Si nos
detenemos durante un momento para pensar cuales han sido nuestras acciones,
nuestras palabras o nuestros pensamientos que han generado Karma, en el día, o
durante la última hora, (un día parece mucho para recordar), es posible que nos
abrumemos, y a partir de ese momento seamos un poco más cuidadosos con el uso
que le damos a la vida para conseguir, no ya reducir el Karma, sino no llegar a
generarlo.
Es bueno
recordar que no sólo genera Karma cualquier pensamiento, cualquier palabra o
cualquier acción negativa, y sino también cualquier pensamiento, palabra o
acción positiva que sea realizado con el fin de conseguir algo, ya sea
consciente o inconscientemente. Me atrevería a decir que genera Karma todo
aquello que no sea realizado con amor, con autentico y verdadero amor, ese amor
que se da a cambio de nada.
Como ejemplo
nos vale esa acción que parece que se hace desinteresadamente, pero que sin
embargo, con el paso del tiempo y ante cualquier situación más o menos conflictiva
con la persona receptora de la acción, el emisor dice: “Pero como puede hacerme
eso, con lo que yo he hecho por esa persona”. Esa acción no tiene ninguna
validez, ha generado Karma.
Como ya
sabemos, es el Karma el que nos mantiene atados a la rueda de la vida, a esta
rueda tan pesada de encarnaciones y muertes.
Las acciones
y las palabras son producto de nuestro pensamiento, por lo que si conseguimos
controlar el pensamiento, es muy posible, que las palabras sean más mesuradas y
las acciones menos abundantes, con un resultado claro: Menos Karma generado,
menos acumulado y menos pendiente; con lo que, posiblemente, nos ahorremos
alguna vida.
Esto que se
escribe en cuatro líneas y que casi parece una tontería es la clave de la vida.
La meta final de nuestra estada en la materia es aprender a amar, por lo tanto,
¿Qué pasaría si todas nuestras acciones fueran realizadas sin ningún tipo de
apego?, ¿Qué pasaría si todas nuestras acciones fueran realizadas con amor?
Pues fácil, habríamos concluido nuestro aprendizaje porque habríamos aprendido
realmente a amar.
Como es muy
posible que nos cueste cierto trabajo controlar el pensamiento, porque hace
falta mucho entrenamiento y un cierto nivel de crecimiento, lo que si podemos
es intentar ser medianamente conscientes de nuestros pensamientos. Y antes de
hablar o realizar acción alguna, si los pensamientos han sido negativos,
podemos ahorrarnos el karma con una acción personal de desagravio,
sencillamente pidiendo perdón, en el mismo marco en que se ha desarrollado el
pensamiento negativo, en la mente. Así la energía del pensamiento negativo,
generadora de Karma, se transmuta con el perdón en una energía poderosa
liberándonos de cualquier deuda kármica.
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