El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 16 de febrero de 2012

Conciencia

            Perdemos demasiado tiempo y limitamos nuestra conciencia en menudencias tales como satisfacer los caprichos de nuestra forma física. No es nuestro objetivo primordial el cuerpo, aunque si es importante. No se trata de complacer todos los deseos de la mente, pero si hemos de respetar y cuidar con mimo nuestro cuerpo, para mantenerlo fuerte, sano y joven el mayor tiempo posible; ya que es a través de él como tenemos que desarrollar las tareas que hemos venido a realizar en la materia, y que si son primordiales.  

Nuestra principal tarea es cultivar la sensibilidad superior, es llegar a ser tan puros y altruistas que nuestras mentes permanezcan imperturbables ante cualquier acontecimiento, ya sea físico, ya sea emocional, ya sea mental o espiritual.
Se trata de expandir nuestra conciencia más allá de nosotros mismos, para alcanzar un nivel de conciencia tal, que sintamos a todos, en cualquier forma posible:
-          Como lo que son en realidad, es decir, como nuestros hermanos.
-          Tal como se encuentran: física, mental o emocionalmente.
Este es el instrumento de la sanación: “La conciencia expandida”.
Es posible que ya seas un magnífico sanador, o seas muy intuitivo, o sientas con bastante claridad el estado de personas en tu entorno; y eso te haga pensar que estás más cerca del final de tu recorrido en el cuerpo. Puede ser que no sea así, hay otros parámetros que también hay que valorar:
·         No utilices ese mini-poder para manipular a la vida, ni a tus hermanos.
·         Utilízalo para ayudar a todos, de dos maneras: Públicamente cuando te lo soliciten, y privadamente en la soledad de tu meditación cuando no lo hagan.
·         Ayuda de manera altruista, no sólo con lo que te sobra, sino con lo que te falta.
·         No juzgues a nadie si no quieres que te juzguen a ti.
·         No critiques nunca y no serás criticado.
·         Respeta siempre las decisiones de los otros.
·         Ante cualquier desaire, perdona, bendice y vete.
·         Deja que la vida pase a través de ti.
·         Acepta todo y a todos.
·         Vive siempre desde el alma dejando hablar a tu corazón.
·         Práctica el silencio, y cuando hables que siempre sea con verdad.
·         Medita cada día, busca la paz y la serenidad.
·         Vive el amor.
·         Recuerda que no eres ese cuerpo.
·         Eres un alma, eres un Ser Divino, eres un Hijo de Dios, ¡vive como tal!

Cuando cumplas todas esas condiciones, sí que estarás más cerca de abandonar definitivamente el cuerpo, porque estarás viviendo desde el alma aun estando en el cuerpo.

sábado, 4 de febrero de 2012

Riqueza y pobreza

              Estos días atrás, durante la celebración del  Día de La Paz en todo el mundo,  vinieron a mi multitud de reflexiones y pensamientos que se confrontaban con la realidad que tengo más cercana.

Por un lado pensaba en lo poco que sabemos de cómo nos manipulan, a través del dinero, los que gobiernan el mundo y en los intereses pocos lícitos que provocan las guerras.  Y me preguntaba si realmente las personas tenemos un espíritu de destrucción contra todo y contra todos, empezando por nosotros mismos. Y definitivamente estoy convencida que no es así.  Aunque las circunstancias no justifiquen los hechos, ahora que veo tan de cerca la pobreza, el hambre, la miseria, la soledad, el desconocimiento, aunque no se justifique, creo poder comprenderlo.
No hay más guerra que la que empieza a librar el ser humano desde que nace para su supervivencia. Pero claro, no para todos es igual. Los hay que solo tienen que competir para ver si pueden tener todas las cosas materiales que pueden necesitar y, a menudo, aunque nunca queden satisfechos, estas están más que cubiertas desde que venimos al mundo.
Otros, sin embargo, empiezan una lucha en la que pronto se reconocen diferentes, porque ni siquiera tienen el afecto y el Amor que necesitan para desarrollarse plenamente, ni tampoco las necesidades básicas de alimento y cobijo. Ante esta situación sólo les queda resignarse y, a la vez,  rebelarse y emprender una carrera contra todos los que tienen al lado, ya que esos son potenciales “enemigos”, donde los zapatos o el trozo de pan duro del vecino pueden ser motivo de lucha despiadada. Lo vemos constantemente. Delincuentes jóvenes tratados como criminales, niños que nos parecen maleducados, madres que se suponen desnaturalizadas por no cuidar de sus hijos como es debido, padres irresponsables porque su única opción es la bebida  y así, uno tras otro, les juzgamos como ignorantes o desgraciados, en el mejor de los casos.
Yo me pregunto si hemos reflexionado lo suficiente y nos hemos replanteado algunas cuestiones: ¿Cómo somos capaces de juzgar a esas madres, a las que nunca nadie les ha hablado de anticoncepción o de sus derechos como mujeres y que en la mayoría de casos han sido violadas por miembros de su propia familia? O, a ese padre que bebe,  ¿Somos conscientes de que le criaron como se cría a una oveja? O a ese niño que nadie le ha llevado a la escuela y que aprende solo del ejemplo, de lo que ve en la calle, que es donde pasa la mayor parte del tiempo. Y los padres de todos ellos, y los padres de sus padres, ¿Acaso tuvieron mejores oportunidades?, ¿Acaso alguien se acercó a tenderles una mano cuando tenían hambre, frío o estaban enfermos?  Pues es precisamente ahí  donde empiezan los conflictos que, poco a poco, se hacen grandes y se extienden como un reguero de pólvora.
Personalmente, recuerdo una infancia feliz, muy feliz, rodeada de Amor en mi amada y humilde familia. Y éramos felices, muy felices, por el hecho de estar juntos y compartir lo que teníamos. A veces más, a veces menos. Pero también recuerdo que si en algún momento había alguna situación de más tensión era por no poder llegar a final de mes. Por tener que arreglar la nevera en el momento menos oportuno, porque necesitábamos unos zapatos nuevos y faltaban quince días para terminar el mes.  Por tanto, subyacente a todo ello estaba el dinero, el poder cubrir mínimamente las necesidades de alimento, vestido y cobijo. Afortunadamente, de alguna manera u otra, siempre tiramos adelante y no nos faltó ese mínimo, no sin dificultades. Pero no todos logran salir adelante.
Reflexionemos: ¿Cómo podemos juzgar al que nada tiene?, ¿Cómo  pretendemos que se extienda la paz entre personas a las que permanentemente la vida les violenta,  por no poder dar de comer a sus hijos, por querer trabajar y no poder, por estar enfermos y no poder ser atendido sin previo pago?, ¿Cómo pretendemos transmitir paz al que tenemos al lado cuando nuestra lucha es por un coche, o una casa mejor, o poder ir de vacaciones? ¡La desigualdad es tan grande!, el abismo es tan inmenso que difícilmente podremos sentirnos verdaderamente como iguales, aunque estemos en la primera fila de una manifestación por la Paz.
La verdadera Paz  empieza en el  interior y esta puede sentirse cuando no tenemos que estar en permanente lucha por sobrevivir, cuando nuestro estomago está lleno, cuando nos abrazan cálidamente y sabemos que no estamos solos, cuando se nos permite ejercer nuestro derecho de ocupar nuestro espacio en el mundo.
Sí, a menudo creemos que los que nada tienen son felices en su pobreza. ¡No tienen más remedio! Pero no nos equivoquemos, esto no supone que su felicidad también pase por dar a sus hijos un plato de comida al día, un techo donde cobijarse y poder llevarlos a la escuela.  Y esta paz  crece y nos hace crecer y evolucionar  cuando verdaderamente somos agradecidos por lo que tenemos y compartimos una parte con aquellos que realmente están desposeídos de todo.
Es a través de nuestros gestos, que van sumando esperanza, cuando la riqueza se expande, y la pobreza, el hambre y la miseria dejan de ser la utopía que todos quisiéramos erradicar.
Cuando aparte de pensar y/o creer que  la paz en el mundo es posible, trabajemos verdaderamente para ello, a través de la ayuda, la compasión  y el servicio a los demás, esta se derramará sobre todos nosotros sin hacer ningún esfuerzo.
Entrada publicada por Elisenda Julve.

sábado, 28 de enero de 2012

Con Dios todo es posible (III) ¿Por qué Perú?

           ¿Por qué Perú?

            Nunca he sido clarividente, ni clariaudiente. Sólo he sido y soy sensitivo, Me resulta fácil, o menos difícil, sentir las sensaciones, sentir las emociones, o sentir los problemas físicos de las personas, aunque mi pudor hace que esas sensaciones permanezcan en mí, y sólo las utilice en el trato con la persona, para tratar de aliviar su dolor sea del tipo que sea.
            Muchas personas, cuando inician el camino interior buscan, algunas casi con desesperación, una guía, una luz, una palabra, una imagen, que les indique que están en el buen camino e incluso que están aumentando su poder personal. También yo tenía ese deseo, incluso cuando me encontraba con alguna persona con esa peculiaridad, me preguntaba: ¿qué merito habría hecho para tener esa facilidad? Así fue hasta que comprendí que cada persona dispone de las herramientas necesarias para el trabajo que ha de realizar. ¿Para qué necesita un panadero una máquina de coser?, o un pintor ¿Para qué necesitaría un tractor? También entendí que cada vida sólo es una continuación de la anterior, y que poderes obtenidos en otras vidas, los traemos a la actual, caso de ser necesarios.
            No quiere eso decir que según vamos avanzando en nuestro camino interior y recordando conocimientos, no aparezca alguno de esos otros “poderes” no necesarios. Pero llegan cuando el carácter ha madurado lo suficiente, llegan cuando no se va a hacer ostentación de ellos.
            Tampoco soy adivino, ni brujo, ni maestro, ni gurú. Si tuviera que definirme, me catalogaría como un buscador, buscador de la Verdad, buscador de la felicidad. Como buscador de la Verdad, en un principio pensaba que nunca iba a encontrar esa Verdad encarnado en un cuerpo, y mi mayor deseo, era dejar el cuerpo, para ver que había al otro lado. Hoy ya sé que posiblemente no vaya a encontrar toda la Verdad, ya que entre otras cosas no creo que esté preparado para “toda la Verdad”, sería como tratar de enseñar algebra a un niño de dos años; pero si podré encontrar la parte de Verdad para la que estoy preparado. Por eso, ya no quiero irme, quiero seguir aquí por una temporada.
            Como buscador de la felicidad, he triunfado, ¡soy feliz de manera permanente!, y sabiendo lo que hay que hacer para conseguirlo, me he prometido a mi mismo tratar de enseñar el camino a tantos y tantos sufridores que comparten mi vida.
            Antes de seguir, tengo que decir que en mis meditaciones trato de buscar el vacío, y cualquier señal que me aparte de ese vacío es desechado por mí de inmediato: luces, colores, figuras, o cualquier otra cosa, creo que son proyecciones de mi mente, y por lo tanto desechadas.
            Ante esta perspectiva de ciego, sordo y descreído, si Algo o Alguien quiere contactar conmigo, tiene que hacerlo con total claridad y hacer que mi sensación sea muy potente. Eso pasó en una  meditación, allá por el mes de Marzo del pasado año: Me encontraba en lo más profundo de mi meditación cuando sobre mi cabeza vi la figura, o mejor media figura, de un indio, del que no sabría decir su procedencia, y escuche en mi mente: “Te estamos esperando maestro”. De inmediato volví a mi respiración desechando la imagen. La misma imagen y las mismas palabras volvieron a aparecer en dos ocasiones más, en el intervalo de una semana. Aquello parecía algo más que una proyección de mi mente.
             En esas fechas estaba leyendo un libro de Drunvalo Melchizedek: “La serpiente de luz”, en el que se relata el desplazamiento de la energía Kundalini de la Tierra, desde la India y el Tibet, donde había permanecido los últimos doce mil años, hasta los Andes, en una zona comprendida entre el norte de Chile y el sur de Perú y Bolivia. Leyendo el libro, recordé las palabras que un año antes me había dicho un canalizador: “Irás a Perú”. A las palabras del canalizador no le di ninguna importancia, entre otras cosas, porque le había dicho lo mismo al cincuenta por ciento de las personas que le habían consultado. Pero leyendo el libro, recordé esas palabras, y una especie de gusanillo empezó a circular por mi mente: ¿Y si me fuera al Perú?
            Durante una semana el gusanillo siguió campando a sus anchas por mi mente,  hasta que me dije: “Lo dejo todo, me voy al Perú”. El mismo día, en mi meditación, volvió a aparecer el indio, en la misma forma que las veces anteriores, pero sus palabras fueron: “Bienvenido a casa, maestro”. El indio, que no era tal, sino que era un inca, no volvió a aparecer nunca más, pero desde entonces, todo se desarrolló con una rapidez y una facilidad inusitada.
            Y acá estoy, ayer hizo un año, con toda la documentación en regla, con una Asociación legalizada, buscando financiación para poner en marcha una casa de acogida.
            Es un reto precioso, es un proyecto de vida increíble. Ahora ya sólo falta que el inca se aparezca a todos los meditadores que circunvalan su corazón, sin haber entrado en él, y les diga que en Cusco hay un proyecto en marcha para ayudar a vivir a personas que viven en la más absoluta miseria, y que dicho proyecto, necesita financiación.
            Quiero aprovechar para dar las gracias a todos los que si han entrado en su corazón y nos están ayudando, como socios, como colaboradores:  con una aportación puntual, difundiendo el proyecto, repartiendo publicidad, o dándonos su apoyo moral. Aunque es cierto que con el apoyo moral no podemos dar de comer a muchos niños, nos anima a seguir adelante. Gracias a todos. Pero por si te apetece acompañar tu apoyo moral con apoyo económico, debajo tienes el formulario para darte de alta como socio.
                                                            FORMULARIO ALTA SOCIOS 


viernes, 30 de diciembre de 2011

La vida Es

        Los seres humanos tienen un miedo visceral a la muerte. Pero eso sólo es porque aun no han comprendido, o han olvidado, que la vida es inextinguible. La vida Es, y no hay nada que pueda destruirla porque es indestructible. Nunca se acaba la vida, la vida solamente pasa de una forma a otra, de una experiencia a otra, de un plano a otro, de una vibración a otra.

Ocurre que la inmensa mayoría de los seres humanos no están en condiciones de escuchar que la vida es una manifestación divina, y que como manifestación divina es perenne. No pueden escuchar porque están atados al ruido de sus pensamientos, a unos pensamientos de angustia y de inseguridad por su futuro, que sólo les permiten tener oídos a los deseos, tener oídos al miedo.
La mayoría de los seres humanos creen que son ese vehículo con dos piernas, dos brazos, un tronco y un cerebro con el que manifiestan pensamientos. Es este vehículo, el que sí tiene una existencia efímera, es caduco, y dura el tiempo establecido para la adquisición del conocimiento programado para ese tiempo de caducidad, ni un instante más. Lo que denominamos vida no es la duración de ese vehículo en el tiempo, la vida es la del espíritu, la del alma, la de la energía, o la del pensador, que permanece por siempre en el espacio y en el tiempo.
Hay una ley fundamental que pocas personas conocen, y los que la conocen, como no terminan de creérselo, a pesar de las experiencias negativas a las que se han visto arrastrados por sus pensamientos, la inmensa mayoría de las veces, no la hacen ni caso. La ley es: “La energía siempre sigue al pensamiento”, y la única razón del miedo, de la angustia, de la ansiedad, de la inseguridad, de las preocupaciones o de los deseos, es la mala gestión del pensamiento.  
        Los seres humanos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto, somos buenos por naturaleza, y humildes, y compasivos, y misericordiosos. Pero nuestra bondad, así como el resto de cualidades, todas divinas, permanecen ocultas detrás de nuestros pensamientos.
        Creo que todos tenemos claro, al menos todos los que nos asomamos a este portal, que estamos aquí para aprender y para desarrollar un trabajo. La pregunta de todos es ¿Cuál es mi misión? Y seguro que todos compartimos el pensamiento que si supiéramos cual es nuestra misión en la vida, la desarrollaríamos más fácilmente que en la actualidad, en la que nos encontramos caminando a oscuras.
        Si me permites, puedo encender un fosforo para que, al menos, tengas, aunque sea diminuta, una luz que ilumine tu camino: Olvídate de que estás en este camino para llevar a cabo una misión determinada, y toma un atajo. El atajo es el Amor. Empieza a amar a todo y a todos, sin ningún tipo de componenda, sin permitir que se distorsione tu mente con la falsa enseñanza de los intereses egoístas, sin dejar que entre en tu mente la propaganda política, religiosa o social. Al principio, ese amor sólo será una forma de pensamiento más, pero mientras ocupas la mente en amar a tu prójimo como a ti mismo, no vas a ocuparla en los pensamientos que obstruyen tu divinidad.
        Con eso vas a conseguir que tu actitud ante la vida sea la de ser un canal libre e ininterrumpido de la misma vida, sin encontrarse obstruida por las ideas, los deseos, las planificaciones o las actividades en el plano físico. Comprendiendo así la continuidad de la vida a través del tiempo y del espacio.

       

jueves, 29 de diciembre de 2011

Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad

            “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”… No sé si todas las personas que viven en paz e inmersos en su serenidad, tienen buena voluntad; pero sí sé que los que tienen “auténtica buena voluntad” viven en paz, con una paz interior duradera.

¿Qué es la buena voluntad? La buena voluntad es la energía que sustenta las “correctas relaciones humanas”, la buena voluntad es la expresión más simple del verdadero amor, la buena voluntad es “el primer intento” del ser humano para expresar su amor.
Podemos despegarnos de la espiritualidad y escuchar lo que dicen grandes pensadores: Según Kant, la voluntad buena es la condición indispensable que nos hace dignos de ser felices; pero no la felicidad entendida como el logro de todo lo deseado, como una satisfacción de las pasiones y los deseos, porque eso es imposible de obtener para los seres humanos en las condiciones tan contradictorias de sus afectos, que no de su amor. Contradictorias, porque lo que denominamos amor, es una mezcla muy grande de pensamiento y muy pequeña de energía del corazón.
Para Kant la felicidad no es otra cosa que la búsqueda de hacerse digno de ser feliz, y es un hecho que lo único objetivamente bueno es una buena voluntad. La inteligencia, el valor, la riqueza y todo lo que solemos considerar valioso dejan de tener valor y se vuelven incluso cosas perniciosas, si van acompañados de una voluntad torcida.
¿Puedes imaginarte como sería el mundo si la mayoría de seres humanos se dedicaran a hacer el bien a otros y dejaran de ocuparse de sus propias metas egoístas? Sería un mundo lleno de paz, sin hambre, equitativo.
Pero no estamos preparados para eso, pasar de nuestras creencias actuales, en las que prima la satisfacción de nuestros deseos, el acaparamiento, la crítica feroz y destructiva, la rabia, y la envidia, e iniciar una nueva vida, una vida basada en la buena voluntad, la buena voluntad entrenada, ingeniosa, creadora y práctica, es difícil, porque no estamos ni preparados, ni entrenados, y posiblemente ni llegamos a entender que se pueda vivir de otra manera que no sea satisfacer cada deseo que aparece en nosotros.
La buena voluntad es una cosa muy simple, sólo hay que desear para los seres humanos, para todos, no sólo para los más allegados, lo mismo que deseas para ti; y tratarlos de la misma manera que te gustaría ser tratado; y darles lo que a ti te gustaría recibir. Es tan sencillo, que las mentes no están todavía capacitadas para poder valorar su poder. E incluso los que intelectualmente llegan a entenderlo, son incapaces de ponerlo en práctica.
La buena voluntad es hoy un sueño, y no deja de ser una teoría. Pero cuando esa teoría se lleve a la práctica se derribarán todas las barreras de la separación y de la incomprensión humana.
Quien practica sinceramente la buena voluntad en el hogar, puede cambiar totalmente las actitudes familiares. Cuando la buena voluntad sea practicada verdaderamente entre los grupos de cualquier na­ción, entre los partidos políticos, entre sectores religiosos y entre las naciones, podrá revolucionar al mundo.
Es cierto que existen en el mundo personas de buena voluntad, sin embargo, los embarga el temor, o un sentimiento de futilidad porque comprenden que el trabajo a realizar es de tal magnitud, que sus insignificantes esfuerzos aislados son totalmente inútiles, para derribar las barreras del odio y de la separación existentes en todas partes. Se sienten impotentes por su aislamiento, por su soledad, por la incomprensión, por la fuerza que tiene la forma de pensamiento de inutilidad que les inunda.
Y, sin embargo, la acción de esas personas de buena voluntad, unidos, tendrían más fácil la sensibilización del mundo y conseguirían estabilizar la situación económica del planeta y conseguir para todos sus habitantes una condición en que haya lo justo y suficiente para todos; conseguirían conducir a los seres humanos, a espaldas de los grupos religiosos, o puede que trabajando con ellos, a manifestar su divinidad. ¡Se conseguirían tantas cosas!
Tú que lees esto, y que posiblemente seas un inconformista, y que pienses que el mundo está mal repartido, y que incluso ya colabores apadrinando un niño, y que te rebeles ante algunas injusticias, y puede ser que hasta te manifiestes; estas un poco más cerca de la “buena voluntad”, pero no es suficiente. No es suficiente mientras haya una sola persona pasando hambre en el mundo, mientras haya un solo niño abandonado, mientras haya personas enfermas sin acceso a la sanidad. Ante esto, de nada valen las palabras, ni las manifestaciones, ni la indignación. Ante esto sólo cabe la acción, la acción de ayuda.
Posiblemente pienses que ya estás haciendo todo lo que humanamente puedes. No lo creas, ¡Puedes más!, si no puedes colaborar económicamente, (que seguro que si), puedes hacer proselitismo para que nadie a tu alrededor se quede insensible ante las desigualdades.
Ya no valen solo las palabras, ya no vale solo la indignación, ya no valen solo las manifestaciones. Hay que pasar a la acción, hay que ayudar, no dando sólo lo que nos sobra, eso lo puede hacer cualquier, no tiene merito, hay que dar más. Hay que dar, incluso, parte de eso que guardamos para el día de mañana. “Mañana” puede ser que ya no vivamos, y “hoy” hay hermanos nuestros que pasan hambre.

martes, 15 de noviembre de 2011

Nuestras carencias, nuestro camino

             Los seres humanos siempre se han diferenciado de los animales en que sufren una clase determinada de dolor que los animales no sufren. Todas las formas de vida sufren enfermedades, accidentes, pérdidas, mueren. Pero los seres humanos, además de todo esto, experimentan sufrimiento y angustia mental y emocional. Desde siempre los seres humanos han experimentado dolor emocional, insatisfacción, descontento, falta de paz.

También ha habido desde siempre unas pocas personas con el conocimiento de que la mayoría de este sufrimiento se debe a la separación del  ser humano respecto de sí mismo. La mayoría de nuestras insatisfacciones no provienen de enfermedades o de problemas materiales, sino de “no ser nosotros mismos”. El sufrimiento no es inevitable. Sólo se debe a no saber quienes somos, a no conocer nuestro ser, a no conocer nuestra verdadera naturaleza, a no ser libres para ser nosotros mismos. Es esta separación de nosotros mismos la que nos deja un sentimiento de vacío, un profundo sufrimiento, que con el tiempo puede derivas, y de hecho deriva en enfermedades físicas y mentales.
Cuando la persona es consciente de que la causa de su sufrimiento es su vacío profundo, si ella quiere, y es capaz de hacerlo, hay maneras para que esa persona pueda realizar el viaje de regreso a sí misma. El trabajo a realizar se hace siguiendo cualquier camino, cualquier método, o cualquiera de las filosofías que reconocen el hecho del sufrimiento y su causa, y enseñan como devolver a la persona a su auténtica naturaleza y eliminar así el innecesario sufrimiento causado por esa separación interior.
El trabajo no es, realmente, eliminar el sufrimiento, ya que el deseo de regresar a la auténtica naturaleza de uno mismo es un impulso innato, que existe en presencia o incluso en ausencia de sufrimiento. Cuanto más en contacto estamos con nosotros mismos, más percibimos ese innato deseo de saber y ser lo que realmente somos. Deseamos la libertad para poder vivir como deberíamos vivir, para desarrollar todo nuestro potencial. Cuando no lo hacemos, sufrimos, pero ese sufrimiento, más que ser un problema, es simplemente el deseo de nuestro auténtico ser para vivir, para ser libre. Es una señal de que queremos regresar a nuestra verdadera naturaleza.
¿Qué podemos hacer para volver a tomar contacto con nosotros mismos? En primer lugar es imprescindible tenerlo claro, para que no falte la voluntad, mucha o poca, para realizar cualquier trabajo. Es realmente difícil el camino de regreso a lo que somos, y desde siempre, han sido muy pocas personas, las que han elegido emprender el camino,  muchas menos las que han conseguido llegar, seriamente, a alguna parte, y muchísimas menos las que han conseguido completar el trayecto.
Pero la causa no es, precisamente, la falta de voluntad, sino el miedo al fracaso. Miedo que se encuentra ligado totalmente a la voluntad. De tal manera que cuando una persona trata de emplear su voluntad, empieza a experimentar un miedo terrible. La persona desconoce incluso que ese miedo está ahí. Solamente sabe que no puede disponer de su voluntad, que no es capaz de actuar con determinación, que no puede hacer cosas difíciles.
No es que la persona no quiera ejercer su voluntad, es que no sabe cómo hacerlo, no puede hacerlo. No puede disponer de ella. Se ha separado de ella debido a determinados miedos inconscientes, y debido a que esos miedos son inconscientes, la mente consciente no tiene control sobre ellos.
Y aun hay más, la gente no desea comprometerse en trabajos de búsqueda interior porque temen perder su libertad personal. En todos nosotros existe un profundo temor de perder nuestro sentido de identidad, el sentido de quienes somos, nuestra privacidad, nuestra individualidad, aunque no existen razones conscientes para ello.
De tal modo, que emprender, seriamente, cualquier tipo de trabajo es difícil debido a que la voluntad, el compromiso, la comprensión, generalmente no están disponibles para nosotros debido a los miedos y resistencias reprimidos, los cuales son completamente inconscientes y controlan nuestro comportamiento.
Realmente, lo que queremos buscar es nuestra propia esencia, pero ella, ya está en nosotros, por lo tanto, lo único que tenemos que hacer, es recordar. Recordar cada una de las cualidades de nuestra propia esencia: la verdad, el amor, la compasión, la misericordia, la voluntad, la fortaleza, la alegría. Todo eso es nuestra esencia.
Dependiendo de nuestro guía en el camino, se puede enfatizar una u otra cualidad. Los maestros dicen cosas diferentes, unos dicen que hay que entregarse a Dios, otros buscan la “perla azul”, otros dicen que hay que hacer un esfuerzo consciente, buscar la voluntad; otros dicen que la respuesta es el vacío, otros el amor; y a mil maestros que consultáramos, tendrían mil respuestas diferentes, aunque, a fin de cuentas, todo es lo mismo. Y puesto que la mayoría de las personas desconoce que nuestra esencia posee muchas cualidades, cada uno piensa que el otro está equivocado.
No lo están. Lo que pasa es que cada maestro enseña aquello que más ha trabajado. Y lo ha trabajado más porque seguramente, cuando él comenzó su viaje al interior, era de lo que más necesidad tenía. Era el mayor vacío que tenía, era su carencia principal.
Cada uno tiene sus propias carencias. Cuando nacemos tenemos nuestra esencia al completo, según vamos creciendo se van fortaleciendo cada una de las cualidades de nuestra esencia, pero algunas, pueden debilitarse e incluso desaparecer en función del ambiente en que vivimos, de las enseñanzas recibidas, de los traumas, de los desengaños. Cada vez que surge algún conflicto, hay una disminución de determinada cualidad. A veces nuestra fortaleza, a veces nuestro amor, a veces nuestra autoestima, o la compasión, o la alegría, o la intuición, resultan heridas, y más tarde, completamente bloqueadas.  
 Cuando una de nuestras cualidades es finalmente bloqueada por una experiencia personal, lo que queda en el lugar de esa cualidad es una sensación de vacío. De tal modo que se crea en la persona la sensación de que se carece de algo, y por lo tanto, que algo anda mal. Cuando sentimos esa deficiencia, tratamos de llenar ese vacío que sentimos en nosotros, y tratamos de llenarlo con cualidades similares, siempre erróneas, o tratamos de llenarlo desde el exterior.
Imaginemos, por ejemplo, que sentimos que el amor por nuestra madre es rechazado, que no es apreciado. Entonces, ese amor en nosotros, es herido, dañado. Donde debería estar el amor, hay un vacío. Lo que entonces hacemos para obtener ese amor del que sentimos su pérdida, es tratar de obtenerlo de nuestro exterior. Deseamos que alguien nos ame de tal modo que el vacío en nuestro interior sea llenado con amor. Sabemos exactamente qué queremos, pero nos olvidamos de que fue nuestro propio amor el que perdimos; creemos que hemos perdido algo del exterior, de forma que tratamos de recuperarlo desde el exterior.
Conectados a cada carencia están las memorias de las situaciones que provocaron la herida y la cualidad que se perdió. Están todas allí, pero reprimidas. No recordamos que sucedió o que perdimos, y lo que hacemos es llenar el vacío, con emociones, con creencias. Y esas creencias forjan nuestra personalidad. Creemos que somos eso. Pero no es así, esos son remiendos  que hemos ido haciendo para aliviar nuestras carencias.
Para emprender el camino de regreso hemos de aprender a sentirnos a nosotros mismos. La mayoría de la gente circula por la vida sin esa conciencia de sí mismos porque están tratando de evitar la sensación de vacío, la falsedad, la sensación de que “algo anda mal” en sus vidas.
¿Qué hay que sentir de uno mismo? Hay que saber la cantidad de voluntad de la que se dispone, sea cual sea, todo el amor y la comprensión que de uno mismo se pueda tener, sean cuales sean. Hay que tener un verdadero deseo de regresar a nuestra verdadera naturaleza. Y sobre todo, tener claro que las dificultades surgen de nuestro interior, de nuestros propios conflictos. Porque si creemos que vamos a solucionar los problemas ganando algo más de dinero, siendo un poco más guapo, teniendo niños, comprando un coche mejor, y cosas así, estamos perdidos, no vamos a llegar a ningún sitio. El verdadero camino comienza al ver que las dificultades surgen de nuestro interior y al sentir que la satisfacción que buscamos también procede de ese interior.
            A partir de aquí, cualquier técnica que nos ayude a conectar con nosotros es correcta. Meditación, trabajar virtudes que hagan desaparecer los defectos, fortalecer conscientemente las carencias, más amor, más comprensión, más fortaleza, más voluntad. Todas ellas, han de sentirse desde el interior, nada está fuera de nosotros, absolutamente nada. Buscar, por ejemplo, el amor en una pareja en el exterior, es sencillamente tratar de esconder un vacío. El amor ya está dentro, y cuando aparezca la pareja, lo único que hay que hacer es ofrecerle ese amor.
Lo ideal es trabajar al unísono todas nuestras cualidades, No tratemos, por ejemplo, de desarrollar únicamente el amor. El amor es sólo una de nuestras cualidades. Pero el amor sin la voluntad, no será auténtico; la voluntad sin amor no nos permitirá gozar de la dicha de amar. Solamente el desarrollo de todas las cualidades nos permitirá convertirnos en plenos y verdaderos seres humanos.
Y durante todo el trayecto, hay que estar presentes. Estar por completo aquí y ahora es ver la verdadera naturaleza de las cosas, es el camino más rápido para llegar al interior, es más rápido que meditar durante tres horas diarias mirando una pared. Hay que combinar la meditación, con la presencia, con la conciencia de querer seguir caminando, con la realidad de que todo está en nosotros.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Yo confieso......... Amor

Estudiad, estudiad, estudiad: Llegareis a ser mediocres
Amad, amad, amad: Seréis grandes.

Tomaseo 

Cuando en un principio leía que el Amor es algo que anida dentro de nosotros, que se encuentra en nuestro interior, no entendía muy bien como podía ser. Cuando leía que el Amor es una energía, que es la energía que mantiene en orden el Universo, aun lo entendía menos. Cuando leía que no se ama realmente si se hace distinción entre las personas, mi confusión llegaba a su grado máximo. Estaba acostumbrado a querer a los míos, a mi familia, a mis amigos. Y bueno…….., es posible que el Amor anidara dentro de mí, aunque no lo tuviera nada claro, ya que sólo salía al exterior para manifestarse, de alguna manera, ahora sé que de una manera muy rudimentaria, cuando se trataba de ellos, y cuando veía al panadero, al vecino del quinto o al urbano que paseaba por la calle, no sentía absolutamente nada.
¿Cómo se podía querer a todo el mundo igual?, ¿Cómo se podía sentir Amor sin expresarlo a alguien?, ¿Cómo se podía amar sin que alguien fuera el objeto y la razón de ese Amor?, ¿No sería una más de tantas teorías de la New Age y, que llevarla a la práctica sólo estaría al alcance de unos pocos privilegiados?, ¿No sería charlatanería para llenar libros y vender más?
Cuando leía o escuchaba esto, estaba inmerso en algo que yo pensaba que era un proceso de transformación. Leía todos los libros de crecimiento interior que llegaban a mis manos con verdadera avidez, a veces, dos y tres a la vez, asistía a un sinfín de cursos, de charlas, de conferencias, practicaba yoga y meditaba de manera regular. Pero……… ¡tenía que faltar algo!, yo no sentía, o no creía sentir ese Amor que publicitaban en los libros.
En alguna de las charlas escuché que tendríamos que saber quiénes éramos, cuáles eran nuestras debilidades, y la faceta más característica de nuestro carácter. Todo ello con el objetivo de comprobar que tipo de energía nos envolvía, con tanta intensidad, que no permitía expresarse en toda su extensión cualquier otro tipo de energía. Y no podíamos olvidar que el Amor es una energía.
Tuve que pedir ayuda, yo no sabía, como casi nadie, cuáles eran mis mayores defectos. Ninguno de nosotros terminamos de conocernos, alguien dijo: “nadie se conoce, lo único que conoce es su sombra”, y es cierto, ni tan siquiera sabemos cómo somos físicamente, pues lo que conocemos de nosotros es, a fin de cuentas, nuestra imagen reflejada en un espejo, y ¿Será real el reflejo?,  ¿Será tan real como lo que los demás ven directamente?
Volviendo a la ayuda, resultó una lista que parecía interminable, en la que aparecían defectos y más defectos, de los que algunos yo pensaba, incluso, que eran virtudes. Y comencé el trabajo. Ahora puedo asegurar que ahí comenzó el verdadero trabajo de transformación, todo lo anterior sólo había sido un aperitivo: Se trataba de invocar, pensar y actuar, en y con, la virtud contraria al defecto. Encabezaba la lista el orgullo, y con él comencé el trabajo, cada vez que era consciente de que mi actuación, mis palabras, mis pensamientos o mis emociones se identificaban con el orgullo, trataba de pensar, hablar y actuar con humildad. Así poco a poco se fue reduciendo, aunque he de confesar que aún quedan resquicios. Después comencé con el segundo defecto de la lista, y después el tercero. 
Además de todo ese trabajo, en mis meditaciones, llevaba la atención al chakra del alma, treinta centímetros por encima de mi cabeza, y repetía el mantra: “Yo Soy al Alma, Yo Soy Paz, Yo Soy Amor”.  A partir de aquí, (había transcurrido tiempo, quizás tres años), comenzaron a ocurrir cosas: Sentía compasión donde antes había insensibilidad; sentía misericordia donde antes había dureza; el desasosiego se había transformado en paz; buscaba lo mejor de las personas cuando antes resaltaba la crítica; sentía serenidad donde antes residía el miedo; sentía alegría con la alegría de las personas y dolor ante su tristeza, “mi tiempo” cada vez era menos mío para dar un poco de él a los demás, “mi vida” empezó a ser menos mía, si alguien necesitaba de ella.
Ocurrieron más cosas, pero lo importante es que empecé a entender lo que era realmente el Amor. Virginia Satir, terapeuta familiar y escritora norteamericana, escribió acerca del amor incondicional un pequeño y profundo poema que refleja perfectamente lo que es el Amor: "Te quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y enriquecernos de verdad".
No son necesarias más palabras: No siento, aun, que ame al vecino del quinto con  la misma intensidad que amo a mi esposa, a mi hija, a mi madre, a mis hermanos o a mis amigos; pero siento por él y por el resto de seres humanos la misma comprensión y la misma compasión, trato de no juzgar, ni criticar, ni culpar, ni exigir, ni mentir, ni herir, ni atar a mí, absolutamente a nadie, trato de ser leal y honrado, trato de no coartar la libertad de nadie y respetar completamente sus pensamientos, sus palabras, sus actos, su vida. Y muchísimas veces lo consigo.
Y lo más importante de todo “soy feliz” sin necesitar nada del exterior, absolutamente nada, por lo que puedo entregar este Amor y esta Felicidad a los míos y a los que no lo son, para que puedan ellos sentirlo y vivirlo igual que yo. Hay que “predicar con el ejemplo”.
Esto debe de ser ese Amor que anida en nuestro interior. Yo sigo trabajando en ello. Hasta llegar a sentir el Amor que sentía, por ejemplo Jesús, creo que aun me queda un largo, un larguísimo trecho. Y tú……….. ¿Cómo lo llevas? 

miércoles, 5 de octubre de 2011

Fariseismo

            Esta tarde hemos puesto la tele, y en uno de los canales daban una película titulada “Hotel Ruanda”. Supongo que la habéis visto muchos de vosotros/as, ya que parece ser que es muy buena. Más tarde he leído que estuvo nominada a dos Oscar, aunque no llegó a ganar ninguno. Pues bien, yo no he podido verla. Las lágrimas afloraban a mis ojos prácticamente en cada escena ante tanta brutalidad y desprecio por la vida humana.

La película sólo es una parte de la verdadera realidad, en la que perecieron un millón de tutsis. La paradoja es que esa masacre fue impulsada, y luego permitida por las potencias extranjeras presentes en la zona, que en vez de intervenir y parar la matanza, retiraron sus tropas bajo el pretexto de no injerencia. Por supuesto la ONU, se limitó a redactar alguna resolución que, naturalmente, no fue aplicada.
Las causas de aquella matanza, cómo no, tiene que ver con la posesión de las riquezas naturales del país. Los tutsis, en su mayoría ganaderos, habían sido favorecidos por los colonialistas alemanes, y cuando estos fueron derrotados en la primera guerra mundial, fueron sustituidos por los belgas, que siguieron con la misma política, en detrimento de los hutus. Así, mientras los tutsis recibían una cierta educación y sus jefes eran alzados a puestos políticos, los hutus, agricultores, eran relegados. Se les negaba el acceso a las escuelas, a la enseñanza, y como consecuencia no podían acceder a ningún puesto de cierta responsabilidad. Siendo mayoritarios en el país, eran sometidos por la minoría tutsi que los trataba como a siervos. Incluso los misioneros católicos se dedicaron a adoctrinar a los hutus y a inculcarles el sentimiento de ocupar su lugar mayoritario en el país, que es como bendecir el genocidio.
Los países de Occidente, tan defensores ¿del estado de bienestar?, de ¿los derechos humanos?, de ¿la igualdad?, no intervienen para detener una masacre, en la que sólo muere……… gente pobre, en un país en el que además no podían sacar ningún tipo de provecho, ya que no hay oro, ni petróleo, ni ningún tipo de riqueza. Sólo hay personas, en el que en la actualidad, el 60%  vive por debajo del umbral de pobreza. Si hubieran tenido petróleo o cualquier otro tipo de riqueza, de inmediato los países occidentales hubieran acudido a defender a la población de los desmanes de la otra parte, como está ocurriendo recientemente en Libia.  
¡Cuánto fariseísmo! Con todo el dinero que los países ricos se gastan en guerras, podrían forjar una paz mundial y duradera; con todo el dinero que sus dirigentes gastan en alimentar a sus orondas barrigas con sueldos de escándalo, se podría alimentar a toda la población mundial; con todo el dinero que gastan en casas, jets privados y fiestas, podrían dar cobijo a todas esas personas que malviven en campos de refugiados y no tienen un techo donde cobijarse. Y no hablemos de las riquezas de la iglesia, ¡para qué!
Es seguro que nosotros, (tan concienciados por las desigualdades), concentrándonos en las plazas públicas de las ciudades, no vamos a conseguir cambiar tanta desigualdad. Pero si no lo conseguimos, es porque nosotros, perdonarme, también somos un poco fariseos, ya que después de la concentración o la manifestación, nos vamos a cenar, o al teatro, seguramente cruzándonos en el camino con algún indigente o algún inmigrante, sin prestarle la más mínima atención. Puede que Incluso detengamos nuestras manifestaciones en nuestro periodo vacacional. ¿Cuál es la diferencia con nuestros dirigentes y banqueros? Es posible que solo sea nuestra cuenta bancaria. Piensa en ello.
Y si llegas a alguna conclusión, empieza a actuar. ¡Ayuda!, ¡Hay tanto que hacer! Tenemos que sustituir, para ayudar a los necesitados, nada menos que a los poderes políticos, económicos y religiosos; son caducos, son corruptos, sirven para bien poco.
Además de manifestarnos y concentrarnos, hemos de ofrecer una ayuda real y efectiva, la que no ofrecen nuestros dirigentes, a nuestros hermanos, que no tienen un mal bocado que llevarse a la boca.

jueves, 18 de agosto de 2011

Si me caigo, no me queda más remedio que levantarme

            Trabajamos duro para conseguir incrementar nuestro nivel de energía y de vibración, para ser cada día mejores personas, para ayudar cada vez más, para ser más compasivos y más tolerantes, para acercarnos más a Dios. Es cierto, que caemos y nos volvemos a levantar, pero seguimos trabajando con determinación. Y según vamos alcanzando mayores niveles de vibración, somos conscientes del “conocimiento y del poder” que se encuentra en nosotros y, cuando descubrimos “eso”, queremos mantener, a toda costa, el nivel de vibración alcanzado.

Mantener la energía, no es difícil, sólo hay que mantenerse en el nivel de pureza de la vibración conseguida. Me explico: A más vibración, más sutileza; ¡recordar que nuestro fin es llegar a integrarnos con la Energía Divina!, es decir, Sutileza Total. Por lo tanto, hemos de actuar, física, mental, emocional y espiritualmente, de acuerdo con aquello que queremos alcanzar, hemos de actuar como si ya estuviéramos vibrando con la Energía Divina: Bondad absoluta, Verdad absoluta, Amor absoluto, Paz infinita, Certeza total.
             Y cada vez que nuestra actuación se sale de estos parámetros de “totalidad”, nuestro nivel de energía decrece: Cada vez que no decimos la verdad absoluta, cada vez que intentamos manipular, cada vez que intentamos sacar beneficio a costa de otros,  cada vez que dudamos de nuestra divinidad, cada vez que se apodera el miedo de nosotros, cada vez que no compartimos nuestro conocimiento, nuestro poder, nuestro dinero, nuestra compasión; cada vez que juzgamos o criticamos. En todos estos casos nuestro nivel de energía desciende, unas veces somos conscientes de ello, y otras no lo somos. Pero cuando eso ocurre, nos volvemos más terrenales, alejándonos del espíritu y perdiendo el contacto con nuestra alma.
            Es cierto, que cuando desaparece la causa del descenso de energía, esta vuelve, normalmente, al punto de partida. Pero mientras dura la bajada, ¡y puede ser de larga duración!, estamos más expuestos a los peligros del cuerpo y de la mente, a todos esos peligros que con tanto trabajo y sacrificio, vamos dejando atrás: miedos, dudas, anhelos, deseos, tristeza, etc. Y son justamente todos estos peligros, la causa primera del descenso de la energía, ya que es la identificación con el cuerpo y la conexión a través de la mente con las cuestiones terrenales, la causa más normal de la desconexión de nuestra alma.
            Es como la pescadilla que se muerde la cola: Estamos fantásticos, pero por alguna razón, desconocida o no, aparece un punto de, por ejemplo, miedo en nuestra mente. De manera inmediata desciende la energía, la mayoría de las veces bruscamente. Con el nivel de energía y de vibración en su punto más bajo, el pensamiento de miedo se apodera de nosotros con  tanta fuerza, que somos incapaces de tener consciencia de la desconexión. En ese momento, nos convertimos, nuevamente, en los trogloditas, que éramos antes de alcanzar nuestro nivel superior de vibración.
            Afortunadamente, nuestro trabajo sirve para algo y, siempre, en algún momento, somos conscientes de nuestro estado. Es entonces cuando elegimos seguir terrenales, o volver a nuestro estado inicial de vibración. Para volver al estado inicial, no es suficiente con proponérselo, ni tan siquiera con sentarse a meditar en ese momento, ya que la mente ha tomado el mando y no lo va a dejar fácilmente.
            Aunque cada persona, sabe mejor que nadie como volver a dominar a su mente, cuento mi formula: Si puedo, trato de tomar contacto con la naturaleza: no hace falta escalar una montaña, puede ser un jardincito, un árbol de la calle o una maceta de casa; lo importante es que sea un espacio de energía limpia y más poderosa de la que en ese momento me rodea; y en ese espacio, respiro lenta y suavemente por la nariz, mientras imagino, pienso o visualizo como esa energía limpia hace crecer mi aura. La punta de la lengua la tengo en el paladar, y entre la inhalación y la exhalación, hago una pequeña retención. A la vez, voy repitiendo lentamente en mi interior “Yo Soy el Alma”.
            Con esto se recupera nuevamente el nivel de vibración inicial. Todo son técnicas. Lo importante es tener la paciencia y la voluntad para llevarlas a cabo.

sábado, 30 de julio de 2011

Fundación Elial

            Permitirme que en la entrada de hoy haga un poco de propaganda de la Fundación Elial, que es como hacer publicidad de la ilusión por erradicar la pobreza, la tristeza, el abandono, el maltrato y el sufrimiento.

            Algunos creemos que es posible generar un gramo de ilusión y de esperanza en el domicilio de los más desfavorecidos, algunos creemos que es posible llenar de alegría el corazón de los niños abandonados, algunos creemos que es posible devolver la fe en los seres humanos a las mujeres maltratadas, algunos sabemos que en la miseria también está Dios, y no podemos quedarnos sentados en el sofá de casa, delante de la tele, comentando las miserias humanas que nos enseñan en los telediarios, sin hacer nada más que eso, comentarlas, e incluso, algunas veces preguntar: “¿Cómo permitirá Dios eso?”....... Amigos........, lo está permitiendo para tú, que te conmueves ante tanta desgracia, des un paso adelante e intentes ponerle fin.
            Si, ya sé lo que puedes pensar: ”¿Qué voy a hacer yo sólo/a frente al mundo?.......... Puedes hacerlo todo, porque no estás solo/a, somos muchos. Si todos los que podemos ayudáramos, conseguiríamos erradicar la miseria.   Y ¡si podemos!, haciendo voluntariado, colaborando con ONG’s, fundaciones, asociaciones; apadrinando niños, etc., etc.
            Ninguno de nosotros, que ¡si podemos ayudar!, deberíamos quedarnos de brazos cruzados comentando lo mal que está el mundo, sin hacer nada para cambiarlo. Y nuestra actuación ha de manifestarse en todas las áreas que nuestras posibilidades nos permitan, sociales, económicas y de implicación personal.
            Desde la Fundación Elial, gracias a la colaboración de gente magnífica, (todavía muy poca), que no se queda insensible ante tanta desgracia, ya estamos actuando en problemas urgentes de falta de medios económicos para sanidad y alimentación. Pero queremos llegar más lejos, y para eso necesitamos, también, de tu colaboración, colaboración que puedes realizar de diferentes maneras. En la web de la Fundación seguro que vas a encontrar la fórmula que más se adecue a tus posibilidades, haciéndote socio/a activo, apadrinando niños, colaborando económicamente de manera esporádica, etc.
            Además de las aportaciones, nuestra fuente de financiación pasa, también, por la realización de todo aquello que sabemos hacer: clases para niños, clases de yoga, meditaciones, cursos, terapias, conferencias, etc.
            Puedes entrar en la web www.fundacionelial.es donde encontrarás toda la información que puedas necesitar, después descarga el formulario de socio, rellénalo y envíalo al e-mail de la Fundación. Estamos esperándote.
            Disculpa, que hoy en vez de dar, pida. Gracias por tu atención.

jueves, 21 de julio de 2011

Otro mundo es posible

            Creo que se puede cambiar el mundo, y estoy trabajando para ello. Parece pedante, ¿verdad? Y es pedante visto desde una mentalidad que difiera con la mía, visto desde una mentalidad de egoísmo, desde  una mentalidad en la que toda la vida gire en torno a la consecución de deseos terrenales, desde una mentalidad que divide,  desde una mentalidad en la que predomina el “yo” sobre los “otros”, desde una mentalidad que discrimina por la raza, por el sexo, por la religión, desde una mentalidad de poder terrenal, desde una mentalidad de sufrimiento, desde una mentalidad de apego material o emocional. Pero no es pedantería visto desde mis creencias.

Creo firmemente que otro mundo es posible, un mundo donde reine el amor y la alegría, un mundo donde la explotación deje paso a la hermandad, un mundo donde se tienda la mano sin mirar si la otra es de distinto color, sin mirar si está sucia o está limpia, si es de católico o musulmán, si es de rico o es de pobre, si es la derecha o la izquierda; un mundo en el que se sustituyan las armas por la palabra, un mundo en el que se trabaje para llevar agua en el desierto y no buscarla en los desiertos de Marte, un mundo en el que todos los niños jueguen, y rían, y sean felices, un mundo de igualdad, un mundo de servicio, un mundo de ayuda.
¿Utopía?, no hay mejor realidad que una buena utopía. Y puede hacerse posible, ¿cómo?
Primero, creerlo: No se puede conseguir nada que no se cree. ¡Todos somos creadores!, ¡el pensamiento crea la realidad! Olvidar el “pobre de mí”, olvidar el “no puedo”, olvidar que “no valgo”, olvidar que “no sirve de nada”, y cambiarlo por SI PUEDO, SI VALGO, PUEDO HACERLO y LO HAGO.
Segundo, cambia tú: Recuerda que el mejor aprendizaje es el ejemplo, enseña con tu ejemplo. Empieza a ver a todos como tus hermanos, reparte amor, reparte bocadillos, no pasa nada porque no vayas de vacaciones este año. Permíteme un secreto: cuanto más das, más tienes, no te falta nada, el Universo cuida de los generosos, ¡puedo dar fe! No discrimines, no juzgues nada, tu misión en este mundo no es de juez; ayuda a todos sin distinción.
Tercero, vive una vida interior plena: Si tienes que enseñar a todos con tu ejemplo, ¿Cómo vas a enseñarles a ser felices si vives en sufrimiento?, ¿Cómo vas a dar amor si en tu corazón reside el resentimiento?, ¿Cómo les vas a enseñar a confiar si vives una vida de miedo y desconfianza? Y todo eso, ya está en ti, en tu interior. Busca todo eso en el silencio de tu meditación.
¡No tengas miedo! El mundo te está esperando, ¡te necesitamos!
El mundo que te espera ya está en proceso de cambio: En las dictaduras el pueblo se amotina, en las seudo-democracias dependientes del dinero, el pueblo se manifiesta en las plazas; en los países corruptos empiezan a levantarse voces de denuncia, está saliendo a la luz el fariseísmo de las religiones. El mundo está en proceso de cambio, y vamos a acelerar ese cambio entre todos los que ya tenemos una visión distinta, entre todos los que estamos dedicando nuestra vida a los demás, entre todos los que renunciando a una vida de paseo, paseamos para detectar necesidades; entre todos los que cambiamos la búsqueda del amor por la entrega de amor a manos llenas; entre todos los que sacrificamos una tarde de cine, por actuar en la película de la vida; entre todos los que nos emociona la risa de un niño, o lloramos con la amargura de la pobreza.
¿Aun crees que es pedantería?, ¡Te estamos esperando!