Capítulo IX. Parte 8. NOVELA "Ocurrió en Lima"
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¿Qué pasaba cuando en la carrera no
aprobabas una asignatura? –a veces las preguntas de Ángel eran de Perogrullo.
- Pues
que repites la asignatura –no era difícil la respuesta.
- La
vida, querido Antay, es una sucesión de asignaturas y aprendizajes. Cuando has
aprendido pasas al aprendizaje siguiente, mientras tanto tienes que repetirlo,
hasta que lo aprendes. Por eso hay situaciones que se repiten, las veces que
sean necesarias, o que parece que no tienen fin. Y si en esta vida no terminas
de aprender una lección, la vas a repetir en el curso siguiente, es decir, en
una próxima vida.
- ¿De qué
sirve la planificación de la vida? –estaba empezando a entender que pocas
planificaciones debían de cumplirse.
- La
planificación es una guía, es un mapa de ruta. Pero una vez en la vida física,
como el ser humano no es consciente de que es lo que ha venido a hacer,
comienza a seguir los designios de su mente y, se vuelca por completo en la
vida de la materia. Para él no existe otra cosa que la mente.
- ¿Cómo
seguir algo, como la planificación de la vida, si no se conoce? –me parecía tan
obvio- en realidad, no es que no conozcamos nuestra planificación, es que ni
tan siquiera sabemos que existe un Plan de Vida.
- Si,
tienes razón. Pero en lugar de escuchar la voz de la mente solo tienes que escuchar
la voz de la conciencia, que es la voz de Dios. Supongo que alguna vez has
hecho algo, en tu vida, que te ha hecho sentir remordimiento y que has estado
dando vueltas buscando en tu interior una especie de arrepentimiento.
- Sí, más
de una vez.
- Cada vez
que te ocurre eso, no estas siguiendo tu planificación de vida. Actúas en
contra de la vida, en contra de tu programación, en contra de tu alma y en
contra de Dios.
- Y ¿qué
se tiene que hacer?
- Todas
las programaciones tienen una base: el amor. Por lo tanto, solo tienes que
respetar al otro. Amarle. Imaginar que estás tratando contigo mismo y que
tienes delante a Dios.
- ¿Por
qué imaginar que es Dios?, ¿por qué me va a castigar por mi mala acción?
- No hay
malas acciones. Solo hay pensamientos erróneos que te llevan a realizar
acciones equivocadas. Por eso hay que salir de la mente y enfocarse en
Dios.
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Y cuando pienses en Dios, no creas que es ese Ser que está vigilándote, desde
arriba, para premiarte con el cielo, cuando haces bien, o para enviarte al
infierno, cuando haces mal.
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Dios ni premia, ni castiga, ni vigila. Lo único que hace Dios es amarte por
encima de cualquier cosa.
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El ser humano viene a la vida, por propia decisión, para encontrarse con Dios.
Pero una vez en la vida eso lo olvida y, en lugar de encontrarse con Dios,
trata de esconderse de Él.
- Ángel,
es normal que eso ocurra. Las religiones nos presentan a Dios como un Ser que
nos ama, sí, pero nos ama para perdonarnos los pecados, cuando nos
arrepentimos, porque si no lo hacemos nos envía al infierno –al menos, esa es
la enseñanza que yo he recibido.
- No
existe el pecado, ni el cielo ni el infierno y Dios ya te he dicho que “Es”.
Eso quiere decir que todo Es Dios.
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El pecado no existe, existen pensamientos erróneos. El pecado solo es el
instrumento que utilizan algunas religiones para manipular a sus seguidores y
conseguir que sus adeptos sigan fieles a sus enseñanzas atenazados por el miedo
que les provoca el castigo eterno. El cielo tampoco existe, tal como hacen
creer las religiones. Cuando se deja el cuerpo se está en otro estado
vibracional, pero no se está en un lugar concreto, que se denomine cielo. Y el
infierno tampoco es ese lugar de fuego donde se queman las almas sin llegar a
consumirse. Ya te dije el día que nos conocimos que el infierno, el auténtico y
verdadero infierno, no está después de la muerte, está ahora, en la vida, es la
mente de la persona la única que le hace sufrir sin necesidad de fuego.
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Sal de la mente para alejarte de tu infierno particular y escucha el silencio.
Ahí está Dios.