El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 31 de octubre de 2016

A Dios rogando......

       Es ante la adversidad cuando nos acordamos de Dios. Es entonces cuando recordamos que en su Magnificencia todo lo puede, y levantando los ojos al cielo le hacemos un resumen de nuestra temporal miseria, rogándole que solucione nuestros problemas, o si no tenemos suficiente confianza con Él, acudimos a algunos de los Maestros, Ángeles o Santos, según nuestra particular devoción, pidiendo que interceda por nosotros.

             Está bien. Es bueno que nos acordemos de Dios o de algunos de Sus ayudantes en algún momento, y es normal que eso sea en esos momentos de impotencia, de infortunio, de rabia o de incomprensión, en los que el sufrimiento y el dolor hacen mella en nuestros corazones.

         Pero también sería bueno recordar que no es necesario que le pongamos al día de nuestro dolor, porque Él está al corriente de ese dolor. Como tampoco es necesario que le pidamos aquello que creemos que va a solucionar nuestra desgracia, porque también es conocedor de ese punto.




         Dios sabe todo de todos en todo momento.

      Los seres humanos, sin embargo, no sabemos nada de Dios. En realidad no solo no sabemos nada de Dios, sino que tampoco sabemos nada de nosotros mismos, ni de lo que estamos haciendo en la vida, ni de lo que significan la vida y la muerte, no sabemos casi nada de nada. Lo cual es normal, de Dios solo nos han enseñado un cuento en el que destaca por encima de todo lo duro que puede ser con todos nosotros si no cumplimos los preceptos que nuestros enseñantes consideran prioritarios, abocándonos irremisiblemente a recibir los castigos más terroríficos en caso de cometer, lo que ellos consideran pecado, dependiendo de cuál sea su devota inclinación.

         Ante la presentación que nos hacen de Dios parece lógico y normal que tratemos de vivir a escondidas y a espaldas de Dios, así puede que no se entere de nuestras malas acciones y nos ahorremos algún castigo, ¡pobres infelices! Y también es lógico y normal que ante la impotencia de nuestras propias miserias tratemos de agarrarnos a un clavo ardiendo si fuera necesario, para solucionar lo que consideramos nuestros problemas. Y en este caso el clavo ardiendo puede ser Dios, porque aunque le tengamos olvidado y vivamos a espaldas Suyas casi siempre, a lo mejor, es su misericordia, alivia nuestras penas.

         Pero para desgracia nuestra parece que no escucha nuestras suplicas, ya que los problemas no se solucionan y, a veces, hasta parece que se agrandan. No somos conscientes de que Dios ya nos da, aunque desgraciadamente para nuestro pensar no lo que queremos, sino, afortunadamente para nuestra alma lo que necesitamos.

Continuará...............


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