Capítulo IX. Parte 6. NOVELA "Ocurrió en Lima"
- Aparte de todo lo que me has enseñado y que creo está cambiando mi concepción de la vida, lo ocurrido esta tarde con la progresión y la regresión me hace preguntarme a mí y preguntarte a ti, ya que estás aquí, ¿mi felicidad depende de Indhira?, ¿solo podré formar una familia si estoy con ella? –pensaba que algo tendría que ver ella en todo esto, teniendo en cuenta que apareció en las tres regresiones y que la conocí a la semana de haber encontrado a Ángel.
-
Yo no te he enseñado nada. Solo te he
recordado algo que conoces desde siempre y que, incluso, has practicado en la
materia en más de una vida.
>> La felicidad es un estado de
paz interior y de serenidad. Es el estado que se consigue cuando se sabe que
“todo está bien”. Te diré más, si trabajas por tu felicidad, aunque sigas toda
la vida solo, la recreación de la progresión que has visualizado sería muy
diferente. Estarías en la residencia, también, solo, pero estarías feliz.
Porque no es necesario tener una familia para ser feliz.
>> Nada ni nadie fuera de ti,
incluso una familia, te va a dar la felicidad, porque todo lo que encuentras
fuera de ti te puede dar momentos agradables, alegres, incluso, momentos de
serenidad, pero nada permanente, porque todo lo que encuentres fuera de ti es
caduco, como la misma vida. Esos momentos pueden durar un día, un mes, un año,
o varios, pero se acabará en algún momento. Y cuando esas sensaciones terminen
aún podrás sentirte peor por la ausencia de algo o de alguien con lo que te
sentías bien. De la misma manera que te ha pasado con tus padres o con la que
fue tu pareja.
>> Lo que tú denominas felicidad
son estados de alegría o de euforia. La felicidad es inherente a la esencia de
la persona. Tienes que dejar de vivir el mundo exterior, que es al que te lleva
la mente, y dejar de identificarte con los momentos agradables o desagradables
que se van presentando. Tienes que encontrar el punto medio, ese punto de
equilibrio, donde no hay euforia, donde no hay tristeza, solo serenidad y paz
interior, sin apegos ni deseos.
>> No puedes buscar la felicidad
utilizando la mente, porque lo primero que hace la mente es juzgar y buscar un
calificativo. Poner un calificativo es comparar con algo conocido. Algo que
permanece en la memoria como bueno o como malo, y la felicidad es un estado
neutro, donde solo existe el instante presente, porque pasado y futuro son
apreciaciones mentales. Cuando se vive con atención el presente no hay
sufrimiento por algo pasado y no existen ficticias esperanzas de que se cumplan
los deseos de mañana, porque vas a vivir el momento.
>> Por lo tanto, la segunda
pregunta de si solo podrás formar una familia con Indhira se contesta por si
sola. No. Podrás formarla con quien quieras.
>> Indhira y tú habéis estado
juntos, en múltiples papeles, en muchas vidas. Por eso, en las regresiones,
para ver la diferencia entre vivir con miedo y vivir con amor es normal que
haya aparecido Indhira. Pero ya te aseguro que has vivido otras muchas vidas
felices con otras almas. En la regresión en la que eras un pescador, sin ir más
lejos, tu mamá era Indhira, pero estabas, felizmente, casado con otra persona.
Y en la vida de monja, Indhira estaba ahí, era la madre superiora, pero nada
que ver con la pareja o la familia.
>> Tú eres el único responsable
de tu vida. Dios, en su infinito amor, te ha dado un don maravilloso que se
llama libre albedrio. Gracias a eso eres el único responsable de tu vida. Serás
feliz o infeliz, por tu propia decisión, porque solo tú eres el artífice de tu
vida.
-
Discúlpame Ángel, las palabras suenan
muy bien, pero de que le vale el libre albedrio a un hombre que tiene siete
hijos, que está sin trabajo y sin dinero para alimentar a su familia. ¿Cómo va
a ser feliz? –Es tan elemental que toda la palabrería sobre Dios, la felicidad
y el libre albedrío se cae por si sola.
-
Es seguro que ese hombre ya está
haciendo lo posible y lo imposible para que puedan comer sus hijos. Y seguro
que vive con un dolor en su corazón como si llevara clavados siete puñales en
él, uno por cada hijo. Y, también, es seguro, que ese dolor le impide dar amor
a su familia y que, incluso, se encuentre siempre de mal humor, vociferando a
todos. ¿Qué pasaría si siguiera haciendo
lo posible y lo imposible para que coman sus hijos, pero desde una perspectiva
diferente?
-
¿Qué perspectiva? –veremos por donde
sale Ángel ahora.
-
Desde el amor. Porque cuando lo hace
desde el mal humor, desde los gritos y desde el sufrimiento no consigue ni un
pan más, ¿para qué le sirve el sufrimiento? Sin embargo, si lo hiciera desde el
amor tampoco conseguiría un pan de más, pero los que pusiera en la mesa
estarían envueltos de amor y no de ira, estarían envueltos de alegría y no de
sufrimiento, estarían envueltos de esperanza y no de miedo. No gritaría a sus
hijos y el amor, con el que les envolvería a todos, les haría mucho más
llevadera la penosa situación por la que atraviesan.
>>
Y ya no quiero hablarte de que está viviendo esa situación por su propia
decisión, por su planificación de vida. Ha sido organizada por él mismo. ¿Con
que objetivo?, con el mismo objetivo por el que se planifican todas las vidas,
para crecer, para acercarse a Dios, para aprender a amar, para dejar de ser un
inmaduro espiritual o un bebé emocional.
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