Todos
sabemos que no somos el cuerpo, que somos un alma; de la misma manera que
tenemos un conocimiento bastante aproximado de que el Amor con mayúscula, el
Amor incondicional, el auténtico y verdadero Amor, es una energía que se siente
en el interior y que nadie nos va a hacer sentir nunca, ni tan siquiera la tan
cacareada como inexistente alma gemela; al igual que tampoco vamos a conseguir
la tan ansiada felicidad con nada ni nadie procedente del exterior, ya que la
felicidad, como el Amor, es un estado interior.
Pero ¡qué
difícil es vivir desde el alma!, o sentir el Amor, o la felicidad, (hablamos
del Amor incondicional y de la felicidad permanente). Y no será porque no lo
intentemos, aunque sin mucha convicción, por supuesto, ya que esto supone un
trabajo adicional, y como tampoco conocemos a muchas personas normales que lo
hayan conseguido, creemos que las posibilidades de conseguirlo son una entre un
trillón.
Es cierto,
que algunas personas parece que lo han logrado, pero no parecen estar a nuestra
altura, parecen muy elevados, y enseguida se les cataloga de Maestros, Santos o
Gurús. Pero también es posible, que no
se nos ocurra pensar que esas personas, que parecen extraordinarias, no
nacieron así, y que lo conseguido por ellos, sólo es fruto de su propio
trabajo. ¿Por qué no vamos a poder conseguirlo nosotros? Sólo se necesita una
pequeña dosis de trabajo interior. Pero si, ya sé que cualquier trabajo
interior, por pequeño que se nos anuncie, nos parece una montaña insalvable.
Preferimos, por ejemplo, leer, creyendo que con ese conocimiento vamos a
conseguir alguna cosa. Lo cierto es que sólo adquiriremos un cierto
conocimiento, bastante raquítico, comparado con el conocimiento que llega por sí
solo, cuando abrimos las puertas de nuestro interior.
Si cualquier
cosa que se defina como “estado interior”, es difícil de conseguir para los que
nos podemos considerar seres normales, (nada de maestros, ni de gurús), podemos
intentar acercarnos a ese estado interior con las pequeñas cosas de la vida. Es
también una manera de conseguirlo: No gritar a la pareja por cualquier
nimiedad, dedicar un ratito cada día para jugar con los hijos, dar una limosna
al pobre que encontramos cada día en la esquina de casa, comprender los gritos
(inútiles) de nuestro jefe y no caer en su provocación, etc., etc.
La propuesta es bien sencilla: Es
prestar atención y agradecer todo lo bueno que nos sucede cada día, dejando a
un lado lo que calificamos como malo, y ayudar a todos en todo lo que podamos.
Es buscar lo bueno de las personas, en vez de resaltar lo que parecen sus
fallos. Es vivir con atención cada segundo de vida, en vez de lamentarnos
permanentemente por todas aquellas cosas de las que creemos que carecemos. Es
vivir sin atarnos a ningún deseo ya que cuando estos se cumplen, no suele ser
en el momento que nosotros deseamos, ni suele ser exactamente como deseamos. Es
cierto que no recibimos lo que queremos cuando lo queremos, sino que recibimos
lo que necesitamos, en el momento en que eso es necesario.
Está en nuestras manos, en nuestra
cabeza y en nuestro corazón evolucionar, crecer y madurar en dignidad, y no es
nada difícil, solo hemos de prestar atención a las pequeñas cosas de cada día.
¡Que tengas un feliz día!
gracias por compartir y estar de nuevo aquí, siento que todo es para evolucionar, crecer, un abrazo.
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