El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 16 de octubre de 2014

La vida es un milagro


            Vivimos en sociedad, somos seres sociales. Los seres humanos nos necesitamos unos a otros, y formamos colonias con relaciones más o menos estrechas según sea nuestra relación familiar y nuestro grado de afinidad en trabajo, amistad, relaciones, etc. Y es justamente debido al contacto que mantenemos con el resto de seres humanos lo que hace que un sinfín de emociones se vayan generando en nosotros.
            Las emociones y los sentimientos que vamos generando en nuestras relaciones prácticamente determinan como es nuestra vida. Determinan la felicidad y el sufrimiento, determinan el miedo y el amor, determinan la ira, el rencor o la rabia, de la misma manera que determinan nuestra paz interior, determinan también sentimientos de culpa, determinan la sensación interior de poder, de valía personal,  de inferioridad, determinan, en fin, un amplio abanico de sentimientos.
            Y es lógico que nuestras reacciones con cada una de las personas con las que nos relacionados, sean una consecuencia de cómo nos hace sentir esa persona: Reprimimos ira, guardamos resentimientos, nos sentimos culpables, quitamos razones, juzgamos, condenamos, proyectamos, nos escondemos por miedo, creemos que no somos merecedores de algo, nos sentimos víctimas, etc., etc. Se nos olvida que todo es energía, que estas emociones y estos sentimientos también lo son, y lo que va haciendo esa energía es generar bloqueos en nuestro cuerpo energético, lo cual es el preámbulo de enfermedades en el cuerpo físico.
            ¿Qué pasaría si no sintiéramos ira, si no juzgáramos, si no nos sintiéramos culpables, si no tuviéramos ninguna de las emociones que surgen en el trato con cada persona? No habría bloqueos de energía, seriamos más felices, por no decir completamente felices, el cuerpo físico tardaría más en enfermar, y es posible que con enfermedades menos agresivas.
 
             Para esto solo hay que cambiar la energía de la situación. Para cambiar algo, es necesario, en primer lugar ser consciente, es necesario conocerlo. El solo hecho de reconocerlo hace que comience la transformación, hace que esa energía cambie porque debajo de cada emoción o sentimiento destructivo está nuestra propia esencia, está el amor.
Solo hay que aceptar cada situación. Cada persona que comparte su vida con nosotros está cumpliendo el Plan establecido por ambos para el aprendizaje, para la sanación, para la evolución, para lo que hayamos determinado antes de venir a la vida. Y en ese Plan bien puede haberse concretado que una de las personas hará que la otra genere un determinado sentimiento destructivo, del tipo que sea, para que se sane, para que crezca, para que evolucione. Sin embargo, embargada por el sentimiento, la persona es incapaz de ver más allá, y puede pasar la vida sin hacerse consciente del trabajo a realizar.
Cambia la perspectiva, y cambiará la dinámica de tu vida. Comienza a verlo todo como una parte del Plan establecido, Plan que olvidamos al encarnar. Viéndolo así, ya no hay ni víctima ni verdugo, solo hay dos actores interpretando un papel, el papel de la vida. Verlo de esa manera hace que en todo aparezca la energía del amor, verlo de esa manera es ver la Perfección de Dios en cada acontecimiento de la vida.
 

sábado, 27 de septiembre de 2014

Yo Soy lo que quiero ser (Meditación para el control de uno mismo)


Toda esta entrada es un extracto, ínfimo, del libro “Misterios desvelados”, en el que aparecen reflejadas algunas de las enseñanzas del Maestro Saint Germain:
La Eterna Ley de la Vida es: “LO QUE TÚ PIENSES Y SIENTES LO TRAES A LA FORMA”. Dónde está tu pensamiento, allí estás tú. Lo que tú medites, en ello te convertirás, ya que tú eres tu conciencia.
Cuando uno permite a su mente permanecer en pensamientos de odio, de condenación, de crítica, de lujuria, envidia, celos, temor, dudas o sospechas, y permite que esos pensamientos y sentimientos generen irritación dentro de él, es absolutamente seguro que tendrá discordia, fracaso, desastres en su cuerpo, su mente y su mundo. Mientras él permita que su atención se detenga en tales pensamientos, bien sea respecto a naciones, personas, lugares, condiciones o cosas, estará absorbiendo esas actividades en la substancia de su mente, su cuerpo o sus asuntos. De hecho, estará forzando, impeliéndolas a que entren en su experiencia.
Esto ocurre porque los seres humanos no se aceptan ni se reconocen ellos mismos como lo que son. Templos del Dios Viviente. Tampoco saben que este reconocimiento debe mantenerse eternamente. La Humanidad en su presente y aparente limitación de tiempo, espacio y actividad, está en el caso de la persona que necesita, y si alguien le extiende lo que necesita, y ella no se acerca a recibirlo, ¿Cómo va a gozar del beneficio?
La masa humana está en este grado de conciencia hoy, y continuará en ella hasta que acepte que el Dios que lleva en su corazón es el Dueño, el Dador y el Hacedor de todo el Bien que puede entrar en sus vidas y mundos.
Tanto más intenso es el sentimiento dentro del deseo, tanto más rápido se cumplirá.
Sin embargo, si se tiene la temeridad de desear algo que dañe a otro hijo de Dios, o a cualquier parte de Su Creación, ese pagará con discordia y fracaso en alguna experiencia de su vida.
Es muy importante realizar plenamente que la intención de Dios para cada uno de sus hijos es la abundancia de toda cosa buena y perfecta. Él creó la Perfección y revistió o invistió a cada hijo con ese mismo Poder. Todos podemos crear y mantener la Perfección, y expresar Dominio Divino sobre la Tierra y todo lo que ella contiene. La Humanidad fue creada a imagen y semejanza del Padre, y la única razón por la cual no manifiesta su Dominio es porque no usa su autoridad Divina.
La actividad sensorial de la Vida es el punto más abandonado, menos custodiado en la humana conciencia.
La necesidad de controlar y vigilar los sentimientos no puede ser subrayada demasiado, pues el dominio de las emociones juega el papel más importante en la Vida, para mantener el equilibrio mental, salud en el cuerpo, éxito y logros en los asuntos mundanos o del ser personal de cada individuo.
Al principio esta disciplina requiere esfuerzo continuo, porque los pensamientos y sentimientos del 95% de la humanidad andan tan libres e incontrolados como un perrito callejero. Pero no importa cuánto esfuerzo sea necesario traer para estas dos actividades a un control absoluto, vale la pena todo el tiempo, la energía y el esfuerzo, pues no se puede tener ningún dominio permanente de nuestra propia vida y mundo sin ello.
 
Meditación para el control de uno mismo
- El primer paso hacia el control de uno mismo es el de aquietar toda actividad exterior, tanto de la mente como del cuerpo. De quince a veinte minutos antes de recogerte a dormir, y por la mañana antes de comenzar tu día, haciendo el ejercicio siguiente: hace prodigios para todo el que haga el esfuerzo necesario.
- El segundo paso es asegurarte de no ser perturbado y después de haberse tranquilizado y estar muy quietos, visualizar y sentir el cuerpo envuelto en una Luz radiante, blanca. En los primeros cinco minutos mientras se visualiza este cuadro, sentir intensamente la conexión entre el ser exterior y el Magno Dio Interno, enfocando la atención en el corazón y visualizándolo como un Sol Dorado.
- El tercer paso es el reconocimiento: “YO ACEPTO GOZOSO LA PLENITUD DE MI MAGNA PRESENCIA DE DIOS, EL CRISTO PURO”. Siente el gran brillo de la Luz e intensifícala en cada célula de tu cuerpo durante unos diez minutos más.
- Ahora cierra la meditación ordenando: “YO SOY HIJO DE LA LUZ, AMO LA LUZ, VIVO EN LA LUZ, SOY PROTEGIDO, ILUMINADO, PROVISTO Y MANTENIDO POR LA LUZ Y BENDIGO LA LUZ”.
Recuerda siempre que uno se convierte, se transforma en aquello que medita, y puesto que de la Luz salimos, la Luz es suprema perfección y el control de todas las cosas.
Si practicas este ejercicio fielmente y lo sientes en cada átomo de tu mente y cuerpo con profunda intensidad, recibirás abundante prueba de la tremenda Actividad, Poder y Perfección que existe y está siempre activa en la Luz. Cuando hayas experimentado esto, aunque no sea sino por un corto tiempo, no necesitarás pruebas adicionales. Te conviertes en tu propia prueba. “LA LUZ ES EL REINO. ENTRA EN EL Y ESTARÁS EN PAZ”. Regresa a la casa del Padre. Después de diez días de hacer este ejercicio, es bueno hacerlo tres veces diarias: Mañana, tarde y noche.
A menudo oigo la queja: “Ay, yo no puedo dedicar todo ese tiempo”. Para aquellos que sean de esa opinión, deseo decirles: El tiempo que gasta la persona corriente en criticar, condenar y culpar a los demás por ser diferentes, si fuera dedicado al uso y reconocimiento de la Luz, les sería manifestado el Cielo en la Tierra. Para el individuo que se atreve a comprobarlo y tiene suficiente determinación para continuarlo, nada le es imposible. La Luz jamás falla.
La condición desafortunada en la conciencia humana, que mantiene a los individuos en sus limitaciones autoimpuestas, es la actitud de la mente que, o teme, ridiculiza lo que no comprende, o lo que es peor, en su ignorancia dice: “ESO ES UN IMPOSIBLE”.
Una cosa puede no ser probable bajo ciertas condiciones; pero el Ser Divino Interior, que es la Gran Luz, puede cambiar todas las condiciones humanas, de manera que nada le es imposible.
Todo ser humano posee la Divina Llama de la Vida dentro de él, y ese Ser, Dios, tiene dominio donde quiera que se mueva el Universo. Si el hombre por su inercia mental no hace el esfuerzo suficiente para reorganizar sus antiquísimos hábitos de mente y cuerpo, continuará atado por las cadenas que él mismo se forjó. Pero si él decide conocer al Dios Interior y tiene la osadía de darle a ese Ser Divino el control de sus actividades exteriores, recibirá de nuevo el conocimiento de su dominio sobre todas las substancias, lo cual le pertenece desde el principio.
La Ley de la Reencarnación es la actividad del crecimiento humano que le concede al individuo la oportunidad de restablecer un equilibrio condicional que él mismo, conscientemente desajustó.
Esto es sólo unas de las actividades de la Ley de Compensación, la Ley de Causa y Efecto, o lo que se puede llamar el proceso balanceador automático que gobierna todas las fuerzas del Universo, en todas partes. La comprensión correcta de esta Ley da la explicación de muchas condiciones en la experiencia humana, que sin ella parecen totalmente injustas. Es la única explicación lógica de la infinidad de complejidades y experiencias humanas que revelan la operación y la Ley sobre la cual descansa toda manifestación. Esto hace comprender que no existe lo que llaman “casualidad o accidente”. Todo tiene una causa interior, y todo es la causa de un efecto futuro en el mismo instante que se efectúa la causa. Si un hombre ha dañado a una mujer en una vida, es seguro que reencarnará en forma femenina y pasará por la experiencia similar, hasta que sufra aquello que le hizo soportar a otro. Lo mismo ocurre a toda mujer que lastime o dañe a un hombre. Esta es la única forma en que cada uno se obliga a experimentar tanto la causa como el efecto de todo lo que genera el mundo.
El individuo puede experimentar y crear lo que se le antoje en su propio mundo, pero si a él se le antoja hacer aquello que le haga a otros experimentar discordia, él se obliga a experimentar la misma condición hasta que comprenda lo que es el efecto de su propia creación sobre la vida ajena en el Universo.
 

sábado, 23 de agosto de 2014

Palos en la rueda de la vida


            La ignorancia no exime de cumplimientos. Alguien puede no conocer para qué sirve un semáforo en rojo, pero si cruza la calle con el semáforo en rojo, es muy posible que un coche se lo lleve por delante, y cuando el atropellado llegue al otro lado de la vida de nada le va a valer decir: “es que yo no sabía para que estaba esa lucecita”. Está muerto y punto.
Por lo tanto, de nada vale, en este lado de la materia, el desconocimiento de si hay vida antes de la vida y si hay vida después de la muerte. Como al otro lado de la vida si que todos tenemos conocimiento de lo que realmente sucede, todos firmamos antes de venir a la vida lo que podríamos denominar nuestro contrato de vida. En él se especifica prácticamente todo: la fecha y el lugar de nacimiento, quienes serán las personas que nos acompañen, padres, hermanos, parejas, hijos, se especifican todos los encuentros, trabajos, estudios, y las condiciones en que se van a dar cada una de las circunstancias, en fin, un manual completo, que se respeta al pie de la letra. En ese manual, ya se encargan los que confeccionan con nosotros el plan de que todo lo que aparece en el reflejado sea posible de cumplir, nadie va a pedir imposibles. Y nadie del otro lado de la vida se va a saltar ni una coma de nuestro contrato, para ayudarnos a avanzar o para recordarnos que hacer, a no ser, claro está, que dicha ayuda este recogida y pactada en el contrato.
            Pero ante eso, no hay que olvidar que se encuentra nuestro libre albedrío, podremos cumplir lo pactado o no. Al llegar a la vida, hay cosas que se van a cumplir si o si, como es la fecha y el lugar de nacimiento, la fecha de la muerte, así como los padres de los que nacemos, pero para el resto, vamos a ser totalmente libres de cumplirlo o no. Pero hay más, que no parece ayudar mucho: Somos totalmente ignorantes, de manera consciente, de todo lo que hemos firmado antes de llegar a la vida. Es claro que no se cumple, en casi ninguna persona, en la inmensa mayoría de las veces, porque sino, nuestras idas y venidas a la materia finalizarían pronto, y no parece que sea sí, ya que todos llevamos a nuestras espaldas una buena cantidad de vidas.
            ¿Por qué no cumplimos nuestro contrato? De entrada, es claro que al no tener un libro de vida, o un manual, o una agenda en la que tuviéramos anotado el plan de vida, no sabemos, ni poco ni mucho, cuales son las decisiones que hemos de ir tomando para llegar a conseguir realizar lo establecido en el contrato, y por supuesto tampoco somos conscientes de cuáles son los hitos a conseguir, cual es nuestra misión, lo que debemos pagar o lo que nos deben a nosotros.
           

          En fin, un desastre. Llegamos a la vida sin saber qué hacer, y los que se encargan de enseñarnos y educarnos, no solo no tienen ni idea de cuál es nuestra misión, sino que tampoco conocen la suya.
            Ante este panorama, ¿Qué hemos de hacer? La primera idea casi sería suicidarse, ¿Qué hacemos aquí, si no sabemos para que hemos venido? Pero si, siempre hay una manera de saber qué camino tomar.
            En todos los seres humanos existen, podríamos decir, dos voces: una es la voz de la conciencia, y la otra es la voz del corazón. La voz de la conciencia es una voz muy tenue, casi un susurro, que de entrada nos va diciendo lo que está bien y lo que está mal. Es importante prestarle atención las primeras veces que nos llega esa voz, porque si no la hacemos caso, corremos el riesgo de que se vaya apagando y al final no vamos a tener la guía de si lo que estamos haciendo es lo correcto o no. Por supuesto, a los que se les apaga esa voz, poco les importa si lo que hacen está bien o mal. 
            Si no escuchamos la voz de la conciencia que nos habla a “toro pasado”, difícilmente vamos a escuchar la voz del corazón, que aún es más tenue, tan tenue que es más un sentimiento o una emoción que una voz. Si no escuchamos la voz de la conciencia, el corazón, es posible, que se haya endurecido, de tal manera, que se haya formado un caparazón que no deje entrar ni salir ninguna emoción. Estos tienen muy pocas posibilidades de cumplir su plan de vida.
            Si se escucha la voz de la conciencia, es posible escuchar al corazón. El corazón, que es el instrumento del alma, tiene todo el conocimiento del alma, que no es otro que el conocimiento del plan de vida. Las palabras del corazón son la intuición. Sin embargo, seguir la intuición aun es más difícil que seguir los dictados de la voz de la conciencia, sobre todo si se pasa la intuición por el tamiz de la mente, tamiz muy tupido, que en muchas, muchísimas ocasiones le es imposible atravesar, porque la misma mente se encargará de rechazarlo: “Que locura si hago eso”, “Que pensará la gente”, “Y ¿De qué voy a vivir”, etc., etc. El resultado es que la intuición se va a quedar en el baúl de los recuerdos.
            Con cada intuición que se queda en el baúl de los recuerdos, hay una parte del plan de vida que no se cumple, y el alma se entristece, y la vida se convierte en dolor y en sufrimiento. Es ponerle palos a las ruedas de la vida, con lo cual esta se detiene y puede llegar a pudrirse, como el agua estancada.
            ¡Sacar los palos de la rueda!, ¡dejar que se mueva la vida!, ¡seguir las intuiciones que no son más que los gritos que da el alma para que se cumpla el plan de vida, su plan de vida!
 Seguir la intuición es como montarse en una alfombra voladora que va a volar directamente al próximo acontecimiento de la vida, seguir la intuición es vivir la vida de la mano con Dios, seguir la intuición es asegurarse una vida plena, alegre y feliz, seguir la intuición es empezar a contar de manera regresiva las reencarnaciones pendientes, seguir la intuición es vivir alineados con el alma.
            Alguien puede creer que seguir la intuición es de valientes, yo tengo mis dudas, aunque parezcan cobardes los que ponen palos a las ruedas, en realidad son unos valientes, porque se van a enfrentar a una vida de dolor, de sufrimiento, de tristeza, de desengaños, de enfermedad, y lo saben. Se van a enfrentar a una vida inútil que les habrá generado más Karma del que se han liberado.
            ¡Quita los palos de las ruedas!, ¡Deja que ruede tu vida!

jueves, 24 de abril de 2014

Luz de Dios


Es cierto que a veces nos sentimos Infinitamente pequeños, y si bien es verdad que a ojos de la inmensidad de la vida lo somos, para Dios somos grandes. Él cree en nosotros, en nuestra capacidad, en nuestro afán por superarnos, en nuestra búsqueda diaria de un sentido para todo, no solamente de nuestra vida personal, sino como siervos de Él mismo.
Hoy sentí, mirando el cielo, lo que eso significa. Las nubes me hablaron. Visualicé un tigre inmenso con una boca feroz y  gesto desafiante, como si quisiera defenderse de algo o de alguien. Y ese “Algo” era solamente otra nube representando una infinitésima parte de la Luz de Dios. Con sólo ese mínimo resplandor, yo, tú, cualquiera de nosotros, podríamos ser ese animal feroz que se defiende, no se sabe muy bien de qué, con su boca abierta, amenazante, ante tanto resplandor.
 
Intentando comprender, entendí que esa figura somos nosotros, que representa nuestro desafío ante la vida, como si esta necesitara de tales retos. Siempre a la defensiva, siempre expectantes por si algo malo va a ocurrir, pero a la vez tan pequeños que ante una minúscula Luz de Verdad se descompone y enmudece.
Así nos sucede en el día a día. Creemos saberlo todo, poder desafiarlo todo, sentirnos los dueños de todo, sin necesitar nada, sin necesitar a nadie. Y no,  no es así como debemos entender que no hemos de tener miedo, que hemos de ser valientes y afrontar los desafíos. Estos solo se presentan para aprender de cada situación y de nosotros mismos, de nuestras reacciones, de las reacciones de los demás, de los desafíos de la vida, de los éxitos y de los fracasos, de los momentos de alegría y de los momentos de tristeza. La humildad es la que debe estar por encima de todo y, de paso, nos recuerda que la valentía no debe ser soberbia.
Somos lo que somos y debemos amarnos por ello, porque Dios nos ama así, tal cual somos, con nuestras fortalezas y con nuestras debilidades. Pero jamás debemos olvidar de dónde venimos y hacia dónde hemos de regresar. Sabiendo que estamos en manos de Dios. Que él nos da la libertad absoluta, la bendición en todo lo que decidamos hacer, pero que permanentemente mantiene Su mano extendida por si dudamos, por si flaqueamos. Y nos hace saber que somos Sus hijos, que somos a su imagen y semejanza. Y un hijo se refleja en el espejo de su Padre. A veces no es el ideal en esta tierra. Pero hablamos de Dios. Y sólo siendo y ejemplarizando con nuestra vida que somos Sus Hijos conseguiremos cambiar “nuestro pequeño universo” y, poco a poco, el universo entero.
Todos somos sus Hijos y Dios Se complace de vernos crecer, evolucionar, errar, reintentar, caernos y levantarnos, pero más Se complace si en todo ello somos capaces de reconocer Su presencia Divina en Todo y Su mano Salvadora que sostiene cada aliento de nuestro caminar.
Que seamos capaces de amansar nuestra fiera cuando sea necesario para reconocer nuestra “pequeñez” ante la inmensidad de Dios, y utilizar su fuerza en esta Vida terrena, para que nuestro paso deje un mundo mejor.
Que dios nos Bendiga a Todos.
Entrada escrita por Elisenda Julve.
 

jueves, 17 de abril de 2014

Plan Divino


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (16 de Abril de 2014)

 
No desesperen, ni se enojen cuando las cosas no salen en el momento que Vds. quisieran que salgan, o en la manera en que Vds. quisieran que salieran.
Dios lo tiene todo planeado, cada circunstancia, cada detalle está en el Plan Divino.
Si se abandonan en Sus Manos, si esperan en Su Voluntad, es más que probable que las cosas salgan, es más que probable que sus propósitos se realicen.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Aprendizaje personal


            Desde que me hice las peguntas del millón, ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo?, ¿Qué hago aquí?, ¿Adónde voy?, hace de esto ya mucho tiempo. Hay un tema que ha llamado mi atención de una manera especial, es un tema que me apasiona: La muerte. Pero no la muerte física en sí, no soy lúgubre, ni siniestro, ni macabro. Me apasiona la muerte por el cambio de conciencia que se genera, me apasiona la muerte por la curiosidad de saber qué es lo que habrá al otro lado de la vida, ya que es desde ese otro lado de dónde venimos y adonde volvemos una y otra vez. ¿Cómo será nuestra estancia allá?, ¿Cómo será nuestra relación con los que han sido nuestra familia en la presente y en anteriores vidas?, ¿A qué dedicaremos el tiempo?, ¿Estaremos cerca de otras almas más evolucionadas como Jesús o Buda o Maria?, podría seguir haciendo miles de preguntas, pero no tendría demasiado sentido. Es una lástima que no nos quede ni un ápice de memoria de nuestra vida al otro lado.
            Con regresiones y sobre todo con canalizaciones, he podido ir confeccionando un mapa de mis idas y venidas, o mejor de mis venidas, ya que de las idas al otro lado de la vida poca es la información creíble recibida.
            El mapa confeccionado llega a abarcar una extensión de cuatro mil años, con información y curiosidades sobre vidas constatables. Esa información ha llegado a desmontarme creencias que permanecían arraigadas en mí, y durante un tiempo me han tenido un poco descolocado, ¿Cómo podía ser que informaciones que aparecían en publicaciones que parecían serias no fueran más que palabrería? ¡En fin!, de todo esto creo haber sacado dos enseñanzas importantes: Que no vale de nada conocer aspectos de otras vidas, excepto por la curiosidad y para algunas cuestiones terapéuticas, y una segunda que en vez de buscar información en el exterior, tengo que buscarla en mí, ya que todos estamos en posesión de todo el conocimiento. Esto lo sabía, al menos teóricamente, pero no puedo dejar de caer en la tentación de buscar libros y leer. Hay una tercera enseñanza: Lo que es realmente valido e importante es la vida actual.
            Y es importante la vida actual porque es en ella en la que tenemos que cumplir la o las misiones programadas. Cada misión está en función del crecimiento de la conciencia de cada persona. Hay misiones individuales, de aprendizaje y hay misiones de servicio y ayuda a la humanidad, pero entre estas dos hay infinidad de matices. Ningún ser tiene programada una misión para la que no esté preparado, y a ella se ha de llegar como en casi todo en la vida en la materia, siguiendo las intuiciones, comprobando en que actividad nos encontramos realmente cómodos, y sobre todo a base de ensayo y error.
            Con todo esto se fortalece mi creencia de que nada es importante, excepto intentar hacer felices a los que nos rodean. Si lo conseguimos habremos cumplido una parte importante de nuestro objetivo en la vida. Lo demás, llegará fácilmente sin que casi seamos conscientes de ello.

sábado, 24 de agosto de 2013

Es la Voluntad de Dios


            Es posible que pise un terreno resbaladizo con esta entrada, pero hace tiempo que ronda por mi cabeza, lo cual es señal de que debía dejar que transitara desde la cabeza hasta el blog. Si no lo hiciera estaría ocupando un espacio en mi mente, sin dejar que otras ideas ocuparan el lugar correspondiente. Así que le pido a Dios toda la iluminación que decida concederme para explicar lo más claro y sencillo posible el batiburrillo de ideas que aparecen en mi mente sobre Su Voluntad, sobre la Voluntad de Dios.
            Estamos cansados de escuchar y de decir “Es la Voluntad de Dios”, sobre todo cuando algo malo sucede, una enfermedad, un accidente, una muerte, etc. Siempre es la Voluntad de Dios. Sin embargo, cuando lo que sucede es bueno, porque toca la lotería, porque se asciende en el trabajo, entonces es cuestión de valía personal o de suerte.
            Y, sin embargo, tanto los sucesos que calificamos como malos, como los que calificamos como buenos, son idénticos, ya que la calificación sólo proviene de nuestra propia apreciación, de nuestra mente, ambos son Voluntad de Dios, porque todo es Voluntad de Dios.
            Llegados a este punto se me ocurre pensar, y seguro que a vosotros también: “Si todo es Voluntad de Dios, ¿Cómo puede ser su Voluntad tantos asesinatos, tantas enfermedades, tantas guerras, tanta miseria, tanta hambre, tanto dolor?
            Con nuestra mente, potentísima, pero infinitamente diminuta comparada con la Mente de Dios, no podemos llegar a entender ninguno de los Aspectos Divinos, y entre estos aspectos se encuentra la Voluntad de Dios. Aunque nos lo explicaran de la manera más clara posible, no lo entenderíamos, porque es como si lo hicieran en un idioma totalmente desconocido para nosotros, o como si explicaran la fuerza de la gravedad a un bebé de dos meses. Es imposible llegar a entender una millonésima parte de la Grandeza de Dios.
            Los seres humanos solo podemos entender desde nuestra mente, e intentamos entender la Voluntad Divina desde el conocimiento que tenemos de nuestra propia voluntad. La voluntad humana es la facultad de decidir y de ordenar la propia conducta, y esta voluntad interviene para tener la fuerza necesaria para realizar una serie de acciones, y conseguir así una meta.
            Pues bien, lo que los seres humanos entendemos por voluntad, no es, para nada, comparable con la Voluntad Divina. La Voluntad Divina, es lo mismo que el Poder Divino, o el Plan Divino, o la Verdad. La Voluntad de Dios es que todos los seres humanos seamos felices, que todos alcancemos la Verdad cuanto antes mejor, pero en contra de lo que es la voluntad humana, en la que se tiene la fuerza para poner todos los medios al alcance de la persona para conseguirlo, Él no va a mover ni un solo dedo, (permitirme que lo exprese de esta manera), para que así sea, porque Su Voluntad es, el respeto por nuestra libertad o por nuestro libre albedrío.
Y, cuando ante hechos que para nosotros pueden ser trágicos y dolorosos, levantamos los ojos cielo y preguntamos ¿Por qué Dios mío?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué ahora?, lo que debemos hacer es conectar con nuestro corazón, aceptar la situación, (que no quiere decir que no pongamos todos los medios a nuestro alcance para que se solucione lo que parece un problema), y decir “hágase Tu Voluntad”, porque la Voluntad de Dios no es más que el reflejo de nuestro propio “plan de vida”.
Tengo que confesar, que esto que tengo tan claro y que me cuesta tan poco explicar, no está integrado al cien por cien en mi, y a veces, también cuestiono las Maneras de Dios, olvidándome que son las mías propias. Afortunadamente, en algún momento del mismo día llega a mí la verdad, y vuelvo a mi centro.
Cuanto sientas lo mismo, cuando creas que Dios te ha abandonado a tu suerte o que es injusto contigo, respira, lleva la atención a tu corazón, y en poco tiempo sentirás la presencia de Dios y como su mano te acaricia dulcemente, dándote a entender de que comprende tu desesperación y de que está a tu lado, esperando que tu dolor se trueque en paz y en serenidad, sabiendo que cuando llegue ese momento te vas a olvidar de Él y de darle las gracias por su compañía.  

 

jueves, 11 de abril de 2013

Estoy de regreso


          Han sido dos meses y medio intensos, han sido dos meses y medio de viaje, de un viaje que no me ha llevado nada lejos en la distancia, pero sí bastante lejos en el tiempo, en mi propio tiempo. Aprovechando las circunstancias que la vida nos presenta, que la vida me ha presentado en su continuo fluir, he realizado un viaje, corto, pero muy intenso hacia mi interior.
            He realizado un recorrido por las arenas del desierto de la paciencia, aceptando los contratiempos para vencer mis debilidades; he paseado por los vaivenes de la tolerancia, tratando de entender otros comportamientos diferentes a los que me tienen acostumbrado mis propias creencias; he sufrido el camino de espinas de la humildad, aceptando mis habilidades sin vanagloriarme de ellas, y aceptando, o tratando de aceptar, y superar a la vez, mis propios defectos; y como fruto de todo eso crecer en amor y comprensión, o ¿Primero ha sido crecer en el amor?, no estoy muy seguro, pero tampoco importa.
            Siempre he creído que en cada virtud, como en cada mal hábito, hay grados, y cuando se viven situaciones en las que se siente que algo se mueve para bien en el interior, soy consciente de lo lejos que estoy, de lo lejos que estamos los seres humanos, del punto máximo de cada una de ellas. Pero a fin de cuentas, este es nuestro único trabajo en el cuerpo, crecer en el amor, y en nuestra agenda de vida se encuentran marcadas, con rotulador fosforescente, las situaciones y las circunstancias que nos van a permitir nuestro crecimiento en el amor. Es nuestra opción aprovecharlas o no. 
            Doy gracias a Dios, a pesar de haber estado muy enfadado con Él, que me ha permitido sobrellevar las situaciones presentadas, yo creo que aprovechándolas y creciendo, posiblemente no en toda su magnitud, y tampoco se en que porcentaje, pero si me siento feliz por el trabajo realizado.
 Me alegro de poder disponer, espero que con una cierta asiduidad, como antes del viaje, de algunos minutos para poder acercarme al blog después de este tiempo, me alegro de reencontrarme de nuevo con vosotros.    
 

domingo, 3 de febrero de 2013

La nueva religión IV


(Continuación de la Nueva Religión III)
La prueba de fuego total es vivir el Amor Divino en pareja: sin reproches, sin el domino del uno sobre el otro.
Me encanta la frase de Virginia Satir, escritora norteamericana, que escribe del Amor Incondicional: "Te quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y enriquecernos de verdad".
Una relación basada en el Amor Divino, es la unión de dos almas, de dos almas que saben que con su unión sólo están cumpliendo el Plan Divino; y saben también, porque el alma lo sabe todo, que esa relación es finita, que puede durar un día, un mes, un año, un lustro, o una vida física, porque el objetivo de esa relación es, como todas, acumular experiencias para el alma, aprender, enseñar, y liberarnos de karma.
No conozco muchas relaciones basadas en el Amor Divino, y las relaciones que no tienen como bandera ese Amor, tienen muchas posibilidades de…………….. de todo lo que conocemos……..: Engaños, frustración, maltratos físico o emocional, etc.
Si existiera Amor Divino, no existiría el planteamiento de sentirse mal porque la relación se haya desgastado. La felicidad es consustancial con el Amor Divino: Si se siente Amor Divino, se es feliz, con independencia de la pareja, de la relación, de la vida. Y como la relación, ya sabemos que es finita, cuando el trabajo por el que se estableció la relación, (por supuesto que de manera inconsciente), concluye, cada miembro de la pareja puede seguir su camino de crecimiento sin odio, sin culpa, ayudando al otro desde el Amor que se siguen manifestando.
Para sentir el Amor Divino se ha de vivir desde el corazón, y no desde la mente, un segundo tras otro, un minuto tras otro, un día tras otro. No es suficiente sentirlo durante una meditación, y ya está, no, ha de ser permanente, porque además una relación desgastada, es ideal para perder la conexión con el corazón e instalar a la persona en la mente a una velocidad increíble.
Si existe una relación desgastada, hay que enfrentar la situación, con amor, e imaginar que se habla con uno mismo, diciendo lo que a la persona la gustaría que la dijeran a ella, y diciéndolo de la forma como la gustaría que se lo dijeran a ella. Si alguien se encuentra en ese punto es seguro que ninguno de los miembros de la pareja sabe lo que es el Amor Divino. En ese caso se ha de actuar, conscientemente, con ternura, sin crear falsas expectativas; para que al menos, no acabe también el cariño existente.
 El Amor no sólo es la respuesta, el Amor también es el camino. Más amor significa más conciencia, y más conciencia más conocimiento de quien eres, y el descubrimiento de quien eres es una explosión de júbilo, porque ese descubrimiento te pone en contacto con tu naturaleza esencial, el Amor, con todos sus atributos,  paz, alegría, sabiduría, fortaleza, etc., etc. Y en ese momento se termina el dolor, se termina la enfermedad, las preguntas tienen respuestas, los problemas se difuminan como el humo, y el miedo desaparece sin más, porque se ha encontrado el Amor, que es lo único que existe, lo demás sólo está en la mente.
El amor que puede morir no es amor, el amor verdadero dura toda la vida física y no física, y si la formalización de una pareja se basa según la sociedad y la religión en el amor, ¿Qué tipo de parejas estamos formando entre personas que no se aman?, ¿No estaremos fomentando la creación de núcleos en los que existe la indiferencia, la tristeza, a veces el odio, la incomprensión, el dominio sobre el otro, el maltrato físico y emocional, a veces la muerte. Y es en ese núcleo donde vienen al mundo los hijos de esas parejas que no se aman. ¿Qué pueden enseñar esos padres?, ¿Cómo van a enseñar la felicidad quien no sabe de que le están hablando?, ¿Cómo van a enseñar la felicidad personas que dicen que…. bueno…… la felicidad es algo que se puede conseguir algunos ratos, ¿Algunos ratos?, ¿Cuándo?, ¿Cuándo gana tu equipo?, ¿Cuándo engañas a tu pareja?,  ¿Cuándo?
Casi todas las personas consideran felicidad la consecución de un deseo. Deja de leer por un momento, y reflexiona sobre tus momentos de felicidad, ¿Cuántos de esos momentos no están unidos a un deseo conseguido? Reflexiona.
La felicidad, amigos míos, no tiene nada que ver con ningún deseo cumplido, la felicidad es un estado interior, y ese estado, no aparece a ratos, cuando se consigue es permanente, en mayor o menor medida, pero estable. La felicidad va unida a este Amor que no muere. Si eres feliz a ratos, es que no sabes lo que es el Amor, ni por supuesto la felicidad. Si te enfadas, si criticas, si no respetas a todos los demás, si no colaboras, tampoco sabes lo que es el Amor ni la felicidad. Debes de ser de una de las miles de religiones que pululan por el planeta, no eres de la nueva religión. 
            El amor que no muere es el que vive en el corazón. Y el amor que vive en el corazón consigue para ti la felicidad SIEMPRE, por nada, porque si, sólo porque amas. El proceso que has de seguir es el siguiente: Primero has de aprender a amar, y es después, cuando ya sabes amar cuando podrás amar a alguien, incluido en ese alguien a los que serán tus propios hijos. Mientras no sepas amar, ¿Cómo vas a amar?
Y ¿Cómo se aprende a amar?, ¿Cómo se aprende a conducir?, pues conduciendo, ¿Cómo se aprende a cocinar?, pues cocinando. ¿Ya sabes cómo se aprende a amar?, claro, amando. Lo mejor es la práctica, y la mejor práctica, es la Regla de Oro: “Trata a los demás como tu mismo quieres ser tratado”. Como se supone que lo que quieres es que te amen, te valoren, te respeten, que no te juzguen ni te critiquen, esa va a ser la forma en la que vas a tratar a todas las personas, “como si fueras tu mismo”; al principio, lo has de hacer conscientemente, ya que no es ese el tratamiento que normalmente surge de tu inconsciente. Cuando vemos a alguien que tiene un defecto y mil virtudes, rápidamente nos centramos en criticar el defecto, cuando teníamos mil virtudes para alabar. Eso es lo que hemos aprendido, a buscar el fallo y a criticar lo diferente. Tenemos que desaprender lo aprendido. Tenemos que aprender a amar en lugar de criticar.
Hay una cita preciosa de San Agustín que dice: Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.
Existen medicamentos de todo tipo para combatir cualquier clase de enfermedad, existen drogas para conseguir que la persona viva estados de euforia o se inhiba de la realidad, existen rituales que transportan a la persona, como si de un viaje se tratara, a vivir estados alterados de conciencia; pero todavía no se ha inventado la píldora del Amor Incondicional permanente.
Pero el problema no es la falta de la píldora para conseguir el Amor, el problema es que las personas no saben lo que es el Amor, porque si lo supieran, la cola del lugar donde se consiguiera daría la vuelta al mundo.
¿Dónde están las colas hoy día?, en las paradas de los mercados, en las grandes superficies, en los cines; y ¿Porqué ahí? La explicación es sencilla, porque es ahí donde se espera encontrar la felicidad y el Amor, en nuestro exterior, en lo que nos pueden dar los demás. Nuestros educadores, padres y maestros, nos han enseñado eso, porque eso es lo que ellos creen, y eso es lo que a ellos les han enseñado.
Pero no es así, no es en esos lugares donde vamos a encontrar la felicidad y el Amor, porque si se encontrara en esos lugares, alguien la habría encontrado, y nos habríamos enterado, porque seguro que habría salido en la tele, pero no parece que eso haya ocurrido. Parece claro entonces que el Amor Incondicional no se consigue con que te toque la lotería, parece claro que no se consigue con una opípara cena, ni estando en posesión del último invento electrónico o viendo una película ganadora de diez premios.  
No es fácil explicar lo que es el Amor Incondicional, creo que es más difícil que explicar a un invidente como es el color rojo. El color rojo hay que verlo, el Amor hay que sentirlo.
Quien ha conseguido sentirlo aunque haya sido por una sola vez y haya durado un solo instante, sabe de sobra lo que es, como es, y la manera de conseguirlo; y seguro que ya está trabajando para volver a sentirlo. Cuando se ha sentido, ya no se tienen dudas de lo que es, pero por si te queda alguna duda, tienes que saber que quien siente Amor Incondicional, ni critica, ni juzga, ni controla, ni maltrata, no se siente víctima ni superior a nadie, no se siente dueño ni sirviente de nadie, por lo que no sabe lo que son los celos, no siente tristeza, ni orgullo, ni ira, no tiene dudas, no tiene miedo, sólo siente compasión, sólo acepta, sólo respeta, solo siente paz y alegría, siente seguridad; porque se sabe unido con todo lo creado, porque se sabe parte de Dios.
Sabiendo a ciencia cierta que esos son los efectos del Amor Incondicional, ¿No harías cola donde vendieran la píldora del Amor? Pues no la hagas, yo te doy la píldora del Amor, de manera gratuita, es una meditación, la meditación Metta. Seguro que has realizado alguna vez esta meditación, te recuerdo como hacerla:
Metta significa Amor Universal.
La meditación consta de cinco partes. El tiempo de duración de cada parte podría ser de cinco o diez minutos.
Las cinco partes son:

Enviar amor hacia nosotros mismos.
Enviar amor hacia un buen amigo o familiar.
Enviar amor a alguien con quien no se tiene trato.
Enviar amor a una persona difícil o un enemigo.
Enviar amor a todos los seres.
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Coloca las manos apoyadas en las piernas con las palmas hacia arriba. Los dedos en Gyan Mudra, (junta las yemas del pulgar y del índice en ambas manos, dejando los otros tres dedos juntos y estirados).
-          Coloca la punta de la lengua en el paladar.
-          Cierra los ojos o déjalos una decima parte abiertos.
-          Lleva la atención al corazón.
-          Empieza respirando lenta y suavemente por la nariz, con una respiración abdominal, alargando la exhalación en las primeras respiraciones.
-          Permite que con cada exhalación salga toda la tensión de tu cuerpo.
Primera parte:
-          Visualízate a ti mismo delante de ti.
-          Siente como sale una luz dorada desde el centro de tu corazón, y te envuelve completamente.
-          Siente que desde tu corazón te estás llenando de amor a ti mismo.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo Soy ese Yo Soy, Yo Soy Amor, Yo Soy Paz, Yo Soy Alegría.
-          Siente que te amas, que te valoras, que te toleras, que te sientes feliz contigo, siente que te respetas.
Segunda parte:
-          Visualiza a tus amigos y a tu familia delante de ti.
-          Siente como sale la luz dorada desde el centro de tu corazón, y la envuelve completamente. Es fácil, es una persona a la que quieres.
-          Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te bendigo con Amor.
-          Siente que amas, que valoras, que reconoces las cualidades de esa persona.
Tercera parte:
-          Visualiza a una persona que te sea indiferente delante de ti.
-          Siente como sale esa luz dorada desde el centro de tu corazón, y la envuelve completamente.
-          Queremos reconocer en esta parte a ese ser humano como un igual a nosotros.
-          Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te bendigo con Amor.
-          Siente que reconoces la conexión entre todas las cosas, y por supuesto con esa persona.
Cuarta parte:
-          Visualiza a tu enemigo.
-          Siente como sale la luz dorada desde el centro de tu corazón, y le envuelve completamente.
-          Es posible que te surjan preguntas del tipo: ¿quién puede sentir amor hacia un canalla? ¿hacia aquel que tan mala jugada me ha gastado?
-          El que esa persona sea “mala”, no justifica que tú también lo seas Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te perdono, yo te bendigo con Amor.
-          Siente que perdonas  y bendices a esa persona.
Quinta parte:
-          Visualiza la Tierra delante de ti.
-          Siente como la luz dorada que sale desde el centro de tu corazón la envuelve completamente.
-          Repite en silencio dentro de ti: Que cada persona, que cada ser sea bendecido.
-          Siente que envías tus sentimientos de comprensión, reconocimiento, tolerancia y amor, hacia todos los seres humanos, hasta el último rincón de la tierra, hacia todos los animales de todas las especies, hacia el planeta, hacia sus ríos, sus valles, sus montañas, sus bosques. Hasta donde la existencia se exprese sin importarnos la forma, sin discriminaciones.
 

-          Cuando creas que has finalizado, vuelve a ti, siente el amor en tu corazón, disfruta de la sensación.

-          Para finalizar la meditación, respira más profundamente alargando la inhalación. 

Capítulo (II), parte (IV) del libro “Vivir desde el corazón es más fácil”.