El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 15 de agosto de 2013

Las causas de la enfermedad


                Se denomina enfermedad al proceso que atraviesan los seres vivos cuando padecen una afección que atenta contra su bienestar al modificar su condición de salud.
            Enfermedad proviene del término latino “infirmitas”, que significa “falto de firmeza y consiste en un proceso que acaece a un ser vivo y altera su estado normal de salud.
            La persona enferma, la ciencia médica y muchos curadores, se centran, casi siempre, en la manifestación de la enfermedad, en el efecto, ignorando que todo efecto es producto de una causa, de un “algo” inicial que ha hecho que se produzca ese  efecto, que al ser lo que se manifiesta a los sentidos, es en lo que se centra la atención del enfermo y de sus curadores. Es mucho más eficaz buscar la causa y trabajar en ella, que eliminar el efecto, ya que si persiste la causa inicial, antes o después volverá a manifestarse.
            Las causas de la enfermedad pueden ser: Externas, internas y kármicas.
Podríamos enumerar como causas externas: Accidentes, Infecciones, cuestiones hereditarias, y condiciones de vida, como puede ser, por ejemplo, una mala alimentación o la ingesta de sustancias tóxicas. Estas causas, son claras, y en ellas sí que actúan todos los curadores, sean tradicionales o no.
En cuanto a las causas internas, hemos de tener en cuenta que el ser humano es la suma de sus emociones, de sus sentimientos, de sus deseos y de sus procesos mentales. Cada una de estas fuerzas caracteriza a los distintos cuerpos sutiles del ser humano, y determinan cual es la vida y la experiencia del cuerpo físico. Por lo tanto cualquier cuestión psicológica puede ser una causa interna de enfermedad, causa no conocida por la persona, ni por la ciencia médica y en muy pocas ocasiones por los sanadores.
Y por último las causas kármicas, totalmente desconocidas por todos. La ceguera y la falta de instrucción, hace creer a “casi todos” los seres humanos que todo comienza con su nacimiento y finaliza con su muerte. Nada más lejos de la realidad. La vida de cada ser humano es una continuación de las vidas anteriores en las que el alma se ha recubierto de materia. Producto de esas vidas, faltas cometidas en ellas, cumplimiento de promesas, liberación del Karma a través del sufrimiento, son algunas de las razones por la que el cuerpo enferma.
A la vista de todo esto, y exceptuando algunas de las enfermedades provocadas por causas externas, podemos decir que toda enfermedad es una falta de armonía entre la materia y el espíritu, entre el cuerpo y el alma. Por lo que el arte del sanador consistiría en liberar al alma, en enseñar al enfermo a vivir desde y para el alma.   
En la actualidad, la enfermedad es algo que no se acepta, ni se acepta que las condiciones que rodean la enfermedad, (dolor, desarmonía, congestión, e incluso muerte), son purificadoras en sus efectos. Esta sería una  manera correcta de asumir la enfermedad.
Sin embargo, el ser humano, con su pensamiento creador, se centra en la resistencia a la enfermedad, en no apreciar el verdadero valor del dolor, en centrarse en la materia, y en la creencia de que la muerte es la finalización de la vida. Cuando el ser humano cambie sus ideas sobre la enfermedad, y las acepte como un hecho natural, y comience a reorientar su pensamiento hacia el alma, las enfermedades en el plano físico comenzarán a desaparecer. Si, ya lo sé, aun faltan muchísimas generaciones para conseguirlo, pero alguien tiene que empezar.
 La verdadera y futura curación se efectuará cuando la vida del alma pueda fluir sin impedimento ni obstáculo a través de cada aspecto de la materia, pudiendo entonces vitalizarla con su potencia y eliminar los bloqueos que son la fuente de las enfermedades. 

miércoles, 17 de julio de 2013

¡Qué dirán!


            ¡Cuántos abrazos perdidos por “el qué dirán”!, ¡Cuántas caricias reprimidas!, ¡Cuánta incomprensión!, ¡Cuánto sufrimiento inútil!
            La sociedad es tan ignorante, que prefiere reprimir sus impulsos, antes de que sus conciudadanos “digan”.
            ¡Qué dañina es la sociedad!, ¡Qué dañina la conciencia social! Su afición favorita es juzgar y criticar al prójimo, es buscar lo que la sociedad considera un fallo, y que no es nada más que algo no coincidente con sus propias creencias.
            Creo que alguna vez hemos comentado que una persona puede tener mil virtudes y un “algo” que la sociedad considera defecto. Y que en vez de alabar alguna de esas mil virtudes, se centra, con saña, en ese “algo”. ¿Por qué?, ¿Por qué no se fijará la sociedad en las virtudes de la persona, en vez de recalcar lo que podrían ser sus defectos? Es muy posible que sea por envidia, o por orgullo, o por ignorancia, o por vivir desconectada del alma, o por pobreza espiritual, o por inmadurez de carácter.
            En el “qué dirán” hay dos partes: Una el crítico, otra el criticado.
            Por lo que respecta al criticado que hace caso de las críticas, ha de valorar en cuanto está su autoestima, en cuanto se valora. Aquel que hace caso de la crítica es alguien que se tiene en muy poca estima y que entrega su poder a los demás, para que hagan y deshagan a su antojo. Quien entrega su propio poder a la sociedad, ya puede tener claro que va a ser destrozado y vilipendiado con saña. Y además, parece que por pura afición, por el mero hecho de ¿hacer mal?, ya que el “crítico”, no gana absolutamente nada. Destroza a la persona y se queda tan feliz, sin tener en cuenta el daño que está causando.
            No se debe entregar el propio poder a nadie. Cada persona tiene que actuar según sus propias convicciones, sin tener en cuenta la opinión de los demás.
            En cuanto al “crítico”, cada crítica que se forma en su mente o sale de su boca, sólo es una prueba de que algo está fallando en él y de que está juzgando algo que se encuentra en sí mismo y no le gusta. Si alguna vez es consciente del daño que hace, lo mejor que puede hacer para evitar engrosar su bolsa kármica, es pedir perdón de inmediato, mental, si así fue la crítica, o de palabra si el daño fue causado por la boca.
            Y después aprovechar las lecciones, buscando en sí mismo la causa de la crítica, y una vez encontrada, comenzar a actuar para eliminarla, trabajando de manera consciente la virtud contraria.
            Digan lo que digan, vive tu vida. Nadie va a vivirla por ti.

martes, 9 de julio de 2013

Karma, pensamiento y perdón


            Si nos detenemos durante un momento para pensar cuales han sido nuestras acciones, nuestras palabras o nuestros pensamientos que han generado Karma, en el día, o durante la última hora, (un día parece mucho para recordar), es posible que nos abrumemos, y a partir de ese momento seamos un poco más cuidadosos con el uso que le damos a la vida para conseguir, no ya reducir el Karma, sino no llegar a generarlo.
            Es bueno recordar que no sólo genera Karma cualquier pensamiento, cualquier palabra o cualquier acción negativa, y sino también cualquier pensamiento, palabra o acción positiva que sea realizado con el fin de conseguir algo, ya sea consciente o inconscientemente. Me atrevería a decir que genera Karma todo aquello que no sea realizado con amor, con autentico y verdadero amor, ese amor que se da a cambio de nada.
            Como ejemplo nos vale esa acción que parece que se hace desinteresadamente, pero que sin embargo, con el paso del tiempo y ante cualquier situación más o menos conflictiva con la persona receptora de la acción, el emisor dice: “Pero como puede hacerme eso, con lo que yo he hecho por esa persona”. Esa acción no tiene ninguna validez, ha generado Karma.
            Como ya sabemos, es el Karma el que nos mantiene atados a la rueda de la vida, a esta rueda tan pesada de encarnaciones y muertes.
            Las acciones y las palabras son producto de nuestro pensamiento, por lo que si conseguimos controlar el pensamiento, es muy posible, que las palabras sean más mesuradas y las acciones menos abundantes, con un resultado claro: Menos Karma generado, menos acumulado y menos pendiente; con lo que, posiblemente, nos ahorremos alguna vida.
            Esto que se escribe en cuatro líneas y que casi parece una tontería es la clave de la vida. La meta final de nuestra estada en la materia es aprender a amar, por lo tanto, ¿Qué pasaría si todas nuestras acciones fueran realizadas sin ningún tipo de apego?, ¿Qué pasaría si todas nuestras acciones fueran realizadas con amor? Pues fácil, habríamos concluido nuestro aprendizaje porque habríamos aprendido realmente a amar.
            Como es muy posible que nos cueste cierto trabajo controlar el pensamiento, porque hace falta mucho entrenamiento y un cierto nivel de crecimiento, lo que si podemos es intentar ser medianamente conscientes de nuestros pensamientos. Y antes de hablar o realizar acción alguna, si los pensamientos han sido negativos, podemos ahorrarnos el karma con una acción personal de desagravio, sencillamente pidiendo perdón, en el mismo marco en que se ha desarrollado el pensamiento negativo, en la mente. Así la energía del pensamiento negativo, generadora de Karma, se transmuta con el perdón en una energía poderosa liberándonos de cualquier deuda kármica.

domingo, 3 de febrero de 2013

La nueva religión IV


(Continuación de la Nueva Religión III)
La prueba de fuego total es vivir el Amor Divino en pareja: sin reproches, sin el domino del uno sobre el otro.
Me encanta la frase de Virginia Satir, escritora norteamericana, que escribe del Amor Incondicional: "Te quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y enriquecernos de verdad".
Una relación basada en el Amor Divino, es la unión de dos almas, de dos almas que saben que con su unión sólo están cumpliendo el Plan Divino; y saben también, porque el alma lo sabe todo, que esa relación es finita, que puede durar un día, un mes, un año, un lustro, o una vida física, porque el objetivo de esa relación es, como todas, acumular experiencias para el alma, aprender, enseñar, y liberarnos de karma.
No conozco muchas relaciones basadas en el Amor Divino, y las relaciones que no tienen como bandera ese Amor, tienen muchas posibilidades de…………….. de todo lo que conocemos……..: Engaños, frustración, maltratos físico o emocional, etc.
Si existiera Amor Divino, no existiría el planteamiento de sentirse mal porque la relación se haya desgastado. La felicidad es consustancial con el Amor Divino: Si se siente Amor Divino, se es feliz, con independencia de la pareja, de la relación, de la vida. Y como la relación, ya sabemos que es finita, cuando el trabajo por el que se estableció la relación, (por supuesto que de manera inconsciente), concluye, cada miembro de la pareja puede seguir su camino de crecimiento sin odio, sin culpa, ayudando al otro desde el Amor que se siguen manifestando.
Para sentir el Amor Divino se ha de vivir desde el corazón, y no desde la mente, un segundo tras otro, un minuto tras otro, un día tras otro. No es suficiente sentirlo durante una meditación, y ya está, no, ha de ser permanente, porque además una relación desgastada, es ideal para perder la conexión con el corazón e instalar a la persona en la mente a una velocidad increíble.
Si existe una relación desgastada, hay que enfrentar la situación, con amor, e imaginar que se habla con uno mismo, diciendo lo que a la persona la gustaría que la dijeran a ella, y diciéndolo de la forma como la gustaría que se lo dijeran a ella. Si alguien se encuentra en ese punto es seguro que ninguno de los miembros de la pareja sabe lo que es el Amor Divino. En ese caso se ha de actuar, conscientemente, con ternura, sin crear falsas expectativas; para que al menos, no acabe también el cariño existente.
 El Amor no sólo es la respuesta, el Amor también es el camino. Más amor significa más conciencia, y más conciencia más conocimiento de quien eres, y el descubrimiento de quien eres es una explosión de júbilo, porque ese descubrimiento te pone en contacto con tu naturaleza esencial, el Amor, con todos sus atributos,  paz, alegría, sabiduría, fortaleza, etc., etc. Y en ese momento se termina el dolor, se termina la enfermedad, las preguntas tienen respuestas, los problemas se difuminan como el humo, y el miedo desaparece sin más, porque se ha encontrado el Amor, que es lo único que existe, lo demás sólo está en la mente.
El amor que puede morir no es amor, el amor verdadero dura toda la vida física y no física, y si la formalización de una pareja se basa según la sociedad y la religión en el amor, ¿Qué tipo de parejas estamos formando entre personas que no se aman?, ¿No estaremos fomentando la creación de núcleos en los que existe la indiferencia, la tristeza, a veces el odio, la incomprensión, el dominio sobre el otro, el maltrato físico y emocional, a veces la muerte. Y es en ese núcleo donde vienen al mundo los hijos de esas parejas que no se aman. ¿Qué pueden enseñar esos padres?, ¿Cómo van a enseñar la felicidad quien no sabe de que le están hablando?, ¿Cómo van a enseñar la felicidad personas que dicen que…. bueno…… la felicidad es algo que se puede conseguir algunos ratos, ¿Algunos ratos?, ¿Cuándo?, ¿Cuándo gana tu equipo?, ¿Cuándo engañas a tu pareja?,  ¿Cuándo?
Casi todas las personas consideran felicidad la consecución de un deseo. Deja de leer por un momento, y reflexiona sobre tus momentos de felicidad, ¿Cuántos de esos momentos no están unidos a un deseo conseguido? Reflexiona.
La felicidad, amigos míos, no tiene nada que ver con ningún deseo cumplido, la felicidad es un estado interior, y ese estado, no aparece a ratos, cuando se consigue es permanente, en mayor o menor medida, pero estable. La felicidad va unida a este Amor que no muere. Si eres feliz a ratos, es que no sabes lo que es el Amor, ni por supuesto la felicidad. Si te enfadas, si criticas, si no respetas a todos los demás, si no colaboras, tampoco sabes lo que es el Amor ni la felicidad. Debes de ser de una de las miles de religiones que pululan por el planeta, no eres de la nueva religión. 
            El amor que no muere es el que vive en el corazón. Y el amor que vive en el corazón consigue para ti la felicidad SIEMPRE, por nada, porque si, sólo porque amas. El proceso que has de seguir es el siguiente: Primero has de aprender a amar, y es después, cuando ya sabes amar cuando podrás amar a alguien, incluido en ese alguien a los que serán tus propios hijos. Mientras no sepas amar, ¿Cómo vas a amar?
Y ¿Cómo se aprende a amar?, ¿Cómo se aprende a conducir?, pues conduciendo, ¿Cómo se aprende a cocinar?, pues cocinando. ¿Ya sabes cómo se aprende a amar?, claro, amando. Lo mejor es la práctica, y la mejor práctica, es la Regla de Oro: “Trata a los demás como tu mismo quieres ser tratado”. Como se supone que lo que quieres es que te amen, te valoren, te respeten, que no te juzguen ni te critiquen, esa va a ser la forma en la que vas a tratar a todas las personas, “como si fueras tu mismo”; al principio, lo has de hacer conscientemente, ya que no es ese el tratamiento que normalmente surge de tu inconsciente. Cuando vemos a alguien que tiene un defecto y mil virtudes, rápidamente nos centramos en criticar el defecto, cuando teníamos mil virtudes para alabar. Eso es lo que hemos aprendido, a buscar el fallo y a criticar lo diferente. Tenemos que desaprender lo aprendido. Tenemos que aprender a amar en lugar de criticar.
Hay una cita preciosa de San Agustín que dice: Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.
Existen medicamentos de todo tipo para combatir cualquier clase de enfermedad, existen drogas para conseguir que la persona viva estados de euforia o se inhiba de la realidad, existen rituales que transportan a la persona, como si de un viaje se tratara, a vivir estados alterados de conciencia; pero todavía no se ha inventado la píldora del Amor Incondicional permanente.
Pero el problema no es la falta de la píldora para conseguir el Amor, el problema es que las personas no saben lo que es el Amor, porque si lo supieran, la cola del lugar donde se consiguiera daría la vuelta al mundo.
¿Dónde están las colas hoy día?, en las paradas de los mercados, en las grandes superficies, en los cines; y ¿Porqué ahí? La explicación es sencilla, porque es ahí donde se espera encontrar la felicidad y el Amor, en nuestro exterior, en lo que nos pueden dar los demás. Nuestros educadores, padres y maestros, nos han enseñado eso, porque eso es lo que ellos creen, y eso es lo que a ellos les han enseñado.
Pero no es así, no es en esos lugares donde vamos a encontrar la felicidad y el Amor, porque si se encontrara en esos lugares, alguien la habría encontrado, y nos habríamos enterado, porque seguro que habría salido en la tele, pero no parece que eso haya ocurrido. Parece claro entonces que el Amor Incondicional no se consigue con que te toque la lotería, parece claro que no se consigue con una opípara cena, ni estando en posesión del último invento electrónico o viendo una película ganadora de diez premios.  
No es fácil explicar lo que es el Amor Incondicional, creo que es más difícil que explicar a un invidente como es el color rojo. El color rojo hay que verlo, el Amor hay que sentirlo.
Quien ha conseguido sentirlo aunque haya sido por una sola vez y haya durado un solo instante, sabe de sobra lo que es, como es, y la manera de conseguirlo; y seguro que ya está trabajando para volver a sentirlo. Cuando se ha sentido, ya no se tienen dudas de lo que es, pero por si te queda alguna duda, tienes que saber que quien siente Amor Incondicional, ni critica, ni juzga, ni controla, ni maltrata, no se siente víctima ni superior a nadie, no se siente dueño ni sirviente de nadie, por lo que no sabe lo que son los celos, no siente tristeza, ni orgullo, ni ira, no tiene dudas, no tiene miedo, sólo siente compasión, sólo acepta, sólo respeta, solo siente paz y alegría, siente seguridad; porque se sabe unido con todo lo creado, porque se sabe parte de Dios.
Sabiendo a ciencia cierta que esos son los efectos del Amor Incondicional, ¿No harías cola donde vendieran la píldora del Amor? Pues no la hagas, yo te doy la píldora del Amor, de manera gratuita, es una meditación, la meditación Metta. Seguro que has realizado alguna vez esta meditación, te recuerdo como hacerla:
Metta significa Amor Universal.
La meditación consta de cinco partes. El tiempo de duración de cada parte podría ser de cinco o diez minutos.
Las cinco partes son:

Enviar amor hacia nosotros mismos.
Enviar amor hacia un buen amigo o familiar.
Enviar amor a alguien con quien no se tiene trato.
Enviar amor a una persona difícil o un enemigo.
Enviar amor a todos los seres.
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Coloca las manos apoyadas en las piernas con las palmas hacia arriba. Los dedos en Gyan Mudra, (junta las yemas del pulgar y del índice en ambas manos, dejando los otros tres dedos juntos y estirados).
-          Coloca la punta de la lengua en el paladar.
-          Cierra los ojos o déjalos una decima parte abiertos.
-          Lleva la atención al corazón.
-          Empieza respirando lenta y suavemente por la nariz, con una respiración abdominal, alargando la exhalación en las primeras respiraciones.
-          Permite que con cada exhalación salga toda la tensión de tu cuerpo.
Primera parte:
-          Visualízate a ti mismo delante de ti.
-          Siente como sale una luz dorada desde el centro de tu corazón, y te envuelve completamente.
-          Siente que desde tu corazón te estás llenando de amor a ti mismo.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo Soy ese Yo Soy, Yo Soy Amor, Yo Soy Paz, Yo Soy Alegría.
-          Siente que te amas, que te valoras, que te toleras, que te sientes feliz contigo, siente que te respetas.
Segunda parte:
-          Visualiza a tus amigos y a tu familia delante de ti.
-          Siente como sale la luz dorada desde el centro de tu corazón, y la envuelve completamente. Es fácil, es una persona a la que quieres.
-          Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te bendigo con Amor.
-          Siente que amas, que valoras, que reconoces las cualidades de esa persona.
Tercera parte:
-          Visualiza a una persona que te sea indiferente delante de ti.
-          Siente como sale esa luz dorada desde el centro de tu corazón, y la envuelve completamente.
-          Queremos reconocer en esta parte a ese ser humano como un igual a nosotros.
-          Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te bendigo con Amor.
-          Siente que reconoces la conexión entre todas las cosas, y por supuesto con esa persona.
Cuarta parte:
-          Visualiza a tu enemigo.
-          Siente como sale la luz dorada desde el centro de tu corazón, y le envuelve completamente.
-          Es posible que te surjan preguntas del tipo: ¿quién puede sentir amor hacia un canalla? ¿hacia aquel que tan mala jugada me ha gastado?
-          El que esa persona sea “mala”, no justifica que tú también lo seas Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te perdono, yo te bendigo con Amor.
-          Siente que perdonas  y bendices a esa persona.
Quinta parte:
-          Visualiza la Tierra delante de ti.
-          Siente como la luz dorada que sale desde el centro de tu corazón la envuelve completamente.
-          Repite en silencio dentro de ti: Que cada persona, que cada ser sea bendecido.
-          Siente que envías tus sentimientos de comprensión, reconocimiento, tolerancia y amor, hacia todos los seres humanos, hasta el último rincón de la tierra, hacia todos los animales de todas las especies, hacia el planeta, hacia sus ríos, sus valles, sus montañas, sus bosques. Hasta donde la existencia se exprese sin importarnos la forma, sin discriminaciones.
 

-          Cuando creas que has finalizado, vuelve a ti, siente el amor en tu corazón, disfruta de la sensación.

-          Para finalizar la meditación, respira más profundamente alargando la inhalación. 

Capítulo (II), parte (IV) del libro “Vivir desde el corazón es más fácil”. 

sábado, 22 de diciembre de 2012

La nueva religión


Capítulo II: La nueva religión
Cuando hago el bien, me siento bien;
cuando hago el mal, me siento mal, y esa es mi religión.
Abraham Lincoln
Vivir desde el corazón, es vivir el Amor, y el Amor es la base de la nueva religión en esta Era de Acuario, que recién comienza.
Pero antes de iniciarnos en la nueva religión, tenemos que hacer un repaso de las actuales. No sé si alguien sabe realmente cuantas religiones hay en la actualidad, ¿Cientos?, ¿Miles? En algún sitio he leído que existen tantas religiones como personas, y es posible que haya algo de razón en tal aseveración, porque muchas personas se confiesan seguidores de una u otra religión, pero también confiesan que no practican las reglas que su religión impone. Pero por si no fuera suficiente el reconocimiento de su falta de cumplimiento, si se observa el comportamiento de muchos seguidores de cualquier religión, tampoco parece muy coherente con los principios que su religión exige. Por lo tanto, si no realizan las prácticas y si su modelo de vida no es acorde a los preceptos de su religión, ¿Qué clase de seguidores son?
Creo que es imposible conocer los postulados de todas, pero leyendo y analizando las más importantes, se puede comprobar que predican grandes enseñanzas, y que existen bastantes semejanzas entre ellas, pero también tienen grandes lagunas, difícilmente aceptables. Una de las más importantes es la discriminación en casi todas las religiones más conocidas. Porque si predican que se ha de amar al prójimo, ¿Cómo pueden los mismos dirigentes discriminar al prójimo, por razón de sexo, por razón de raza o por pertenencia a otra religión, sólo por citar los más importantes? Otra podría ser su afán por atemorizar con castigos terroríficos, si no se cumplen las reglas, las normas, los principios, los preceptos, los mandamientos, o como deseen llamar a todas las exigencias que dictan a sus seguidores. El no cumplimiento de esas normas genera lo que se denomina pecado.   
Algunas de las definiciones de pecado son:
·         Transgresión voluntaria de un precepto tenido por bueno.
·         Trasgresión voluntaria de los mandamientos religiosos o divinos.
·         El pecado es una ofensa a Dios. Es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo.
·         Desviación moral del ser humano que lo lleva a una conducta ofensiva a los ojos de Dios. El pecado impide la relación con Dios.
·         Acción deliberada y engañosa, contraria a la voluntad de Dios expresada en la Ley. 
El Hinduismo, sin embargo, no percibe al pecado como un crimen contra Dios, sino como un acto contra el dharma, (orden moral), y contra el propio ser de uno. 
El concepto de pecado, no existe tampoco en las enseñanzas de Buddha. En sus enseñanzas existe el concepto de acción-reacción, (karma), es decir que nuestros actos traen consecuencias. Observar la motivación y la intención de nuestras acciones y mantenerlas apegadas al amor compasivo evita la acumulación de karma negativo.
Resumiendo, se ofende a Dios en religiones como la cristiana, judaica e islámica, por citar algunas de las más conocidas, pero no se le ofende en otras, como el hinduismo o el budismo, aunque el budismo no sea exactamente una religión.
¿Quiere esto decir, que si un hinduista realiza una acción que en la moralidad cristiana se cataloga como pecado, Dios no lo tiene en cuenta?, o ¿Sí lo tiene en cuenta sin que lo sepa el hinduista y, por lo tanto, le condena sin que él sepa que está pecando?, o ¿Lo tiene en cuenta para el cristiano, condenándole al fuego eterno, y no para el hinduista?
¿Cómo puede ser que siendo Dios Único, y siendo todos nosotros Sus hijos, se comporte de manera tan extravagante en función de la creencia de la persona?, ¿Cómo puede ser que publiciten el viaje para llegar a Él por caminos tan distintos?, ¿No será un intento de dominio y manipulación de unas personas sobre otras? ¿No será el pecado sólo un intento más de ese dominio y esa manipulación de las distintas religiones, a través del miedo?
La realidad es que no existe el pecado. Dios no se ofende por nada de lo que los humanos podamos hacer, decir o pensar, y no se ofende porque Dios es Amor, Dios nos ama sobre todas las cosas, y Él sabe, mejor que nadie, que lo que hagamos, digamos o pensemos los humanos, es cosa del ego, no del alma. Para Dios somos como un bebé para su mama, no hay nada que perdonar al bebé, porque nada de lo que haga ofende. Somos bebés de Dios, estamos creciendo, y de la misma manera que el bebé está aprendiendo a vivir en la vida física, nosotros estamos preparándonos para vivir la vida eterna. Y en ese aprendizaje, podemos cometer errores, que no pecados.
Esos errores son necesarios, no, más que necesarios son imprescindibles para que el alma asimile la experiencia. Difícilmente se aprende cuando todo está bien, se aprende de los errores. A veces, caemos en el error más de una vez, pero no importa, lo importante es rectificar ese error, es aprender, para que una vez aprendido, no vuelva a repetirse. Dios, ante nuestro error, en su Magnífica Bondad, sólo debe de esbozar una sonrisa, como diciendo: “Vaya, otra vez”; igual que cuando la mamá tiene que limpiar a su bebé una y otra vez. Pero es, precisamente de esos errores, de donde va a salir el afianzamiento de la experiencia para el alma. Experiencia que una vez asimilada va a hacer que nunca más se repita el error, ni en esta, ni en ninguna otra vida. Lo que se ha aprendido, se conserva para la eternidad.
Aunque no exista el pecado y no seamos condenados al fuego eterno que prometen las religiones, nuestras acciones, si que tienen consecuencias, tanto en nuestra vida física, como en nuestra vida fuera del cuerpo. A cada acción le corresponde una reacción, y esta teoría científica, sí que está recogida no sólo en las religiones que postulan por el pecado, (aunque no les interesa publicitarlo), sino también, por todas aquellas que no lo contemplan. Ni el más mínimo pensamiento queda fuera de esta ley, hemos de recordar que el pensamiento es energía.
Es esta cadena de acciones y reacciones, de caer en el error, levantarse, rectificarlo y aprender, la que nos ata a la rueda de nacer y morir, una y otra vez. ¿Hasta cuándo?, pues hasta que nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos, sean sólo impulsados por el Amor, pero sin deseos, sin apegos, sin esperar nada a cambio, ni recompensas, ni felicitaciones.
Si Dios es Amor, y nos ama sobre todas las cosas, no puede más que desear para nosotros el bien, y si los que se califican como sus representantes no vibran en su misma sintonía, es posible que sean unos farsantes. Sus auténticos representantes deberían amar sobre todas las cosas y desear únicamente el bienestar físico, mental, emocional y espiritual, de todos, no sólo de los que siguen sus normas; y en vez de perder su tiempo atemorizando, a todo lo que se mueve, con horrores eternos si no hacen lo que ellos predican, podrían dedicar su vida a enseñar a amar y a servir a todos, que es la auténtica y verdadera enseñanza de los Grandes Seres de los que se proclaman sus representantes.
Las religiones actuales, han tenido, sin duda, un papel importante en el devenir de la humanidad mientras esta estaba dormida, pero una parte de esa humanidad, aunque aun no muy representativa todavía, está entreabriendo los ojos a una nueva realidad. Estamos en el inicio de una nueva era, de una nueva civilización, y las estructuras de poder conocidas, las religiones entre ellas, han quedado obsoletas, necesitamos nuevas estructuras y nueva religión. No nuevas religiones, necesitamos sólo una, porque solo hay un Dios, porque todos somos hermanos que caminamos en busca del Padre, necesitamos una religión que vibre en la sintonía de Dios, una religión que se base en el Amor.
¿Qué pasará con las actuales religiones? Pues………. Mucho me temo que, más tarde o más temprano, no les va a queda más remedio que desaparecer, ya que  cuando los seres humanos vayan despertando y sean conscientes del gran engaño que los hombres han montado alrededor de la vida de los Grandes Seres aprovechando su sueño, se separarán de las religiones, dejando a estas sin seguidores y sin razón para su existencia.
Esa nueva religión es la religión del Amor.
(Continuará)
Capítulo II parte 1 del libro Vivir desde el corazón es más fácil. 

viernes, 23 de noviembre de 2012

¿La curación viene de Dios?


            Cualquier curación procede de Dios, pero también podemos decir perfectamente lo contrario, que ninguna curación procede de Dios. Las dos afirmaciones son correctas, sin necesidad de rasgarnos las vestiduras en función de nuestras creencias.
            Cualquier curación es, o está; de la misma manera que Dios Es. Sin embargo, el ser humano es total y absolutamente libre, de permitir, o no, que dicha curación le alcance.
            Nos puede servir como ejemplo, una habitación completamente llena de humo. Si entra una persona con una mascarilla conectada a un balón de oxígeno en dicha habitación, respiraría normalmente el oxígeno del balón, sin que entrara en sus pulmones ni un ápice de humo. Sin embargo, si la persona que entra en la habitación, lo hace sin ninguna protección, en cada inhalación lo único que entraría en sus pulmones, sería humo.
            El humo está llenando la habitación, de la misma manera que la energía divina, la energía del amor, la energía de la curación está a nuestro alrededor. Pero, de la misma manera que podemos protegernos y aislarnos del humo, también podemos aislarnos de la sanación. Por eso podemos decir, sin necesidad de ser considerado como un anatema, que ninguna curación procede de Dios, o dicho de otra manera: Sólo el ser humano es capaz de sanarse a sí mismo. Esta afirmación, ya nos la enseñan a todos los terapeutas, en cualquier curso o taller que se precie.
            Nunca sabemos el porqué de la enfermedad, ¿Un recurso de aprendizaje?, ¿Una forma de liberación kármica?, ¿Un mal uso del cuerpo?, ¿Una mente enferma?, ¿Un instrumento para dejar la vida física?, ¿Quién sabe? Ese porqué, es como la mascarilla que no deja entrar el humo en los pulmones.
            Al poco tiempo de la fecundación del óvulo por el espermatozoide, se conecta en nuestro corazón el átomo permanente de vida. Este átomo permanente, que va a permanecer conectado al corazón durante toda la vida física, es una especie de CD, que va activando en el ordenador central, un sinfín de aspectos, relacionados con la vida física del ser que nacerá al mundo dentro de nueve meses, siempre en función del aprendizaje, del Karma a liberar y del trabajo a realizar que se ha preparado el alma para la presente encarnación. Están contenidas, no sólo, las fechas del nacimiento y de la muerte, sino también todas las fechas y acontecimientos importantes en la vida de la persona, y entre esos acontecimientos se encuentran también las enfermedades que irá padeciendo la persona a lo largo de su vida física.
            Por ejemplo, podemos enfermar, porque así está programado en nuestro átomo permanente de vida, a determinada edad, para que en la búsqueda de la sanación para esa enfermedad, nos encontremos con un terapeuta que nos hable del alma. Cuando eso ocurra, ¡Ya está!, objetivo cumplido. A partir de ese momento la enfermedad desaparecerá, e incluso la persona puede pensar, “Que buen terapeuta, ha conseguido en pocas sesiones lo que muchos otros no han conseguido”. No es así. Se ha sanado ella misma, cuando ha escuchado lo que necesitaba escuchar, el terapeuta sólo la ha acompañado y ha sido un instrumento en manos de Dios. La curación siempre ha estado ahí, pero la persona tenía colocada la mascarilla que impedía su acceso, hasta que con la información que necesitaba recibir, la mascarilla se desprendió sola.
            Podríamos poner un millón de ejemplos, todos diferentes de posibles causas de enfermedad, ¡no merece la pena!, con un botón de muestra es suficiente. Pero independientemente de cualquier enfermedad y de la causa de esa enfermedad, el día que integremos en nosotros nuestra esencia divina, nos encontraremos perfectamente sanos, aunque el cuerpo permanezca postrado en el lecho del dolor por cualquier enfermedad que pudiera aquejarle.                           

sábado, 10 de noviembre de 2012

La carrera de la vida


            En un momento del tiempo, el alma decide su vuelta a la materia para retomar su aprendizaje, en el mismo punto en que quedó al finalizar su encarnación anterior, y se reúne con los Señores del Karma para terminar de organizar la que será la nueva vida: El lugar de nacimiento, la familia, los amigos, los diferentes encuentros, el Karma a liberar, el aprendizaje a recibir o la enseñanza a realizar.
            Y para eso, de la misma manera, que una vez en la Tierra el cuerpo elige el vestido adecuado para salir a la calle, el alma elige la vestimenta adecuada para el trabajo a realizar, y se reviste de materia, con forma de hombre o de mujer.
            Durante mucho tiempo he pensado que era una pérdida de tiempo inútil todo el tiempo que tardábamos en crecer, desde nuestro nacimiento hasta la edad adecuada en la que comenzamos a poder ser conscientes de la vida, pero ahora sé, que ese es también un tiempo de experiencia para el alma, un tiempo de aprendizaje total, un tiempo en el que permitimos a otros, casi siempre nuestros padres, para que liberen parte de su Karma, un tiempo para liberar Karma propio.
            La vida es como una carrera de obstáculos que vamos corriendo por diferentes pistas a la vez. Es como si en una carrera fuéramos el mismo corredor por las diferentes calles, y en cada una de ellas, vamos avanzando en todas las experiencias que el alma ha decidido vivir en la presente vida.
            Cada calle podría tener un nombre, aunque siempre distinto para cada persona: En una calle avanzamos para trabajar la voluntad, en otra la paciencia, en otra el orgullo, en otra……., etc., etc. Y es claro que en todas las pistas no vamos a llegar a la par, podemos avanzar rápidamente en unas y más lentamente en otras, podemos finalizar la carrera en unas y casi no comenzar en otras.
            La carrera finalizada, perdurará por siempre, será un aprendizaje aprendido para toda la eternidad; y aquellas otras que queden pendientes volverán en nuestra mochila en la próxima encarnación. Ninguna va a quedar en el olvido.
            Todos vamos a completar todas las asignaturas, unos antes, otros después. Y teniendo en cuenta los obstáculos con los que nos encontramos, ¿Por qué tratamos de pasarlos todos cuanto antes? 

domingo, 21 de octubre de 2012

Mandamientos, reglas, preceptos y principios


Mandamientos, reglas, preceptos y principios, son las normas de conducta y comportamiento, que las distintas religiones y filosofías imparten entre sus seguidores, fieles o afiliados, para vivir una vida digna y alcanzar, en unos casos la salvación y para dar ejemplo de vida en otros.
Están bien, están muy bien, pero la mayoría de ellos, que en teoría han sido dictados para alcanzar la salvación, llevan aparejado un castigo en caso de incumplimiento, algunos tan duros, como terminar con la vida física del pecador, o condenarle al fuego eterno por toda la eternidad; que más parecen dictados por una mente insana carente totalmente de amor, que por un Padre amoroso de sus propias creaciones.
Es difícil de creer que en la Mente de Dios pueda caber la rabia, la venganza y el castigo. ¿No serán las mentes de los hombres, que en vez de dominar y atemorizar con un fusil en la mano, lo hacen con el miedo? Los maestros de estas reglas parecen estar muy lejos de la salvación que predican, porque les falla, justamente, aquello de lo que tanto se llenan la boca: el amor, la misericordia, la compasión y el perdón.
¿No sería más fácil, si en vez de atemorizarnos con un sinfín de desgracias y castigos, nos enseñaran a amar?, ¿No sería más fácil si nos enseñaran a pensar de manera recta y sana?, ¿No sería más fácil si en vez de juzgarnos nos enseñaran a perdonar?, ¿No sería más fácil si nos enseñaran a compartir? Creen que “la letra con sangre entra”, y se equivocan, el aprendizaje llega con el ejemplo, con un ejemplo entregado con amor.
Si nos enseñaran a amar, a perdonar, a pensar de manera recta y sana, y a compartir, ya no serían necesarias reglas, porque entonces todas las relaciones estarían basadas en la hermandad, en la igualdad y el amor.
Y ya que nadie nos enseña eso, ¿Por qué no lo hacemos nosotros?, ¿Por qué no iniciamos una revolución, una autentica revolución, tratando a todos con amor, como si fuéramos nosotros mismos quien está delante, sean familia o no, sean amigos o enemigos, sean acreedores o deudores, sean sacerdotes o laicos, sean hombres o mujeres?, ¿Por qué en esa revolución no compartimos, no lo que nos sobra, sino lo que nos falta?, ¿Por qué en esa revolución no ayudamos a todos?, ¿No?, ¿Por qué?, ¿Tienes miedo de que te engañen?, bueno, no te lo hacen a ti, se lo hacen a ellos mismos. Existe una ley mucho más importante que todas las reglas enseñadas por los hombres, en la “Ley de la causa y el efecto”, y si al que te engaña, también le tratas con amor, a ti no va a afectarte, y él no se va a quemar en el fuego eterno, pero tendrá que beber del mismo agua que intentó darte a ti.
Inténtalo, te aseguro que vas a estar mucho más cerca de la felicidad de lo que nunca has estado.
 

viernes, 18 de mayo de 2012

De terapeutas, sanadores, maestros y gurús (2).


            La humanidad actual necesita de mucha ayuda para despertar y cambiar su vibración, y poder así despegarse del cuerpo y acercarse al alma, para aprender a Amar, para servir a sus hermanos, para acercarse a Dios.
Para ofrecer esa ayuda son necesarias cuantas más personas mejor, y colaborar así, siguiendo el Plan Divino, en la sanación de los cuerpos y el despertar de los egos, que es la llave que abrirá la coraza de los corazones, corazones que son los instrumentos y mensajeros del alma, y vehículo de transporte hacia la divinidad; divinidad que es la misma en todos los habitantes del planeta.
            Terapeutas o no, todos somos importantes en esta tarea, todos somos a la vez alumnos y enseñantes, terapeutas y pacientes, ya que cada persona necesita algo diferente a las demás, algo consustancial con su momento y su nivel de crecimiento y evolución.
             Pero todos, sobre todo los que están un poco en contacto con su corazón, han de realizar esta sagrada tarea con amor, con compasión, con misericordia, con dulzura. No puede alguien que se hace llamar terapeuta, sanar y arreglar con una mano, y enfermar y desarreglar con la otra. No es lícito que un terapeuta que se dedica a colaborar en la sanación de otros, provoque con su comportamiento desarreglos emocionales en otras personas, que curiosamente suelen ser los que se encuentran más próximos.
            Eso sólo es un signo de inmadurez, y no son conscientes de que el Karma liberado por la sanación, queda disminuido o minimizado ante el Karma generado por su comportamiento.
            Es necesario que un terapeuta de la Era de Acuario sea ejemplo de vida para sus pacientes, para sus amigos, para su familia, para todos los que le rodean, en su caminar por la vida. La meditación y el trabajo interior, han de ser las primeras actividades que cada terapeuta debe realizar en su día. Antes de intentar colaborar en cualquier sanación, ha de trabajar en la suya propia.
            Tampoco es lícito para un terapeuta “pasar por lo que no se es”, y hacer creer a los demás en títulos que no se ostentan o en cualidades que no se tienen. Vivo en un país hermoso, con gentes maravillosas, pero con problema de “titulitis”, aquí es más importante el titulo que la persona, hasta el extremo de llamar a las personas por su titulo antes que por su nombre. Esto puede llamar a engaño, sobre todo si el terapeuta no deshace el malentendido y explica que sólo es un terapeuta. No puede, ni debe un terapeuta arrogarse un título indebido, como por ejemplo hacerse llamar “doctor” cuando su especialidad son los masajes.
            También nos encontramos, en todo el mundo, con la costumbre de llamar “maestro” a alguien que sólo dirige una meditación, o da una charla sobre cualquier tema “espiritual”. Un Maestro es alguien que ha alcanzado la realización. No hay muchos encarnados, y casi nadie de los que transitamos por la vida podemos calificarnos con el título de maestro, y no sólo eso, sino que ni tan siquiera debemos permitir que nos nombren como tal, ya que “quien calla otorga”.
            Ser terapeuta o sanador comporta mucha más responsabilidad de la que muchos puedan creer. La actitud de un terapeuta ha de ser recta, clara y honesta en todas las facetas de la vida. Ha de ser ejemplo de vida, ha de ser amoroso y respetuoso con todos.