El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Páginas
CARTAS A DIOS
Entradas importantes
Lecturas en línea
Libros publicados
Wikipedia
martes, 27 de febrero de 2024
Disfrutar la vida
Los seres
humanos somos capaces de recordar hasta la extenuación los momentos dolorosos
de nuestras vidas. Los recordamos, los sufrimos y lloramos con su recuerdo, los
contamos, unas veces nos corroe la rabia, otras la ira, hablamos de nuestro
dolor sin venir a cuento, nos lamentamos, siendo incluso incapaces de sentir el
dolor ajeno, porque “no es nada comparado con lo que me ha pasado a mí”.
Sin embargo, somos incapaces de
recordar con parecida intensidad los momentos felices. Hasta diría que estos
pasan por nuestra vida sin pena ni gloria. Después de unos momentos de euforia,
caen en el olvido, hasta el extremo de que, si nos piden que recordemos algún
acontecimiento feliz de nuestra vida, podemos quedar dubitativos, tratando de
descubrir alguno de esos momentos.
De la
misma manera nos comportamos ante la enfermedad, nos podemos pasar el día
lamentándonos, sintiendo nuestro dolor, explicando a todo aquel que se cruza
con nosotros lo mal que nos encontramos, lo infelices que nos sentimos, la mala
suerte que parece haberse aliado con nosotros, y un sinfín de desgracias más.
Pero cuando estamos sanos, no explicamos a todas las personas con las que nos
encontramos, que estamos sanos, que nos sentimos bien, que vaya suerte la
nuestra, que nos encontramos felices por la buena salud. ¿Por qué será?
¿Quiere
decir esto que hay muchos más momentos de dolor que momentos felices en las
vidas de las personas? No es así. Normalmente pasamos más tiempos neutros, sin
episodios excepcionales ni de felicidad, ni de dolor, de la misma manera que
pasamos más tiempo de nuestra vida, sanos que enfermos. Y llamo momentos
neutros a momentos que, en realidad, los deberíamos calificar como
excepcionales, como son el amanecer de cada día, ver una salida o una puesta de
sol, sentir el canto de los pájaros, el olor de la tierra después de la lluvia,
escuchar la risa inocente de los niños, sentir el abrazo de los que nos
quieren, tener hambre y poder comer, y un sinfín de cosas más.
Podemos
llorar años la desaparición de un ser querido, pero no festejamos años el
nacimiento de otro ser querido. Podemos lamentarnos mucho tiempo por la pérdida
de un trabajo, pero no nos alegramos el mismo tiempo cuando lo encontramos y
nos contratan. Podría seguir poniendo infinidad de ejemplos, pero no merece la
pena, seguro que cada uno de vosotros puede pensar en su ejemplo favorito.
Sabemos,
al menos, todos los que nos asomamos a esta ventana, que energías iguales se
atraen, sabemos que somos lo que pensamos, sabemos que el Universo nos regala
aquello que permanece en nuestra mente con una cierta intensidad. Pero, es
igual, somos incapaces de cambiar nuestro pensamiento, somos incapaces de
mantener los sucesos buenos en nuestra mente durante más tiempo que los malos,
somos incapaces de ser felices. ¿Será que nos gusta el sufrimiento?, ¿Será que
no terminamos de creernos que somos energía?, ¿Será que, a pesar de todo,
nuestro conocimiento, somos incapaces de dominar a la mente?, ¿Será que
practicamos poco la mucha teoría que atesoramos?, ¿Será que no habremos
integrado en nosotros nuestra divinidad?, ¿Qué será?
Enseñar con el ejemplo
El ejemplo es el mejor método de aprendizaje. Si quieres que tu hijo aprenda a amar, ama tú; si quieres que sea tolerante, tolera; si quieres que sea honesto, lleva tú la bandera de la honestidad; si quieres que sea humilde no le trates con orgullo; si quieres que respete, respétale a él; y así con todos y cada uno de los valores.
lunes, 26 de febrero de 2024
DURGA MUDRA - Para la ansiedad y los ataques de pánico.
DURGA MUDRA
MUDRA PARA ALIVIAR LA ANSIEDAD
Y LOS ATAQUES DE PÁNICO
Cómo se hace:
Se forma colocando el
dedo pulgar entre el dedo índice y el dedo medio, y el resto hacia dentro.
El resto de dedos
apriétalos como formando, todos, un puño.
En este cierre debes
mostrar fuerza y seguridad, pero tampoco aprietes demasiado o atraerás la
ansiedad y la ira.
Hacer el mudra Durga
es como un buen apretón de manos, debe ser fuerte, pero no demasiado.
Lo ideal es que lo realices con las 2 manos a la vez.
Sirve para:
Aliviar la ansiedad.
Eliminar los ataques
de pánico
Eliminar el bruxismo.
Practicar durante 5 MINUTOS. Luego descansa y vuelve.
Beneficios:
El Durga Mudra te
ayuda a combatir problemas de ansiedad o momentos de pánico.
Calma los nervios y
elimina miedos.
Su potencia es tal,
que otorga protección y apoyo, aparte de eliminar con su luz toda la oscuridad.
Elimina la confusión
de nuestras vidas, guiándonos en la dirección adecuada.
Es el mudra para el
BRUXISMO, especialmente si lo haces antes de dormir.
Reduce el estrés del
día a día.
Mejorará tu autoestima.
Te ayudará a aclarar
tus ideas.
sábado, 24 de febrero de 2024
viernes, 23 de febrero de 2024
Siempre ahora
Siempre es ahora.
Y
si mantienes a tu pequeño yo anclado, en ese eterno ahora, sin retornar al ayer
para recordar, lamentar o sufrir y, sin desplazarte ilusionado, esperanzado,
ansioso o curioso al mañana, vas a experimentar el verdadero milagro de la
vida.
miércoles, 21 de febrero de 2024
La noche más oscura
Cuando
la incertidumbre, la impotencia, la sensación de soledad, la tristeza, la
ansiedad, la angustia o la depresión se apoderen de ti, llenando de oscuridad
tu vida, dándote la sensación de vivir en la etapa más oscura de tu existencia,
entra dentro de ti, deja de lamentarte y cambia la pregunta de ¿por qué a mí?
por esta otra ¿para qué a mí?
En
la vida, todos los acontecimientos, todas las situaciones, todo lo que parecen
problemas, lo que parece buena o mala suerte, los hechos, los sucesos, los
accidentes o las casualidades, ya están, desde antes de llegar a la vida,
perfectamente organizados, planificados y programados.
Todo
en la vida está engarzado, para todo existe una sagrada razón, todo tiene un “por
qué” y un “para qué”.
Trabaja
para cambiar eso que no te gusta, pero antes tienes que aceptarlo. Acepta y honra
tu vida y cada instante de ella, porque eso que no te gusta es una pieza muy
importante en el devenir de tu existencia para conectar con tu divinidad.
La
vida, como un río sin fin, fluye con misterio y propósito. Aunque no siempre
entendamos las razones detrás de los eventos que nos rodean, a veces es en la
incertidumbre donde encontramos la belleza y el significado más profundo.
Cada hoja que cae,
cada risa compartida, cada lágrima derramada, todos forman parte de un tejido
cósmico. Para todo existe una sagrada razón.
Todos los seres humanos estamos conectados y cualquier acción, por ínfima que parezca, tiene un enorme impacto.
martes, 20 de febrero de 2024
Vivir la vida (3 de 3)
Sin
embargo, mientras se espera que lleguen los resultados esperados, la persona
puede pasar a la siguiente y definitiva fase, que es “aceptar”.
La
aceptación hace que se asuma la realidad de lo que está ocurriendo.
Aceptar
es ver las cosas como son, no como a la persona le gustaría que fueran. Es
observar las situaciones y los sucesos, sin juzgar, sin esperar nada, ya que
cuando no se acepta, y se espera algo, es una prueba clara de que se quieren
controlar las situaciones, controlar a las personas, controlar el mundo. Y no
funciona así.
La aceptación es como un puente que lleva
de la decepción a la paz, del dolor a la alegría, del sufrimiento a la
felicidad.
Aceptación es vivir el presente, es
vivir la realidad, tal cual es, es vivir a los demás como lo que son, seres
divinos. La aceptación, al mantener a la persona en la realidad, lejos de vivir
una vida de pensamientos, le permite ser consciente de todas las oportunidades
que le rodean, para poder fijar y seguir el rumbo de su vida hacia la
felicidad.
Aceptar significa no
juzgar nada, ni nuestro, ni de los otros, ni del interior, ni del exterior, las
cosas son como son y no hemos de tener ningún interés en como deberían ser, en
como tendrían que ser, en como pensamos nosotros que han de ser.
Aceptar, evitando el
sufrimiento se abre un abanico de posibilidades ante otras posibles opciones. Se
puede plantear como: “voy a aprender de lo que me ha ocurrido y voy a seguir mi
camino”. ¿Cómo? Redirigiendo mi vida hacia otra dirección que me convenga y me
haga feliz.
Algunos aspectos a tener en cuenta para
que sea más fácil la aceptación:
- Comienza con una pregunta, ¿para qué a
mí?, en lugar de preguntarse ¿por qué a mí?
- El pasado no existe, no se puede volver
atrás. No se puede cambiar lo que pasó. Se puede aprender para no repetirlo.
- No aceptar la realidad es como querer
borrar el presente, la rutina, todo lo conseguido hasta el momento.
-
Admitir los errores y perdonarse por
ellos.
-
Buscar soluciones a los problemas
actuales.
- Agradecer todo lo que se tiene.
lunes, 19 de febrero de 2024
Propósito de vida
Hoy
escuché una frase, a uno de los muchos gurús, (no conozco su nombre), que nos regalan sus pensamientos
elevados, con la que estoy, completamente, de acuerdo y me apetece compartirla
con vosotros.
domingo, 18 de febrero de 2024
Vivir la vida (2 de 3)
Si nos resignamos sufriremos ya que
continuaremos a la espera de que la situación se revierta. Quedaremos atrapados
en esa situación. Nos compadeceremos y nos sentiremos las víctimas.
Para alejarse del
sufrimiento es imprescindible entenderlo y ser consciente de que el
padecimiento nos aleja de una vida feliz. Una vez entendido, es muy posible que
no se pase, directamente, al capítulo de la aceptación, sino que la persona se
entretenga en un punto intermedio.
Cuando el sufrimiento
ha tomado posesión de la persona y esta es consciente, solo le queda tratar de alejar
el sufrimiento para volver a un estado, si no de felicidad, si, al menos, de
una cierta tranquilidad.
Para ello la persona,
con ayuda externa o haciendo uso de su propia voluntad, comienza un trabajo
interior. La base de ese trabajo bien podría estar alineado con los siguientes enunciados:
-
Todo es energía.
-
Los pensamientos, origen de su
sufrimiento, también lo son.
-
Energías iguales se atraen.
Cada pensamiento y
emoción emite una vibración y, según la ley de la vibración, esta vibración
atrae eventos, circunstancias y personas similares.
Esta es la base de la
Ley de la Atracción. Nuestra mente y nuestros pensamientos
tienen un poder de atraer lo positivo o lo negativo que se proyecta en el
universo. La idea es que si nos enfocamos en lo que queremos y lo visualizamos,
sintiendo la emoción de eso que queremos, con la misma intensidad que sentíamos
el sufrimiento, podremos manifestarlo en nuestra realidad.
Es bueno utilizar
algunas técnicas, porque la acción, el esfuerzo, y la responsabilidad son la
llave para desechar viejos hábitos y crear otros nuevos, para generar un estado
mental positivo y alineado con los objetivos que se desean. Estas técnicas
pueden ser: la meditación, la afirmación, el agradecimiento, el perdón y la
visualización.
Visualiza tus deseos
como si ya se hubieran manifestado. Imagina tus deseos como si ya se hubieran
manifestado en tu vida.
Visualízate
experimentando y disfrutando de tus metas alcanzadas con todos los detalles
sensoriales. Siente la emoción y la gratitud mientras visualizas.
A partir de aquí, solo
queda mantener la voluntad y el trabajo y, esperar con paciencia, que lleguen
los resultados esperados.
viernes, 16 de febrero de 2024
Vivir la vida (1 de 3)
Señor, concédeme
la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para
cambiar las que sí puedo y
sabiduría para
discernir la diferencia.
(San Francisco
de Asís)
Existen tantas maneras de vivir la vida física como seres humanos viviéndola, pero si hablamos de las sensaciones que llegan a sentir los ocho mil millones de vividores que pueblan el planeta, como consecuencia de cada una de las interacciones con el mundo, el número se reduce drásticamente. Podemos nombrar algunas: felicidad, alegría, satisfacción, bienestar, tristeza, miedo, sufrimiento, vergüenza, ira, asombro, amor, gratitud, esperanza, culpa.
Por supuesto, son
muchas menos que ocho mil millones, pero se podrían agrupar aún más, hasta
dejarlas reducidas a la mínima expresión:
- Regodearse con el sufrimiento que van
generando los acontecimientos del momento.
- Alternar el sufrimiento con alguna de
las técnicas leídas, aprendidas o escuchadas, para cambiar el devenir de tus
miserias.
-
Aceptar.
La primera opción, la
de regodearse con el sufrimiento es la más fácil, porque es un hábito arraigado
en nosotros desde nuestra más tierna infancia. Solamente hay que observar cómo
se desenvuelve el ser humano en sociedad, solo hay que observar cuáles son sus
conversaciones, cuáles son sus comentarios y cuáles sus carencias, para
determinar, sin temor a equivocarnos, que el ser humano es adicto al
sufrimiento, adicto al dolor, adicto a la pena, a la tristeza y al miedo, de la
misma manera que se puede ser adicto a las drogas, a la nicotina, a la comida o
al alcohol.
Y de la misma manera que para
liberarse de la opresión de las adicciones físicas se ha de hacer un
sobreesfuerzo y, puede que, incluso internarse en una clínica de
desintoxicación, para liberarse de las adicciones emocionales se ha de
realizar, también, un ejercicio de voluntad intenso, se ha de realizar un
ejercicio de aceptación de la realidad de la vida, se ha de tener el
convencimiento de que solamente con el dolor es imposible, no solo ser feliz,
sino que es imposible hacer felices a los demás. Se ha de cambiar la creencia
de que la felicidad es algo que nos llega del exterior como un regalo, sino que
es un estado interior al que se llega por propia voluntad, sin tener en cuenta
“el qué dirán”, sin esperar nada de nadie.
No podemos liberarnos del
sufrimiento por el mero hecho de pensar: “Desde mañana no voy a sufrir y voy a
ser feliz”, porque el hábito de sufrir, es una enseñanza tan arraigada en
nosotros, que deshacerse de ella es casi como ser infiel al amor de nuestros
progenitores, que son, los que con su ejemplo, ¡nefasto ejemplo de sufrimiento!,
nos han inculcado que es, no solo normal, sino casi un deber, sufrir con el
padecimiento de los demás, y sobre todo con el padecimiento de los que nos
quieren.
miércoles, 14 de febrero de 2024
Popurrí (Alma, ego, vida, muerte, felicidad, etc.)
Tenía una idea, pero
no puede expresarla en un solo día. Fueron 3 los días que tardé en expresar la
idea y al final, la idea se desvirtuó y salió este popurrí.
Una creencia es una
actitud mental que consiste en aceptar una idea o una teoría, considerándola
verdadera, sin tener el conocimiento o las evidencias de que sea o pueda ser
cierto.
Los seres humanos
tenemos en nuestro baúl de almacenaje mental una gran cantidad de actitudes
mentales de este tipo. Con ellas intentamos complacer nuestras necesidades, a
través de algún tipo de explicación más o menos verosímil.
Las creencias pueden
cambiar y evolucionar, pueden desaparecer y generarse nuevas creencias. Hay que
tener en cuenta que solo son un pensamiento y, ya conocemos la volatilidad del
pensamiento.
He hecho un repaso de
mis creencias, (son un montón), para reflexionar sobre ellas, para actualizar
las que están desactualizadas, para modificar las que han ido evolucionando con
el tiempo y para borrar de un plumazo aquellas que son inservibles y,
completamente inútiles.
Y voy a comenzar con
la que tenía que ser la última: La muerte. El pensamiento de que las creencias
sobre la muerte tendrían que aparecer en último lugar solo es porque llega a
nosotros como desenlace de la vida. Es como la bajada del telón en una obra de
teatro.
A fin de cuentas, la
vida es como una obra de teatro.
Se abre o se levanta
el telón en el nacimiento. Alguien podría pensar, creencia), que el neonato
llega a la vida sin participación alguna por su parte. Tremendo error, (otra
creencia), el bebé llega a la vida en el momento preciso, (día y hora), en el
que él establece, en el lugar que él ha decidido, con la forma física necesaria
para llevar a cabo el trabajo organizado por él y con los padres consensuados,
que suelen ser almas que están encarnando con ese bebé en el 99% de sus vidas,
en diferentes papeles.
Cuando llegamos a la
vida lo hacemos con el libreto, marcado a fuego, en el alma, en el que aparece
reflejado el trabajo, escrupulosamente, planeado, para llevar a buen puerto, cada
una de las actividades con las que se va encontrando el actor en cada una de
las diferentes escenas que completan los diferentes actos de la obra de su
vida.
El alma conoce el
guion de la vida, pero quien tiene que controlar y gobernar la vida, que es el
ego, no solo tiene un total desconocimiento del guion, sino que ni tan siquiera
conoce que tal guion exista.
El ego es una especie de identidad personal
que construimos a partir de nuestras enseñanzas, creencias, experiencias,
deseos y necesidades. El ego es esa parte de nosotros que dice “yo soy”, “yo
quiero”, “yo pienso”.
El ego es como un caballo salvaje que
campa a sus anchas por nuestra propia vida eligiendo los acontecimientos para
involucrar a su dueño sin tener en cuenta el plan de vida del alma, porque lo
desconoce. Ni que decir tiene que el plan establecido por el alma, no se va a
cumplir en su totalidad y, suerte tendrá si que cumple, al menos, en una parte.
Y al finalizar la obra,
tan contradictoria, de su vida, se cierra el telón, es decir, aparece la
muerte. En ese momento finaliza el plan que había establecido el alma para la
vida que acaba de finalizar. Habrá que esperar a otra oportunidad, (una nueva
vida), para retomar el trabajo.
El ser humano, durante
todo el tiempo de vida, de esa vida, de la que desconoce que tiene un plan
establecido, en el que aparece un trabajo a realizar y un conocimiento que
adquirir, lucha con todas sus fuerzas para conseguir algo que casi nunca
consigue: la felicidad.
Es triste. El ser
humano no solo no consigue completar el plan establecido por el alma, sino que,
ni tan siquiera consigue llevar a buen puerto el plan terrenal que el ego se ha
marcado como objetivo.
Lo que el ego no sabe
es que tiene al alcance de la mano la consecución de cualquier objetivo
emocional que se proponga, siempre y cuando sea capaz de reconocer y aceptar
sus propias limitaciones, necesidades y deseos, siempre y cuando sea capaz de
trascender su propia ilusión y de conectarse con su verdadera esencia, que es
conciencia sin forma, paz y amor.
Y para que eso ocurra,
el ego solo tiene que activar una nueva función en su mente: Aceptar.
La aceptación es una
actitud que consiste en reconocer y asumir una situación, un pensamiento, una
emoción o un aspecto de uno mismo o del mundo, sin intentar cambiarlo o evitarlo.
La aceptación puede ayudarnos a afrontar mejor los problemas, a aprender de
nuestras experiencias y a encontrar una mayor paz interior. La
aceptación no significa resignarse o conformarse con lo que nos ocurre, sino
asumir la realidad y buscar soluciones o alternativas.
Esa actitud de aceptar
que nos ayuda a encontrar paz interior es la antesala de la felicidad. Así el
objetivo principal del ego estará cumplido.
martes, 13 de febrero de 2024
Por casualidad
Todo está
perfectamente calculado y planificado. Nada sucede por casualidad en nuestra
vida. No existe la suerte, no existen las casualidades, no existen los
accidentes. Todos en nuestra actual existencia, estamos recogiendo lo que
sembramos con anterioridad, en esta y en anteriores vidas y, a la vez, estamos
sembrando lo que recogeremos en las próximas.