Mi nombre es Antay y soy un Trabajador de la Luz
Hoy he
sido consciente de un sueño recurrente que tengo hace, por lo menos, cuatro o
cinco años En el sueño, que tengo una o dos veces por semana, estoy preparando,
o estoy a punto de realizar, un viaje que casi siempre es de vuelta a casa
después de trabajar una temporada en otro lugar. En el sueño siempre existe
algún contratiempo. He perdido los billetes o no encuentro el pasaporte o se
rompen las maletas o está cortada la carretera. El caso es que no puedo viajar,
lo que me causa un sufrimiento importante. Estoy seguro de que podría
calificarlo como pesadilla porque es un alivio cuando despierto y soy
consciente de que estoy en la cama de mi casa sin tener ningún viaje pendiente.
Últimamente
el sueño ha comenzado a presentar algunas variaciones. Sigo sin poder viajar
por los mismos problemas que en los sueños anteriores, pero a última hora,
justo antes de despertarme, el problema que me impedía realizar el viaje se
soluciona. Aparecen los billetes o encuentro de manera milagrosa el pasaporte
en algún cajón o miro hacia abajo y allí están mis maletas que hace un momento
no estaban. Sigo sin viajar porque no me da tiempo, ya que me despierto cuando
se soluciona mi problema, pero el alivio, en lugar de sentirlo en el momento de
ser consciente de que era un sueño, lo siento unos instantes antes con lo que
el despertar es más agradable.
No
entiendo nada de sueños ni de su interpretación, pero hoy, con la alegría de
haber encontrado el pasaporte en el último momento, nada más despertar, me fui
directo a la computadora. Busqué el significado, algo que nunca había hecho, y cuando
leí la interpretación que aparecía resonó en mi interior con la misma fuerza
que las campanadas de una catedral. Decía que soñar con un viaje es la
necesidad de realizar un cambio en la vida, y que si no se puede realizar el
viaje por problemas que puedan surgir en el sueño, es una resistencia a dicho
cambio.
En ese
momento me vino a la mente que hace casi dos años me rompí la tibia y el peroné
de la pierna derecha. Califiqué, entonces, ese hecho como un accidente fortuito,
sin prestar demasiada atención a una amiga que me dijo que era un mensaje de
que tenía que hacer un cambio de rumbo en mi vida. Así que parece claro que
estaba necesitando ese cambio de rumbo, y si me atengo al tiempo de duración de
los sueños este debería estar gestándose desde hace casi cinco años. Debo de
haber comenzado a dar tímidos pasos para ese cambio de rumbo, teniendo en
cuenta que en el sueño empiezan a aparecer los billetes o el pasaporte, pero
todavía no consigo viajar lo cual quiere decir que aún no he tomado el nuevo
rumbo.
Son
cinco años que, si bien, puede parecer un tiempo largo en la vida terrenal, no
lo son para la vida inmortal del alma. No hay tiempo para el alma que, como no
tiene prisa, puede esperar años y años sin cansarse de patrocinar sueños
recurrentes, un día tras otro, enviando en ellos mensajes subliminales para
que, algún día, el ego deje caer la venda de sus ojos y se haga consciente de
lo que le está demandando el alma que, a fin de cuentas, es la única razón para
estar vivo.
Una vez
entendido, (todo lo que se puede entender con una información tan volátil), que
se ha de realizar un cambio, aparece, de inmediato, una segunda cuestión ¿cuál
es el cambio de rumbo que se ha de realizar? Es lógico pensar que el cambio
puede estar relacionado con el trabajo, con el lugar, con las relaciones o
hasta podría ser cambiar el lugar donde se realizan las compras, ¿por qué no?, es
decir, todo relacionado con cuestiones de la vida o, mejor, con cuestiones
externas, ¿qué otra cosa podría ser protagonista de un cambio de rumbo?
Pero
si, si que hay otro protagonista, el más importante: La propia persona, sus
pensamientos, sus creencias, su actitud, su propia valoración, el amor hacia sí
misma.
Este
era exactamente el cambio que estaba demandando mi alma. No se trataba de
cambiar nada del exterior, se trataba de realizar un cambio interior. Se
trataba de reconocer y aceptar, sin soberbia y sin falsa modestia mi propio
poder, que no es que fuera ni mucho ni poco, era el mío, y punto. Y no solo no
lo aceptaba sino que tampoco lo reconocía, ya que me parecía que no podía ser,
teniendo en cuenta, además, que yo suspiraba por un poder diferente.
Pero
no. Ahí estaba la herramienta que yo mismo había elegido al otro lado de la
vida para realizar, con éxito, el trabajo, también, elegido por mí que me iba a
permitir acercarme al final de mi meta, que no es otra que el mismo Dios.
Este
diario íntimo es un reflejo de mis luchas internas, de mis pensamientos, mi
soberbia, mis miedos, mis dudas y mi trabajo interior para salir del pozo en el
que me encuentro, parece ser que muy cómodo, y encaminar mis pasos hacia ese
cambio de rumbo que no es otro que poner la directa hacia Dios dejando de esconderme,
de dar tumbos, de hacer piruetas y de justificar mis miserias.
Soy un
ser humano que, como todos, está aprendiendo a amar.
CONTINUARÁ