Esta
es una continuación de la entrada: A Dios rogando……
Pobrecitos seres humanos. Que errados
estamos en todo lo que se refiere a la vida y a la relación con Dios.
En lo que se refiere a la vida, esta no
es más que la representación del papel de un personaje elegido por nosotros y
consensuado con Dios y con Sus ayudantes. Y todo lo que ocurre en esa
representación, ya sea, según nuestro particular entender, bueno, malo,
regular, bonito o feo, está total y absolutamente organizado y planificado.
Todo, absolutamente todo lo que nos ocurre en la vida está organizado de manera
magistral por el alma antes de colocarse el disfraz de humano y venir a la
vida.
Y ¿Dónde queda podréis pensar el libre
albedrío? El libre albedrío es la respuesta a todos los acontecimientos que
ocurren en nuestra vida. Somos totalmente libres para reaccionar de una u otra
manera. Es esta reacción la que nos ata a la insatisfacción, a la ansiedad, al
dolor, al sufrimiento y a la infelicidad. Somos absolutamente libres para tomar
uno u otro camino, y por lo tanto absolutamente responsables de aquello que nos
encontramos en nuestra elección y con nuestra reacción. Pero sea cual sea la
dirección elegida nos vamos a encontrar con otras situaciones que también están
contempladas en nuestro Plan de Vida. Y nueva elección, y nueva situación, y
así año tras año y vida tras vida.
¿Y si nuestro libre albedrío nos
llevara a aceptar? Aceptar es la clave. Aceptar es la llave de la felicidad, de
la satisfacción y de la paz interior. Aceptar no significa esperar la siguiente
bofetada. Queda muy bonito eso de poner la otra mejilla. No. La aceptación
sirve para mantener la estabilidad emocional, pero debe de ir seguida de la
acción. Acción para cambiar aquello cuyo resultado no ha sido el esperado, pero
también sin condicionar nuestro estado emocional a la consecución de ese nuevo
resultado.
Vivimos la vida atados a nuestro
pensamiento de “yo creo que”, y no se trata de “creer”, se trata de “saber”.
Saber que la vida es una continuidad de Dios.
Venimos de Dios. Venimos a la vida por
decisión propia a vivir una vida planificada por nosotros mismos, para aprender
a amar y volver a Dios. Solo es eso. No es complicada la vida. Solo tenemos que
dejar que la vida ocurra, aceptando aquello que no podemos cambiar y tratando
de cambiar lo que sí está a nuestro alcance. Pero todo sin perder de vista el
objetivo que es Dios, y sin dejar de lado la herramienta que es el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario