El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 11 de junio de 2025

¡Que se le va a hacer!

 



Aceptar lo que no podemos cambiar: el arte de no perder energía en lo externo. 

          ¡Qué se le va a hacer! Esta expresión, común en nuestra cotidianidad, encierra una sabiduría profunda: la capacidad de aceptar aquello que escapa a nuestro control. La vida está llena de situaciones inesperadas, decisiones ajenas que afectan nuestro camino y circunstancias externas que desafían nuestra tranquilidad. Y, sin embargo, nuestra reacción ante estos eventos es lo que define el impacto que tendrán en nuestro bienestar. 

En un mundo en el que tantas variables escapan a nuestro control, es fácil caer en la trampa del lamento, la queja y el enfado. Pero, ¿de qué sirve lamentarse si la causa del malestar proviene de un factor externo? Ese lamento no cambia la realidad y, en muchos casos, solo consigue alejarnos de nuestro centro emocional y drenarnos de energía valiosa. 

La clave está en distinguir entre lo que podemos cambiar y lo que simplemente debemos aceptar. Vivimos en un mundo de constante movimiento, donde las circunstancias se transforman sin previo aviso. Intentar resistir el flujo natural de los acontecimientos solo nos lleva a la frustración. Aprender a soltar, aceptar y fluir nos permite mantener nuestra energía enfocada en lo que sí está en nuestras manos. 

El filósofo estoico Epicteto decía que no podemos controlar los eventos externos, pero sí nuestra percepción de ellos. Este enfoque nos invita a asumir la responsabilidad sobre nuestras emociones y reacciones. En lugar de quedar atrapados en la frustración, podemos encontrar maneras de reinterpretar la situación y ver oportunidades en lo que, inicialmente, parecía ser un obstáculo. 

¿Qué podemos hacer cuando nos enfrentamos a situaciones que escapan a nuestra voluntad? Lo primero es reconocer la naturaleza de los eventos y preguntarnos si realmente tenemos el poder de cambiar algo. Si la respuesta es negativa, la mejor opción es aceptar y buscar cómo adaptarnos. La aceptación no significa resignación, sino inteligencia emocional: entender que nuestra energía tiene un mejor uso cuando la enfocamos en lo que sí podemos mejorar. 

Otro aspecto fundamental es la gestión de emociones. La ira, la frustración y la desesperanza pueden surgir cuando sentimos que no tenemos control sobre algo importante. Pero, en lugar de dejarnos arrastrar por estas emociones, podemos aprender a observarlas, entenderlas y luego dejarlas ir. Técnicas como la meditación, la escritura reflexiva y la conversación con personas de confianza pueden ayudar a procesar estos sentimientos sin que se conviertan en una carga permanente. 

Aceptar lo que no podemos cambiar no significa renunciar a la acción. Al contrario, nos libera para tomar decisiones más sabias y centradas. En vez de perder energía en la queja, podemos canalizar nuestros esfuerzos hacia aspectos de nuestra vida que sí dependen de nosotros: nuestras relaciones, nuestra actitud, nuestros proyectos y el crecimiento personal. 

A lo largo de la historia, grandes pensadores y líderes han aprendido esta lección. Desde los estoicos hasta los líderes espirituales, pasando por figuras que han enfrentado grandes adversidades, la clave del bienestar ha estado en su capacidad de aceptar la realidad y transformar su enfoque. 

En última instancia, se trata de una elección: podemos aferrarnos a la frustración o podemos liberar nuestra mente y nuestra energía para avanzar. Optar por la segunda opción nos permite vivir con mayor ligereza, reducir el estrés y centrarnos en lo que verdaderamente importa. 

Así que, ante los desafíos externos, recordemos la sabiduría de la frase: ¡Qué se le va a hacer! No como un acto de rendición, sino como un reconocimiento de nuestra capacidad de adaptación y fortaleza interior. 

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