Continuación
de “La aventura de vivir”
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Kepha,
se está acercando el momento. Te esperan para preparar tu nueva vida en la
Tierra. Quién así hablaba era Jesús, dirigiéndose a Kepha,
que permanecía sentado en estado meditativo.
La relación entre Jesús
y Kepha era estrecha. En la última vida de Jesús en la Tierra, Kepha fue Simón,
el primero de los apóstoles. Y
fue Jesús el que mirando fijamente a Simón le dijo: «Tu nombre es Simón hijo de
Juan, pero te llamarás Cefas» (que significa «Pedro»).
El cambio de nombre por parte de
Dios a una persona significa transformación, cambio de naturaleza, conversión o
la asignación de una gran misión. En el caso de Pedro que era un individuo
voluble, se convirtió en una persona firme, con la firmeza de una piedra.
Algunos otros cambios de nombre por parte de Dios
fueron a Abram y Sarai que fueron cambiados por Abraham y Sara.
Abraham significa “padre del pueblo” o “padre de las multitudes” y Sara que
significa “princesa”. Oseas fue cambiado por Josué que significa “Yavé el
salvador”. Saulo fue cambiado por
Pablo que significa “pedido a Dios”, o “prestado a Dios”. Y a Jacob le cambió
el nombre por el de Israel que significa “el que lucha”.
No quiere decir, sin embargo, que con esa misión el ser elegido haya
culminado su tránsito en la materia. Se puede pensar, erróneamente, que los
santos reconocidos, por ejemplo, por la Iglesia Católica han alcanzado la
iluminación y, por tanto, finalizado sus reencarnaciones. No es tal. Las
iglesias les otorgan la santidad a muchas personas de manera interesada. Ciertamente
que son grandes hombres y mujeres, pero aun lejos de manifestar el Amor Divino,
cuyo aprendizaje es la auténtica y real misión. Sin embargo, hay otros, muchos
miles de millones, que sin ser reconocidos como santos, por haber llevado una
vida anónima, o por pertenecer a diferente doctrina, si que han manifestado ese
Amor, y ya se han unido a la Energía Divina, ya son parte de Dios.
Por eso Pedro tenía que volver. Ya lo había hecho otras veces desde su
vida como apóstol.
En todas las vidas posteriores de Kepha, Jesús y también Maria, fueron sus
más estrechos colaboradores, ya que siempre actuaron, como su Maestro o
Maestra, manteniéndole bajo su protección.
Kepha llevaba tiempo
en estado meditativo porque él mismo sabía de la nueva vida que le esperaba en
la materia, y para eso era necesario una ardua preparación. Él sabía, como
todos, que la vida en la Tierra podía ser un camino de rosas o un valle de
lágrimas, y rogaba a Dios para que le permitiera guardar una ínfima porción de
memoria de la Grandeza Divina para que su nueva vida no fuera como la actual de
miles de millones de almas, o como cientos de las suyas, un calvario de
sufrimiento por el olvido de lo que somos.
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Es
una lástima, pensaba Kepha, que cuando llegamos a la vida perdamos la memoria de nuestra divinidad,
de la hermandad de todos los seres, de nuestra capacidad de amar, y del único
poder real: el Amor. Entiendo que tiene que ser así, ya que sino ¿De qué
valdría la vida?, no tendría ningún valor saber que somos hijos de Dios, cuando
eso es justamente lo que hemos de descubrir, para actuar después desde ese
conocimiento.
Continuará.......