-
¿Cuál es mi misión Maestro? Llevo
cuarenta años preguntándomelo.
-
Tu misión es aprender a amar hijo mío.
-
Pero, ¿no se supone que he venido a la
vida a realizar alguna tarea específica?
-
Si, la tarea de aprender a amar. ¿Te
parece poco? Y el camino para aprender a amar es que aprendas a ser feliz. Y
ahora no eres feliz porque crees que te falta algo, crees que te falta saber cuál
es tu misión. Buscando tu misión estás perdiéndote muchas cosas de la vida, casi
podríamos decir que estás perdiendo la misma vida,
Escucha
esto: Como te falta saber cuál es tu misión, no eres feliz, pues yo te digo que
si te dedicaras a ser feliz llegarías a saber cuál es esa misteriosa misión, y
te voy a explicar por qué: La felicidad es un estado interior, un estado de paz,
de serenidad, de alegría, y a ese estado se llega aceptando, tolerando, respetando,
comprendiendo y sobre todo amando.
Cuando
llegas a ese estado entiendes que todo está bien y si existiera alguna misión
misteriosa, llegaría a ti, sin que necesitaras buscarla.
-
Aceptando ¿qué?
-
Aceptando la vida que tienes. Aceptar
no es resignarse. Te pongo un ejemplo: Piensa en una pareja que se les ve bien,
que a ojos del mundo podría decirse que es una pareja feliz. Pero si escarbas
un poquito en su relación verías que, en muchas, en demasiadas ocasiones se
sienten solos, no hablan entre ellos de esa sensación de soledad, no hablan de
sus miedos, de sus anhelos o de sus fantasías. Hablan, si, del trabajo, del
colegio de los niños, de las facturas que van llegando, o de lo mal que se ha
portado su cuñado. En ellos hay más resignación que aceptación. Aceptación es
cuidar lo que importa para que no se desgaste, te pongo un ejemplo que no por
manido pierde su validez: A la planta hay que regarla para que viva. A las
relaciones también, y a los amigos, y a los hijos, y al trabajo, y a las aficiones
y, sobre todo, a ti mismo. Aceptar es trabajar la vida, y si algo no te gusta
de tu vida lo cambias.
La
aceptación hace que toleres todo, que toleres a todos ¿Qué sabe nadie de la
vida del otro, de la razón del otro?, ¿qué sabe nadie de su Plan de Vida, si ni
tan siquiera conocemos el nuestro?, ¿qué sabe nadie del recorrido de su alma?
No hay dos seres iguales sobre la faz de la Tierra. Todo está bien, todo es
perfecto tal como está. Toléralo, lo ha puesto Dios.
Así
llegarás al respeto. Respetar es la
consecuencia lógica de la tolerancia. No hagas a nadie lo que no te gusta que
te hagan a ti, no pienses de ellos lo que no te gustaría que pensaran de ti, no
hables de nadie porque no te gusta que hablen de ti y, sobre todo, si es malo. Colócate
siempre en el lugar del otro, es la mejor manera para aceptarle, tolerarle y
respetarle.
Y
cuando aceptas, toleras y respetas, puedes decir que estás aprendiendo a amar.
Entonces
serás feliz, y estarás cumpliendo con la verdadera misión de tu vida que es
aprender a amar.
Ama
y se feliz, que todo lo demás llegará por añadidura.