La vida es “Electino”, es elección y
es destino.
Hari Krishan Singh.
Si decimos
que todo en la vida es elección, estamos en lo correcto. Antes de nacer el alma
programa con total libertad lo que va a ser su vida en la materia. Por lo tanto
ha sido su elección.
Si decimos
que todo en la vida es destino, también estamos en lo correcto. Una vez en la
vida el ego no recuerda absolutamente nada, sin embargo la programación se va
cumpliendo. Es decir ese ego está marcado por la programación de su alma, que a
este lado de la vida bien se puede denominar destino.
Si decimos
que la vida está repartida entre elección y destino, también estamos en lo
correcto. Es cierto que se cumple la elección programada. Es cierto que al no
recordar para el ego es destino. Pero también es cierto que sus reacciones ante
los distintos acontecimientos de la vida son fruto de su propia libertad, de su
libre albedrío. Por lo tanto nueva elección.
Son muy
pocos, poquísimos, los afortunados que pueden vivir, más o menos parcialmente
desde el alma. Aunque realmente no es cuestión de fortuna, es cuestión de
trabajo, es cuestión de trabajar para recordar quienes somos.
La
programación del alma, las elecciones que esta hace a través de su programación
no tienen más objetivo que llevarnos a
la única, a la auténtica, a la verdadera realidad de que somos hijos de Dios,
que de Él venimos, y a Él vamos. Y vamos a ir todos, ninguno se va a quedar en
el camino. Esta es la elección del alma.
Y esta elección es a la vez nuestro
destino. El punto de partida es Dios, el destino también es Dios. Y entre la
salida y la meta podemos divagar todo lo que queramos, nadie nos lo impide,
solo estamos retrasando nuestra propia grandeza. Esta divagación es otra nueva
elección, esta divagación es nuestro propio albedrío, que nos mantiene atados
al sueño, a la ilusión, a la quimera de creer que somos un cuerpo.
Y como creemos que somos un cuerpo, nos
condenamos, con nuestra propia elección a vivir atados al cuerpo, a vivir
atados a nuestra cuenta corriente, a vivir atados a nuestras fantasías, a vivir
atados a nuestra intolerancia, a vivir atados a nuestra discriminación, a vivir
atados a nuestro miedo, a vivir atados a nuestro orgullo, a vivir atados a
nuestra imagen, a juzgar a todo lo que se mueve, a criticar a todo lo que pasa
por nuestro punto de mira. Y todo esto significa seguir separados de Dios.
Lo mejor no es preguntar si la vida
es lección o es destino, lo mejor es vivir la vida, viendo a Dios en todo,
viendo a Dios en todos. Decía Yogui Bhajan que si no puedes ver a Dios en todo,
entonces no puedes ver a Dios.
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