Se daña
a sí misma el alma de un hombre, sobre todo cuando se vuelve pústula, (lesión
cutánea pequeña, inflamada y llena de pus, similar a una ampolla), como si
fuera un tumor del mudo, por su cuenta.
Pues
irritarse con alguna de las cosas que nos suceden es supurar contra la
naturaleza, que en sí misma comprende las naturalezas de cada uno de los demás
seres.
También
cuando se le da la espalda a otro hombre o cuando uno se enfrenta a otro con
intención de hacerle daño, como sucede en aquellos que se encolerizan.
En
tercer lugar, se daña así misma cuando la supera el placer o el dolor.
En cuarto
lugar, cuando finge y se encuentra falsa y mentirosa en lo que hace o en lo que
dice.
En
quinto lugar, cuando lleva a cabo algún acto o tiene algún impulso sin que los
dirija ningún objetivo, sino al azar y de un modo inconsecuente, pues es
preciso que incluso los actos más insignificantes apunten a un fin.
El fin
para los seres racionales es seguir la razón y la ley de la ciudad y de la más
venerable ciudadanía.
MARCO
AURELIO

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