¿Por qué estás molest@ con tus suegros?, ¿por qué no te hablas con tu amigo?, ¿por qué estas ofendid@ con tu hermano?, ¿por qué le guardas rencor a tu cuñada?, ¿por qué odias a tu vecino?
¿Es posible que te sientas ofendid@ por algo que han dicho, o por algo que han hecho, o por alguna omisión? ………………. No han sido ellos, no ha sido a ti.
Y no han sido ellos, porque no son conscientes de sus pensamientos, y si no son conscientes de sus pensamientos, muchos menos de sus actos. Son como bebés, dominados por la inconsciencia. Y no ha sido a ti, si ha ocurrido, ha sido a tu cuerpo, y tu, recuerda, no eres el cuerpo.
Puede que incluso haya sido que no se han cumplido tus expectativas. Y las expectativas las creas tú con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarias. Por lo tanto, en este caso, no te han ofendido, has sido tú quien se ha sentido herid@.
Pero incluso en los casos en los que pudiera haber razón para el odio, por haberte despojado de tus bienes o por haber sentido el ultraje de la violencia, no puedes guardar dentro de ti esa energía de odio, de ira, de deseo de venganza, de rencor; porque es esa energía la causante de un gran porcentaje de enfermedades físicas y emocionales. Mantener esas energías en ti, es como ir tomando un veneno gota a gota, y además la otra persona, a la que odias, no se entera de tu odio, ella sigue con su vida. Tu sol@ estás recibiendo el daño, cada día, es como si la ofensa te la estuvieran haciendo un día tras otro.
Solo hay una manera de eliminar esa energía destructiva: Perdonar. Cuando eliges perdonar: Sanas física y psíquicamente, liberas tu memoria y te permite vivir el presente, creces interiormente, se desarrolla tu conciencia, madura tu carácter.
Perdonar no borra el mal hecho, no quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho, ni niega el derecho a hacer justicia a la persona que ha sido herida. No necesitas para perdonar abrazarte a quién te ha ofendido. Es un proceso interior, en el que la energía de odio va desapareciendo dejando paso al Amor.
Perdonar es olvidar. Por eso quien dice que perdona pero no olvida, no está perdonando.
Recuerda a Jesús en la cruz: “Perdónales Señor, que no saben lo que hacen”. Y le estaban matando.
¿Cómo hacerlo?: Después de tu meditación. Y si no haces meditación, (que deberías hacer), en cualquier momento del día.
Sube las manos a la altura de los hombros, con los brazos al lado del cuerpo, cómodamente relajados, las palmas al frente.
Lleva la atención al corazón.
Visualiza a la persona que vas a perdonar delante de ti.
Lleva la atención a tu corazón sintiendo que sale un rayo de luz, igual que de las palmas de tus manos, y repite en tu interior: Yo te perdono, cualquier cosa mala que me has hecho, voluntaria o involuntariamente, con pensamientos, palabras, hechos y omisiones, incluso aunque ya no te acuerdes de lo que es.
Y después dile: Y tú, perdóname por todo el daño que te he hecho, voluntaria o involuntariamente, con pensamientos, palabras, hechos y omisiones, incluso aunque ya no me acuerde de lo que es.
Al principio, va a ser un trabajo de la voluntad, porque es posible que se revuelvan tus entrañas, pero hazlo cada día, por la mañana y por la tarde, hasta que sientas que el rencor ha desaparecido y que incluso ya no te acuerdas de la ofensa.
perdonando estableces de nuevo la conexion con tu ser divino
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