Del Yoga ya
está prácticamente todo dicho, y no dicho por cualquiera, sino por grandes
maestros, de los que empezamos a tener constancia escrita aproximadamente
doscientos años antes de Cristo. Me refiero a Patanjali y sus Yogasutras, que
es un verdadero sistema filosófico, que
describe el Yoga, su concepto, su sabiduría y su enseñanza.
Es posible
que hoy, en las primeras décadas del siglo XXI, se encuentren un poco lejos de nosotros,
no solo Patanjali, sino sobre todo sus enseñanzas, y también es posible que esa
lejanía nos haya llevado a ver de manera distorsionada o desenfocada lo que
significa el Yoga.
Con el Yoga
está pasando lo mismo que con cualquier otra faceta de la vida, bien sea
política, social o religiosa. Me explico: Religiones hay casi tantas como
personas, aunque cabría preguntarse, si Dios es Uno y la Verdad es Única, ¿Por qué
tantas religiones?, y la respuesta llega de inmediato, porque no deja de ser un
negocio y tiene que vivir mucha gente. En política pasa igual, lo mismo da que
sean regímenes dictatoriales que democráticos. Si el objetivo de cualquier
político es que sus conciudadanos vivan cada vez mejor, ¿Para qué tantos
experimentos, tantos partidos políticos o tantos caudillos?, pues porque, como
la religión, no deja de ser un negocio y tiene que vivir mucha gente. Con el
Yoga ocurre lo mismo: el Yoga hoy es otro negocio y de él también tiene que
vivir mucha gente.
Pero de
igual manera que a los representantes de las religiones se les ha olvidado, si
es que alguna vez lo tuvieron claro, que están para enseñar la palabra de Dios,
y que la palabra de Dios solo es Amor; y a los políticos se les ha olvidado,
que están para servir a sus conciudadanos, y no al revés, a los que enseñan
Yoga se les ha olvidado también algo que proclaman, que el Yoga es unión, la unión del hombre con Dios.
Y como está
olvidado el objetivo del Yoga, se venden migajas: Que calma la ansiedad, que
reduce el estrés, que mantiene la elasticidad del cuerpo, y un sinfín más de
beneficios, que sí que son beneficios y que van muy bien para aliviar de sus
innumerables problemas al ser humano actual, tan separado de Dios, tan pegado a
la materia y a lo material, pero que no dejan de ser migajas comparado con el real y auténtico objetivo
que es el banquete con que homenajea Dios a los que se sientan a Su mesa.
Recuerdo mi
primer contacto con el Yoga: Llegué a él como todos, por un exceso de estrés, y
me gustó, y al cabo de poco tiempo me inscribí en un curso para ser profesor de
Yoga. En la publicidad del curso había algo que llamó poderosamente mi
atención: Uno de los objetivos del curso era el despertar de la Kundalini.
¿Cómo me
vendieron entonces la energía Kundalini?, pues me la vendieron como se sigue
vendiendo aun hoy día: Que la energía Kundalini es una energía dormida en el
cuerpo humano, y que cuando el ser humano consigue despertarla alcanza la
Iluminación y ya no vuelve a encarnar nunca más.
Para mí fue
definitiva tal publicidad. Yo no quería ser profesor de Yoga para enseñar Yoga,
a mí, que era un apasionado por lo que hay al otro lado de la vida y como
consecuencia de la muerte, algo como la Kundalini, que me iba a permitir no
tener que volver a encarnar era la panacea buscada desde mis primeras lecturas.
Pero como
soy bastante curioso comencé a observar a profesores de yoga y guías de
meditación que iba conociendo. Yo creía que todos los que ya eran profesores de
Yoga ya tenían despierta la Kundalini, por la sencilla razón de que si me la
iban a despertar a mí, en ellos ya estaría. También pensaba, posiblemente
influenciado por mis lecturas, que quien está en su última vida ya está tan
próximo al otro lado que sus actuaciones en la Tierra debían ser las de un ser
que fuera todo Amor, y observaba que esos profesores de Yoga no actuaban como seres
de Amor, sino que eran seres humanos normales que podían engañar, manipular,
ser críticos e intolerantes, en fin, no parecían un buen ejemplo de seres de
Amor.
Por supuesto que en el curso no se me
despertó la energía Kundalini, porque ya la tenía despierta, como la tienen
tantos y tantos profesores y practicantes de Yoga, pero también, tanta y tanta
gente que desconocen lo que es el Yoga, pero si conocen a Dios, y que actúan
comportándose como quien son, como Hijos de Dios. Porque no es necesario hacer
Yoga para que se despierte la Kundalini y alcanzar la Iluminación, o ser
vegetariano, o acudir a misa los domingos. La espiritualidad, como el Amor se
ha de buscar en el interior de la persona, no en centros especializados, no en
la cocina, no en las iglesias.
Como no sé
si todos los que se asoman a esta ventana están familiarizados con la energía
Kundalini, y si todo el conocimiento que tienen son las cuatro frases
deslavazadas que les pudieran haber contado, les remito a dos entradas de este
mismo blog, con el título de “Kundalini I y II” del mes de Junio del año 2011.
También es
cierto que el ser humano en la actualidad vive en la periferia de todo, pero
sobre todo vive en la periferia de su propia voluntad, lo que le hace incapaz
de adentrarse en nada realmente serio si eso no comporta algún beneficio
material, por lo que las migajas que se reparten hoy día en la inmensa mayoría
de las enseñanzas de Yoga, ya les va bien, tienen suficiente, ya que algo más
que migajas posiblemente les atragantaría y les causaría indigestión.
Pero el Yoga
es mucho más que posturas, más o menos intensas, más o menos complicadas, es
mucho más que acrobacias, es mucho más que mudras y es mucho más que mantras.
El Yoga es una manera de vivir en Dios, es una manera de vivir para Dios, es
una manera de vivir por Dios, es una manera de vivir con Dios.
En el mundo de hoy existe un gran
sentimiento de frustración, de desilusión y de profundo desencanto. Las
Iglesias del mundo, sea cual sea particular y típica presentación de la Verdad
divina y por elevados y trascendentes que hayan sido los Guías espirituales que
las inspiraron en el pasado, han fracasado totalmente en su intento de evocar Amor
en los corazones de sus fieles y creyentes. Fracasaron también los sistemas
políticos, económicos y sociológicos en su intento de crear óptimas situaciones
sociales. De la misma manera que está fracasando el Yoga como vehículo de unión
con Dios.
En la época de la globalización, de
las grandes uniones, no parece que les quede mucho tiempo de éxito a las mini
religiones, a los mini estados, a los mini yogas. Es momento de un estado
global, de ese estado que luche por todos y cada uno de sus componentes para
que ninguno sufra los estragos del hambre. Es momento de una religión global,
de la religión del Amor, la religión que se practica, y que no se enseña. Es
momento del Yoga, que por ponerle un nombre le llamaría Yoga espiritual, el
Yoga que enseña a sus integrantes el camino para sentarse con pleno derecho en
el banquete de Dios, en el que por supuesto van a encontrar cura para sus
problemas físicos, mentales y emocionales, pero no gracias al Yoga, sino que va
a ser algo que van a conseguir ellos mismos a través de su comunión con Dios.
Visualizo
ese Yoga espiritual como algo más centrado en el corazón que en la postura, más
que en la acrobacia, más que en la resistencia, más que en la intensidad, más
que en signos externos, más que en sufrimientos, más que en privaciones, más
que en dolor. Si Dios es Amor, si Dios es Alegría, si Dios es Paz, si Dios es Felicidad,
el camino para llegar a Él tiene que estar inundado de esas cualidades.