El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Páginas
Lecturas en línea
Libros publicados
Wikipedia
lunes, 19 de septiembre de 2022
domingo, 18 de septiembre de 2022
Buscando la espiritualidad
Los seres humanos nunca hemos vivido realmente de acuerdo a la enseñanza recibida. La enseñanza de los Grandes Seres y de los Grandes Maestros han servido, por un lado, para editar libros y más libros con sus enseñanzas, y para producir películas y más películas sobre sus vidas y, por otro lado, para que algunos hombres, más avispados, vivan a expensas de esas enseñanzas, atemorizando a todos con castigos realmente malvados, impropios de alguien que es el adalid del amor.
Los seres humanos no vivimos de acuerdo a lo
que sabemos ni ponemos en práctica los conocimientos adquiridos: No dejamos
que la Luz llegue a nosotros, estamos controlados por los deseos, la ambición,
la codicia y la carne, en vez de escuchar la voz interior, esa voz que nos
acerca a nuestra esencia espiritual. Esencia espiritual que da la sensación de
haberse perdido y encontrarse solo en los libros.
La espiritualidad se
habla, pero no se vive. La espiritualidad se busca, sin tener una idea clara de
lo que realmente significa, por eso no se encuentra. Nos emocionan miles de
frase hermosas que aparecen en las redes sociales, sin ser capaces de aplicar
en nuestra vida ni uno solo de esos sabios consejos, pero los reenviamos, y los
compartimos, creyendo, que así vamos a conseguir vivir la espiritualidad. Pero
por muchas veces que las compartamos, seguimos con nuestras preocupaciones,
nuestros miedos, nuestras dudas, nuestra ansiedad, nuestra frustración por no
cumplirse nuestros deseos. Porque cuando realmente se vive la espiritualidad,
todo eso desaparece.
Donde buscamos la
espiritualidad no la vamos a encontrar, no está en nada que se encuentre en el
exterior, ni en libros, ni en películas, ni en cursos, ni en conferencias, ni
en las cocinas, ni en las salas de yoga, ni en las iglesias. La espiritualidad no es necesario buscarla
porque ya habita en nosotros, somos seres espirituales.
Somos seres
espirituales viviendo durante una temporada, una experiencia humana.
Experiencia en la que estamos atrapados desde hace muchas vidas, y de la que
tratamos de salir, está claro que, sin éxito, ya que, si consiguiéramos salir,
se acabaría para siempre nuestra experiencia dentro del cuerpo. Se acabaría el
sufrimiento.
Para darnos de bruces
con nuestra esencia espiritual, sólo es necesario bucear en nuestro interior. Y
para entrar dentro de nosotros es imprescindible el silencio, el silencio
mental, y para conseguir ese silencio tenemos que meditar. De poco sirve, el
practicar de vez en cuando, ha de ser algo que tenga continuidad en el tiempo,
ha de llegar a convertirse en nuestra actividad más importante.
Trata al otro como tú mismo quieres ser tratado, colócate
en sus zapatos antes de criticarle, ayúdale cuando lo necesite, perdónale cuando
sientas que te ha ofendido. Sabrás que estás muy cerca de la espiritualidad
cuando nunca te sientas ofendido. Así no tendrás que perdonar, porque donde no
existe ofensa no es necesario el perdón.
A fin de cuentas, no somos este cuerpo, al que le
dedicamos muchas horas de nuestro día, somos el alma, somos ese espíritu con el
que queremos volver a conectar.
martes, 13 de septiembre de 2022
jueves, 8 de septiembre de 2022
Meditación: Bajar el nivel de ansiedad
Bajar el nivel de ansiedad
La meditación "Bajar el Nivel de
Ansiedad" es una práctica diseñada para ayudar a reducir los niveles de
ansiedad y promover la calma mental. Esta meditación utiliza técnicas
específicas de respiración, movimiento y concentración para tranquilizar la
mente y el sistema nervioso.
Al practicar la meditación "Bajar el Nivel de Ansiedad", se pueden experimentar varios beneficios específicos:
1. Relajación profunda: Esta meditación utiliza respiraciones profundas y conscientes para inducir un estado de relajación profunda en el cuerpo y la mente, lo que ayuda a reducir la tensión y el estrés acumulado.
2. Equilibrio del sistema nervioso: Al enfocarse en la respiración y el movimiento coordinado, esta meditación ayuda a equilibrar el sistema nervioso autónomo, promoviendo un estado de calma y bienestar.
3. Reducción de la ansiedad: Al practicar regularmente esta meditación, se puede reducir la activación del sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de lucha o huida, lo que lleva a una disminución de los niveles de ansiedad.
4. Mayor claridad mental: La práctica de esta meditación puede ayudar a calmar la mente agitada, permitiendo una mayor claridad mental y una capacidad mejorada para manejar situaciones estresantes con calma y perspectiva.
La meditación "Bajar el Nivel de Ansiedad" es una herramienta efectiva para reducir los niveles de ansiedad, promover la relajación profunda y cultivar un estado de calma y equilibrio emocional.
domingo, 4 de septiembre de 2022
jueves, 1 de septiembre de 2022
martes, 30 de agosto de 2022
sábado, 27 de agosto de 2022
jueves, 25 de agosto de 2022
martes, 23 de agosto de 2022
viernes, 19 de agosto de 2022
jueves, 18 de agosto de 2022
Diario íntimo de un babau (3)
Miércoles 17 de agosto 2022
Aún estoy rojo como un pimiento morrón por la vergüenza que he pasado debido a una conversación mantenida con mi propio pensamiento. Me ha dejado en evidencia con una de las creencias que yo creía que tengo más arraigadas, la igualdad. Pero vayamos por partes.
Hoy ha amanecido
un día normal. Un día típico de agosto en Lima, una neblina muy baja y la garúa
mojando, casi sin querer, las calles en su lento y minúsculo caer.
Me he despertado a
las 5, como siempre. Da lo mismo que me acueste a las 10 de la noche o a las 2
de la madrugada. Tengo una alarma interior que a las 5 hace que abra los ojos a
un nuevo día. Y durante media hora he estado batallando, como cada día, conmigo
mismo, para vencer a la pereza y dejar ese refugio tan calentito en el que he
pasado las últimas horas. Esa media hora de batalla es muy peligrosa porque
corro el peligro de volverme a dormir, sobre todo si me he acostado tarde, y
entonces puede ser una pequeña debacle, por todo el trabajo que tengo que hacer
durante la primera hora después de levantarme.
Al final he
apurado la media hora y a las 5:30 entraba en la ducha. El agua caliente resbalando
por mi cuerpo, es el primer placer del nuevo día.
Soy consciente de
que las duchas con agua fría tienen un montón de beneficios: fortalecen el
sistema inmune, activan la circulación sanguínea, despejan la mente, activan el
cuerpo, incrementan la energía, refuerzan el sistema cardiovascular y, algunas
más que no recuerdo, pero…, a mí, el agua fría solo me gusta para beber en
verano y tener que ducharme con ella me pone de muy mal humor.
Durante una buena
temporada en la que enseñaba Kundalini-Yoga y seguía “casi” todos los preceptos
que recomendaban los maestros del Kundalini, me duchaba con agua fría. Más que
una ducha parecía una carrera contra el tiempo, porque trataba de mojarme todo
el cuerpo en el menor tiempo posible. Tengo que reconocer que durante una buena
parte del día estaba amargado porque echaba en falta el agua, casi quemando, resbalando por mi cuerpo, sin límite de tiempo.
Ahora no. Disfruto
de cada segundo, debajo de la ducha, y de cada gota de agua caliente que va
rozando y, a veces, quemando mi cuerpo.
A las 6 estaba
fuera, (sí, soy un poco lento. Si me duchara con agua fría estaría listo a las
5:35).
Y ahí comienzo una
rutinaria maratón. Organizo mi desayuno y el del niño, (tengo un hijo de 10
años), preparo la lonchera que se lleva al cole, pongo la lavadora en marcha,
recojo la ropa seca del día anterior y la preparo para la plancha con la que
comienzo cuando vuelvo de mi paseo matinal, desayuno y cuando todo eso está
listo despierto al niño.
Durante la
siguiente media hora estoy, prácticamente, pendiente de mi hijo: Como se viste,
que tal desayuna, si se cepilla bien los dientes y alguna cosa más. Y a las
7:30 le acompaño al colegio.
En 5 minutos
llegamos al cole, porque solo tenemos que atravesar dos pistas. Tenemos el
colegio enfrente de casa.
Una vez que le he
dejado a él me voy a caminar durante una hora. Hoy hacia frío y me mojaba la
garúa, pero, aun así, es muy agradable pasear al lado del mar, aunque casi
estaba desaparecido por la neblina. A esa hora de la mañana somos 4 caminando y
otros 4, más jóvenes, corriendo, por lo que el paseo es una placentera
meditación.
He llegado a casa
a las 9. La tarea que me espera es tender la ropa, hacer las camas, planchar y
cocinar.
Hay dos trabajos
de los que tengo asignados en la casa que me fastidian un poquito y hasta se me
olvida que tengo que hacerlos. Uno es tender la ropa y el otro lavar los
platos.
Ha sido tendiendo
la ropa cuando mi propio pensamiento me ha dejado en ridículo.
El tendedero donde
tiendo la ropa está en la lavandería, que es un cuarto de 5 metros cuadrados,
donde se encuentra la lavadora y un fregadero. El colgador de la ropa se
encuentra a 30 centímetros del techo, por lo que para tender la ropa tengo que
subirme en una de esas escaleritas de cocina de dos peldaños. Hoy tenía que
tender sábanas porque había cambiado las de la cama del niño.
Y ahí estaba yo,
con la funda del edredón, haciendo equilibrios en la escalerita, por un lado,
para no caerme y, por otro para que la funda no tocara el piso. No conseguía
cuadrarla. Cuando jalaba de un lado se descuadraba del otro. Al final lo conseguí
y comencé una segunda batalla con la sabana bajera, esa que se ajusta al
colchón. Se supone que la sabana es más fácil que la funda del edredón, pero
cuando las cosas se complican se puede tropezar hasta con el pensamiento.
Estaba tan
incómodo que bajé la sabana, por un momento, y fue entonces cuando lancé una
queja, supongo que a la nada o al Universo, porque estaba yo solo en la
lavandería.
-
¡Tú te crees que a
estas alturas de mi vida tengo que estar haciendo todo el trabajo que hago en
la casa! Se supone que debería de levantarme, tranquilamente, a las 8, encontrarme
el desayuno en la mesa, ir a pasear para hacer ejercicio, volver cerca del
mediodía, almorzar, dormir una siesta y después leer, escribir, meditar y hacer alguna
terapia hasta la hora de la cena, ver un poco de tele y a dormir.
-
Mi pensamiento fue
rápido como el rayo- Y todo eso que tu no quieres hacer, ¿Quién lo haría, tu
esposa? Tu que eres un defensor de la igualdad en todas sus formas, por razón
de sexo, de religión, de pensamiento, de clase social, ¿serias capaz de
permitir que tu esposa, además de trabajar fuera de casa, hiciera en el hogar
no solo el trabajo que ella tiene asignado, sino también el tuyo?, ¿eres un
defensor de la igualdad real o solo de boca para fuera?
Un color se me iba y otro se me venía. Hasta ese momento
no había sido consciente de que una queja, como la que yo había hecho, era la
demostración palpable de que, en algún rincón, dentro de mí, permanecía alguna
energía acumulada que me hacía creer que como era “hombre” y con unos cuantos
años encima, debería de vivir como un rajá, siendo servido en todos mis
caprichos.
He sido consciente de mi falta de coherencia en el
pensar, decir y actuar. De inmediato, me he puesto a cantar un mantra “Ajai
alai”, que ayuda a sanar la depresión y la ira, mientras terminaba de tender la
ropa.
Después, me he permitido aplazar la plancha durante una
hora para sentarme en meditación para conectar con esa energía discriminatoria
y machista de la que no tenía conocimiento, para erradicarla, de una vez por
todas. Y seguiré hasta que no me enfade tendiendo sabanas.