El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 23 de noviembre de 2016

El Plan de vida (La vida de Kepha)

Continuación de “La Tríada de la Ascensión (2)”
   
          Ante esta perspectiva, Kepha en su meditación trataba de impregnar, en cada átomo de energía de su ser, la memoria de lo que es, de su hermandad con el resto de almas, de su divinidad, de su eternidad, del Amor que todo lo envuelve, del Amor de Dios. Pero no era fácil. Porque todo dependía de su programación de vida, y estaba tan…, cansado podría ser la palabra, de entrar en un cuerpo, de arrastrar el ego, de buscar con desesperación a su alma, de sufrir la separación de Dios, que daría cualquier cosa porque fuera la última vez. Podría aceptar cualquier misión, o una vida larga y de dolor. Y aunque él sabía que la última palabra iba a ser la suya, también estaba seguro que aceptaría, con gusto, como todas las almas, cualquier Plan presentado por los Maestros del Consejo para su vida.



-      Si no fuera porque la vida en la materia es el camino más rápido para unirnos a Dios, no volvería. Es muy cansado, es aburrido. Visto desde aquí es muy corto, es un suspiro, pero una vez en el cuerpo es demasiado intenso, lento, pesado y largo. Me ayuda a preparar la nueva vida el ansia que tengo de unirme con Dios. Le respondió a Jesús.
-      Lo sé hijo mío, pero cada vez está más cerca. Cada vez despiertas antes de la ilusión de la vida. Le respondió Jesús.

Kepha se acercó al templo donde los Señores del Karma o Consejo Kármico presentaban, al ser próximo a la encarnación, un proyecto general de Plan de Vida, organizado por ellos, tomando como base tres aspectos importantes: Uno, el objetivo a conseguir; dos, la cantidad de Karma pendiente con posibilidades de ser liberado y tres, el punto de partida, en función de la trayectoria y experiencias de vidas anteriores. Ya que son los miembros de este Consejo Kármico quienes deciden cuándo y cómo encarna cada alma.

Los miembros del Consejo invitaron a Kepha a tomar asiento frente a ellos. Permanecían sentados en semicírculo, por lo que podía ver a todos perfectamente. Detrás de ellos también estaban sentados Maria, Jesús y sus amigos más afines, con los que había compartido muchas vidas, haciendo de guía o siendo guiado por ellos, o sencillamente encarnados actuando en roles muy próximos. Y estaba también Erihak.

Erihak era…. su alma gemela. Habían encarnado juntos en un ochenta por ciento de sus vidas, casi siempre como padre e hijo. Su evolución había ido pareja, traspasándose los conocimientos de uno al otro. ¡Cuánto le gustaría a Kepha que Erihak le acompañara también en este viaje!

Se encontraban en una sala circular, blanca y luminosa. Para llegar a ella había que atravesar un enorme pasillo, muy ancho, con sillas a ambos lados que flanqueaban puertas en las que los mismos miembros del Consejo y sus ángeles ayudantes iban recibiendo a almas o grupos de almas, en función de su despertar, para entregarles el que sería su Plan de Vida.

Las almas que se encontraban total y absolutamente dormidas recibían las instrucciones en grupos reducidos, en lugar de recibirlas de manera individual, ya que el grupo iba a permanecer prácticamente unido durante toda su experiencia en la materia hasta lograr algún mínimo avance en su despertar y en su camino hacia Dios que les pudiera llevar a independizarse completamente en un futuro, e iniciar así su camino de despertar individual.

Estas almas después de cada transito en la materia, volvían a agruparse según iban descarnando para purificarse y volver a preparar una nueva vuelta a la materia con su grupo establecido.

Las almas más adelantadas eran recibidas de forma individual para presentarles su Plan específico de Vida.

El Plan de Vida es, sin lugar a dudas, el aspecto más importante del proceso de encarnación y la auténtica hoja de ruta del alma en la materia. Es la máxima Ley que va a regir la vida del alma una vez en la materia. Nada ni nadie va a ir en contra de ella.

En cada Plan de Vida aparecen reflejados aspectos que se pueden cumplir o no y otros que se tienen que cumplir si o si. Aunque el Plan de Vida es la guía suprema de todas las almas, y ninguna otra ley va a ir en su contra, (incluida la famosa Ley de la Atracción), sí que hay algo que puede variar en algún aspecto dicho plan, ya sea en su realización, en la forma de llevarse a cabo, o en el tiempo en que va cumpliendo lo recogido en el Plan. Ese algo es “el libre albedrío del ser humano”.

Continuará………



lunes, 21 de noviembre de 2016

La Tríada de la Ascensión (2)

Que al ser humano le llegue el conocimiento de que es un alma es muy fácil, les llega, de una u otra forma a todos los humanos, es como conseguir ver una estrella en el cielo de la noche, solo hay que elevar la vista arriba para ver la estrella. Para recibir el conocimiento de que se es un alma solo hay que escuchar. Seguro que alguien lo dice delante de la persona en cualquier momento de su vida, porque de alguna manera se tiene que activar la memoria.

Que ese mismo ser humano se lo crea es como ver la misma estrella y sentirla como propia.

Que lo integre en su interior y conseguir vivir como un alma, que es su máxima expresión, es como integrarse en la totalidad del Universo.

Primero llega el conocimiento, a través de lecturas, de talleres, de charlas, escuchando una conversación mientras viajas en autobús, o de un sinfín de posibilidades diferentes. Al ser humano le llega una información, que la primera vez que la recibe la puede calificar, siendo benévolo, de extraña: La información de que es un alma, una energía desgajada de la Totalidad, desgajada de la Energía Divina, en suma, desgajada de Dios, y que por lo tanto es Dios.

Lo que haga el ser con ese conocimiento puede acelerar su proceso de unión con Dios, o sencillamente dejarlo todo como está. La persona puede hacer uso de esa información o no. Si no hace uso, o si no se lo cree, sigue como está. No va a ocurrir nada. Va a seguir con su vida tal como la llevaba, sin más. Seguirá acumulando vidas. No era su momento de despertar, ya le llegará.

Si esa información se integra en su interior y comienza a hacerse preguntas sobre el sentido de la vida, con las respuestas a sus preguntas estará descubriendo la existencia de un nuevo camino, nuevo para él, pero no para otros, ya que hay millones de almas que lo están transitando y millones que lo han finalizado. Ese camino es el camino de retorno al Padre.


Integrar las respuestas y el conocimiento inherente en ellas, conlleva al ser a un cambio de vida. La persona pasa de vivir desde la mente a vivir desde el corazón. Y vivir desde el corazón supone ponerse a disposición del alma.

Cuando el ser humano sabe que es un alma, que es un ser divino, que es una parte de Dios, es cuando comienza a utilizar su corazón. Mientras eso no ocurre es porque sigue dormido soñando la ilusión de ser un cuerpo, soñando que es un ser independiente de los otros que conviven con él en su encarnación, soñando que vive separado de Dios. El ser dormido necesita vivir los sueños y estos solo se los puede proporcionar la mente, llenando al soñador de dolor, de preocupaciones, de sufrimientos.

Cuando el ser comienza a despertar ya no necesita sueños, deja de ser dominado por la mente. Deja de soñar, deja de pensar como un humano para pensar como Dios. Así habrá comenzado a transitar el camino de retorno a Dios. Así estará comenzando a trabajar en el primer aspecto de la Tríada.

Pero son tres los aspectos de la Tríada. El segundo aspecto es aprender a Amar.

Este Amor no tiene nada que ver con lo que normalmente entienden los seres humanos por amor. Creen los seres humanos que el amor es un sentimiento, y lo buscan casi con desesperación en cada esquina, esperando que aparezca su alma gemela, porque le han llenado la cabeza de historias de que si consigue encontrar a su alma gemela será una locura de amor. Pero la realidad es que no existen las almas gemelas, tal como quiere hacer creer la sociedad, esa sociedad sin entrañas, que nos hace llevar a pensar que el amor no se activa hasta que aparezca otra persona que haga temblar los sentimientos.

El Amor es inherente a la persona, es una energía que se encuentra en el cuerpo energético del ser humano y no se puede dar si no se atesora con anterioridad. Es como el dinero, si no se tiene nada no se puede comprar ni una barra de pan.

¿Cómo se aprende a Amar? A Amar se aprende Amando, de la misma manera que a cocinar se aprende cocinando.

Una buena escuela para comenzar la práctica del Amor es la familia. Es cierto que no es la única y que posiblemente las haya mejores, pero tiene algunos puntos a favor, aunque también tiene otros en contra. A favor está que lo primero que conoce el bebé cuando llega a la vida es el amor, ya que ese amor es el eslabón que une al bebé recién nacido con su mamá, el primer eslabón que lo enlaza con la vida. La mamá ama a su bebé porque si, lo ama por encima de todo, lo ama sin condiciones. No espera de él nada a cambio, y ese amor es lo primero que todos los bebés se encuentran en los primeros meses de vida. Bien es cierto, que según va creciendo el bebé ese amor incondicional se va convirtiendo en amor humano, pero en lo más íntimo de su ser el niño, que está creciendo, ya tiene algo parecido al amor que alberga en su alma. Es un buen punto de partida.

Si el bebé permaneciera aislado el resto de su vida, es muy posible que no le abandonara ni la inocencia ni el amor que son las condiciones con las que nace. Pero con el tiempo y con la educación de sus educandos el niño comienza a perder la inocencia y a cambiar su amor incondicional por un amor interesado.

Jesús enseñaba que había que volver a ser niños para la unión con Dios: 
Mateo 18:3  En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 
Mateo 19:4 Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos. 
Juan 3:3 En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.

No es la vuelta a la niñez física lo que predicaba Jesús, era la vuelta a los valores de la infancia: la bondad, la inocencia, la compasión y el amor.

El Amor incondicional ya existe dentro de nosotros, ya que todos tenemos la capacidad de sentir compasión por otro ser humano, solo tenemos que abrir un poco más el abanico. Si se siente con uno, se puede sentir por todos, solo hay que ver a los demás como si fuera uno mismo.

Cuando el ser humano Ame a todos, con el mismo Amor que la mamá siente hacia su bebé, estará acercándose a la máxima expresión del Amor, segundo pilar de la Tríada.
Y por último Amar a Dios, con tanta intensidad, que el objetivo del ser humano sea la unión con Él.

Juan 4:18.- En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
Juan 4:19.- Nosotros amamos, porque El nos amó primero.

Juan 4:20.- Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. 


sábado, 19 de noviembre de 2016

La Tríada de la Ascensión

Continuación de "Antes de la vida (La vida de Kepha)

Sabía Kepha que si guardáramos memoria de nuestra divinidad ya no tendría objeto la vida, porque es justamente el recordar la divinidad del alma el primer objetivo de la vida. El segundo es aprender a Amar y el tercero amar a Dios con tanta intensidad que solo se viva para servirle.

Esos tres objetivos juntos, conseguidos en su máxima expresión, forman la tríada para la Ascensión.

El primer aspecto, recordar que el ser humano es un alma, que esta es divina, y que está revestida de un cuerpo para tener una experiencia terrenal, es el desencadenante de todo el proceso y el responsable de que las encarnaciones, que hasta ese momento iban sumando, comiencen a restar. Ese es el principio del fin de las encarnaciones en la materia.

Los seres humanos no somos conscientes de que todo es Dios, de que vivimos en Dios, de que estamos llenos de Dios. Me recuerda la frase de Albertt Einstein ¿Qué sabe el pez del agua donde nada toda su vida? Y a propósito de la frase he encontrado un cuento que la refleja de manera clara.


El relato tiene por título “Obo”, y no puedo decir quien es su autor, ya que buscando el autor solo he encontrado By RafaelaS. No sé si es la persona que lo ha escrito o quien lo ha recogido.

OBO nadó un poco más rápido de lo habitual pues no faltaba mucho para llegar a la gruta. En la oscuridad del lugar se apiñaban cientos de pequeños parientes de su misma especie desconocida por los seres humanos: los Liki, los Peces más transparentes del océano. Eran tan translúcidos que los demás peces se confundían y sólo las Aguamala los reconocían por sus ojos celestes y sus largas pestañas azules.
Un día OBO se aburrió de que ningún Pez lo persiguiera.
-      Pasan de largo, se quejó con un Pez Payaso, ni siquiera nos miran, es como si no existiéramos.
-      El Pez Payaso le contestó -mirando hacia donde creía que estaba OBO- que la suya era una suerte increíble, que ya se quisieran los demás Peces pasar delante de Tiburones y Barracudas haciéndoles muecas y que no los descubrieran.
Las palabras del Pez Payaso no lograron consolar a OBO pues para él el asunto ya se había transformado en un problema y el aburrimiento le había dejado sin hambre y, lo que era peor, sin ganas de jugar.
Así, por la tarde decidió hacer una incursión en otros territorios, lejanos de la gruta. En el camino se encontró con un Pez Globo que se pegó el susto de su vida cuando OBO le habló.
-      ¿Quién? ¿Quién anda por ahí? ¿Qui… quién dijo eso?
Se agitó el Pez Globo luego de que OBO le preguntó si conocía un lugar interesante por los alrededores, algo que pudiera ser realmente divertido. Una vez repuesto del susto, el Pez Globo le explicó que no, que en toda su larga vida -pues ya tenía dos años y ya era tatarabuelo de miles de Peces Globo- no había visto un lugar interesante, lo que se llama interesante. Sólo rocas y arena y corales y algas, lo mismo, siempre lo mismo en todas partes. Más tarde se encontró con un Pez Espina y con un Pez Zorro que luego del susto tampoco le dijeron nada que pudiera atraerle. Entonces OBO se alejó un poco más en medio de aguas mucho más frías y completamente desconocidas por los suyos.
De pronto, ahí mismo, con todas sus negras aletas desplegadas, estaba una Mantaraya gigante. A pesar de que no podía verlo, no se sorprendió por la presencia de OBO pues con su porte había aprendido a no temerle a casi nada.
-      Perdone que la moleste señora Mantaraya, dijo OBO, pero estoy buscando un lugar diferente a todo lo que se ha visto en los alrededores, algo realmente divertido.
La Mantaraya miró hacia donde se suponía que estaba OBO y le dijo:
-      No conozco más que arena, corales, algas y rocas… pero, ahora que me acuerdo, he oído hablar de un lugar muy especial.
-      ¿Especial? saltó OBO emocionado.
-      Sí, se trata de un lugar lleno de AGUA.
-      ¿AGUA? ¿Qué es eso? preguntó intrigado OBO.
-      La verdad es que no sé, aceptó la Mantaraya, pero una vez un pez me habló de un lugar lleno de AGUA… no, no me preguntes, no sé dónde queda ni cómo es, pero de que existe, si existe, al menos eso creo.
Una vez que se despidió de la Mantaraya, OBO siguió nadando en busca del AGUA, pero la noche cayó y se quedó a dormir en una gruta deshabitada. En realidad no necesitaba la gruta para esconderse de los demás peces sino para que no lo atropellara un Pez Espuela o un Pez Martillo distraído. OBO soñó toda la noche con un lugar que a la entrada decía AGUA: era una planicie hermosa y colorida, pero al despertar no recordó nada más que imágenes acuosas, así que decidió proseguir la búsqueda. Para su desesperación ningún Pez sabía lo que era el AGUA ni dónde habitaba; algunos ni siquiera habían oído esa palabra en toda su vida.
-      ¿AGUA?, preguntó alarmado un Pez Flor, ¿de qué idioma sacaste esa palabra tan extraña?
Al fin, después de mucho nadar y nadar OBO arribó a un lugar lleno de algas de colores que danzaban frente a una pared blanca. OBO se arrimó a la pared y se quedó dormido, muerto del cansancio. Así estuvo un largo tiempo hasta que la pared se movió y lanzó al pequeño OBO contra las algas.
-      Hey, gritó OBO, sin saber qué estaba sucediendo. Por toda respuesta escuchó un trueno, o más bien una voz parecida al trueno.
-      ¿Quién dijo "hey"?, dijo la voz.
Por primera vez en su vida OBO no sabía para dónde mirar. Frente a sí no había nada excepto esa enorme pared blanca que se movía rápidamente hacía él. De pronto vio con sorpresa que un ojo gigantesco lo estaba mirando. Por primera vez un Pez que no fuera un Liki lo miraba de frente, como si en verdad lo estuviera viendo. El ojo gigante parpadeó lentamente y Obo dio un salto hacia atrás. También era la primera vez que veía parpadear a un Pez. Hey, exclamó de nuevo,
-      Eso es imposible.
-      ¿Qué es imposible? rugió la voz.
-      Parpadear, dijo OBO atónito, no se puede parpadear.
La pared empezó a temblar y algo parecido a una risa descomunal se dejó escuchar por todo el lugar.
Pocos minutos más tarde, cuando ya a OBO le había pasado el susto y la "pared" había dejado por fin de reír, todo empezó a aclararse. OBO se enteró de que aquella "pared" era una Ballena Blanca y que no solo era el Pez más grande que jamás había visto sino que además, y esto sí que ya le pareció fuera de toda realidad, ¡¡aquel Pez no era un Pez!! OBO no podía entender aún cómo algo del porte de cincuenta o setenta tiburones, que tenía nada menos que ¡treinta años de edad!, no intentaba devorarlo de un solo atracón sino que, al parecer, lo único que quería era conversar con esa voz de trueno y ese ojo parpadeante y esa risa huracanada. Una Ballena Blanca, ¿eh? Nunca me imaginé que hubiera Peces… qué digo, cosas así en estos lugares.
-      Mamíferos, dijo sonriendo la Ballena Blanca, somos mamíferos.
Si ya antes OBO no entendía nada, peor ahora. ¿Mamíferos? En verdad había muchas cosas increíbles en ese lado desconocido del mar.
-      Eso quiere decir, prosiguió la Ballena Blanca, que no nacemos de huevos como los Peces, sino de adentro.
OBO se la quedó viendo de la misma forma en que tú te quedaría viendo a un extraterrestre, esto es boquiabierto y con cara de tonto consumado.
-      Lo que quiero decir es que los bebés crecen dentro de nosotros y, luego de un tiempo, cuando ya están lo suficientemente grandes, salen al AGUA.
-      ¿¡AGUA!? OBO dio tres volteretas antes de tranquilizarse lo suficiente como para hablar. ¿Dijiste AGUA?
-      Sí, eso mismo dijo apacible la Ballena Blanca.
-      Y eso, ¿Dónde queda?
La ballena se lo quedó viendo primero con un ojo y luego con el otro. No parpadeaba siquiera. Tenía la boca abierta como si fuera a tragárselo.
-      ¿Que dónde queda el AGUA?
-      Sí, gritó emocionado OBO.
-      ¿Que dónde queda el agua? repitió incrédula la Ballena Blanca.
-      Sí, volvió a gritar OBO.
Otra vez se oyó ese trueno retumbante y se sintió un remolino enorme girando en torno a OBO. Es otra vez la risa, sí, la risa de la Ballena Blanca, se dijo asombrado OBO.
-      ¿Que dónde queda el AGUA? volvió a decir con ese vozarrón increíble antes de entregarse a otro gigantesco ataque de risa.
OBO permaneció inmóvil, como si de pronto se hubiera transformado en un Pez de hielo. No, no lo podía creer. La Ballena Blanca le estaba diciendo, una vez que le había pasado la risa, que todo lo que veía y le rodeaba era AGUA, que toda su vida había transcurrido dentro del AGUA. Tonterías, dijo finalmente, si eso fuera así, los Peces lo sabrían y nadie, nadie conocía que todo esto era el AGUA.
A la Ballena le dio ternura al ver el desconcierto de OBO.
-      Ven, le dijo, y lo subió sobre su lomo como quien sube a un niño a la terraza de un edificio de trescientos pisos.
De un impulso, OBO salió a un lugar lleno de claridad plateada y sintió sobre su piel algo que lo estremeció y que la Ballena Blanca le dijo se llamaba "viento", y vio dos animales largos y enormes que entendió que se llamaban "barcos", y escuchó algo más retumbante y aterrador que mil voces de ballena juntas que se llamaba "trueno", pero de pronto no pudo ver ni escuchar ni sentir nada más porque todo se hizo oscuro, muy oscuro, como la gruta en la que vivían con sus parientes los Liki.
Cuando volvió en sí, el ojo parpadeante de la Ballena Blanca lo estaba viendo.
-      Ah, por fin, susurró. ¿Qué pasó? Preguntó OBO adormilado.
-      Pasó que conociste el lugar que no es AGUA.
-      ¿Y después?
Después no pudiste respirar ahí fuera porque eso no es AGUA, y tú, mi pequeño niño casi invisible, eres un ser del AGUA. Eso mismo quería preguntarte, se avivó OBO. Ah, más preguntas, me gustan las preguntas.
-      ¿Cómo es que puedes verme si los demás no pueden?
La Ballena Blanca sonrió. Por tus ojos celestes y tus largas pestañas azules, dijo,
-      pero sobre todo te veo por la misma razón por la que puedo distinguir el AGUA del AIRE, algo que tus amigos Peces no pueden porque sólo conocen el AGUA.
De pronto OBO empezó a reír.
-      ¿De qué te ríes? Preguntó divertida la Ballena Blanca.
-      De mí, dijo.
-      ¿Y eso?
-      Imagínate, toda la vida en el AGUA y yo buscando el AGUA.
-      Sí, dijo la Ballena Blanca, pero no eres al único que le ha pasado. También a los seres humanos les sucede. Se pasan buscando lo que ya tienen. Se desesperan por lo que creen que está muy lejano cuando todo está dentro y fuera, rodeándolos, tocándolos, penetrándolos, conformándolos.
OBO se quedó en silencio.
-      ¿Dentro también?
-      Sí, dentro, ¿no te has dado cuenta de que eres AGUA?
-      No, dijo OBO, ¿Cómo es eso?
-      Pues bueno, mi pequeño niño, en ti es más evidente porque eres casi invisible, pero desde el Aguamala hasta la Mantaraya son en gran medida AGUA viva. Yo misma soy una gran masa de AGUA viviente, al igual que las algas, los caracoles, los cangrejos, las tortugas y los delfines. Los seres humanos son de AGUA a pesar de vivir en la tierra, en especial su cerebro que es casi todo AGUA.
-      Entonces, exclamó OBO, es peor de lo que pensaba.
-      ¿Peor? Dijo intrigada la Ballena Blanca.
-      Sí, explicó OBO, no sólo que yo era un Pez buscando AGUA, sino que era AGUA buscando AGUA, ¿No es eso estúpido?
-      La Ballena Blanca sonrió y dijo: sí, estúpido, como casi todo lo que hacemos.
Luego de un breve silencio, la Ballena Blanca empezó a reír provocando un verdadero maremoto a su alrededor. OBO se contagió de aquella risa huracanada y también rió un largo rato, agitado por remolinos cada vez más grandes.
-      AGUA que busca AGUA, qué divertido, gritaba de vez en cuando. ¡AGUA que busca AGUA! ¡ja ja ja ja ja ja ja!
Y así fue como OBO empezó a descubrir cosas más y más interesantes de la aleta -o si quieres, de la mano- de su nueva y sabia amiga. Claro, como era de esperarse, cuando después de una larga travesía al fin OBO regresó a la gruta de los Liki, nadie le creyó una sola palabra. Sólo la hermosa y dulce ABA lo escuchó con seriedad hasta el final. En realidad ella tampoco creía nada de eso, pero le parecía fascinante: aquella sí que era toda una aventura llena de la desbordante imaginación de OBO, su amado Pez Gemelo, como ella le decía.
Pero, cuál no sería la sorpresa de todos cuando vieron acercarse hacia ellos una enorme pared blanca con un descomunal ojo parpadeante a cada lado, una gigantesca sonrisa que nadie sabía dónde acababa y una voz de trueno que decía:
-      Hola, OBO, no pude aguantarme las ganas de conocer dónde vivías.
En medio de la incredulidad de los Liki, OBO se echó para atrás, abrazó a la hermosa ABA y exclamó:
-      Bienvenida, Ballena Blanca.


Continuará………


viernes, 18 de noviembre de 2016

Antes de la vida (La vida de Kepha)

Continuación de “La aventura de vivir”

-      Kepha, se está acercando el momento. Te esperan para preparar tu nueva vida en la Tierra. Quién así hablaba era Jesús, dirigiéndose a Kepha, que permanecía sentado en estado meditativo.

La relación entre Jesús y Kepha era estrecha. En la última vida de Jesús en la Tierra, Kepha fue Simón, el primero de los apóstoles. Y fue Jesús el que mirando fijamente a Simón le dijo: «Tu nombre es Simón hijo de Juan, pero te llamarás Cefas» (que significa «Pedro»).

 El cambio de nombre por parte de Dios a una persona significa transformación, cambio de naturaleza, conversión o la asignación de una gran misión. En el caso de Pedro que era un individuo voluble, se convirtió en una persona firme, con la firmeza de una piedra.
Algunos otros cambios de nombre por parte de Dios fueron a Abram y Sarai que fueron cambiados por Abraham y Sara. Abraham significa “padre del pueblo” o “padre de las multitudes” y Sara que significa “princesa”. Oseas fue cambiado por Josué que significa “Yavé el salvador”.  Saulo fue cambiado por Pablo que significa “pedido a Dios”, o “prestado a Dios”. Y a Jacob le cambió el nombre por el de Israel que significa “el que lucha”.


No quiere decir, sin embargo, que con esa misión el ser elegido haya culminado su tránsito en la materia. Se puede pensar, erróneamente, que los santos reconocidos, por ejemplo, por la Iglesia Católica han alcanzado la iluminación y, por tanto, finalizado sus reencarnaciones. No es tal. Las iglesias les otorgan la santidad a muchas personas de manera interesada. Ciertamente que son grandes hombres y mujeres, pero aun lejos de manifestar el Amor Divino, cuyo aprendizaje es la auténtica y real misión. Sin embargo, hay otros, muchos miles de millones, que sin ser reconocidos como santos, por haber llevado una vida anónima, o por pertenecer a diferente doctrina, si que han manifestado ese Amor, y ya se han unido a la Energía Divina, ya son parte de Dios.
Por eso Pedro tenía que volver. Ya lo había hecho otras veces desde su vida como apóstol.
 
En todas las vidas posteriores de Kepha, Jesús y también Maria, fueron sus más estrechos colaboradores, ya que siempre actuaron, como su Maestro o Maestra, manteniéndole bajo su protección.
Kepha llevaba tiempo en estado meditativo porque él mismo sabía de la nueva vida que le esperaba en la materia, y para eso era necesario una ardua preparación. Él sabía, como todos, que la vida en la Tierra podía ser un camino de rosas o un valle de lágrimas, y rogaba a Dios para que le permitiera guardar una ínfima porción de memoria de la Grandeza Divina para que su nueva vida no fuera como la actual de miles de millones de almas, o como cientos de las suyas, un calvario de sufrimiento por el olvido de lo que somos.


-      Es una lástima, pensaba Kepha, que cuando llegamos a la vida perdamos la memoria de nuestra divinidad, de la hermandad de todos los seres, de nuestra capacidad de amar, y del único poder real: el Amor. Entiendo que tiene que ser así, ya que sino ¿De qué valdría la vida?, no tendría ningún valor saber que somos hijos de Dios, cuando eso es justamente lo que hemos de descubrir, para actuar después desde ese conocimiento.

Continuará.......