El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 11 de junio de 2025

La muerte es un alivio

 


Querido Dios:

         Vivimos inmersos en una vorágine de estrés y ansiedad que parece no dar tregua. Cada día enfrentamos retos que muchas veces parecen demasiado grandes para superarlos. Las responsabilidades y las demandas de la vida moderna nos empujan a un ritmo implacable, dejándonos a menudo con la sensación de que estamos atrapados en un ciclo interminable de preocupaciones y lucha. Esto me lleva a cuestionarme constantemente: ¿Cuál es el propósito detrás de todo este esfuerzo? Si la vida se extinguiera mañana, ¿Qué sentido tendrían las luchas que hoy llenan mi mente y mi alma?

Hay días en los que, sinceramente, pienso en la muerte como un bálsamo para el alma cansada. La idea de que, al cerrar los ojos para siempre, desaparecen las preocupaciones, el sufrimiento, las injusticias e incluso el tiempo, me resulta tentador. Contemplo la muerte como una liberación, un descanso eterno donde las luchas cesan y el alma encuentra una paz absoluta. Es como si imaginar ese estado me ofreciera un alivio momentáneo en medio del caos.

Sin embargo, en mi corazón sé que mirar la vida desde esta perspectiva puede llevarme por un camino peligroso. La vida, aunque complicada y a veces dolorosa, es un regalo invaluable, un lienzo donde se dibujan momentos de felicidad, de amor, de belleza y de aprendizaje. Reconozco que es fácil perderse en el ruido y la confusión del día a día, olvidándose de las pequeñas maravillas que nos rodean: una sonrisa que ilumina el día, el aroma único de una flor en primavera, la caricia cálida del sol sobre la piel, o incluso una conversación profunda que toca el alma y renueva la esperanza.

Me pregunto constantemente si estoy viviendo de manera adecuada. ¿Estoy aprovechando realmente cada día como la oportunidad que es para buscar la paz, la plenitud y la conexión con quienes amo? ¿Estoy permitiéndome ver el mundo con ojos llenos de gratitud y no solo con un filtro de preocupaciones? ¿Estoy haciendo lo suficiente por valorar este don precioso que me has dado? Me cuestiono si estoy encontrando un equilibrio auténtico entre aceptar que la mortalidad es parte intrínseca de mi existencia y disfrutar profundamente cada instante que tengo el privilegio de vivir, por fugaz que sea.

Te escribo con humildad y esperanza, buscando claridad y fortaleza en medio de mis dudas. Sé que no soy el único que se enfrenta a estos pensamientos, y a veces eso mismo me reconforta: el saber que, en nuestra vulnerabilidad, todos los seres humanos compartimos una conexión común. Pero incluso así, hay momentos en los que la incertidumbre pesa demasiado y necesito algo más que palabras de consuelo. Necesito sentir tu presencia, tu guía, tu sabiduría para entender cómo afrontar los altibajos de este mundo sin perder la perspectiva y la fe.

¿Cómo puedo vivir plenamente mientras soy consciente de lo efímera que es esta existencia? ¿Cómo puedo aceptar la inevitabilidad de la muerte sin que me robe el entusiasmo por vivir? ¿Cómo hallo la serenidad para enfrentar los desafíos y, a la vez, la valentía para soñar, para amar, para entregarme al momento presente sin reservas?

Por favor, ilumina mi corazón y mi mente. Ayúdame a encontrar propósito y significado en cada pequeño detalle, en cada amanecer que despierta nuevas posibilidades, en cada sonrisa que refleja la bondad de tu creación. Ayúdame a ver la luz incluso en los días más oscuros, a sentir esperanza cuando todo parece perdido, y a encontrar paz incluso en medio de las tormentas. Porque sé que, aunque a veces parece llena de sombras, esta vida también está llena de luz, de amor y de oportunidades para crecer y florecer.

Gracias por escucharme, por estar siempre presente, incluso cuando yo me olvido de ello. Gracias por el regalo de la vida, con todas sus dificultades y todas sus maravillas. Gracias por los momentos de silencio en los que puedo sentirte más cerca, por los instantes de belleza que me recuerdan que tu amor está en todas partes.

           Con cariño, fe y esperanza,

Tu hijo que te busca, que te necesita, que confía en ti.

 

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo

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