más tiene valor. La evolución,
la espiritualidad no se gana en las cocinas comiendo verdura, ni en los centros
de retiro manteniéndose diez días en silencio, ni en las bibliotecas leyendo
tres libros diarios. Se gana en el corazón.
Proponía en
la entrada anterior cambiar conscientemente los pensamientos para influir en
las formas de pensamiento globales. Esto es más de lo mismo. Es la única manera
de influir en los otros. Es la única manera de avanzar como raza.
Para empezar
digamos “no al no”. Vamos a dejar de manifestarnos por el “No a la guerra”, por
el “No al terror”, por el “No a la discriminación”. Cuando hacemos eso estamos
pensando en la guerra, en el terror y en la discriminación para negarlas, y eso
supone darles energía.
Cambiemos la pancarta en nuestra
manifestación por “Si a la Paz”, “Si al Amor”, “Si a la Igualdad”.
Pasemos de la cocina al respeto del
otro, pasemos del retiro a la humildad, pasemos de la biblioteca a la
generosidad, pasemos del ego al corazón, pasemos de las ínfulas al Amor. Esa es
la única manera en que la Tierra va a cambiar su vibración.
Que muchas personas opinen lo mismo
sobre un mismo concepto
no quiere decir que sea cierto,
sólo quiere decir que hay más
personas equivocadas.
Hari Krishan Singh
Cada
pensamiento es una forma de energía, cuando se tiene un pensamiento de manera
reiterada, esa forma de energía crece. Si además ese pensamiento es coincidente
en mucha gente, la forma de energía correspondiente a ese pensamiento se hace
enorme, y además de pertenecer a cada persona se extiende por el exterior como
si de una nube se tratara, afectando a extensas zonas por todo el planeta.
Cuando una persona pasa a través de una forma de pensamiento de este tipo se
“despierta”, por expresarlo de una manera gráfica, su forma de pensamiento
individual y se expresa dicho pensamiento.
Estas
formas de pensamiento que están en el ambiente corresponden prácticamente todas
a pensamientos negativos, de miedo, de dolor, de carencias, etc. Con lo cual
los pensamientos habituales de las gentes son ese tipo de pensamientos
negativos, haciendo que esas formas de pensamiento crezcan en ellos y en el
entorno.
En
el ambiente no se encuentran las formas de pensamientos positivos ni de
pensamientos elevados porque no son habituales en las personas. Para que se
encontraran en el ambiente, muchas personas durante mucho tiempo tendrían que
tener esos pensamientos, en un principio de manera consciente, para que llegara
el día en que se descargaran en las personas, y les afectara, como ahora lo
hacen los pensamientos negativos.
Estos
pensamientos que están en el ambiente son una especie de pensamientos
globalizados, no de ahora, han ido creciendo con el tiempo, y se encuentran
dominando los pensamientos de las gentes en determinados conceptos: el terror a
la muerte, las ansias de poder, la ambición por el dinero, la relación de
pareja, la preponderancia del hombre sobre la mujer, la obsesión por el sexo,
la lucha de clases, el enfrentamiento de religiones, el desprecio a las
minorías, etc., etc., y se encuentran en todas partes, en zonas más o menos
extensas del planeta.
Por
supuesto que el que muchas personas opinen lo mismo sobre un mismo concepto no
quiere decir que sea cierto, sólo quiere decir que hay más personas
equivocadas.
Si
los seres humanos consiguiéramos invertir la tendencia de esos pensamientos
globalizados se invertiría nuestra vida, pasaríamos de ser infelices a vivir la
felicidad, cambiaríamos la tristeza por la alegría y la ansiedad por la paz
interior. Solamente tienen que cambiar los pensamientos un determinado número
de personas para que vayan desapareciendo esas formas de pensamientos
globalizadas y se vayan sustituyendo por otras.
No
es una tarea fácil. Porque para que una persona pueda cambiar un pensamiento,
que tiene una autopista marcada desde el cuerpo mental hasta el cerebro, por un
pensamiento que ni tan siquiera tiene un sendero, se necesita actuar en
diferentes frentes:
-Se
necesita “Atención permanente”, para que en cuanto se sea consciente de la
aparición del pensamiento objeto del trabajo se sustituya por un pensamiento
positivo y contrario.
-Es
necesario que ese pensamiento positivo y contrario se mantenga en la conciencia
el mayor tiempo posible, para lo cual habría que repetirlo en el interior como
si de una letanía se tratara, cuanto más tiempo mejor.
-Actuar
siempre en sentido contrario a lo que indica el pensamiento conocido.
Pues
para que cambie la forma de pensamiento global, han de hacer lo mismo cientos,
miles, millones de personas.
No,
no es fácil, pero algún día se tendrá que cambiar la tendencia. Si queremos que
la vibración de la Tierra cambie a mejor, si esperamos la elevación global de
la Tierra, ha de mejorar su vibración de manera global. Forzosamente han de
cambiar esas formas de pensamiento globales. ¿Por qué no ahora?, ¿Por qué no
comenzamos nosotros?
Te
propongo un plan: Colocaré pensamientos en Facebook, por ejemplo uno por mes. Y
cada uno meditar diez minutos diarios repitiéndolo de manera consciente como un
mantra, y después a lo largo del día repetirlo como si de un mantra o una
letanía se tratara cuanto más tiempo mejor. Compartir esa entrada con todos los
amigos, en todos los grupos a los que pertenecéis, ya que cuantas más personas
vayan repitiendo nuestro pensamiento mensual mejor. Para recordarlo se compartiría
cada día.
Para
saber si merece la pena, dar “me gusta”, o comentar para mejorar la idea.
Unos matan físicamente en nombre de
Dios, y lo hacen porque tienen escrito que tienen que dar muerte al hereje,
hasta que abra los ojos y se convierta a la verdadera religión, mientras el
resto del mundo se rasga las vestiduras con más o menos ensañamiento en función
de quien es el muerto, ya que los muertos occidentales del primer mundo parece que
tienen más valor que los muertos orientales de países subdesarrollados.
Pero muchos de los que se rasgan las
vestiduras también matan, solo que lo hacen de manera más sutil, lo hacen
emocionalmente, y también matan en nombre de Dios. ¿No sabes quiénes son?, pues
son todos aquellos que condenan al fuego eterno a los pecadores, a los
homosexuales, a los divorciados, a las madres solteras. Pero curiosamente para
ellos no son pecadores los que organizan las guerras, los que venden las armas,
los que tienen condenados al hambre y la miseria a los que viven en el segundo
y el tercer mundo.
Y todos, utilizando a Dios como
paraguas responsable. Deben de pensar que como lo hacen en nombre de Dios van a
gozar del Paraíso. Pobres infelices unos y otros. A Dios le da igual. Y le da
igual porque para Él tiene el mismo valor el terrorista que asesina que el
asesinado, el terrorista emocional y el condenado, todos somos iguales ante
Dios, todos somos sus hijos.
Dios es Amor y nos ha dado algunas
cosas, a todos lo mismo: Nos ha dado un alma individual que es su misma
Esencia, nos ha permitido cumplir nuestro deseo de tener una experiencia
humana, nos ha entregado un Plan de Vida consensuado con todas las partes para
caminar por la materia y nos ha dado libertad para hacer lo que consideremos
oportuno. Y es lo mismo que les ha dado a los terroristas. En ningún Plan de Vida
habla de matar ni física ni emocionalmente, en ningún Plan de Vida habla de
conversión, en ningún Plan de Vida habla de pecado, en ningún Plan de Vida
habla de religión. Los Planes de Vida hablan de Amor, hablan de caridad, hablan
de misericordia, hablan de ternura, hablan de hermandad.
Todos, el asesino y el asesinado, se
van a encontrar en el mismo lugar, sin odio, sin rencor, sin venganza, sin
fanatismo, todos iguales. No seamos diferentes aquí “abajo”.
Orad por los muertos, pero orad también por los
que lo han hecho, lo necesitan más. No condenéis a nadie porque os convertiríais
en lo mismo, en fanáticos, en terroristas emocionales. Entender a todos, solo
tienen pensamientos erróneos, y si llegáis a sentir ofensa, perdonar. Perdonar
hasta que sintáis al terrorista, del tipo que sea, como vuestro hermano, y orad
por él.
Saber cuál
es la misión de cada uno en la vida es posiblemente uno de los mayores anhelos
que pueden tener los seres humanos. Es curioso, porque incluso las personas que
viven separadas de Dios tienen ese anhelo, muchos de los que no creen en la
reencarnación también, y muchos católicos y miembros de otras religiones que
parece que su única misión sea cumplir los preceptos para no ir al infierno
también. Prácticamente todos los seres humanos quieren saber cuál es su misión
o su trabajo más importante a realizar en su vida.
La misión de
vida existe, es real, y la misión de cada uno aparece reflejada con todo lujo
de detalles en el Plan de Vida que cada ser humano confecciona antes de llagar
a la vida física.
El
conocimiento de ese Plan de Vida está en cada ser humano, no tan claro como nos
gustaría, pero está. Tiene conocimiento de él el alma, y su instrumento que es
el corazón va enviando impulsos al ego, en forma de intuiciones, necesarios
para que las partes importantes de ese Plan se vayan realizando, entre ellas la
misión a realizar.
Si “alguien”
no lo dice de manera explícita, (algún Maestro del otro lado de la vida, a
través de algún médium), es difícil saber si eso que la persona está realizando
es la misión pactada en el Plan de Vida. Pero aunque no se sepa de manera clara
hay marcadores que pueden indicar que se está en el camino correcto. El más
importante es cómo se siente la persona. Puede realizar mil actividades, como es
el caso de la persona que relataré a continuación, pero hay una en concreto que
es en la que más cómoda se encuentra la persona, a pesar de que pueda ser una
especie de actividad tangencial que realiza casi de rebote. Otro marcador puede
ser como reciben esa actividad las personas receptoras de ese trabajo:
Normalmente tiene un índice grande de aceptación.
No todas las
misiones son espirituales, las hay materiales, ya que los seres humanos no solo
tienen que saber entrar a su interior, para eso ya tendrán especialistas que
les muestren el camino, por ser esa su misión, sin embargo, también necesitan
saber cómo desenvolverse en sociedad, dentro de su cuerpo, con respeto, con
generosidad. No somos solo un espíritu, también somos un cuerpo. Recordar:
“ser” es el espíritu, “humano” es la materia. Y todo lo que el ser humano tiene
que hacer en esta vida lo ha de hacer desde su cuerpo, por lo tanto también
necesita guía.
Trabajar en
un Centro de Sanación, en el que además se hace yoga, meditación, cursos y
talleres de formación no sólo de terapeutas sino también para la vida, da la
oportunidad para conocer a muchas personas, todas especiales, pero algunas
muchísimo más especiales.
Antes de
seguir quiero decir que tengo permiso de Fran para relatar su historia en
cuanto a su misión se refiere.
Cómo él dice
acaba de estrenar el último tercio de su vida, (Acaba de cumplir sesenta años y
dice que espera vivir noventa). Es psicólogo y terapeuta Reiki, y combina ambas
especialidades en el tratamiento con sus pacientes. Además es practicante de
yoga y medita con cierta frecuencia, no cada día, pero no menos de cuatro días
a la semana.
Él dice que
desde que tiene uso de razón espiritual, más o menos sobre los treinta años,
siempre ha querido saber cuál era su misión en esta vida. “Por supuesto que me
gustaría ser un gran líder espiritual para llevar a miles o millones de personas
a la Luz”, cuenta con un tono de decepción en su voz, y sigue “Sin embargo,
parece ser que soy una especie de acomodador, como esos que te acompañan en los
cines con su linternita cuando has llegado con la película ya comenzada. Pero
aunque pueda parecer lo contrario, me siento inmensamente feliz”.
Cuando me
contaba esto le rogué que fuera un poco más explícito, que no entendía mucho.
“Desde
siempre”, siguió, “a mis pacientes les hablaba de Dios, trataba de hacerles
entender que no eran ese montón de carne y huesos, que eran mucho más. Esto se
lo decía y digo de mil maneras diferentes para que llegaran a entender que
somos un alma, que todos somos hermanos porque somos hijos de Dios y que
nuestro fin solo era la vuelta a Dios de dónde venimos”. “Pues bien, parece ser
que esta es mi misión importante en la vida, enseñar el camino de vuelta a casa
a todos”.
“Y ¿Cómo lo
sabes?”, pregunté yo.
Prosiguió: “Hice
una canalización en la que el Maestro que daba la información me dijo textualmente
que mi misión era ayudar a la gente a regresar al camino que Dios les ha
asignado. Dijo también que estaba a la mitad del camino y que aun me quedaba
mucha gente por conocer y muchas cosas pendientes. Dijo que tenía que entender
que tan solo era una herramienta de Dios, el más pequeño de sus servidores”.
“Como te
decía antes me podía el orgullo cuando pensaba en ser un gran líder al que
siguieran miles de personas. Pero ahora que sé que soy una herramienta de Dios
y uno de sus servidores, aunque sea el más pequeño, creo que me siento aun más
orgulloso. Llevo con honra el uniforme de acomodador. ¡Te imaginas ser uno de
los servidores de Dios!”.
No todos
tienen la suerte de saber cuál es su misión, pero no importa, ¡Sigue haciendo
eso que haces!, todos no pueden ser grandes maestros, pero mira cómo funciona
la vida material: Para llegar a la universidad es necesario que un maestro te
enseñara a leer y a escribir. Ese maestro no es menos importante que el que te
ayuda en la tesis o te enseña una maestría. Todos somos necesarios, todos somos
importantes, todos somos herramientas de Dios, aunque seamos los más pequeños.
Ya creceremos.
Es muy fácil decirlo, pero me ha costado bastante tiempo
llegar a mi interior, y además, cuando consigo llegar, siempre sucede algo, un
ruido, una música, un pensamiento, que me devuelve de inmediato al exterior volviendo
a la locura de la vida, y además no soy consciente de inmediato, tardo en
reaccionar. ¡Engancha tanto la mente!
Sin embargo, algo sucede cuando
entro: La locura se vuelve paz, el deseo se vuelve aceptación, el deseo de
venganza se vuelve perdón, la tristeza se transforma en alegría,el estrés se vuelve sereno, el orgullo
convive con la humildad y el desdén se vuelve compasivo. La preocupación
desaparece y el miedo se desvanece en brazos del amor. Encuentro justificación
a la sinrazón del mundo, me olvido de juzgar a mi vecino y de criticar a mi
jefe, entiendo a todo el mundo. A mí no me importa. Todo está bien.
Los deseos materiales se evaporan
como el humo, y aparecen otro tipo de deseos, los deseos espirituales, pero no
agobian, no preocupan, todo tiene su tiempo, las cosas de Dios también lo
tienen.
Dentro de mí no existe ni pasado, ni
presente ni futuro. Sólo ahora. Sé que soy un ser espiritual viviendo una
experiencia humana, sé que soy lo que quiero ser, sé que nada en la vida es
permanente, ni importante, ni imprescindible, sé que todo es pasajero, ya que también
lo es la misma vida.
Sé todo lo que necesito saber, y
tengo todo lo que necesito tener. No necesito más. Todo está en mi interior.
Todo está bien.