El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 12 de septiembre de 2015

La separación


Continuación de “El Viaje del alma” (2)
            ¿Qué es la separación? La separación es ese sentimiento de independencia que cada ser humano tiene con relación al resto de seres humanos que pueblan el planeta. Los seres humanos creemos, y como tal actuamos, que somos independientes de todos los demás y que sólo tenemos vínculo con los que nosotros decidimos, a los que denominamos nuestra familia, y lógicamente, con nuestra familia por antonomasia como son nuestros hijos. Este sentimiento de separación hace que veamos a los demás como potenciales enemigos, potenciales rivales o potenciales invasores de nuestro espacio, lo que nos va a mantener permanentemente a la defensiva para preservar “lo nuestro”, bien sean bienes materiales, bienes emocionales o bienes personales como es nuestra familia y amigos.
            Todos tenemos claro lo que son bienes materiales y personales, pero no parece sin embargo tan claro que sepamos lo que son bienes emocionales. Podemos considerar como bienes emocionales el cariño, el amor, el sexo, la amistad, la ternura o la imagen que tenemos ante los demás, por citar algunos, es decir todas nuestras emociones y percepciones, digamos que positivas. Y ¿Por qué pueden peligrar? Pueden peligrar por varias razones: Porque alguien se inmiscuya en nuestra vida y haga que varíen nuestros sentimientos, porque se inmiscuya en la vida de alguna persona de nuestro entorno haciendo que varíen los sentimientos de esa persona hacia nosotros, puede ser que nos difamen, con lo cual nuestra imagen puede deteriorarse, puede ser que no seamos aceptados haciendo que nos infravaloremos a nosotros mismos, etc., etc.



            Pero no solamente existen los bienes emocionales, también llevamos a nuestras espaldas algo que podíamos denominar “cargas emocionales” y que no son más que nuestras emociones negativas: el miedo, el orgullo, la ira, la soberbia, la rabia, el odio, la envidia, etc., etc. Estas no tenemos ningún miedo de que nos las arrebaten, y ni tan siquiera somos conscientes de que cuando perdemos algún bien emocional lo hacemos arrastrados por alguna de las cargas emocionales que nos hacen reaccionar dejándonos llevar por los instintos y no por los dictados del corazón.
            Sin embargo, la hermosa realidad que no entendemos, es que todos los seres, los que estamos encarnados, los que están al otro lado de la vida, y aquellos a los que admiramos, a los que adoramos, e incluso a los que pedimos ayuda, somos hermanos. Todos con un objetivo común. Ninguno con objetivos individuales.
            Imaginar que pasaría en nuestro cuerpo físico si cada célula decidiera que los 80 billones de células restantes son potenciales enemigos. Nuestro cuerpo sería un caos lo que nos acarrearía la muerte de manera instantánea. Sin embargo todas las células de nuestro cuerpo trabajan en sintonía para un bien común, mantener con vida a ese amasijo de carne, huesos y músculos que es el ser humano. Pues los seres humanos, al igual que las células del cuerpo tienen un fin común: La Unión con Dios.
            No trabajar unidos para la consecución de nuestro fin común, es no conseguirlo ni como grupo ni de manera independiente, porque el requisito único e imprescindible es el Amor, y es claro que no demuestra Amor quien no trata al resto de la humanidad como si de él mismo se tratara. Por lo tanto, mientras exista esa separación entre los seres humanos va a existir la separación con Dios, lo que equivale a mantenernos en esa espiral “casi” interminable de nacimientos y muertes, de dolor y sufrimiento, de soledad y miedo hasta que un buen día descubramos nuestra hermandad.
Ante esto podemos aplicar la máxima “Si tú ganas gano yo” y “Si tú pierdes pierdo yo”. Pero no, esta máxima no nos sirve desde el momento en que no alcanzamos a entender que Todos somos Uno, y lo único que hacemos es tratar al resto de seres como si de animales dañinos se tratara: protegiéndonos para que no nos hagan daño, atacándoles para exterminarles, separándoles en guetos, ciudades o continentes, explotándoles y engañándoles para obtener beneficio, condenándoles a la miseria, a la enfermedad y a la muerte, y pisoteando sus derechos sin ningún tipo de remordimiento.
La meditación de Kundalini-Yoga que aparecerá en la próxima entrada, (Meditación para aceptarte como eres), te ayudará en este trabajo.
Continuará…………….

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