La
ocupación favorita de los seres humanos es vivir la infelicidad, es alimentar
el sufrimiento, es programar su enfermedad, es esforzarse para ser cada día
peor que el anterior, es criticar sin misericordia y juzgar sin compasión.
Sabemos
que nadie quiere mantenerse ocupado en estos menesteres, pero es lo que todo el
mundo hace, pensemos que de manera inconscientemente.
Y
lo hacemos muy bien. Somos auténticos profesionales. Nos han enseñado de
maravilla. Felicidades a los padres, felicidades a los maestros, felicidades a
los líderes de opinión, a los líderes políticos, a los líderes religiosos,
felicidades a todos aquellos que se esfuerzan porque el mundo sea cada vez
peor. Lo están consiguiendo.
No soy agorero, pero el mundo como
tal, no da la impresión de que mejore mucho. Si parece que hay un poco más, no
mucha, de ayuda humanitaria ante las catástrofes, ante el hambre permitido por
los gobiernos de turno en decenas de países, ante las desgracias ocasionadas
por las múltiples guerras que asolan el planeta, pero son totalmente
insuficiente para cubrir las necesidades básicas de todos los que la necesitan.
Y si somos incapaces de cubrir las
necesidades básicas físicas y materiales de todos los que pueblan el planeta,
como vamos a conseguir, ni tan siquiera a intentar paliar las necesidades
emocionales.
Posiblemente no interesa que las
personas se encuentren emocionalmente estables, porque entonces dejarían de
pensar y de hablar de sus desgracias y se correría el peligro de que pensaran
en lo que realmente están haciendo sus dirigentes políticos, sociales y
religiosos, y eso no les interesa. Tampoco interesa que la gente incremente su
nivel cultural, por eso nos dan, juegos y circo como instauraron los romanos
hace dos mil años. Nuestros juegos y nuestro circo son la basura de la tele, el
fútbol y el sexo. Todos saben quiénes son los mejores jugadores de fútbol del
mundo, o las mejores “top model” del momento, pero nadie es capaz de nombrar a
tres premios Novel.
La incultura, la falta de respeto,
la hipocresía, la ignorancia, la avaricia y el miedo, son las monedas de cambio
de un mundo, el actual, que actúan como verdadero caldo de cultivo del
sufrimiento, de la enfermedad y del dolor.
Todos los que tienen un poco de
responsabilidad con grupos, ya sean grandes o pequeños, ya sean comunidades
religiosas o municipios, ya sean medios de comunicación, escuelas o
universidades, son responsables del atontamiento general de masas que existe en
la actualidad en el planeta.
Mientras
un maestro pasa hambre, un pobre niño sin cultura, gana miles de millones solo
por darle patadas a una pelota. Y eso no es lo malo, lo peor es que el mismo
maestro se gasta su dinero para ver como ese niño patea la pelota.
Algunos
cuando llegan a la edad adulta comienzan a buscar respuestas a las preguntas
del por qué de la existencia de tanta incongruencia sobre la Tierra, de por qué
tanto despropósito, de por qué tanta ignorancia. Y pasan el resto de su vida
para tratar de vivir la vida de otra manera, para lo cual han de vencer la intolerancia y la incredulidad de los
que les rodean.
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