El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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viernes, 31 de diciembre de 2010

¡Feliz Año Nuevo!

             Un cuento de Pancho Aquino.
Dicen que cuando se acerca fin de año los ángeles curiosos se sientan al borde de las nubes a escuchar los pedidos que llegan desde la tierra.
¿Qué hay de nuevo? pregunta un ángel pelirrojo, recién llegado. Lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad... contesta el ángel más viejo. Y bueno, todas esas son cosas muy importantes.
Lo que pasa es que hace siglos que estoy escuchando los mismos pedidos y aunque el tiempo pasa los hombres no parecen comprender que esas cosas nunca van a llegar desde el cielo, como un regalo.
¿Y qué podríamos hacer para ayudarlos? dice el más joven y entusiasta de los ángeles. ¿Te animarías a bajar con un mensaje y susurrarlo al oído de los que quieran escucharlo? pregunta el anciano.
Tras una larga conversación se pusieron de acuerdo y el ángel pelirrojo se deslizó a la tierra convertido en susurro y trabajó duramente mañana, tarde y noche, hasta los últimos minutos del último día del año.
Ya casi se escuchaban las doce campanadas y el ángel viejo esperaba ansioso la llegada de una plegaria renovada. Entonces, luminosa y clara, pudo oír la palabra de un hombre que decía:
 "Un nuevo año comienza. Entonces, en este mismo instante, empecemos a recrear un mundo distinto, un mundo mejor: sin violencia, sin armas, sin fronteras, con amor, con dignidad; con menos policías y más maestros, con menos cárceles y más escuelas, con menos ricos y menos pobres.
Unamos nuestras manos y formemos una cadena humana de niños, jóvenes y viejos, hasta sentir que un calor va pasando de un cuerpo a otro, el calor del amor, el calor que tanta falta nos hace.
Si queremos, podemos conseguirlo, y si no lo hacemos estamos perdidos, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad".
Desde el borde de una nube, allá en el cielo, dos ángeles cómplices sonreían satisfechos.

¡¡Feliz Año Nuevo!!

sábado, 25 de diciembre de 2010

Serenidad a un pensamiento de distancia

            Tristeza y melancolía es lo que muchas personas viven en la Navidad, en la época de la felicidad, del encuentro, del gozo, de la solidaridad, del amor. ¿Contradictorio?, ¡no!, para muchas personas es así, “la tristeza de Navidad”.
La melancolía se apodera de algunas personas cuando llega Navidad, en la mayoría de las ocasiones se debe a la ausencia de un ser querido, y mucho más si es el primer año en el que vamos a brindar sin él en Navidad,
 Es lógico encontrar a faltar a los seres queridos que ya no están con nosotros, pero ¿por qué mantener el recuerdo con tristeza?, ¿por qué no recordar con alegría los momentos vividos en su compañía, su amor, sus besos, sus caricias, su ternura, sus palabras?
Aquellos que ya no están con nosotros están mucho más cerca del Amor Divino que los que aun estamos aquí, y su felicidad aun seria mayor si ven que nosotros sentimos su ausencia con amor, con paz, con serenidad, no con dolor, no con tristeza.
Sentir la ausencia con tristeza, es una emoción, es un pensamiento que nos permitimos tener, pero un pensamiento más allá, está sentir la ausencia con serenidad, sentir la ausencia con amor. Solamente a un pensamiento de distancia.
No tienes que olvidar al ser querido, tienes que disfrutar con su recuerdo. ¡Cuántos recuerdos buenos, vividos en su compañía, tiras al cubo de la basura para lamentar su ausencia!
¿Sabes cómo hacerlo? Siente tu silencio y tu respiración, permanece unos momentos en tu interior sintiendo como el aire, que te da la vida, entra en ti, y sintiendo como sale. Trae a tu memoria un momento feliz de la relación con ese ser querido, y disfruta ese momento, deja que la energía de ese momento recubra tu cuerpo, permite que la energía de felicidad, de ternura, de amor de ese momento llene cada célula. Y ríe, y llora, y empápate de felicidad.
Debe de ser el espíritu navideño el que me hace buscar un cuento en consonancia con el texto, pero en este caso no he encontrado ninguno que me gustara, así que me he permitido colocar uno, que no se de quien es, podría ser también de Jorge Bucay, que me encanta, me emociona y refleja como ninguno que la felicidad es tan suave como una mariposa, que puede estar posada en ti y no ser consciente:
Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de regalo dorado.
El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de Navidad.
Pero sin embargo la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo:
"Esto es para ti, Papito".
El se sintió avergonzado de su reacción de furia, pero éste volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía. Le volvió a gritar diciendo:
 "¿Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?"
La pequeñita miró hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo:
 "Oh, Papito, no está vacía, yo soplé besos adentro de la caja, todos para ti, para que cuando te sientas triste la abras y los vayas cogiendo”.
 El padre se quedó mudo y empezó a llorar y la abrazó. Cada vez que el padre tenía un problema o estaba triste, abría la caja y cogía de ella un beso imaginario y  recordaba el amor que su niña había puesto ahí.