Sábado 24 de septiembre 2022
Otra vez en La
Baguette. Otro sábado haciendo tiempo hasta la hora de ir a buscar a mi hijo
que asiste un sábado al mes a un taller de legos.
Hoy tenía necesidad de algo dulce y he pedido una porción de torta de chocolate y un chocolate caliente. Me voy a poner hasta las cejas de chocolate.
Somos menos
personas en la terraza que el sábado anterior. Y eso que hace menos frío. Es el
segundo día de primavera. Pero en esta Lima tan gris, el sol se hace el
remolón.
El espacio debe de
tener capacidad para unas 30 personas y, ahora, 10:30 de la mañana, somos 9. Y
parece que no le prestan mucha atención a su celular, como el otro sábado que
estuve aquí, excepto una de las personas que, como yo, está sola en su mesa.
Todos los demás están con su consumición y hablando con las personas que los
acompañan.
Yo estoy tomando
notas, aprovechando el tiempo, para hacer un esquema de lo que será mi nuevo
libro o una novela corta.
Tratará sobre la
pareja, porque de las 1.100 entradas que tiene mi blog, (el inca vuelve a casa),
las que tratan sobre la pareja son las más leídas y comentadas.
El blog tiene 12
años de vida. La idea de iniciarlo surgió cuando me vine a vivir al Perú.
Y surgió porque en
España, en Tikum, que era el Centro de yoga y salud que regentaba junto a
Denisa, mi socia, mi amiga, mi hermana del alma, cada viernes hacíamos una meditación
gratuita en la que antes de la meditación hablábamos sobre algún tema “espiritual”
de interés. Pues para seguir hablando de esos temas inicié el blog. Era una
manera de no perder el contacto.
Por cierto, a
Tikum se lo llevó por delante la pandemia. Las personas que lo regentaban no
pudieron aguantar la presión de un alquiler sin ingresar nada.
“Los seres de la
oscuridad” están haciendo un buen trabajo sembrando el miedo en cada una de las
personas que habitan el planeta. Su objetivo es impedir que ayudemos a la
Tierra a conseguir alcanzar la quinta dimensión. La ayudaríamos con el amor,
por eso inoculan el miedo, que es lo contrario al amor. Pero no lo van a
conseguir, a pesar de que aun les quedan desgracias, por sacar a la luz, dentro
de su chistera.
Me está viniendo
bien tanto chocolate, porque así se endulza la nostalgia que está generando en
mí pensar en Tikum. Me he transportado a las siete de la noche de algún viernes.
Sentado en la tarima, meditando con un grupo de personas que, con el tiempo, se
convirtieron en amigos. Recordando como fue creciendo el número de asistentes,
de 2, en las primeras meditaciones, a 70 algunos años después.
Ya es la hora de
ir a buscar a mi hijo. ¡Hasta la próxima!
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