Saber quién eres:
Es imprescindible, es vital, el reconocimiento de que eres Luz, o un alma, o una Chispa Divina, lo
que quieras, pero que ese reconocimiento sea total y absoluto. En un principio
es suficiente con que ese reconocimiento sea racional, es normal no integrarlo
en la conciencia al comienzo del camino y actuar desde ahí. Vivir desde
la conciencia de la Luz es algo que se dará al final del trabajo.
El reconocimiento de que eres Luz va
a desligarte de tu cuerpo: “Yo no soy el cuerpo” …, pero vives en él. Empieza a
reconocer a tu cuerpo como el templo del alma, como el santuario del espíritu.
Eso hará que empieces a valorarlo, a respetarlo, a amarlo. Y cuando lo valores,
lo respetes y lo ames, empezarás a cuidarlo con mimo, empezarás a cuidarlo con
devoción, dándole al cuerpo todo lo que sea correcto para su buen
funcionamiento, evitándole sustancias tóxicas y corrosivas. Todo el trabajo que
has venido a hacer aquí, lo vas a hacer desde ese cuerpo, por lo que es tu
obligación mantenerlo, sano, joven y fuerte, el mayor tiempo posible.
Este reconocimiento de que eres Luz, lleva
implícita la sensación de libertad. La Luz, el alma, es libre, no se siente
ligada a nada ni a nadie. No debe nada a nadie, no tiene que inclinar la cabeza
ante nadie.
¡Eres Luz!, ¡eres libre!
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