Cuando
dos personas inician una vida en común, con independencia de sus auras
individuales, se va formando un aura de pareja, aura que podemos denominar
también aura de familia.
El
aura de familia es el conjunto de la energía de los dos miembros de la pareja,
tanto en el plano individual como en el plano de actuación en esa mini sociedad
que han formado. Es decir, no solamente la energía de cada individuo pasa a
formar parte del aura de familia, sino también la energía derivada de su
comportamiento en su mini sociedad. Por ejemplo: Los dos miembros de una pareja
pueden ser, cada uno de manera independiente, encantadores, compasivos y
alegres, pero su relación puede ser un caos, de gritos, de enfados, de engaños
o silencios. La energía generada por su mala relación es la que va a ir ganando
terreno, por lo que su aura de familia será cada vez más pequeña, más sucia,
más pegajosa y más oscura, por usar calificativos que todos podamos entender
como negativos y, que a todos nos acerquen a algo realmente asqueroso. Por
supuesto que también se van a ver afectadas sus auras individuales.
Las
auras individuales y el aura de familia se van retroalimentando la una a las
otras y viceversa.
Cuando una pareja tiene una relación
conflictiva, desde luego lo ideal sería que abandonaran la idea de mantener esa
relación que les está destruyendo, e iniciar una separación basada, ya que
parece que no puede ser en el amor y el cariño, que fuera al menos en el
respeto.
Pero
no es el tema de esta entrada la relación conflictiva de las parejas, sino
intentar saber que ocurre con el aura de familia, sobre todo cuando esa familia
aumenta con la llegada al mundo de los hijos.
Con
independencia del cordón umbilical etéreo, que va a existir entre una madre y
su hijo siempre, aunque cada vez más debilitado en la edad adulta. El niño,
desde que nace hasta aproximadamente los siete años, tiene un campo energético,
completamente vulnerable al ambiente en el que vive. Es decir, está
completamente abierto a la energía del exterior, pero sobre todo a la energía de
sus padres y por supuesto a la energía del aura familiar, de la que él ya forma
parte, y reacciona de manera permanente, en función de su temperamento o su
carácter, o mejor, lo que será su temperamento y su carácter.
Ante
la misma energía un niño puede sentir miedo, o ponerse enfermo y otro no, o lo
manifieste más suavemente porque sea menos sensible. Pero a todos les va a
afectar, la diferencia estriba en la sensibilidad del niño.
Son
muchos los niños que conviven con problemas emocionales de adultos, soledad,
ansiedad, estrés, miedo, etc., y no parece, analizando su vida, que exista una
razón lógica para ese desequilibrio emocional. El problema está en que solo se
analiza lo que se ve en el niño, pero ¿Qué pasa con el comportamiento de los
padres? Teniendo en cuenta que los que llevan a la consulta al niño son sus
padres y no van a contar que la relación
entre ellos no es la adecuada, o que se siente, (normalmente uno de ellos), tan
mal, que aparca al niño delante de la tele; no es fácil llegar a la causa
primera de la problemática del niño, problemática que en algunos casos puede
derivar en problemas físicos.
Aun
hay más: Los niños que se pasan horas y horas con las nanas que les cuidan
pueden tener un problema añadido: Tienen otra energía que les afecta,
positivamente si la nana es un dechado de paz, de serenidad y amor o
negativamente por los problemas que pudiera arrastrar la nana.
Muchos
problemas de niños pequeños se resuelven trabajando con los padres, siempre y
cuando ellos estén de acuerdo, ya que incluso un exceso de celo en el cuidado
de los niños, que bien puede ser un miedo no manifestado, pero energéticamente
presente, puede afectar al desarrollo emocional del niño.
Para
que el niño tenga una buena salud física y sobre todo emocional necesita que
los padres, bien sean: ambos padres, o ambas madres, o solo la madre o solo el
padre, según esté estructurada la familia, vivan en alegría, amor, dedicación,
respeto, sin miedos, sin traumas, sin ansiedades.
Para
solucionar un problema emocional, o en algunas ocasiones físico de un niño, es
posible que se necesite trabajar en varios frentes: en el aura familiar, en uno
o en los dos progenitores, y por supuesto en el niño. Sin olvidar que ha de
existir, primero el reconocimiento de los padres de su comportamiento,
posiblemente destructivo y el compromiso para cambiar ese comportamiento entre
ellos y hacia el niño.
Trabajar
solamente en el niño puede solucionar el problema en el corto plazo, pero
seguro que no tardando mucho vuelve a aparecer la misma o parecida
problemática, ya que no se ha actuado en la fuente de la energía de la que se
nutre el niño, el aura de la familia y los propios padres.
Es
cierto que los niños no vienen al mundo ni con un pan debajo del brazo ni con
un manual de trato. Son los padres los que han de ir aprendiendo con la
práctica. Pero sobre todo tienen que tener en cuenta que los niños aprenden con el ejemplo.
Muy cierto si tan solo pensaramos en ellos ..cuando hay conflictos todo seria mil veces mejor !! me encanto
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