En todas las relaciones, relaciones de cualquier tipo y, por lo tanto, en las relaciones de pareja, se establecen unas reglas de juego surgidas de una lucha sorda, incruenta y silenciosa. Es la lucha por el poder. Pasa siempre, y los componentes de la pareja aceptan de manera tácita las reglas surgidas de esa lucha.
Cada
uno de los miembros de la pareja antes de unificar su mundo, vivían en mundos
diferentes, aportando a ese nuevo mundo de la pareja sus experiencias
personales, sus creencias, sus vivencias, su manera de enfrentarse al mundo,
sus gustos y sus pasiones. Y claro, todo eso hay que unirlo, hay que mezclar
esos mundos diferentes, y es aquí donde cada miembro de la pareja trata de
imponer sus ideas, sus experiencias y sus creencias al otro. Y lo que tendría
que ser mayor riqueza por la unión de dos experiencias, se convierte en choques
y conflictos más o menos graves.
Lo
que podría ser la riqueza de los dos mundos en uno, se convierte en pobreza por
el predominio de un mundo sobre otro, ya que se ha anulado y menospreciado la
experiencia de uno de los mundos.
Y
ante tanta pobreza surgen las preguntas, tontas en la pareja: ¿Me quieres?,
¿por qué siempre tengo que ser yo quien dé mi brazo a torcer?, ¿por qué ya no
me besas?, etc., etc.
En
las relaciones es las que el poder no es compartido totalmente por ambas
partes, se corrosiona la base que debe sustentar la relación: el amor. Y cuando
se olvida el amor, se olvida decir a la pareja cuán importante es en su vida, se
olvida decir a la pareja que la ama, se olvida de dar para exigir, se olvida de
dar para solo recibir. Seguro que un miembro de esa pareja todo lo que tiene
que atender es una lista infinita de obligaciones. Eso no es una relación, es
el dominio de una parte sobre la otra.
En
esa relación no se expresa el cariño, la ternura, las caricias, los besos, los
silencios, las miradas, los abrazos, el “te amo” de buenos días, el beso de
buenas noches, en esa relación no se expresa el amor, no hay comunicación. En
esa relación sólo hay descalificaciones, agresividad, ira, ironía, maltrato
emocional.
Pero
¿por qué se corrosiona el amor, que es la base que sustenta la relación? En
realidad, no se corrosiona el amor, lo que sucede es que no existe. Se ha
basado la relación en algo que surge en la mente que llamamos amor, pero eso no
es amor, porque el amor por definición es dar, dar sin medida, buscar la
satisfacción del otro. Si no se da permanentemente para buscar que la otra
persona sea feliz, no existe amor. Y La pareja pasa de ser una pareja para
convertirse, en muchos casos, en una pantomima de soportarse en público y
aborrecerse en privado.
La
pareja, que es el mejor campo de aprendizaje y de crecimiento para el alma, se
ha convertido, desgraciadamente, en un campo de batalla, en un campo de deudas
kármicas, que ata a sus integrantes al ciclo de reencarnaciones para tratar de
liberar en vidas posteriores los efectos nocivos de esas relaciones dañinas.
La
pareja es el espacio ideal para empezar a desarrollar el Amor, con mayúscula,
el Amor incondicional, el Amor Divino. Nada es dado porque sí, todo se ha de
trabajar, ese Amor también, y la mejor
universidad del Amor incondicional es la pareja.
Mantener el amor “humano” del
enamoramiento más allá del inicio de la relación, más allá del nacimiento de
los niños, más allá de la jubilación, es desarrollar el Amor Divino.
Sentir como se abre tu pecho cuando
miras a tu pareja, en cualquier situación, es desarrollar el Amor Divino.
Decir de manera permanente a tu pareja
cuanto la amas y cuanto te importa, es desarrollar el Amor Divino.
Escuchar a tu pareja, apoyarla,
reconocer sus éxitos, es desarrollar el Amor Divino.
Mantener y reforzar la confianza entre
los dos, es desarrollar el Amor Divino.
Nadie es servidor de nadie, repartirse
el trabajo del hogar y la educación de los niños, es desarrollar el Amor
Divino.
Respetar la libertad de la otra parte
de la pareja y sus diferencias, es desarrollar el Amor Divino.
Comunicarse, no olvidarse de contar
nada, no dejar que se enquisten las dudas y los problemas, es desarrollar el
Amor Divino.
Si
creen que el proyecto común ha concluido, hacer lo que corresponda con amor, con generosidad y con respeto, (como
podría ser separarse), es desarrollar el Amor Divino.
Esto
no es imposible. Reflexiona como es tu relación. Si dominas o eres dominado
empieza a poner todos los medios a tu alcance para cambiar la situación.
Decir
que la pareja es la universidad del Amor Divino, es decir que el espacio de la
pareja es un espacio de felicidad. Si crees que no has conseguido ese espacio
de felicidad todavía estás a tiempo, siéntate con tu pareja y reflexionar en
voz alta sobre vuestra relación. SIN UN SOLO REPROCHE, SIN UN SOLO JUICIO, SIN
UNA SOLA CRITICA.
Super d'acord. Molt bonica l'exposició.
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