Hasta prácticamente
hoy, nunca, o en contadísimas ocasiones entraba en el blog para ver
comentarios. Creo que lo he hecho una o dos veces, con lo que los comentarios
ahí están, pero nada más.
Cuando hoy he entrado
he visto alguno como el que trascribo a continuación: “Hola, me gustaría que
profundizaras en el comentario del enfado del alma, porque no me queda nada
claro que las enfermedades vengan de un enfado del alma”. Este comentario es
del 8 de Abril y fue motivado por una mini entrada, (las entradas minis, que
son casi pensamientos, las recojo en algo que denomino “Perlas para el alma”).
No sé a quién pertenece el comentario porque aparece como anónimo. Espero que
lea esta entrada para aclarar en lo posible sus dudas.
La entrada en cuestión
decía: La verdadera y futura curación se
efectuará cuando la vida del alma pueda fluir sin impedimento ni obstáculo a
través de cada aspecto de la materia, pudiendo entonces vitalizarla con su
potencia y eliminar así los bloqueos que son fuente de enfermedades.
Un sinfín de enfermedades tienen su origen en un enfado del
alma. Solo hay que ser honestos con uno mismo, escuchar lo que dice el corazón
y seguirlo al pie de la letra.
Para entender, en
primer lugar, que el alma se enoje, y en segundo lugar, que sea origen de
enfermedades, por supuesto no de todas, es imprescindible saber que el ser
humano cando nace a una nueva vida tiene, normalmente, un bagaje de vidas
importantes a sus espaldas.
Lo que nace a una nueva
vida es un cuerpo, pero de ese cuerpo, toma posesión “algo” que permanece
inmutable vida tras vida, “algo” eterno, “algo” divino, ese “algo” es el alma.
El alma es un chakra que se encuentra situado a unos treinta centímetros por
encima de la cabeza. El cuerpo físico se encuentra dentro del radio energético
del alma, podemos decir, por lo tanto, que somos un alma que contiene un
cuerpo, más que un cuerpo que contiene un alma.
Es el alma quien
atesora los recuerdos de todas las experiencias vividas en los diferentes
cuerpos que ha ido habitando en la materia. Es el alma quien recuerda muertes
traumáticas, quien recuerda maltratos, quien recuerda engaños y traiciones,
quien recuerda amores y desamores, quien recuerda felicidad y sufrimiento. Es
el alma también quien firma, (por expresarlo de una manera que entendamos), el
contrato de vida, por lo tanto sabe perfectamente la razón de su venida a un
cuerpo, sabe el porqué de cada encuentro, sabe la razón de miedos y traumas,
sabe cuál es el trabajo a realizar y cuando debe hacerse.
El problema es que
cuando alcanzamos el uso de razón para la humanidad perdemos el contacto con el
alma para la espiritualidad. Nos enseñan a creer en lo que vemos y tocamos, y
claro el alma no se ve. Nos hablan del alma, como nos hablan de Dios, pero sin
enseñarnos que es realmente el alma y quién es realmente Dios. Nadie nos habla
de nuestra divinidad, nadie nos dice que somos eternos, nadie nos dice que vivimos
desde siempre y que vamos a vivir para siempre.
Por lo tanto todo lo
que conoce el alma no lo conoce la razón, pero no porque sea imposible, sino
porque vivimos desconectados del alma.
Como no somos capaces
de conectarnos con nuestra alma, de alguna manera tenemos que recibir los
“imputs” para hacer aquello que hemos pactado hacer. Sólo el alma lo sabe. Es
el alma la única que puede hacer algo para que reaccionemos y encaminemos
nuestros pasos hacia el punto que teníamos previsto antes del nacimiento del
cuerpo.
¿Cómo lo hace? El alma
se encarga de enfermar al cuerpo con la enfermedad necesaria para pagar Karma
con el sufrimiento por la enfermedad, o
para visitar a un terapeuta que le enseñe a la persona a meditar para sanarse,
o para encontrarse con alguien que le hable del perdón, o para que haga aquello
que necesita para la realización de su contrato.
Permitirme que haga un
punto y aparte para recomendaros que leáis, si no lo habéis hecho la entrada
que lleva por título “La mochila kármica de los bebés”. En ella relato cuatro
casos en los que los recuerdos que el alma trae de otras vidas están afectando
a la vida actual.
A
estas enfermedades que son un aviso del trabajo a realizar, es lo que yo llamo
“enfados del alma”. No son tales enfados, el alma no se enfada nunca, solo hace
su trabajo para que “nosotros” hagamos el nuestro.
Nos
ahorraríamos enfermedades y sufrimientos si realizáramos el trabajo más
importante: Conectarnos con el alma, vivir desde el alma.
La información que aparece en “La
mochila Kármica de los bebés” ha sido recibida a través de varias canalizaciones
que han realizado los papas de los niños, que presentaban diferentes problemas
a los que no parecía encontrársele explicación. Si alguien estuviera interesado
en realizar alguna canalización podéis escribir a mi correo alvaga88@gmail.com
Ya he tomado las medidas oportunas
para leer a partir de ahora cualquier comentario que se realice en cualquier
entrada. Me llegará de inmediato.