El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 12 de enero de 2016

Imagina


No existe realidad que no esté teñida de utopía

Imagina un mundo en el que todos pensaran, hablaran y actuaran como si la persona que estuviera delante fuera ella misma.
¿Qué ocurriría? Pues que no existiría el mal en el mundo. No existiría el conflicto. No existirían las guerras. No existiría el hambre. No existirían los asesinatos. No existirían las agresiones. No existirían los maltratos. No existirían las discriminaciones. No existiría la desigualdad. No existiría la mentira. No existirían los separatismos. No existirían naciones. No existirían religiones. No existiría la envidia. No existiría el odio. No existiría el rencor. No existiría la ofensa. No existiría la confrontación. No existiría la crítica.


Solo existiría el amor. Es cierto que no sería un amor desmedido porque tampoco es que nos amemos en exceso a nosotros mismos, pero no nos haríamos sufrir, el mundo sería distinto, ya que permaneceríamos de manera permanente con la mano tendida para ayudar al otro.
Alguien puede pensar que esto es una utopía. No lo es. Dentro de miles o de millones de años será así. Para que eso llegue posiblemente tengamos que vivir cientos o miles de vidas más cada uno de nosotros, sufriremos lo indecible odiándonos, matándonos, pisoteándonos, y además lo repetiremos muchas veces con los mismos protagonistas.
No merece la pena repetir tanto dolor y tanto sufrimiento. Cuanto antes abramos los ojos, antes dejaremos de sufrir. Piensa, habla y actúa como si el enemigo irreconocible que esta frente a ti fueras tu mismo. Si ambos hacéis  lo mismos en poco tiempo vuestra postura será la misma, en poco tiempo habréis quemado vuestras banderas, en poco tiempo habréis enterrado las religiones, en poco tiempo habréis borrado las fronteras, en poco tiempo estaréis hablando la misma lengua, en poco tiempo habréis convertido el odio en comprensión, y en poco tiempo más convertiréis esa comprensión en Amor.  


domingo, 3 de enero de 2016

Guerreros de Luz (Integrar el ser en lo humano)


            Sabemos que lees mucho de casi todo: Libros de crecimiento, de física cuántica, de meditación, de filosofía, de metafísica, de teosofía, lees la vida de los grandes seres espirituales, lees sus obras. Sabemos que también realizas prácticas de yoga, o meditación, o asistes a meditaciones grupales o a conferencias que tocan tu alma, sabemos que sientes el amor en el abrazo de Amma, sabemos que te indignan las injusticias, las guerras y sus consecuencias, sabemos que te emocionan ciertos sucesos en los que se ven involucrados niños, ancianos o personas discapacitadas, sabemos de tu amor por los animales, sabemos de tu devoción por ciertos Maestros. Sabemos esto y mucho más.
            Pero sabemos también que aun te identificas plenamente con tu parte humana, material, caduca, y que no actúas prácticamente desde tu alma, desde tu parte divina, ya que sino, ¿Qué hay de la lectura de tu corazón?, ¿Qué hay de la lectura de tus emociones?, ¿Qué hay de tu impaciencia?, ¿Qué hay de tu soberbia, de tu orgullo, de tu vanidad, de tu arrogancia?, ¿Qué hay de tu miedo a la enfermedad,  o a la muerte, propia o de tus seres queridos?, ¿Qué hay de tus celos?, ¿Qué hay de tu afán por impresionar a los demás?, ¿Qué hay de tu carrera en pos del éxito?, ¿Qué hay de tus criticas, de tus juicios, de tu intolerancia, de tu discriminación?, ¿Qué hay de tu mal humor, de tu rabia, de tu envidia?, ¿Qué hay de tus preocupaciones y de tus deseos?, ¿Qué hay de tus mentiras y de tus medias verdades?, ¿Qué hay de tus adicciones y de tu afán por seguir los cánones de la moda?
            A pesar de las lecturas, a pesar de las prácticas y de esas emociones positivas más o menos desbordadas, es muy posible que aun te encuentres lejos de la integración de tu cuerpo y de tu alma, de la integración del ser y del humano. Es posible que a pesar de que en las lecturas, en las prácticas, en los talleres, en las conferencias o en las terapias, leas, escuches y a veces, hasta llegues a sentir que eres un alma, que eres espíritu, que eres energía, que eres grande, que eres Hijo de Dios, aun sientes y actúas solo desde el cuerpo.
            Y ¿A qué estás esperando para integrar todo eso que estás aprendiendo, o mejor recordando?, ¿A un nuevo libro?, ¿A un nuevo desengaño?, ¿A un nuevo intensivo?
            No pierdas más tiempo, ¡hazlo ya!, no necesitas aprender más, lo sabes todo.


            Seguro que has leído y escuchado cientos de veces como hacerlo. Por si no lo recuerdas te damos algunas pautas. La primera es imprescindible, necesitas voluntad. Sin ella nada te sirve. Aunque tuvieras el conocimiento de Dios, (que lo tienes), sin voluntad es como si fueras la persona más ignorante del planeta.
            Así que si eres débil y te dejas arrastrar por la indolencia comienza por fortalecer esa parte de tu carácter. Es imprescindible para llegar a Dios.
            Mientras trabajas tu voluntad puedes responder las preguntas que aparecen en el segundo párrafo. Así podrás determinar las debilidades que acompañan a tu indolencia, ya que ellas solo son producto de tu parte humana.
            Llegar al ser, integrarse con el alma, se ha de hacer desde el cuerpo, ya que el cuerpo es nuestra herramienta de trabajo:
Mantén en tu mente el pensamiento durante todo el día, o el mayor tiempo que puedas, de que eres un Hijo de Dios, mantén en tu mente la idea de que tienes que actuar como tal, mantén en tu mente la idea de que eres un ser divino que temporalmente se encuentra en un cuerpo, y se consciente de cada pensamiento, de cada palabra, de cada emoción, se consciente de tus actos, y a continuación hazte las preguntas: ¿Pensaría Dios esto?, ¿Sentiría esto?, ¿Diría esto o actuaría de esta manera?
Si la respuesta fuera sí, no necesitarías ni hacerte la pregunta porque en los pensamientos, las palabras o las acciones concordantes con el quehacer de Dios, se siente una energía especial que te indica de antemano que estás en el camino correcto.

Si la respuesta fuera no, tienes que arreglarlo. Pide perdón por lo que has pensado, dicho o hecho, y permanece atento para que la próxima vez no te vuelva a suceder. De la misma manera si has descubierto alguna debilidad en ti, (seguro que tienes más de una), aplica también la atención y la voluntad para actuar con la virtud contraria, de momento de manera consciente, ya se encargará el inconsciente de aprender, lo va a hacer con la repetición, de la misma manera que aprendió el mal hábito.

La atención es tan imprescindible como la voluntad. Son las dos facultades esenciales del trabajo de integración, se necesitan la una a la otra, se complementan, de la misma manera que los procesos de la inspiración y la exhalación son fundamentales en la respiración.

Resumimos los pasos a dar:

-          Conocimiento de quien eres.
-          Voluntad para mantener en tu mente que eres Hijo de Dios.
-          Atención para observarte como observador imparcial.
-          Descubrir tus debilidades y aplicar la virtud contraria.
-          Perdón para todo aquello que sabes que Dios no haría.

Esto es más que un trabajo, es una lucha sin cuartel con el peor enemigo que puedes encontrar, tú mismo. Te vas a convertir en un guerrero, en un guerrero de la Luz. No desfallezcas, integrar el ser en lo humano es el camino que se ha de recorrer obligatoriamente para llegar a Dios. No es un trabajo para débiles de carácter, ni para perezosos o indolentes. Es para auténticos guerreros. Dejar a los débiles leyendo, asistiendo a cursos y conferencias, mientras vosotros, guerreros poderosos camináis con paso seguro en pos de Dios.