El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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sábado, 4 de febrero de 2012

Riqueza y pobreza

              Estos días atrás, durante la celebración del  Día de La Paz en todo el mundo,  vinieron a mi multitud de reflexiones y pensamientos que se confrontaban con la realidad que tengo más cercana.

Por un lado pensaba en lo poco que sabemos de cómo nos manipulan, a través del dinero, los que gobiernan el mundo y en los intereses pocos lícitos que provocan las guerras.  Y me preguntaba si realmente las personas tenemos un espíritu de destrucción contra todo y contra todos, empezando por nosotros mismos. Y definitivamente estoy convencida que no es así.  Aunque las circunstancias no justifiquen los hechos, ahora que veo tan de cerca la pobreza, el hambre, la miseria, la soledad, el desconocimiento, aunque no se justifique, creo poder comprenderlo.
No hay más guerra que la que empieza a librar el ser humano desde que nace para su supervivencia. Pero claro, no para todos es igual. Los hay que solo tienen que competir para ver si pueden tener todas las cosas materiales que pueden necesitar y, a menudo, aunque nunca queden satisfechos, estas están más que cubiertas desde que venimos al mundo.
Otros, sin embargo, empiezan una lucha en la que pronto se reconocen diferentes, porque ni siquiera tienen el afecto y el Amor que necesitan para desarrollarse plenamente, ni tampoco las necesidades básicas de alimento y cobijo. Ante esta situación sólo les queda resignarse y, a la vez,  rebelarse y emprender una carrera contra todos los que tienen al lado, ya que esos son potenciales “enemigos”, donde los zapatos o el trozo de pan duro del vecino pueden ser motivo de lucha despiadada. Lo vemos constantemente. Delincuentes jóvenes tratados como criminales, niños que nos parecen maleducados, madres que se suponen desnaturalizadas por no cuidar de sus hijos como es debido, padres irresponsables porque su única opción es la bebida  y así, uno tras otro, les juzgamos como ignorantes o desgraciados, en el mejor de los casos.
Yo me pregunto si hemos reflexionado lo suficiente y nos hemos replanteado algunas cuestiones: ¿Cómo somos capaces de juzgar a esas madres, a las que nunca nadie les ha hablado de anticoncepción o de sus derechos como mujeres y que en la mayoría de casos han sido violadas por miembros de su propia familia? O, a ese padre que bebe,  ¿Somos conscientes de que le criaron como se cría a una oveja? O a ese niño que nadie le ha llevado a la escuela y que aprende solo del ejemplo, de lo que ve en la calle, que es donde pasa la mayor parte del tiempo. Y los padres de todos ellos, y los padres de sus padres, ¿Acaso tuvieron mejores oportunidades?, ¿Acaso alguien se acercó a tenderles una mano cuando tenían hambre, frío o estaban enfermos?  Pues es precisamente ahí  donde empiezan los conflictos que, poco a poco, se hacen grandes y se extienden como un reguero de pólvora.
Personalmente, recuerdo una infancia feliz, muy feliz, rodeada de Amor en mi amada y humilde familia. Y éramos felices, muy felices, por el hecho de estar juntos y compartir lo que teníamos. A veces más, a veces menos. Pero también recuerdo que si en algún momento había alguna situación de más tensión era por no poder llegar a final de mes. Por tener que arreglar la nevera en el momento menos oportuno, porque necesitábamos unos zapatos nuevos y faltaban quince días para terminar el mes.  Por tanto, subyacente a todo ello estaba el dinero, el poder cubrir mínimamente las necesidades de alimento, vestido y cobijo. Afortunadamente, de alguna manera u otra, siempre tiramos adelante y no nos faltó ese mínimo, no sin dificultades. Pero no todos logran salir adelante.
Reflexionemos: ¿Cómo podemos juzgar al que nada tiene?, ¿Cómo  pretendemos que se extienda la paz entre personas a las que permanentemente la vida les violenta,  por no poder dar de comer a sus hijos, por querer trabajar y no poder, por estar enfermos y no poder ser atendido sin previo pago?, ¿Cómo pretendemos transmitir paz al que tenemos al lado cuando nuestra lucha es por un coche, o una casa mejor, o poder ir de vacaciones? ¡La desigualdad es tan grande!, el abismo es tan inmenso que difícilmente podremos sentirnos verdaderamente como iguales, aunque estemos en la primera fila de una manifestación por la Paz.
La verdadera Paz  empieza en el  interior y esta puede sentirse cuando no tenemos que estar en permanente lucha por sobrevivir, cuando nuestro estomago está lleno, cuando nos abrazan cálidamente y sabemos que no estamos solos, cuando se nos permite ejercer nuestro derecho de ocupar nuestro espacio en el mundo.
Sí, a menudo creemos que los que nada tienen son felices en su pobreza. ¡No tienen más remedio! Pero no nos equivoquemos, esto no supone que su felicidad también pase por dar a sus hijos un plato de comida al día, un techo donde cobijarse y poder llevarlos a la escuela.  Y esta paz  crece y nos hace crecer y evolucionar  cuando verdaderamente somos agradecidos por lo que tenemos y compartimos una parte con aquellos que realmente están desposeídos de todo.
Es a través de nuestros gestos, que van sumando esperanza, cuando la riqueza se expande, y la pobreza, el hambre y la miseria dejan de ser la utopía que todos quisiéramos erradicar.
Cuando aparte de pensar y/o creer que  la paz en el mundo es posible, trabajemos verdaderamente para ello, a través de la ayuda, la compasión  y el servicio a los demás, esta se derramará sobre todos nosotros sin hacer ningún esfuerzo.
Entrada publicada por Elisenda Julve.

viernes, 30 de diciembre de 2011

La vida Es

        Los seres humanos tienen un miedo visceral a la muerte. Pero eso sólo es porque aun no han comprendido, o han olvidado, que la vida es inextinguible. La vida Es, y no hay nada que pueda destruirla porque es indestructible. Nunca se acaba la vida, la vida solamente pasa de una forma a otra, de una experiencia a otra, de un plano a otro, de una vibración a otra.

Ocurre que la inmensa mayoría de los seres humanos no están en condiciones de escuchar que la vida es una manifestación divina, y que como manifestación divina es perenne. No pueden escuchar porque están atados al ruido de sus pensamientos, a unos pensamientos de angustia y de inseguridad por su futuro, que sólo les permiten tener oídos a los deseos, tener oídos al miedo.
La mayoría de los seres humanos creen que son ese vehículo con dos piernas, dos brazos, un tronco y un cerebro con el que manifiestan pensamientos. Es este vehículo, el que sí tiene una existencia efímera, es caduco, y dura el tiempo establecido para la adquisición del conocimiento programado para ese tiempo de caducidad, ni un instante más. Lo que denominamos vida no es la duración de ese vehículo en el tiempo, la vida es la del espíritu, la del alma, la de la energía, o la del pensador, que permanece por siempre en el espacio y en el tiempo.
Hay una ley fundamental que pocas personas conocen, y los que la conocen, como no terminan de creérselo, a pesar de las experiencias negativas a las que se han visto arrastrados por sus pensamientos, la inmensa mayoría de las veces, no la hacen ni caso. La ley es: “La energía siempre sigue al pensamiento”, y la única razón del miedo, de la angustia, de la ansiedad, de la inseguridad, de las preocupaciones o de los deseos, es la mala gestión del pensamiento.  
        Los seres humanos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto, somos buenos por naturaleza, y humildes, y compasivos, y misericordiosos. Pero nuestra bondad, así como el resto de cualidades, todas divinas, permanecen ocultas detrás de nuestros pensamientos.
        Creo que todos tenemos claro, al menos todos los que nos asomamos a este portal, que estamos aquí para aprender y para desarrollar un trabajo. La pregunta de todos es ¿Cuál es mi misión? Y seguro que todos compartimos el pensamiento que si supiéramos cual es nuestra misión en la vida, la desarrollaríamos más fácilmente que en la actualidad, en la que nos encontramos caminando a oscuras.
        Si me permites, puedo encender un fosforo para que, al menos, tengas, aunque sea diminuta, una luz que ilumine tu camino: Olvídate de que estás en este camino para llevar a cabo una misión determinada, y toma un atajo. El atajo es el Amor. Empieza a amar a todo y a todos, sin ningún tipo de componenda, sin permitir que se distorsione tu mente con la falsa enseñanza de los intereses egoístas, sin dejar que entre en tu mente la propaganda política, religiosa o social. Al principio, ese amor sólo será una forma de pensamiento más, pero mientras ocupas la mente en amar a tu prójimo como a ti mismo, no vas a ocuparla en los pensamientos que obstruyen tu divinidad.
        Con eso vas a conseguir que tu actitud ante la vida sea la de ser un canal libre e ininterrumpido de la misma vida, sin encontrarse obstruida por las ideas, los deseos, las planificaciones o las actividades en el plano físico. Comprendiendo así la continuidad de la vida a través del tiempo y del espacio.

       

jueves, 29 de diciembre de 2011

Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad

            “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”… No sé si todas las personas que viven en paz e inmersos en su serenidad, tienen buena voluntad; pero sí sé que los que tienen “auténtica buena voluntad” viven en paz, con una paz interior duradera.

¿Qué es la buena voluntad? La buena voluntad es la energía que sustenta las “correctas relaciones humanas”, la buena voluntad es la expresión más simple del verdadero amor, la buena voluntad es “el primer intento” del ser humano para expresar su amor.
Podemos despegarnos de la espiritualidad y escuchar lo que dicen grandes pensadores: Según Kant, la voluntad buena es la condición indispensable que nos hace dignos de ser felices; pero no la felicidad entendida como el logro de todo lo deseado, como una satisfacción de las pasiones y los deseos, porque eso es imposible de obtener para los seres humanos en las condiciones tan contradictorias de sus afectos, que no de su amor. Contradictorias, porque lo que denominamos amor, es una mezcla muy grande de pensamiento y muy pequeña de energía del corazón.
Para Kant la felicidad no es otra cosa que la búsqueda de hacerse digno de ser feliz, y es un hecho que lo único objetivamente bueno es una buena voluntad. La inteligencia, el valor, la riqueza y todo lo que solemos considerar valioso dejan de tener valor y se vuelven incluso cosas perniciosas, si van acompañados de una voluntad torcida.
¿Puedes imaginarte como sería el mundo si la mayoría de seres humanos se dedicaran a hacer el bien a otros y dejaran de ocuparse de sus propias metas egoístas? Sería un mundo lleno de paz, sin hambre, equitativo.
Pero no estamos preparados para eso, pasar de nuestras creencias actuales, en las que prima la satisfacción de nuestros deseos, el acaparamiento, la crítica feroz y destructiva, la rabia, y la envidia, e iniciar una nueva vida, una vida basada en la buena voluntad, la buena voluntad entrenada, ingeniosa, creadora y práctica, es difícil, porque no estamos ni preparados, ni entrenados, y posiblemente ni llegamos a entender que se pueda vivir de otra manera que no sea satisfacer cada deseo que aparece en nosotros.
La buena voluntad es una cosa muy simple, sólo hay que desear para los seres humanos, para todos, no sólo para los más allegados, lo mismo que deseas para ti; y tratarlos de la misma manera que te gustaría ser tratado; y darles lo que a ti te gustaría recibir. Es tan sencillo, que las mentes no están todavía capacitadas para poder valorar su poder. E incluso los que intelectualmente llegan a entenderlo, son incapaces de ponerlo en práctica.
La buena voluntad es hoy un sueño, y no deja de ser una teoría. Pero cuando esa teoría se lleve a la práctica se derribarán todas las barreras de la separación y de la incomprensión humana.
Quien practica sinceramente la buena voluntad en el hogar, puede cambiar totalmente las actitudes familiares. Cuando la buena voluntad sea practicada verdaderamente entre los grupos de cualquier na­ción, entre los partidos políticos, entre sectores religiosos y entre las naciones, podrá revolucionar al mundo.
Es cierto que existen en el mundo personas de buena voluntad, sin embargo, los embarga el temor, o un sentimiento de futilidad porque comprenden que el trabajo a realizar es de tal magnitud, que sus insignificantes esfuerzos aislados son totalmente inútiles, para derribar las barreras del odio y de la separación existentes en todas partes. Se sienten impotentes por su aislamiento, por su soledad, por la incomprensión, por la fuerza que tiene la forma de pensamiento de inutilidad que les inunda.
Y, sin embargo, la acción de esas personas de buena voluntad, unidos, tendrían más fácil la sensibilización del mundo y conseguirían estabilizar la situación económica del planeta y conseguir para todos sus habitantes una condición en que haya lo justo y suficiente para todos; conseguirían conducir a los seres humanos, a espaldas de los grupos religiosos, o puede que trabajando con ellos, a manifestar su divinidad. ¡Se conseguirían tantas cosas!
Tú que lees esto, y que posiblemente seas un inconformista, y que pienses que el mundo está mal repartido, y que incluso ya colabores apadrinando un niño, y que te rebeles ante algunas injusticias, y puede ser que hasta te manifiestes; estas un poco más cerca de la “buena voluntad”, pero no es suficiente. No es suficiente mientras haya una sola persona pasando hambre en el mundo, mientras haya un solo niño abandonado, mientras haya personas enfermas sin acceso a la sanidad. Ante esto, de nada valen las palabras, ni las manifestaciones, ni la indignación. Ante esto sólo cabe la acción, la acción de ayuda.
Posiblemente pienses que ya estás haciendo todo lo que humanamente puedes. No lo creas, ¡Puedes más!, si no puedes colaborar económicamente, (que seguro que si), puedes hacer proselitismo para que nadie a tu alrededor se quede insensible ante las desigualdades.
Ya no valen solo las palabras, ya no vale solo la indignación, ya no valen solo las manifestaciones. Hay que pasar a la acción, hay que ayudar, no dando sólo lo que nos sobra, eso lo puede hacer cualquier, no tiene merito, hay que dar más. Hay que dar, incluso, parte de eso que guardamos para el día de mañana. “Mañana” puede ser que ya no vivamos, y “hoy” hay hermanos nuestros que pasan hambre.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Servicio

          En el libro de Alice A. Bailey, (canalizadora del Maestro Tibetano Djwhal Khul), “Sirviendo a la Humanidad”, se define el servicio como el efecto espontáneo del contacto con el alma, el cual es tan definido y estable que la vida del alma puede afluir al mecanismo que el alma debe obligatoriamente emplear en el plano físico.

El servicio no es una cualidad ni una acción, tampoco es una actividad que la gente debe realizar de manera obligada, ni tan siquiera es un método para salvar al mundo. Servir es una manifestación de la vida. Es un anhelo y un impulso evolutivo del alma.
Es un instinto del alma y, por lo tanto, innato y peculiar al desarrollo del alma. Así como el “deseo” es la característica sobresaliente de la naturaleza inferior, el “servicio” es la característica sobresaliente del alma.
Pero ¿Cuántos seres humanos en la actualidad tienen contacto con su alma?, ¿Cuántos siguen los dictados de su naturaleza superior, desoyendo los deseos y los anhelos de su naturaleza inferior?, ¿Cuántos ocupan su tiempo en despertar, en crecer, en evolucionar, en servir, en amar?, ¿Cuántos son capaces de dar para un mendrugo de pan a quien no tiene, en lugar de una tableta menos de turrón, o de un juguete?, ¿Cuántos son capaces de ayudar una semana, en detrimento de una semana de sus vacaciones?
La mayor parte del tiempo y del dinero se pierden y gastan en cosas “no esenciales”. La inmensa mayoría de las personas dan poco o nada de su tiempo y de su dinero. Sin embargo, aun hay algunas personas que ofrecen, con sacrificio, lo único que poseen, y el poder y la energía que tal actitud libera es muy grande, mucho más grande que el poder y la energía conseguidos a base de meditar y meditar y meditar. Otros, los más, dan lo que les sobra y sólo cuando no implica sacrificio. Está bien, menos es nada, pero no es suficiente para satisfacer el anhelo del alma, de hecho, sólo se satisface el deseo del ego.
No es suficiente dar lo que sobra, se debe dar al máximo con comprensión y justicia para que la era del amor y de la luz, nuestra Era de Acuario, se introduzca con mayor celeridad. No importa dónde o a quien dar, basta dar, poco si se tiene poco tiempo o dinero; mucho, si se posee más.
El auténtico servicio es como una fuente que brota de manera espontanea en las personas de buena voluntad, de su corazón amoroso y de su mente inteligente. Es el resultado de entender que somos seres espirituales y no un cuerpo que quiere satisfacer sus deseos; es el efecto del ser humano cuando expresa lo que en realidad es, un divino Hijo de Dios; el servicio surge en la persona que sigue su camino hacia la realización, sin pensar en sí misma.
Es el sentirse separado de todo, lo que ha llevado a la humanidad a la situación de materialismo actual. Es imprescindible aceptar el desafío de vivir desde el alma, para dar nuestro tiempo, para dar nuestro dinero, para difundir estas ideas de unión con todo, de servicio a todos, de amor universal, en nuestra sociedad dormida, para ayudar a despertar a los que nos rodean, ignorando las críticas y las palabras de odio o de incomprensión. Hemos de tratar de olvidar nuestros asuntos, nuestras penas y preocupaciones, ante la urgencia de la tarea de ayuda material y espiritual que tenemos por delante, y llevar bien alta la bandera de la unidad, el amor, el servicio y la comprensión.
Nuestra vida ha de ser más profunda, y más en contacto con la propia alma. Hemos de ofrendar todo lo que poseemos para poder avanzar en el trabajo de salvación mundial, eliminar de la vida todos los obstáculos, dar todo lo que uno tiene, aunque sea una hora de tu tiempo a la semana, o un euro, un dólar, un sol o un bolívar; dar hasta el dolor de dar, hasta el valor de renunciar a nuestros pequeños o grandes deseos para que nuestra ayuda sea más eficaz.
Es cierto que para eso es imprescindible la inteligencia, la valentía y la buena voluntad. Pero tú puedes, tienes las tres cualidades.

martes, 15 de noviembre de 2011

Nuestras carencias, nuestro camino

             Los seres humanos siempre se han diferenciado de los animales en que sufren una clase determinada de dolor que los animales no sufren. Todas las formas de vida sufren enfermedades, accidentes, pérdidas, mueren. Pero los seres humanos, además de todo esto, experimentan sufrimiento y angustia mental y emocional. Desde siempre los seres humanos han experimentado dolor emocional, insatisfacción, descontento, falta de paz.

También ha habido desde siempre unas pocas personas con el conocimiento de que la mayoría de este sufrimiento se debe a la separación del  ser humano respecto de sí mismo. La mayoría de nuestras insatisfacciones no provienen de enfermedades o de problemas materiales, sino de “no ser nosotros mismos”. El sufrimiento no es inevitable. Sólo se debe a no saber quienes somos, a no conocer nuestro ser, a no conocer nuestra verdadera naturaleza, a no ser libres para ser nosotros mismos. Es esta separación de nosotros mismos la que nos deja un sentimiento de vacío, un profundo sufrimiento, que con el tiempo puede derivas, y de hecho deriva en enfermedades físicas y mentales.
Cuando la persona es consciente de que la causa de su sufrimiento es su vacío profundo, si ella quiere, y es capaz de hacerlo, hay maneras para que esa persona pueda realizar el viaje de regreso a sí misma. El trabajo a realizar se hace siguiendo cualquier camino, cualquier método, o cualquiera de las filosofías que reconocen el hecho del sufrimiento y su causa, y enseñan como devolver a la persona a su auténtica naturaleza y eliminar así el innecesario sufrimiento causado por esa separación interior.
El trabajo no es, realmente, eliminar el sufrimiento, ya que el deseo de regresar a la auténtica naturaleza de uno mismo es un impulso innato, que existe en presencia o incluso en ausencia de sufrimiento. Cuanto más en contacto estamos con nosotros mismos, más percibimos ese innato deseo de saber y ser lo que realmente somos. Deseamos la libertad para poder vivir como deberíamos vivir, para desarrollar todo nuestro potencial. Cuando no lo hacemos, sufrimos, pero ese sufrimiento, más que ser un problema, es simplemente el deseo de nuestro auténtico ser para vivir, para ser libre. Es una señal de que queremos regresar a nuestra verdadera naturaleza.
¿Qué podemos hacer para volver a tomar contacto con nosotros mismos? En primer lugar es imprescindible tenerlo claro, para que no falte la voluntad, mucha o poca, para realizar cualquier trabajo. Es realmente difícil el camino de regreso a lo que somos, y desde siempre, han sido muy pocas personas, las que han elegido emprender el camino,  muchas menos las que han conseguido llegar, seriamente, a alguna parte, y muchísimas menos las que han conseguido completar el trayecto.
Pero la causa no es, precisamente, la falta de voluntad, sino el miedo al fracaso. Miedo que se encuentra ligado totalmente a la voluntad. De tal manera que cuando una persona trata de emplear su voluntad, empieza a experimentar un miedo terrible. La persona desconoce incluso que ese miedo está ahí. Solamente sabe que no puede disponer de su voluntad, que no es capaz de actuar con determinación, que no puede hacer cosas difíciles.
No es que la persona no quiera ejercer su voluntad, es que no sabe cómo hacerlo, no puede hacerlo. No puede disponer de ella. Se ha separado de ella debido a determinados miedos inconscientes, y debido a que esos miedos son inconscientes, la mente consciente no tiene control sobre ellos.
Y aun hay más, la gente no desea comprometerse en trabajos de búsqueda interior porque temen perder su libertad personal. En todos nosotros existe un profundo temor de perder nuestro sentido de identidad, el sentido de quienes somos, nuestra privacidad, nuestra individualidad, aunque no existen razones conscientes para ello.
De tal modo, que emprender, seriamente, cualquier tipo de trabajo es difícil debido a que la voluntad, el compromiso, la comprensión, generalmente no están disponibles para nosotros debido a los miedos y resistencias reprimidos, los cuales son completamente inconscientes y controlan nuestro comportamiento.
Realmente, lo que queremos buscar es nuestra propia esencia, pero ella, ya está en nosotros, por lo tanto, lo único que tenemos que hacer, es recordar. Recordar cada una de las cualidades de nuestra propia esencia: la verdad, el amor, la compasión, la misericordia, la voluntad, la fortaleza, la alegría. Todo eso es nuestra esencia.
Dependiendo de nuestro guía en el camino, se puede enfatizar una u otra cualidad. Los maestros dicen cosas diferentes, unos dicen que hay que entregarse a Dios, otros buscan la “perla azul”, otros dicen que hay que hacer un esfuerzo consciente, buscar la voluntad; otros dicen que la respuesta es el vacío, otros el amor; y a mil maestros que consultáramos, tendrían mil respuestas diferentes, aunque, a fin de cuentas, todo es lo mismo. Y puesto que la mayoría de las personas desconoce que nuestra esencia posee muchas cualidades, cada uno piensa que el otro está equivocado.
No lo están. Lo que pasa es que cada maestro enseña aquello que más ha trabajado. Y lo ha trabajado más porque seguramente, cuando él comenzó su viaje al interior, era de lo que más necesidad tenía. Era el mayor vacío que tenía, era su carencia principal.
Cada uno tiene sus propias carencias. Cuando nacemos tenemos nuestra esencia al completo, según vamos creciendo se van fortaleciendo cada una de las cualidades de nuestra esencia, pero algunas, pueden debilitarse e incluso desaparecer en función del ambiente en que vivimos, de las enseñanzas recibidas, de los traumas, de los desengaños. Cada vez que surge algún conflicto, hay una disminución de determinada cualidad. A veces nuestra fortaleza, a veces nuestro amor, a veces nuestra autoestima, o la compasión, o la alegría, o la intuición, resultan heridas, y más tarde, completamente bloqueadas.  
 Cuando una de nuestras cualidades es finalmente bloqueada por una experiencia personal, lo que queda en el lugar de esa cualidad es una sensación de vacío. De tal modo que se crea en la persona la sensación de que se carece de algo, y por lo tanto, que algo anda mal. Cuando sentimos esa deficiencia, tratamos de llenar ese vacío que sentimos en nosotros, y tratamos de llenarlo con cualidades similares, siempre erróneas, o tratamos de llenarlo desde el exterior.
Imaginemos, por ejemplo, que sentimos que el amor por nuestra madre es rechazado, que no es apreciado. Entonces, ese amor en nosotros, es herido, dañado. Donde debería estar el amor, hay un vacío. Lo que entonces hacemos para obtener ese amor del que sentimos su pérdida, es tratar de obtenerlo de nuestro exterior. Deseamos que alguien nos ame de tal modo que el vacío en nuestro interior sea llenado con amor. Sabemos exactamente qué queremos, pero nos olvidamos de que fue nuestro propio amor el que perdimos; creemos que hemos perdido algo del exterior, de forma que tratamos de recuperarlo desde el exterior.
Conectados a cada carencia están las memorias de las situaciones que provocaron la herida y la cualidad que se perdió. Están todas allí, pero reprimidas. No recordamos que sucedió o que perdimos, y lo que hacemos es llenar el vacío, con emociones, con creencias. Y esas creencias forjan nuestra personalidad. Creemos que somos eso. Pero no es así, esos son remiendos  que hemos ido haciendo para aliviar nuestras carencias.
Para emprender el camino de regreso hemos de aprender a sentirnos a nosotros mismos. La mayoría de la gente circula por la vida sin esa conciencia de sí mismos porque están tratando de evitar la sensación de vacío, la falsedad, la sensación de que “algo anda mal” en sus vidas.
¿Qué hay que sentir de uno mismo? Hay que saber la cantidad de voluntad de la que se dispone, sea cual sea, todo el amor y la comprensión que de uno mismo se pueda tener, sean cuales sean. Hay que tener un verdadero deseo de regresar a nuestra verdadera naturaleza. Y sobre todo, tener claro que las dificultades surgen de nuestro interior, de nuestros propios conflictos. Porque si creemos que vamos a solucionar los problemas ganando algo más de dinero, siendo un poco más guapo, teniendo niños, comprando un coche mejor, y cosas así, estamos perdidos, no vamos a llegar a ningún sitio. El verdadero camino comienza al ver que las dificultades surgen de nuestro interior y al sentir que la satisfacción que buscamos también procede de ese interior.
            A partir de aquí, cualquier técnica que nos ayude a conectar con nosotros es correcta. Meditación, trabajar virtudes que hagan desaparecer los defectos, fortalecer conscientemente las carencias, más amor, más comprensión, más fortaleza, más voluntad. Todas ellas, han de sentirse desde el interior, nada está fuera de nosotros, absolutamente nada. Buscar, por ejemplo, el amor en una pareja en el exterior, es sencillamente tratar de esconder un vacío. El amor ya está dentro, y cuando aparezca la pareja, lo único que hay que hacer es ofrecerle ese amor.
Lo ideal es trabajar al unísono todas nuestras cualidades, No tratemos, por ejemplo, de desarrollar únicamente el amor. El amor es sólo una de nuestras cualidades. Pero el amor sin la voluntad, no será auténtico; la voluntad sin amor no nos permitirá gozar de la dicha de amar. Solamente el desarrollo de todas las cualidades nos permitirá convertirnos en plenos y verdaderos seres humanos.
Y durante todo el trayecto, hay que estar presentes. Estar por completo aquí y ahora es ver la verdadera naturaleza de las cosas, es el camino más rápido para llegar al interior, es más rápido que meditar durante tres horas diarias mirando una pared. Hay que combinar la meditación, con la presencia, con la conciencia de querer seguir caminando, con la realidad de que todo está en nosotros.

domingo, 23 de octubre de 2011

Hablar por hablar

            Desde el principio de los tiempos, los seres humanos hablan unos de otros, prácticamente sin parar. Parece que ese es un buen entretenimiento, que ahora sigue siendo así, y así lo seguirá siendo hasta que todos hayan alcanzado un cierto grado de madurez y evolución.

             Pero todo ese hablar, que en muchas, muchísimas ocasiones, está falto de amor, sólo es una vibración pasajera en el aire, y no será más que eso, a no ser, que nosotros decidamos y permitamos que sea otra cosa. Lo que digan los demás, por muy desagradable que sea, no debe de importarnos en absoluto. De hecho, si no escuchamos lo que dicen de nosotros, está claro que no nos va a importar, pero si lo escuchamos, tampoco debería importarnos, porque si nos importa, si nos enoja, si nos llena de rabia, sólo es un problema nuestro, sólo es un signo de nuestra propia inmadurez, somos nosotros mismos los que nos estamos haciendo daño, no las palabras de los demás.
            Por qué… ¿Qué sabe nadie de los demás?, ¿Qué saben de sus circunstancias?, ¿Qué saben de sus sentimientos o sus emociones? Lo que digan los demás no tiene ninguna importancia, nunca saben lo que dicen. Y de la misma manera que ellos no saben nada de nuestras circunstancias, ¿Qué conocemos nosotros de las suyas?, nada, nadie sabe nada de nada de lo que pasa en un instante por el interior de la persona, por lo que el que escucha tampoco sabe las razones por las que otro puede hablar de él. En todos los casos, lo único que hay que ser: es amable, es amoroso, es bendecir al que habla.
            Cualquier sentimiento de sentirse ofendido o herido, solo es debido a la sensación de separación, de falta de unidad con todo lo creado, de sentir la necesidad de tener que estar defendiendo el propio espacio de manera permanente, solo es debido a la mente, ¡tan egoísta ella!. En el momento que aceptamos que todos somos la misma energía, y dejamos de pensar en nosotros mismos, ya no se siente ninguna ofensa, todo está bien, por muy grave que sea lo que se escuche.
            Jesús dijo: “Ama a tu enemigos y ruega por aquellos que te injurian”.
            Todos sufrimos juicios, críticas e injurias. No hay que preocuparse por ello. La Ley del Karma, colocará a todos y cada uno en su sitio. El trabajo de los que sufren los juicios, las críticas y las injurias es amar más, es perdonar, ser más bondadosos. Así las críticas y las injurias van a servir para un mayor crecimiento y más evolución del injuriado.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Atajo a la Iluminación

            Todos nacemos imperfectos. Si fuéramos perfectos ya no tendría ningún objeto una nueva vida en la Tierra, porque todo el trabajo estaría realizado y asimilado en vidas anteriores. Nacemos porque todavía tenemos carencias y aprendizajes pendientes. Cada persona tiene sus propias imperfecciones: orgullo, impaciencia, pereza, envidia, miedo, rabia, odio, etc. Pero al final de la eliminación de todas nuestras imperfecciones, y la adquisición de lo que son nuestras carencias, todavía tenemos por delante el aprendizaje más importante: aprender a Amar.

            Podemos trabajar de dos maneras: Por un lado, trabajando cada imperfección, para eliminar esta y adquirir la virtud contraria, que es la carencia. La lentitud o rapidez de este trabajo depende totalmente de la consciencia de la persona. Si esta es consciente de su defecto y de su carencia, el trabajo será rápido, ya que la sola consciencia de la imperfección elimina esta en un ochenta por ciento. Pero el problema estriba en que la persona no es consciente de que ha de eliminar, que ha de aprender, que ha de practicar y que ha de adquirir. No olvidemos que al poco tiempo de entrar en el cuerpo perdemos la memoria de toda la planificación de nuestra vida, por lo que no sabemos qué hemos de hacer, ni para que estamos aquí, y además, cargamos con nosotros, como una pesada losa, todas nuestras acciones, nuestros deseos y pensamientos de vidas anteriores. Esto deja a la persona a merced de su libre albedrio, de su propio pensamiento o de los dictados de su corazón. Dependerá de lo grande que sea la conexión con su corazón, y la desconexión de su mente, que sea más o menos consciente de sus necesidades.
            Pero hay otro camino, podemos tomar un atajo: Podemos ir directamente al aprendizaje más importante: Aprender a Amar. Con la energía del Amor desaparece, de inmediato, la energía del miedo. Pero eso solo es el principio, cuando realmente se Ama, desaparecen todas las carencias y se adquieren de inmediato todas las virtudes.
            Pensar, por un momento, en los personajes que todos admiramos, y de los que leemos su vida y su obra: Su bandera es el Amor, su tarjeta de presentación es la bondad, y su dedicación a los demás es absoluta. No existe en ellos nada parecido a la pereza, a la envidia, al odio o al rencor. Su preocupación no es donde pasarán las vacaciones, ni tener un coche más grande que el de su vecino. Su ocupación permanente es Amar y ayudar al prójimo, sea conocido o no, sea próximo o lejano, sea blanco o negro.  
            Seguramente crees que esto no es para ti porque ya amas suficiente. Puedes hacer tu mismo/a la prueba de cuán grande es tu amor. Si aun existe en tu vida un punto de intolerancia, de orgullo, de incomprensión, de falta de voluntad, de crítica, de envidia, etc., es que no amas lo suficiente. Si encuentras defectos en los demás, si la no consecución de tus deseos te entristece, aún no amas lo suficiente. Si discriminas por la raza, por el idioma, por la religión o por cualquier otra causa, es que no amas lo suficiente.
            Reflexiona en la soledad de tu meditación si amas lo suficiente y cual es el camino que quieres seguir. Pero te aseguro que el atajo del Amor no sólo es más rápido, sino que también es más cómodo. ¡Tú eliges!

jueves, 8 de septiembre de 2011

Conocimiento

             Hablamos, en muchísimas ocasiones, del conocimiento que le llega al ser cuando toma contacto con su interior, y decimos que ese conocimiento, nada tiene que ver, con todo el saber adquirido por la persona a lo largo del tiempo. Se puede ser un eminente profesor con una gran cultura, y no poseer en absoluto ni un ápice de conocimiento.

El verdadero, el auténtico conocimiento, comienza cuando el ser humano traslada su residencia habitual, de la cabeza al corazón. A partir de entonces suceden varias cosas:
-          Se empieza a manifestar Amor, por uno mismo y por el prójimo.

-          El campo energético cambia de vibración, volviéndose más sutil, pudiendo, de esta manera, percibir energías y conocimiento más acordes con la nueva vibración.

-          Tener un mayor contacto con el alma, y acceder así, a las experiencias y al conocimiento que esta tiene acumuladas a lo largo de muchas vidas.
¡Cuántas personas hay que se creen sabios y cultos, por toda una vida de estudio y, sin embargo, acostumbran a criticar y a juzgar sin piedad, sin conocer en absoluto la causa que pueda existir detrás de la actuación de cualquier ser!, ¿Dónde queda su sabiduría?, sencillamente no tienen. Su saber sólo es válido para deslumbrar a otros, que como ellos no saben, en absoluto, cual es su verdadero papel en esta vida. Les falta el auténtico conocimiento, la experiencia de vivir el Amor y la experiencia de Amar al prójimo como a sí mismos.
Una de las Leyes del Universo más importantes, es la Ley del Karma o Ley de la causa y el efecto.  Los seres humanos, siempre están observando el efecto, sin saber que siempre hay algo anterior que se denomina causa. Y es justamente la resultante de todas las causas, de todas las vidas del ser humano, las que dan como efecto la personalidad del ser, sus sentimientos, sus hábitos, sus actitudes, sus creencias, sus pensamientos.
Es muy triste que un ser humano, haciendo uso de su ignorancia, juzgue a otro ser humano. Leía en facebook, hace un par de días, la entrada de una amiga, que es un verdadero ángel, que decía: “Una niña de quince años de edad camina de la mano con su hijo, la gente la llama inmoral sin saber que fue violada a los trece años. La gente le dice gordo a un señor sin saber que tiene una enfermedad que le causa sobrepeso. La gente le rehúye a un señor con el rostro desfigurado sin saber que arriesgó su vida siendo bombero. La gente se burla de los niños especiales sin saber que son mejores que ellos”.
Solamente la divinidad del ser, puede ser el propio juez, y actuando en forma de conciencia, es el que reprende, es “la voz interior”, es “la voz de la conciencia”.
Nadie conoce las causas por las que otra persona es o actúa de determinada manera, y cuando buscamos la razón, o la causa escondida de una actuación, se sabe qué cosa hay que hacer para ponerle remedio o para ayudar. La misma Ley lo enseña: “Corrige la causa y remediarás el efecto”.
Solamente quien ha aprendido a penetrar en el silencio, se convierte en un hilo conductor de los beneficios de Dios en este mundo. Solamente ellos están en posesión del conocimiento, y solamente ellos, cuando hablan, lo hacen con bondad, acariciando con sus palabras. Los otros utilizan la lengua como un látigo, para plantar semillas venenosas, las cuales crecen en las mentes de tantos “sabios ignorantes” de la Verdad, de la Bondad y del Amor.
Puedes estudiar y leer lo que quieras, pero si realmente quieres adquirir conocimiento, el verdadero conocimiento, Ama más. 

jueves, 18 de agosto de 2011

Si me caigo, no me queda más remedio que levantarme

            Trabajamos duro para conseguir incrementar nuestro nivel de energía y de vibración, para ser cada día mejores personas, para ayudar cada vez más, para ser más compasivos y más tolerantes, para acercarnos más a Dios. Es cierto, que caemos y nos volvemos a levantar, pero seguimos trabajando con determinación. Y según vamos alcanzando mayores niveles de vibración, somos conscientes del “conocimiento y del poder” que se encuentra en nosotros y, cuando descubrimos “eso”, queremos mantener, a toda costa, el nivel de vibración alcanzado.

Mantener la energía, no es difícil, sólo hay que mantenerse en el nivel de pureza de la vibración conseguida. Me explico: A más vibración, más sutileza; ¡recordar que nuestro fin es llegar a integrarnos con la Energía Divina!, es decir, Sutileza Total. Por lo tanto, hemos de actuar, física, mental, emocional y espiritualmente, de acuerdo con aquello que queremos alcanzar, hemos de actuar como si ya estuviéramos vibrando con la Energía Divina: Bondad absoluta, Verdad absoluta, Amor absoluto, Paz infinita, Certeza total.
             Y cada vez que nuestra actuación se sale de estos parámetros de “totalidad”, nuestro nivel de energía decrece: Cada vez que no decimos la verdad absoluta, cada vez que intentamos manipular, cada vez que intentamos sacar beneficio a costa de otros,  cada vez que dudamos de nuestra divinidad, cada vez que se apodera el miedo de nosotros, cada vez que no compartimos nuestro conocimiento, nuestro poder, nuestro dinero, nuestra compasión; cada vez que juzgamos o criticamos. En todos estos casos nuestro nivel de energía desciende, unas veces somos conscientes de ello, y otras no lo somos. Pero cuando eso ocurre, nos volvemos más terrenales, alejándonos del espíritu y perdiendo el contacto con nuestra alma.
            Es cierto, que cuando desaparece la causa del descenso de energía, esta vuelve, normalmente, al punto de partida. Pero mientras dura la bajada, ¡y puede ser de larga duración!, estamos más expuestos a los peligros del cuerpo y de la mente, a todos esos peligros que con tanto trabajo y sacrificio, vamos dejando atrás: miedos, dudas, anhelos, deseos, tristeza, etc. Y son justamente todos estos peligros, la causa primera del descenso de la energía, ya que es la identificación con el cuerpo y la conexión a través de la mente con las cuestiones terrenales, la causa más normal de la desconexión de nuestra alma.
            Es como la pescadilla que se muerde la cola: Estamos fantásticos, pero por alguna razón, desconocida o no, aparece un punto de, por ejemplo, miedo en nuestra mente. De manera inmediata desciende la energía, la mayoría de las veces bruscamente. Con el nivel de energía y de vibración en su punto más bajo, el pensamiento de miedo se apodera de nosotros con  tanta fuerza, que somos incapaces de tener consciencia de la desconexión. En ese momento, nos convertimos, nuevamente, en los trogloditas, que éramos antes de alcanzar nuestro nivel superior de vibración.
            Afortunadamente, nuestro trabajo sirve para algo y, siempre, en algún momento, somos conscientes de nuestro estado. Es entonces cuando elegimos seguir terrenales, o volver a nuestro estado inicial de vibración. Para volver al estado inicial, no es suficiente con proponérselo, ni tan siquiera con sentarse a meditar en ese momento, ya que la mente ha tomado el mando y no lo va a dejar fácilmente.
            Aunque cada persona, sabe mejor que nadie como volver a dominar a su mente, cuento mi formula: Si puedo, trato de tomar contacto con la naturaleza: no hace falta escalar una montaña, puede ser un jardincito, un árbol de la calle o una maceta de casa; lo importante es que sea un espacio de energía limpia y más poderosa de la que en ese momento me rodea; y en ese espacio, respiro lenta y suavemente por la nariz, mientras imagino, pienso o visualizo como esa energía limpia hace crecer mi aura. La punta de la lengua la tengo en el paladar, y entre la inhalación y la exhalación, hago una pequeña retención. A la vez, voy repitiendo lentamente en mi interior “Yo Soy el Alma”.
            Con esto se recupera nuevamente el nivel de vibración inicial. Todo son técnicas. Lo importante es tener la paciencia y la voluntad para llevarlas a cabo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Marionetas de la mente

            No hay medida en el amor, como no la hay en la felicidad, o en la paz interior, o en la alegría, o en la bondad.

            No se es bueno de diez a doce y, malo de cuatro a seis, como no se es feliz a ratitos, o no se quiere por la noche mucho, y por la mañana se grita. Si a alguien le sucede esto, ni es bueno, ni ama, ni es feliz.
            La felicidad, el amor, la paz interior, la alegría, son estados inherentes a la persona, son cualidades del alma y, no hay posibilidad de conseguirlos con estímulos procedentes del exterior. La única forma de conectar con esos estados, que no son tales, sino que es solamente uno, yo me atrevería a llamarle AMOR, es vivir el presente, es detener los pensamientos, es desechar los deseos, es permanecer en el interior. No es que al vivir de esa manera, se abra una cajita y aparezca ese amor, no. Lo que se consigue es cambiar la vibración de la energía, y conectar con otras energías superiores que nos conducen directamente a tales estados. Y una vez conseguida esa vibración es difícil perderla, aunque si puede disminuir, y lo hace, cuando la persona tiene miedo, o duda, o no dice la verdad, o sencillamente no utiliza su mente y se deja utilizar por ella.    
Lo que producen los estímulos externos: un aumento de sueldo, una pareja extraordinaria, unos hijos inteligentes, un premio de la lotería, etc., etc., sólo es una ilusión pasajera, sólo es la satisfacción de las perspectivas marcadas por la mente.  La mente, tan poderosa ella, se programa para alcanzar la felicidad cuando se consiga equis, y una vez conseguido equis, la mente dice que es feliz, y la persona, que vive en la mente y se identifica con ella, se cree a pies juntillas lo que esta va dictando. No es tal. Sólo es una ilusión pasajera, ya que la mente, una vez conseguido aquello que anhelaba, va a marcarse otro objetivo, con lo cual, la persona vuelve a no ser feliz, hasta que consiga obtener el nuevo capricho de la mente.
Los padres que dejan de hablar a su hijo, porque se ha casado, por ejemplo, con una persona que no es de su agrado, ni quieren, ni han querido nunca a su hijo, aunque ellos digan que lo hacen por el inmenso amor que le tienen a su hijo. Sólo son marionetas de su mente, manejadas a su antojo y además engañadas por esta. Porque ¿dónde queda el amor? ¿No es más amor seguir al lado del hijo, apoyarle, ayudarle y  darle su mano por si realmente un día la necesita? Cuantos familiares y amigos, cuantas personas, invocando el falso nombre del amor, están siendo manejadas por sus mentes, como las marionetas en los teatrillos para niños.
Si estás en una tesitura parecida, ¡reflexiona!, ¿a dónde te está llevando tu irracionalidad?, ¿a satisfacer a tu mente?, ¿a satisfacer tus deseos?, puede incluso que tengas razón, paro no te enteras al haber dado por muerto y enterrado a tu…… ¿ser querido?, o puede que no tengas razón y te estés perdiendo la felicidad de ese ser. Corta el hilito que mueve tus pasos y empieza a tomar las riendas de tu vida. Tu felicidad, tu amor, tu paz interior y tu alegría no dependen de lo que otros hagan o dejen de hacer, sólo depende de ti.         



sábado, 30 de julio de 2011

Fundación Elial

            Permitirme que en la entrada de hoy haga un poco de propaganda de la Fundación Elial, que es como hacer publicidad de la ilusión por erradicar la pobreza, la tristeza, el abandono, el maltrato y el sufrimiento.

            Algunos creemos que es posible generar un gramo de ilusión y de esperanza en el domicilio de los más desfavorecidos, algunos creemos que es posible llenar de alegría el corazón de los niños abandonados, algunos creemos que es posible devolver la fe en los seres humanos a las mujeres maltratadas, algunos sabemos que en la miseria también está Dios, y no podemos quedarnos sentados en el sofá de casa, delante de la tele, comentando las miserias humanas que nos enseñan en los telediarios, sin hacer nada más que eso, comentarlas, e incluso, algunas veces preguntar: “¿Cómo permitirá Dios eso?”....... Amigos........, lo está permitiendo para tú, que te conmueves ante tanta desgracia, des un paso adelante e intentes ponerle fin.
            Si, ya sé lo que puedes pensar: ”¿Qué voy a hacer yo sólo/a frente al mundo?.......... Puedes hacerlo todo, porque no estás solo/a, somos muchos. Si todos los que podemos ayudáramos, conseguiríamos erradicar la miseria.   Y ¡si podemos!, haciendo voluntariado, colaborando con ONG’s, fundaciones, asociaciones; apadrinando niños, etc., etc.
            Ninguno de nosotros, que ¡si podemos ayudar!, deberíamos quedarnos de brazos cruzados comentando lo mal que está el mundo, sin hacer nada para cambiarlo. Y nuestra actuación ha de manifestarse en todas las áreas que nuestras posibilidades nos permitan, sociales, económicas y de implicación personal.
            Desde la Fundación Elial, gracias a la colaboración de gente magnífica, (todavía muy poca), que no se queda insensible ante tanta desgracia, ya estamos actuando en problemas urgentes de falta de medios económicos para sanidad y alimentación. Pero queremos llegar más lejos, y para eso necesitamos, también, de tu colaboración, colaboración que puedes realizar de diferentes maneras. En la web de la Fundación seguro que vas a encontrar la fórmula que más se adecue a tus posibilidades, haciéndote socio/a activo, apadrinando niños, colaborando económicamente de manera esporádica, etc.
            Además de las aportaciones, nuestra fuente de financiación pasa, también, por la realización de todo aquello que sabemos hacer: clases para niños, clases de yoga, meditaciones, cursos, terapias, conferencias, etc.
            Puedes entrar en la web www.fundacionelial.es donde encontrarás toda la información que puedas necesitar, después descarga el formulario de socio, rellénalo y envíalo al e-mail de la Fundación. Estamos esperándote.
            Disculpa, que hoy en vez de dar, pida. Gracias por tu atención.

jueves, 21 de julio de 2011

Otro mundo es posible

            Creo que se puede cambiar el mundo, y estoy trabajando para ello. Parece pedante, ¿verdad? Y es pedante visto desde una mentalidad que difiera con la mía, visto desde una mentalidad de egoísmo, desde  una mentalidad en la que toda la vida gire en torno a la consecución de deseos terrenales, desde una mentalidad que divide,  desde una mentalidad en la que predomina el “yo” sobre los “otros”, desde una mentalidad que discrimina por la raza, por el sexo, por la religión, desde una mentalidad de poder terrenal, desde una mentalidad de sufrimiento, desde una mentalidad de apego material o emocional. Pero no es pedantería visto desde mis creencias.

Creo firmemente que otro mundo es posible, un mundo donde reine el amor y la alegría, un mundo donde la explotación deje paso a la hermandad, un mundo donde se tienda la mano sin mirar si la otra es de distinto color, sin mirar si está sucia o está limpia, si es de católico o musulmán, si es de rico o es de pobre, si es la derecha o la izquierda; un mundo en el que se sustituyan las armas por la palabra, un mundo en el que se trabaje para llevar agua en el desierto y no buscarla en los desiertos de Marte, un mundo en el que todos los niños jueguen, y rían, y sean felices, un mundo de igualdad, un mundo de servicio, un mundo de ayuda.
¿Utopía?, no hay mejor realidad que una buena utopía. Y puede hacerse posible, ¿cómo?
Primero, creerlo: No se puede conseguir nada que no se cree. ¡Todos somos creadores!, ¡el pensamiento crea la realidad! Olvidar el “pobre de mí”, olvidar el “no puedo”, olvidar que “no valgo”, olvidar que “no sirve de nada”, y cambiarlo por SI PUEDO, SI VALGO, PUEDO HACERLO y LO HAGO.
Segundo, cambia tú: Recuerda que el mejor aprendizaje es el ejemplo, enseña con tu ejemplo. Empieza a ver a todos como tus hermanos, reparte amor, reparte bocadillos, no pasa nada porque no vayas de vacaciones este año. Permíteme un secreto: cuanto más das, más tienes, no te falta nada, el Universo cuida de los generosos, ¡puedo dar fe! No discrimines, no juzgues nada, tu misión en este mundo no es de juez; ayuda a todos sin distinción.
Tercero, vive una vida interior plena: Si tienes que enseñar a todos con tu ejemplo, ¿Cómo vas a enseñarles a ser felices si vives en sufrimiento?, ¿Cómo vas a dar amor si en tu corazón reside el resentimiento?, ¿Cómo les vas a enseñar a confiar si vives una vida de miedo y desconfianza? Y todo eso, ya está en ti, en tu interior. Busca todo eso en el silencio de tu meditación.
¡No tengas miedo! El mundo te está esperando, ¡te necesitamos!
El mundo que te espera ya está en proceso de cambio: En las dictaduras el pueblo se amotina, en las seudo-democracias dependientes del dinero, el pueblo se manifiesta en las plazas; en los países corruptos empiezan a levantarse voces de denuncia, está saliendo a la luz el fariseísmo de las religiones. El mundo está en proceso de cambio, y vamos a acelerar ese cambio entre todos los que ya tenemos una visión distinta, entre todos los que estamos dedicando nuestra vida a los demás, entre todos los que renunciando a una vida de paseo, paseamos para detectar necesidades; entre todos los que cambiamos la búsqueda del amor por la entrega de amor a manos llenas; entre todos los que sacrificamos una tarde de cine, por actuar en la película de la vida; entre todos los que nos emociona la risa de un niño, o lloramos con la amargura de la pobreza.
¿Aun crees que es pedantería?, ¡Te estamos esperando!

martes, 19 de julio de 2011

Claves para la vida eterna


         Más de una vez hemos dicho, que necesitamos tener la inocencia de los niños para crecer espiritualmente, lo suficiente, como para no volver a encarnar, y acabar así con nuestro ciclo de nacimientos y muertes.
          Al decir que hemos de tener la inocencia de los niños, nos estamos refiriendo a su bondad innata, a su gran corazón, a su falta de maldad, a su falta de crítica, a su desconocimiento del rencor.
          Esa es la misma inocencia de la que disfrutan los seres que están al otro lado del cuerpo, y que han llegado a ella en virtud de su esfuerzo, han llegado a ella porque han comprendido lo que es la fraternidad, la solidaridad, la compasión, la unión y el amor. Los seres que ya viven, para siempre, en otras dimensiones, se caracterizan por la fraternidad y el servicio desinteresado. Pero, no han llegado a disfrutar de esas virtudes una vez han abandonado el cuerpo, no. Para vivir en esas otras dimensiones para siempre, es imprescindible trabajar esas cualidades en la Tierra, y hasta que no se consigan esas cualidades desde el cuerpo, seguiremos en nuestro ciclo de muerte y reencarnación.
          El primer paso, es comprender de manera clara, que los pensamientos y las emociones, afectan grandemente al crecimiento espiritual. Por una razón muy sencilla, porque pretenden amarrar el alma a la materia. Pero el alma no puede atarse a la Tierra, y lo único que se consigue es la desconexión del alma, es retraso en el verdadero conocimiento, es retraso en el crecimiento espiritual.
          Hoy día, en que la información está al alcance de todos, es raro encontrar personas en los países del primer mundo que no hayan oído hablar del alma, de la reencarnación, del crecimiento espiritual, de la energía, del sentido de la vida, etc., etc. Unas personas, no hacen caso, porque están acostumbradas a vivir desde el sufrimiento, desde la mente, y no quieren escuchar que tienen la felicidad al alcance de la mano, ¡no es su momento!, han de seguir siendo bebés espirituales unas cuantas vidas más. Otras muchas, creen efectivamente, que la vida material sólo es un aprendizaje para acercarnos a Dios, nuestra única y definitiva realidad, pero sólo lo creen mentalmente, ya que consideran duro el trabajo a realizar, y prefieren seguir leyendo libros en vez de poner en práctica lo aprendido, prefieren comentar las vidas de otros que si han buscado a Dios por diferentes caminos, en vez de imitarles; prefieren quejarse de la vida material, antes de empezar a vivir la vida espiritual; en suma, también siguen siendo bebés espirituales, aunque traten de disimularlo.
          A ti, qué crees realmente que está vida solo es un lapsus en la vida eterna, y que quieres dejar a un lado el auto-engaño en el que vives, te detallamos unas cuantas claves para que puedas comenzar a vivir una vida plena, una vida de felicidad, una vida de satisfacciones, una vida de hermandad, una vida de servicio, una vida de amor:
- Se sincero/a y honesto/a: Que tus pensamientos, tus palabras y tus actos sean coincidentes. No pienses una cosa, digas otra y hagas otra diferente.
- Cambia los malos hábitos que afectan a tu cuerpo, a tu mente y a tus emociones: Al cuerpo aliméntale de manera sana y natural, además de mantenerle sano y fuerte. Enseña a descansar a tu mente de pensamientos equivocados y circulares. No vivas permanentemente las mismas emociones.
- Elimina la pereza, fortalece la voluntad: Para trabajar cualquiera de las claves que aquí aparecen es imprescindible la voluntad. Empieza por pequeños retos, para ir fortaleciendo tu carácter, los grandes retos llegarán solos.
- Acepta los obstáculos, las crisis, las caídas: Sólo son pruebas que se han de pasar, igual que los estudiantes han de pasar sus exámenes. Estos sólo hacen que fortalecer a la persona y acercarla a Dios.
- Evita el auto-engaño: Se ha de permanecer alerta de manera permanente, la mente utiliza miles de estrategias para convencerte de que lo estás haciendo bien.
- Selecciona a las personas con las que te relacionas: No todas están vibrando en la Luz. Si deseas evolucionar has de seleccionar y frecuentar a las personas que vibran en un nivel alto de evolución. En la etapa de la evolución es mejor ser alumno que maestro.
- Ser humildes: Ninguno estamos exentos de vanidad.
- Evita cualquier tipo de explotación, de especulación, de manipulación: Por una sencilla razón, “todos somos hermanos”.
- Respeta el proceso de los que te rodean: Y ayúdalos cuando lo necesiten, de manera desinteresada, sin orgullo, sin vanidad, con humildad.
          Tú, que si crees en la vida eterna, y que sabes que esta vida sólo es un aprendizaje, aprende rápido y practica para no tener que volver.

viernes, 8 de julio de 2011

Grandes vidas

            Muchas veces me he preguntado leyendo la biografía y la obra de gentes como Yogananda,  Vicente Ferrer, Teresa de Calcuta, y tantos y tantos que han dedicado su vida a los demás, ¿Por qué a ellos parece no costarles nada entregar su vida para el bienestar o el crecimiento de sus semejantes, y a todos nosotros nos cuesta tanto, no ya dedicar nuestra vida al servicio de los otros, sino mantener un estado de alegría y felicidad, que es el que parece que ellos han vivido de manera permanente?

            Parece una buena explicación y deja tranquilas nuestras conciencias, el pensar que ellos han vivido muchas vidas y que están al final de su camino como humanos, por lo que el trabajo realizado en vidas anteriores, y el crecimiento experimentado en esas vidas, les ha hecho entender que, efectivamente, vinieron para realizar un trabajo de ayuda y servicio a los más desfavorecidos, tanto material como emocionalmente, y ni de las comodidades de la vida, ni los deseos por conseguir posesiones, o por desarrollar ningún tipo de poder, les ha distraído y desviado de su camino.

            Pero, ¿Realmente es así?, ¿No es posible vivir una vida parecida a la que ellos han vivido desde nuestra perspectiva? Personalmente creo que si es posible, con independencia del número de vidas vividas, a fin de cuentas, eso es algo que aquí, revestidos del cuerpo, no sabemos si hemos vivido una o mil. Lo único que tenemos que hacer es creer: Por un lado, creer que no somos el cuerpo; y por otro, que nosotros también tenemos un trabajo, seguramente mucho más fácil que el suyo.

            Solamente con un cambio de creencias, nuestra vida daría un vuelco total, y podríamos acercarnos a vivir una vida parecida a la suya. Si cambiamos la creencia de que la felicidad está en el exterior, y que para ser felices tenemos que conseguir todo eso que se encuentra fuera de nosotros: el amor de otra persona, una cuenta bien repleta de dinero en un banco, para conseguir el coche más grande o la casa más bonita; por la creencia de que lo esencial: amor, alegría, paz y felicidad, ya lo tenemos.

            Ellos no buscaban posesiones, las donaban, y han llegado a tener pueblos enteros, ashrams, fundaciones; ellos no buscaban amor, lo entregaban de manera desinteresada, y han llegado a ser amados por miles y millones de personas; ellos no buscaban poder, huían de él, y su palabra era poder, eran escuchados y admirados por el mundo entero, y recibidos por las primeras autoridades políticas, religiosas y culturales. Nosotros, que si que buscamos amor, posesiones y poder: O carecemos de ello, o no lo conseguimo en la misma cantidad que ellos lo conseguían.

            A veces creo que somos un poco torpes: Nos quejamos de nuestra vida, pero somos incapaces de cambiar ni un ápice de ella. Buscamos desaforadamente la felicidad, pero no se nos ocurre pensar que, a lo peor, la buscamos en lugares erróneos. Nos admiran esas vidas, las leemos, transcribimos sus frases y las comentamos con los demás, las colgamos en las redes sociales para que todos las vean; pero no pasamos de ahí, no imitamos lo esencial, que no son sus frases, sino su modo de vida.  Podemos incluso, apadrinar un niño de su fundación, pero criticamos y despreciamos a los miles de desprotegidos que, para poder comer, venden  chatarra en mantas en nuestras calles. ¡Ellos amaban a todos!

            Podríamos empezar por aquí: Amar a todos, con independencia de si son niños o mayores, de si son ricos o pobres, de si son amigos o enemigos. Ellos lo hacían así. Claro que podemos pensar: ¿Cómo voy a amar a mi enemigo o a un desconocido?, ¡pues si!, es fácil, ¡amándole!. A nosotros nos va a dar igual lo que él haga o piense, es su problema, su karma se encargará de que pague por ello. Nuestro trabajo sólo es amarle, y no tendremos que esperar mucho para recibir nuestro premio, lo recibiremos a la vuelta de la esquina. Como somos muy amigos de las frases bonitas, leer lo que decía Antoine de Saint-Exupéry; está a la derecha de esta entrada: “El amor es la única cosa que crece cuando se reparte”.