Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Tenemos múltiples semejanzas con los
animales irracionales, pero también tenemos algunas diferencias. La más
importante de las diferencias es la inteligencia, inteligencia que es bandera
de nuestra racionalidad, inteligencia que le permite al ser humano preguntarse
sobre su existencia, o sobre su futuro, inteligencia que le permite reflexionar
sobre la causa del sufrimiento, o en cómo aplicar el aprendizaje recopilado por
sus enseñanzas a lo largo de su vida para solucionar problemas nuevos, inteligencia
que le permite expresarse y comunicarse, etc., etc.
La
inteligencia, por si sola, no es significativa de nada, ni en la vida física,
ni en la vida emocional, ni en la vida espiritual. Porque la inteligencia, en sí
misma, no lleva aparejada ni la felicidad, ni la alegría, ni la riqueza material,
ni la paz interior. Es al servicio de quien está la inteligencia, lo que
determina como es la vida, y la muerte de la persona.
La
inteligencia al servicio del miedo nos llevará a un mundo de dolor, a un mundo
de sufrimiento, a un mundo de ansiedad, a un mundo de amargura. La inteligencia
al servicio de los instintos nos llevará a un mundo de hábitos desbocados, a un
mundo de lujuria, a un mundo de avaricia, a un mundo de miseria, a un mundo de
desigualdades. La inteligencia, sin embargo, al servicio del amor nos llevará a
un mundo de paz, a un mundo de alegría, a un mundo de servicio, a un mundo de
justicia social.
Dejar la
inteligencia al servicio del miedo o de los instintos, es como dejar de usar la
inteligencia, y ¿Qué pasa si un ser humano, es decir, un animal racional, deja
de usar su inteligencia?, ¿Cuál es entonces su diferencia con los animales
irracionales? Ninguna, ya que un ser humano que no utiliza su inteligencia, difícilmente
puede utilizar su voluntad, con lo que todas sus acciones estarán dirigidas por
sus instintos, igual que los animales irracionales.
Una parte
muy importante de nuestra sociedad ha dejado su inteligencia al servicio del miedo
y de los instintos, sin ejercer ningún tipo de control sobre su inteligencia, lo
cual es aprovechado por otra parte, muy pequeña de la sociedad, (políticos,
religiosos, personas influyentes), con la inteligencia al servicio de sus
propias mentes o al servicio de la materia, para controlar a los primeros. Todos,
los unos y los otros, han conseguido una sociedad con el resultado de todos
conocidos: Guerras, dolor, muertes, sufrimiento, enfermedad, tristeza, corrupción,
abusos, hambre, miseria.
Es el uso
razonable de la inteligencia, la inteligencia al servicio del amor, lo que permite
al ser humano hacerse consciente de su origen, de su vida y de su destino, es
lo que permite al ser humano vivir conscientemente en el amor, es lo que permite
al ser humano gozar de una vida plena, sin dolor, sin sufrimiento, sin
amargura, es lo que permite al ser humano vivir en sintonía con su propia
divinidad.
Una
amiga escribió en su muro de una red social: "Aún no entiendo a toda la
gente que juzga sin saber la verdad, y aún así se atreven a hablar y hablar.
Digo yo, si tanto quieren hablar, ¿Por qué no averiguan la verdad?, y después
de eso, hablen lo que quieran. Y a los que les escuchan y les creen, aún peor.
Les diría a toda esa gente que no sabe ni puede ser feliz, y no quiere ver
felices a los demás, que vayan a llevar sus malas energías a otro lado. En mi
casa no son bienvenidos, somos una familia unida, fuerte y feliz, nada nos va a
derrotar, así que no pierdan el tiempo. Gracias”.
Dice
mi amiga que no lo entiende. Es normal, pocos pueden entender que se hable por
hablar, y mucho menos que se hable sin conocimiento de causa, solo por el mero
hecho de hacer daño. Y también es normal que estos charlatanes tengan
auditorio, son personas como ellos, que hoy disfrutan escuchando la crítica, y
mañana serán ellos los abanderados de la crítica.
Criticar
es propio de personas que viven en la periferia de la conciencia, propio de
personas que no se asoman a su interior ni por un momento, propio de personas
que viven por y para la materia, propio de personas con una vida interior muy
pobre.
La crítica es inversamente
proporcional al nivel de atención de la persona. A menos atención, más crítica.
Atención ¿A qué?, atención a los pensamientos. Los pensamientos, para
expresarse, van apareciendo en el cerebro. Estos son como nubecitas de energía
que permanecen alojadas en una de las capas que componen nuestra aura, el cuerpo
mental, y es desde ahí que llegan al cerebro. El trecho que recorren desde el
cuerpo mental al cerebro es como una especie de camino que será mayor cuanto
mayor sea la repetición del mismo pensamiento. Todos tenemos los mismos tipos
de pensamientos, con los matices característicos de nuestras propias creencias.
Por ejemplo: cuando un budista piense en una divinidad lo hará en Buda, un
hinduista en Krishna y un cristiano en Jesús, pero la idea de Divinidad es la
misma para los tres. De la misma manera que existen pensamientos elevados, los
relativos a la Divinidad, a la Unidad, al Servicio, existen pensamientos
negativos que son los relativos al miedo, a la envidia, al orgullo, a la ira,
etc., etc. Y todos, los elevados y los negativos permanecen en el cuerpo mental
de la persona. Dependerá de que pensamientos tienen camino y cuáles no, y como
de ancho sea ese camino, para que al cerebro lleguen unos u otros pensamientos.
Mantener la atención en los
pensamientos hará que la persona sea consciente de que tipo de pensamiento es
el que le llega, y prohíba el paso de los pensamientos negativos. De esta
manera se irá estrechando el camino de los pensamientos negativos para que
estos aparezcan con menos frecuencia, y empezará a ensancharse el camino de los
pensamientos elevados, y sean este tipo de pensamientos los habituales en la
persona.
Pero, ¿Qué es lo que sucede
habitualmente?, pues sucede que las personas al no permanecer atentas a los
pensamientos que llegan a su cerebro, los permiten todos, siendo habituales los
pensamientos negativos, (miedo, rabia, ira, envidia, orgullo, avaricia, etc.),
que cada vez serán más frecuentes y más potentes, siendo esta la causa de tanta
infelicidad y por supuesto de la crítica.
Si alguien quiere realmente
crecer, evolucionar, vivir hacia su interior para llegar a la Luz, lo primero
que ha de hacer es prestar atención a sus pensamientos, y cuando sea consciente
de un pensamiento inútil o negativo, no debe regodearse con ese pensamiento,
dándole vueltas y más vueltas, que es lo mismo que alimentarle, que darle
energía, lo que debe hacer es permitir que se vaya, y para hacerlo, la única
manera que existe para que desaparezca el pensamiento es llevar la atención a
otro sitio, por ejemplo a la respiración, así el pensamiento no tendrá energía
que le alimente, y volverá a su origen, el cuerpo mental.
Así, cuando el pensamiento desaparezca,
no existirá la palabra, no existirá la crítica, ni de palabra, ni de
pensamiento.
Dejar
que se vaya el pensamiento, llevando la atención a la respiración, es abrir la
puerta que comunica directamente con nuestro interior, es abrir la puerta que
comunica directamente con Dios.
La
crítica también es inversamente proporcional a la madurez de carácter. Pero
antes, es bueno saber que es realmente el carácter.
El carácter de una persona lo constituyen las
peculiaridades, cualidades y defectos que la distinguen de los demás.
Como la constitución de todos
nosotros, los seres humanos, es igual para todas las personas, sería natural
esperar que las personas fueran parecidas en todo, o en casi todo.
Pero esto no es cierto. Vemos
por todas partes grandes diferencias de carácter entre las personas,
diferencias en disposición, temperamento, conceptos de vida, en dones, talentos,
aptitudes naturales, etc.
Y aunque la educación y el
medioambiente influyen en el carácter, Esas cualidades aparentes ya se muestran
antes de que la educación o el medioambiente puedan haber tenido cualquier
influencia, porque ya están dentro de la persona y empiezan a desarrollarse antes
de los implantes externos.
Podemos verlo claramente entre
hermanos, uno de ellos puede tener una disposición alegre y feliz; otro, una
más seria, o quizá una malhumorada; uno de ellos puede ser pulcro y ordenado,
mientras otro es descuidado; uno de ellos puede ser generoso; y otro, egoísta;
uno de ellos puede ser temerario e informal, mientras otro es cauteloso y digno
de confianza.
Esto es así, porque una parte
de nuestro carácter ya viene impregnado desde vidas anteriores. Después del
nacimiento se sigue construyendo, o debilitando el carácter, al repetir pensamientos, al repetir emociones y
sentimientos, y por los hechos que resultan de ellos.
Si pensamos en algo muy a menudo y durante suficiente
tiempo, ese pensamiento, como decía anteriormente, tendrá tanta fuerza como la
palabra o la acción. Si repetimos un hechofrecuentemente se convertirá en un hábito.
Es también nuestro carácter lo que determina lo que
nuestra manera de pensar hará cuando nuestros pensamientos no están dirigidos
por nuestra voluntad. Somos entonces como una pluma movida por el viento,
dispuestos, entre otras cosas, a la crítica, de una manera feroz.
Como el carácter de una persona está profundamente
arraigado y no cambia de un día para otro, no podemos cambiarlo como lo hacemos
con nuestra disposición de ánimo, pero si podemos cambiarlo y remodelarlo con
el mismo método que utilizamos al construirlo. Es decir, repetir buenos
pensamientos, buenas palabras, buenas acciones. Si un edificio no es lo que
debería de ser, y queremos remodelarlo o reconstruirlo, eso sólo puede lograrse
al reemplazar partes defectuosas por unas nuevas y mejor diseñadas, y esto debe
hacerse poco a poco.
No puede lograrse con un impulso sencillo, sino mediante
un proceso lento y laborioso. Esta es la razón por la cual deberíamos ser muy
cuidadosos con nuestra manera de pensar y con nuestros hechos cuando ocurren
por primera vez.
No existen atajos para remodelar el carácter. Se requiere
un esfuerzo que debe ser constantemente renovado y continuado, con voluntad, a
lo largo del año, mes a mes, día a día.
Está claro, por lo tanto, que
alguien que crítica está lejos de tener una madurez de carácter, madurez que no
se gana con los años por el mero hecho de envejecer, al contrario, con los
años, si no se trabaja el carácter, en vez de madurar y fortalecerse, este se
irá debilitando cada vez más, y la persona, ya que estamos tratando la crítica,
será más criticona.
Y los criticados, ¿Qué pueden
hacer?, pues no pueden hacer nada más que oídos sordos a la crítica, bendecir
al que critica, darse la vuelta, marchar y frecuentar poco al crítico.
“Las cosas
no son difíciles. Son difíciles porque no nos atrevemos", decía Séneca. La
fuerza de voluntad, la fe y no tener miedo a fracasar son, en muchos casos, la
clave del éxito incluso en las condiciones más adversas. Así lo propugna la
psicología positiva, que se centra en la voluntad para desarrollar el potencial
de cada uno.
Los ejemplos son abundantes, y nos
muestran cómo, por ejemplo, Einstein y Edison fueron considerados retrasados
mentales durante su infancia, incomprendidos y rechazados por un entorno que
luego contempló perplejo cómo los frutos de sus talentos cambiaban para siempre
el curso de la historia. O cómo los descubrimientos de Fleming, Pasteur,
Servet, Copérnico y tantos otros les costaron desde la vida hasta el rechazo
más contundente de sus coetáneos. Otros, como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela,
Martin Luther King o Teresa de Calcuta, han demostrado también con su vida que
las utopías pueden tocar la realidad cuando el propósito y la voluntad son
firmes y los principios marcan una clara dirección y sentido, no sin un
terrible sufrimiento que sólo la confianza y la entrega absoluta a una causa
mayor que uno mismo son capaces de vencer.
Podemos pensar que estos eran grandes
seres. No es verdad, todos nacemos igual, y con voluntad podemos conseguir lo
que deseemos. “Si quieres puedes”.
No hay nada
más real que una buena utopía.
Podemos aplicar la máxima para
conseguir vivir nuestra divinidad, porque seguro que todos los que os asomáis a
esta ventana estáis más que hartos de escuchar y de leer que no somos el
cuerpo, que somos algo mucho más grande, que somos a imagen y semejanza de
Dios, que somos seres divinos, en fin, que somos el alma. Incluso, podemos ir
más allá, sabemos intelectualmente lo que significa, y trabajamos, aunque no
con la asiduidad y la constancia que merece nuestra alma, para ver qué sucede
con la meditación, aunque lo que realmente nos gustaría es que se apareciera
Dios en persona, no ningún ayudante, y nos dijera lo fantásticos que somos,lo bien que lo estamos haciendo, y que es lo
que nos espera a la vuelta de la esquina.
Pero aunque intelectualmente sepamos
qué es lo que significa ser el alma, y hagamos algunas cositas como leer libros
de crecimiento personal, o yoga, o meditar, o incluso puede ser que realicemos
algún tipo de voluntariado algún día a la semana, ¿Hemos integrado realmente en
nosotros lo que significa ser el alma?, ¿Hemos integrado en nosotros lo que
significa ser un hijo de Dios?, ¿Hemos integrado en nosotros lo que significa
ser un ser espiritual?
Si en lo más profundo de nosotros
mismos, esperamos que se nos aparezca Dios, o incluso algún ayudante, para
entablar una conversación con nosotros, es una prueba irrefutable de que aunque
entendamos que no somos el cuerpo, sino que somos el alma, no lo hemos
integrado, en absoluto, en nosotros. Si sufrimos por la no satisfacción de
deseos que consideramos vitales para nuestros intereses, no lo hemos integrado.
Si no encontramos tiempo para la oración o la meditación, debido a nuestra
lucha diaria para conseguir bienes materiales, no lo hemos integrado. Si
perdemos la paciencia con alguna persona o situación, no lo hemos integrado. Si
tenemos, aunque sólo sea un pensamiento de crítica hacia alguien, no lo hemos
integrado. Si tenemos miedo, si perdemos la paciencia, si estamos tristes, no
lo hemos integrado.
Integrar en nosotros la realidad de
que somos seres espirituales, supone sentir en cada situación, sea la que sea, la
consideremos desde el cuerpo favorable o no, el amor, la compasión, la
misericordia. Ni más ni menos, que como sucede con el mismo Dios. Jamás juzga,
jamás critica, jamás cuestiona, para Él todo está bien. Para nosotros también
ha de estarlo.
¿Cómo conseguir esa integración?,
porque recuerda…… “si quieres puedes”.
Como todo en esta vida, supone un
cierto trabajo. Ese trabajo es la
meditación, que se ha de realizar
diariamente, para lo cual necesitamos tener un cierto grado de voluntad. Si te
falla la voluntad, te detallo a continuación varias estrategias útiles para aumentar la fuerza de voluntad, descubiertas
por científicos:
Cambiar
hábitos. De acuerdo con
un estudio de la Universidad de Case Western Reserve (EE UU), basta con
pequeños cambios en hábitos cotidianos, por ejemplo lavarnos los dientes
durante varios días con la mano contraria a la que solemos usar (la izquierda
en el caso de los diestros), para fortalecer la voluntad.
Tensión
muscular. Iris W.
Hung, de la Universidad de Singapur, ha descubierto un curioso truco para
ejercer el autocontrol: si cuando notamos que se nos hace la boca agua ante un
pastel tensamos los bíceps o los músculos de la mano durante un minuto, nos
resultará más sencillo evitar la tentación. "La mente y el cuerpo están
tan estrechamente unidos que simplemente apretando los músculos se puede
activar la fuerza de voluntad", concluía en la revista Journal of
Consumer Research.
Buenas
acciones. Por su
parte, Kurt Gray, de la Universidad de Harvard, ha demostrado que hacer una
buena acción aumenta nuestra fuerza de voluntad y nuestra resistencia física.
"Tal vez la mejor manera de resistirse a un donut a media mañana es donar
el dinero que costaría para una buena causa", sostiene Gray, que dió a
conocer sus conclusiones en la revista Social Psychological and Personality
Science.
Exponerse a
la tentación.
Aunque puede parecer contradictorio, para aumentar la fuerza de voluntad es
mejor exponerse a tentaciones reales. En una serie de experimentos, científicos
de la Universidad de Chicago demostraron que si una persona está a dieta
fortalecerá mejor su voluntad si tiene pasteles o caramelos en la cocina, al
alcance de la mano, y evita comerlos, que cuando solamente ve imágenes de
chocolate y golosinas en las revistas o en la televisión.
Distracción.La distracción también
es una buena estrategia, como han demostrado investigadores de la Universidad
de Columbia (EE UU). Si canturreamos o pensamos conscientemente en otra cosa
cuando algo nos tienta, nos costará menos controlarnos.
Uno a uno.Cumplir a la vez
varios objetivos que exijan mucho autocontrol puede resultar casi imposible.
Según Sandra Aamodt, editora jefe de la prestigiosa revista Nature
Neuroscience, hay varias actividades que pueden agotar rápidamente nuestra
fuerza de voluntad: resistirnos a probar ciertas comidas o bebidas, reprimir
respuestas emocionales, hacer un examen, dormir poco, o tratar de impresionar a
alguien. Y, por lo tanto, es mejor no hacerlas todas a la vez.
Cinco
comidas al día. Cuando
nos falta glucosa en sangre nuestra capacidad de autocontrol se resiente, según
demostró hace poco Roy F. Baumeister, de la Universidad de Florida (EE UU). De
ahí que los expertos recomienden no saltarse ninguna comida para conservar la
fuerza de voluntad que necesitamos para hacer ejercicio físico, dejar de fumar,
estudiar, meditar, adquirir algún hábito como ir en bicicleta al trabajo, e
incluso perseverar en una dieta de adelgazamiento.
Proponte la realización de pequeños
objetivos diarios y cúmplelos, para pasar a decisiones más grandes según vayas
teniendo éxito en las tareas más pequeñas.
Con
voluntad, es mucho más fácil sentarte cada día a meditar. Según vaya pasando el
tiempo podrás ir comprobando los cambios positivos que se van a ir dando en ti:
Más paciencia, más tolerancia, más comprensión, más amor, más paz. Todas esas
cualidades no son más que las cualidades del alma. Lo cual es un buen síntoma
de que empiezas a abrir la puerta del alma y actuar desde ella.
Recuerda…..
“Si quieres puedes”
El video
que va a continuación, no es música, es un corto largo, o una peli corta, pero
es magnífico.
Es propio de
la fe hacernos humildes en los sucesos felices
e impasibles en los reveses.
Santa
Clara
Da el primer paso en
la fe.
No necesitas ver toda
la escalera, sólo dar el primer paso.
Martin Luther King
Intentaba
que estas personas llegadas a la Tierra, “para enseñar de nuevo como se hacen
las cosas”, me dieran una relación exhaustiva y ordenada de los pasos a seguir,
pero su respuesta fue que era imposible, porque podrían dar tantas relaciones y
ordenarlas de tantas maneras distintas, como personas habitan el planeta, ya
que cada ser se encuentra en un punto distinto en su camino de crecimiento y de
acercamiento a la Luz.
¿Valdría la misma relación, ordenada
de la misma manera, para una persona alcoholizada, que se pasa la vida de bar
en bar, sin haber escuchado ni una sola vez en su vida que somos Amor, que para
otra persona que tiene incorporado en su vida el hábito de la meditación?,
¿Tendría que aprender lo mismo el asesino que mata por placer, que el monje que
dedica su vida a los demás? Imagina que la enseñanza en la vida fuera la misma
para el niño que recién comienza en la escuela, que para el adulto que quiere
ser ingeniero y construir puentes. Es seguro que ninguno de los dos iba a
aprovechar la enseñanza. El niño necesita aprender las vocales, las
consonantes, y unirlas para formar palabras. Y así, seguir cada año
incrementando la enseñanza hasta llegar al final de la carrera, en el que tenga
el conocimiento necesario para construir puentes.
Es muy posible que muchos fracasos
“espirituales” nos sean únicamente motivados por la falta de voluntad de las
personas, sino porque los enseñantes quieran aplicar la misma fórmula y el
mismo método a todos, sin distinción, sin tener en cuenta que enseñar las
vocales a quien ya sabe leer le aburre, y enseñar integrales a quien no conoce
los números es como si le hablaran en un idioma desconocido.
Por lo tanto no es posible dar un
método homogéneo de crecimiento, pero si es posible dar algunas pautas por las
que todos los seres han de pasar en algún momento de sus vidas, porque el
crecimiento es evolución, vida tras vida, retomando en la siguiente el camino
en el mismo punto en que se detuvo en la vida anterior.
El primer peaje, casi obligatorio,
por el que han de pasar todos en el inicio de su camino es la “Fe”. Fe, es creer lo que no vemos. Difícilmente
se puede hacer alguna cosa en la que no se crea.
En algún momento de esta, o de otras
vidas, llegará a la persona, por cualquier canal, ya sea por medio de la
palabra, de la imagen o de la lectura, una información diferente a lo que la
persona está acostumbrada a escuchar, e incluso, diferente y opuesta a la
educación recibida. Una información que aunque ya enseñan casi todas las
religiones: “Todos somos hijos de Dios”, no llegan, ni de lejos, a entender su
verdadero significado. Y no es que no lleguen a entender su significado, es que
lo tergiversan. Las religiones presentan a Dios como un Ser vengativo, un Ser
castigador, un Ser que perdona si nos hacemos merecedores del perdón, un Ser
que premia a los buenos y castiga a los malos. Y curiosamente son “malos”,
aquellos que no cumplen los preceptos que los mismos dirigentes de las
religiones se han inventado. Dirigentes, que normalmente viven en la opulencia,
mientras hay hermanos suyos que no tienen un triste bocado para llevarse a la
boca. (Esto lo dicen dos seres, que hasta hace poco estaban sentados a la
diestra de Dios Padre, por expresarlo de una manera conocida).
Ser hijos de Dios supone tener sus
mismos genes, es decir, tener su misma esencia. Ser hijos de Dios supone ser
creadores. De alguna manera, todos estamos interviniendo permanentemente en la
Creación. Pero sobre todo, estamos
creando nuestra propia vida y el camino de nuestro acercamiento a Dios.
Aquí es donde entra en juego la Fe.
Si creemos que estamos creando nuestra propia vida, entonces creeremos que
somos total y absolutamente responsables de nuestra felicidad o nuestra
desdicha. A partir de aquí es cuándo podremos poner en marcha los mecanismos
necesarios para que todo lo que haya en la vida sea paz, amor, felicidad,
alegría, y todo un sinfín de cosas buenas.
Pero aun hemos de seguir el juego de
la Fe y creer otras cosas que tampoco se ven. Todas estas sensaciones: paz,
amor, serenidad, alegría, etc., pueden estar en nosotros, de la misma manera
que puede estar el miedo y el dolor y la tristeza. Todo es un estado interior, TODO
ES ENERGÍA, y cualquier persona puede cambiar una energía en otra, es decir,
podemos cambiar la tristeza en alegría, podemos cambiar el dolor por amor,
podemos cambiar el estrés por serenidad, podemos cambiar el orgullo por
humildad. El problema estriba en que, normalmente, no se ve esa energía, y la
sociedad nos ha enseñado como Santo Tomás: “A ver para creer”.
Hemos de creer que nada en el
exterior de la persona va a conseguir nada, de manera permanente, para que esa
persona sea feliz o desdichada. De la misma manera que creemos que para
bañarnos hemos de tener contacto con el agua.
Si para poder llegar a buen puerto,
en cualquier aspecto de la vida en la materia, es imprescindible creer en lo
que queremos para poner todos los medios a nuestro alcance para conseguirlo,
¿Por qué ha de ser distinto en la vida espiritual? Hemos de creer en lo que
realmente somos, hemos de creer que no somos el cuerpo, hemos de creer que
somos el alma, que somos una chispa divina, que somos hijos de Dios. A partir
de aquí, podremos elegir las herramientas necesarias para conseguir todo
aquello que nos propongamos.
El mejor
método para que un aprendizaje sea real y efectivo es el ejemplo. Sin embargo,
el ejemplo es válido para enseñar en el entorno próximo: Los esposos entre sí,
los padres con sus hijos, los amigos entre ellos, el jefe con sus empleados, y
estos con su jefe, los vecinos en su comunidad, en los medios de transporte,
etc., etc. Todos nos relacionamos cada día con un buen número de personas. ¿Te
has preguntado alguna vez cuál es tu influencia en cuantos te rodean? Es mucha,
porque la debilidad del carácter en la inmensa mayoría de las personas, hace
que estas sean muy influenciables, y las palabras y las acciones de los otros, se
incrustan en la conciencia, en forma de envidia, en forma de deseo, en forma de
ira contenida, en forma de rabia, en forma de admiración, e incluso de
adoración.
La mayoría de los seres humanos
tienen hambre de conocimiento y una imperiosa necesidad de ser guiados, y no somos
conscientes de que todos somos guías, todos somos maestros. Cada uno en su
nivel, porque son necesarios maestros de primaria, de secundaria y profesores
universidad. Le toca a cada uno desempañar su papel, en unos momentos de
enseñante, y en otros de aprendiz. Hay que dejar que brille la propia luz, para
que sirva de faro a los que transitan por el mismo camino, y seguir a la vez la
luz de los que han pasado delante de nosotros.
Queremos aprovechar este foro, para
tocar en las conciencias de todos los que os asoméis a este ventanal y
recordaros que sois espejo para todos los que os rodean, sobre todo vuestros hijos
y nietos, vuestra pareja, vuestros amigos. Mantenerlo limpio para que el
reflejo sea intenso, y no necesitéis de la palabra cuando ejerzáis de maestros.
Con vuestro ejemplo será suficiente.
Recordar que somos energía, y que la energía
del pensamiento llega de inmediato, mucho antes que la acción o la palabra.
Todos reaccionamos, aunque sea de manera inconsciente, a la energía recibida.
No puedes decir blanco con la boca, mientras estás pensando negro. La respuesta
no será para el blanco, será para el negro. Pero si eres consecuente y dices y
hacesblanco mientras piensas blanco, el
aprendizaje será rápido y eficaz.
Pero si
queremos llegar a más personas, a esas que no se encuentran necesariamente en
nuestro entorno, es necesaria la palabra, ya sea hablada o escrita.
Sin embargo, para que la palabra
llegue al lugar adecuado y necesario para que surja su efecto, el camino por el
que debe transitar, ha de estar preparado. Para entenderlo nos vale la parábola
del sembrador, que según el evangelio de San Marcos es como sigue: Aquel día
salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y
entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les
habló muchas cosas por parábolas, diciendo: “He aquí, el sembrador salió a
sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y
vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha
tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el
sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y
los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio
fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene
oídos para oír, oiga”.
La palabra
tiene que llegar a un terreno previamente abonado, si no es así, pasa algo que
todos conocemos: Cuando se lee o se escucha alguna cosa que impresiona o que
sencillamente agrada a la persona, son muchas las personas que deciden llevar a
la práctica eso que les ha parecido interesante, para conseguir algo que no
tienen en su vida, y que, sin embargo, desean. Pero todo queda en un intento inútil,
ya que su decisión es tan débil como una burbuja de aire. La palabra ha
llegado, pero la persona no estaba preparada para llevarla a la práctica,
básicamente, por su escasa voluntad.
Pero, no por
eso, se ha de dejar de hablar o de escribir. Hay que seguir haciéndolo, y como
dice la parábola: “El que tenga oídos para oír, que oiga”, y añadiría: “El que
tenga voluntad para hacer, que haga”.
Para enseñar
de nuevo como se hacen las cosas me dijeron que les gusta comenzar por el
final, como una especie de atajo, y de la misma manera que los Diez
Mandamientos de la Ley de Dios se resumen en dos, sus conceptos se resumen en
uno: AMAR. Si se consigue entender el AMOR, (lo cual ya es un poco difícil), y
se llega a sentirlo y a manifestarlo, el camino estará concluido para el ser
que lo consigue, y ya no tendrá necesidad de una nueva vida. Todo estará
aprendido.
¿Cómo es ese AMOR que proclaman? Es
algo parecido al amor que siente una madre por su hijo en los primeros meses de
vida. El amor que siente una madre por su bebé, en los primeros meses de vida,
es distinto al de la misma madre por el mismo hijo en etapas más avanzadas de
la vida. En los primeros compases de la vida, en el amor no hay deseo, se da
todo, absolutamente todo a cambio de nada, porque no se espera nada del hijo,
con que crezca sano y feliz, la mama ya tiene suficiente. El auténtico AMOR
sólo desea la felicidad de la persona amada.
Pues
bien, se ha de sentir ese AMOR, por todos los seres que han sido, son y serán
en el planeta. Este es el atajo, ya que llegar a sentir ese AMOR, hace
innecesario trabajar para eliminar defectos, porque el AMOR los disuelve con su
fuerza, de la misma manera que se hace innecesario trabajar virtudes, porque el
AMOR las contiene todas.
Es posible
que pise un terreno resbaladizo con esta entrada, pero hace tiempo que ronda
por mi cabeza, lo cual es señal de que debía dejar que transitara desde la
cabeza hasta el blog. Si no lo hiciera estaría ocupando un espacio en mi mente,
sin dejar que otras ideas ocuparan el lugar correspondiente. Así que le pido a
Dios toda la iluminación que decida concederme para explicar lo más claro y
sencillo posible el batiburrillo de ideas que aparecen en mi mente sobre Su
Voluntad, sobre la Voluntad de Dios.
Estamos cansados
de escuchar y de decir “Es la Voluntad de Dios”, sobre todo cuando algo malo
sucede, una enfermedad, un accidente, una muerte, etc. Siempre es la Voluntad
de Dios. Sin embargo, cuando lo que sucede es bueno, porque toca la lotería, porque
se asciende en el trabajo, entonces es cuestión de valía personal o de suerte.
Y, sin
embargo, tanto los sucesos que calificamos como malos, como los que calificamos
como buenos, son idénticos, ya que la calificación sólo proviene de nuestra
propia apreciación, de nuestra mente, ambos son Voluntad de Dios, porque todo
es Voluntad de Dios.
Llegados a
este punto se me ocurre pensar, y seguro que a vosotros también: “Si todo es
Voluntad de Dios, ¿Cómo puede ser su Voluntad tantos asesinatos, tantas
enfermedades, tantas guerras, tanta miseria, tanta hambre, tanto dolor?
Con nuestra
mente, potentísima, pero infinitamente diminuta comparada con la Mente de Dios,
no podemos llegar a entender ninguno de los Aspectos Divinos, y entre estos
aspectos se encuentra la Voluntad de Dios. Aunque nos lo explicaran de la
manera más clara posible, no lo entenderíamos, porque es como si lo hicieran en
un idioma totalmente desconocido para nosotros, o como si explicaran la fuerza
de la gravedad a un bebé de dos meses. Es imposible llegar a entender una
millonésima parte de la Grandeza de Dios.
Los seres
humanos solo podemos entender desde nuestra mente, e intentamos entender la
Voluntad Divina desde el conocimiento que tenemos de nuestra propia voluntad.
La voluntad humana es la facultad de decidir y de ordenar la propia conducta, y
esta voluntad interviene para tener la fuerza necesaria para realizar una serie
de acciones, y conseguir así una meta.
Pues bien,
lo que los seres humanos entendemos por voluntad, no es, para nada, comparable
con la Voluntad Divina. La Voluntad Divina, es lo mismo que el Poder Divino, o
el Plan Divino, o la Verdad. La Voluntad de Dios es que todos los seres humanos
seamos felices, que todos alcancemos la Verdad cuanto antes mejor, pero en
contra de lo que es la voluntad humana, en la que se tiene la fuerza para poner
todos los medios al alcance de la persona para conseguirlo, Él no va a mover ni
un solo dedo, (permitirme que lo exprese de esta manera), para que así sea,
porque Su Voluntad es, el respeto por nuestra libertad o por nuestro libre
albedrío.
Y, cuando ante hechos que para
nosotros pueden ser trágicos y dolorosos, levantamos los ojos cielo y
preguntamos ¿Por qué Dios mío?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué ahora?, lo que debemos
hacer es conectar con nuestro corazón, aceptar la situación, (que no quiere
decir que no pongamos todos los medios a nuestro alcance para que se solucione
lo que parece un problema), y decir “hágase Tu Voluntad”, porque la Voluntad de
Dios no es más que el reflejo de nuestro propio “plan de vida”.
Tengo que confesar, que esto que
tengo tan claro y que me cuesta tan poco explicar, no está integrado al cien
por cien en mi, y a veces, también cuestiono las Maneras de Dios, olvidándome
que son las mías propias. Afortunadamente, en algún momento del mismo día llega
a mí la verdad, y vuelvo a mi centro.
Cuanto sientas lo mismo, cuando creas
que Dios te ha abandonado a tu suerte o que es injusto contigo, respira, lleva
la atención a tu corazón, y en poco tiempo sentirás la presencia de Dios y como
su mano te acaricia dulcemente, dándote a entender de que comprende tu
desesperación y de que está a tu lado, esperando que tu dolor se trueque en paz
y en serenidad, sabiendo que cuando llegue ese momento te vas a olvidar de Él y
de darle las gracias por su compañía.
Cada persona
se siente atraída por ciertos placeres, y cada una conoce las deliciosas sensaciones
que encuentra en ellos. Y, por supuesto, durante su vida, corre tras esos
placeres. Placeres que ni tan siquiera tienen por qué ser dañinos, salvo que mantienen atada a la persona a sus
sensaciones, la mantiene esclava de esos placeres.
Pero hay un
hecho terrible: tan pronto como se ha obtenido su placer, este se acaba, y otra
vez tiene que caminar en su búsqueda, y otra vez llega a él, y otra vez lo
pierde, y vuelta a empezar. Parece que no hay placer que dure eternamente.
Es normal,
¿Cómo puede algo externo satisfacer al ser interno, como pueden las cosas
materiales satisfacer al alma? No puede. Nada que corresponda a la materia
puede satisfacer al espíritu. Y, sin embargo, la persona sigue corriendo tras
esos placeres, llegando a hacer cosas, que la pueden parecer inconcebibles
cuando se encuentra en un estado normal, sin la necesidad de sentir la
sensación que produce el placer.
Y la persona
va a seguir corriendo tras esos placeres, hasta que llegue su despertar. Puede
ser consciente del sometimiento al que el placer la ata, pero la falta
voluntad, la voluntad que se tiene cuando se vive desde el alma.
Puede que la
persona crea que ya ha despertado. Es posible, pero sólo en ciertos aspectos. Y
es normal, porque alguien que despierta completamente ha terminado su trabajo
en la materia.
Por lo
tanto, la necesidad de conseguir ciertos placeros no es más que una demostración
de que la persona tiene aun aspectos que trabajar. La eliminación de esa
búsqueda es crecimiento, es acercarse al alma. El alma no necesita de ningún
placer físico.
Siempre nos
devuelven el cambio con la misma moneda. Y la misma norma también es aplicable
a los cambios emocionales.
Esa es la
razón por la que casi todo el mundo nos trata de la misma manera, diferente de
como tratan a otras personas, a las que curiosamente, también todo el mundo coincide
en el trato.
Hay personas
a las que se trata con respeto, a otras con desprecio, a otras de manera
agresiva, a otras se las ignora, etc., etc., y un buen número de personas
coincide en esa forma de trato.
No es más
que la moneda de cambio. La persona a la que se trata con respeto, es,
sencillamente, porque se hace respetar; a la que se trata con miedo, es porque
eso es lo que inspira, y así sucesivamente, cada persona recibe el trato que merece.
Su carta de presentación es la energía que emana, es la energía que la
envuelve, y es esa energía lo primero que perciben las personas con las que nos
vamos encontrando, es nuestra seña de identidad, es como si fuéramos reclamando
un trato determinado.
De nada vale
que la persona triste se ponga la máscara de la alegría, porque la energía que
emana no se puede disimular, es de tristeza, por lo que las personas que
interaccionan con ella es eso lo que reciben, tristeza, y su reacción
inconsciente es responder a lo que recibe, es responder a lo que trata de
esconder la máscara.
Por lo
tanto, si el trato que recibes de las personas con las que te vas encontrando,
no es lo que deseas, no culpes a los otros, la culpa sólo es tuya. Responden a
lo que sale de ti. Si quieres que las personas te traten de diferente manera, sólo
has de cambiar tu energía.
Para ello,
observa como es el trato hacia ti de la generalidad de personas que te rodea y
comparte tu vida. Es muy posible que creas que el trato que recibes es injusto.
No lo es, es lo que estás pidiendo, y si deseas un cambio, en tus manos está
modificarlo.
Analiza “que”
y “como” lo recibes, y a partir de ese momento permanece atento a tus
pensamientos. Podrás comprobar que en tus hábitos de pensamiento se encuentra
la razón primordial del trato que recibes. ¡Cámbialo!, de manera consciente. Respétate
a ti mismo, valórate, amate, para que así, los demás, te amen, te valoren y te
respeten.
Ya sé que
hay personas que parecen intratables, pero si las observas detenidamente podrás
comprobar que la falta de autoestima, o el miedo, o el orgullo, o la soledad, o
la tristeza, o las ansias de poder, etc., etc., es lo que permanece de manera
permanente en su pensamiento, por lo que la energía que les envuelve, no deja
penetrar otras energías. No son conscientes de la vida que fluye a su través y
a su alrededor.
Con estas
personas, que parecen intratables, también se puede conseguir que modifiquen su
trato. ¡Bendícelas!, bendícelas casi de manera permanente. La energía de la
bendición es amor en estado puro, es amor divino, y no hay nada que pueda
resistirse a la energía del amor. De esta manera, se crea una conexión de amor
entre tu corazón y el suyo, (de momento mientras dura la bendición, pero que se
irá fortaleciendo a medida que bendices), que va a hacer que su trato hacia ti sea
amable, muy diferente con el que castiga al resto de los mortales.
Recuerda, “todo
es técnica”, esto también, y como cualquier técnica, para conseguir la
maestría, necesita de voluntad, trabajo y paciencia.
Se
voluntarioso, trabajador y paciente, y te sorprenderán los resultados.
La mente es dual. Por un lado se
encuentra la Verdad del Alma, y por otro, la creencia del ego. Pero ¿Dónde y
cómo están esa Verdad y esa creencia?
El ser humano está compuesto de una
parte física, que se ve, ya que es el cuerpo que conocemos, y una parte
energética, que no puede ser vista nada más que por los clarividentes, formada
por una serie de capas, que es lo que denominamos el aura.
La tercera de esas capas que no
podemos ver, es el cuerpo mental. Es en el cuerpo mental donde se encuentran la
totalidad de nuestros pensamientos. Esos pensamientos, que son como nubecitas
de energía, van pasando al cerebro, que es donde se expresa cada pensamiento. Pero
en el cuerpo mental no hay un pensamiento, ni dos, hay miles, de todo tipo, y
podrían pasar al cerebro para expresarse cualquiera de ellos; sin embargo, casi
siempre pasan los mismos pensamientos, ¿Cuáles?, pues aquellos que estamos
habituados a tener, ya que hemos establecido el camino por el que circulan.
Es aquí donde existe esa dualidad.
Entre esos pensamientos están los que se engloban en la Verdad del Alma, y los
que podemos denominar las creencias del ego.
La Verdad del Alma está compuesta
por aquellos pensamientos que expresan la Unidad con el Todo, la Unidad con
Dios, están los pensamientos de Amor, de Paz, de Alegría, de Felicidad, justo
todo eso que la humanidad busca desesperadamente. Pero para desgracia de esa
humanidad, esos pensamientos son difíciles de expresar porque los pensamientos
de la creencia del ego, al ser una creación del mismo ego, tienen muchísima más
fuerza que los primeros, llegando al cerebro una y otra vez, consiguiendo que
la persona viva obsesionada por todos esos pensamientos que desfilan por su
cerebro sin ningún tipo de control. ¡El ser humano es tan débil!
Ya sabemos que el ser humano es
justo aquello que piensa, somos un producto de nuestros pensamientos. ¿Qué
pasaría si en vez de mantener en nuestra mente los pensamientos habituales, de
dolor, de división, de separación, de tristeza, de desgracia, de envidias, de
críticas, de pobreza, de carencia, de deseos, etc., que son la creencia del
ego, tuviéramos pensamientos de alegría, de paz y felicidad, que son las
verdades del alma? Pues, sencillamente, que el ser humano aparcaría su dolor,
para vivir una vida plena de amor y felicidad, pero no durante algún momento de
su día, viviría esa vida plena de manera permanente.
Conseguir cambiar esos pensamientos,
es fácil y difícil a la vez. Es fácil, porque solamente se trata de cambiar el
pensamiento, es difícil porque tenemos que establecer un nuevo camino entre el
cuerpo mental y el cerebro, y para eso es imprescindible la voluntad. Es difícil,
también, porque significa circular en sentido contrario al que circula toda la
sociedad, mientras la sociedad circula en un sentido, aquel que quiera cambiar
el pensamiento, va a circular en sentido contrario, con el peligro que eso
conlleva. La persona que empieza a trabajarse ella misma y comienza a cambiar
el pensamiento, equivale para el rebaño social, a un loco, a militar en una
secta, a ser raro, a un sinfín de cosas más. Pero, ¡Qué importa!, que se queden
criticando mientras viven su infelicidad, y vivamos nosotros la felicidad.
Establecer ese nuevo camino supone “ser
consciente” de todo aquello que va llegando al cerebro para sustituir de manera
consciente cada pensamiento del ego, por los pensamientos que nos acercan al
alma: Yo Soy el Alma, Yo Soy uno con todos, Yo Soy felicidad, Yo Soy
abundancia, Yo Soy salud, etc. Mantener la conciencia en esto, es un trabajo
arduo, que puede ir decreciendo con el paso de los días.
Una buena manera de recordarlo, es ir colocando
pegatinas por la casa, en la que aparezca un recordatorio, por ejemplo: “estoy
tratando de conectar con mi Alma”.
Nos acordamos de
Santa Bárbara cuando truena, de la misma manera que levantamos la vista al
cielo suplicando, casi exigiendo, ayuda a Dios cuando tenemos algún problema, y
casi nunca parece que obtenemos respuesta o ayuda. Aunque realmente, sólo lo
parece, ya que Dios sabe de nuestro problema, incluso antes de que aparezca, y
siempre nos va guiando, aconsejando, recordando. Lo que pasa es que la Voz de
Dios es siempre débil en nosotros. Es tan fuerte la voz del ego que no nos
permite escuchar ninguna otra voz, y mucho menos la Voz de Dios que es como un
débil susurro en medio del fragor de la batalla de la mente.
¿Qué hacer,
entonces, para encontrar ayuda a nuestros problemas? Con tanto ruido en nuestra
mente, es claro, que levantar la vista al cielo y suplicar a Dios no es
suficiente, hablar o escuchar no es suficiente, asistir a cursos o talleres no
es suficiente, leer no es suficiente, incluso meditar tampoco lo es. ¿Qué
hacer?
Desde pequeños
vamos desarrollando una mente dual. Por un lado anida en ella la Voz de Dios, o
la Voz del Alma y, por otro lado, va creciendo y haciéndose cada día más fuerte,
la creencia del ego. Tan fuerte llega a ser la creencia del ego, que arrincona,
cada vez más, a pasos agigantados, a la Voz del Alma.
En esas
condiciones, es normal que todo lo que escuchemos en nuestro interior sea nuestra
propia voz, ya que es nuestra propia creación, fruto de nuestras creencias y de
los condicionamientos sociales enseñados por nuestros educadores, que
determinan, la madurez o inmadurez de nuestro propio carácter, que es el guía
de nuestro pensamiento, de nuestra palabra y de nuestras acciones.
Para no tener que
levantar la vista al cielo cada vez que nos acosa algún problema, lo mejor
sería no permitir quese presentara el
problema, pero como eso, parece una misión imposible, sólo nos queda encontrar
la fórmula para sobrevivir al problema, la fórmula para sobrevivir a la vida.
Aunque si encontramos la fórmula para sobrevivir al problema, podríamos ir más
allá, y utilizar la fórmula para conseguir, de una vez y para siempre, la paz
interior, la serenidad y la felicidad.
La fórmula que nos
va a permitir todo eso, es simple. Sólo tenemos que ser conscientes de la
dualidad de la mente: Queremos sentir a Dios, pero nos falta voluntad y coraje
para separarnos de nuestra propia creación, el ego.
Si conseguimos ser
conscientes de la dualidad de la mente, sin dejarnos arrastrar por nuestra
arrogancia y nuestras propias contradicciones, habremos dado un gran paso, el
primero. En ese paso, el ego comienza a debilitarse, abandona la lucha, que es
justamente lo que le hace fuerte, y así estaremos en condiciones de dar el
siguiente paso. El segundo paso es “elegir” la otra Voz que aparece en la
mente, la Voz de Dios. Únicamente con la elección, la Voz comienza a fortalecerse,
a la par que se debilita la voz del ego.
Después de esto
sólo es necesaria la voluntad para no ceder al chantaje que, de buen seguro, va
a presentar el ego. De aquí, a escuchar la Voz del Alma, será “coser y cantar”.
En
un momento del tiempo, el alma decide su vuelta a la materia para retomar su
aprendizaje, en el mismo punto en que quedó al finalizar su encarnación
anterior, y se reúne con los Señores del Karma para terminar de organizar la
que será la nueva vida: El lugar de nacimiento, la familia, los amigos, los
diferentes encuentros, el Karma a liberar, el aprendizaje a recibir o la
enseñanza a realizar.
Y
para eso, de la misma manera, que una vez en la Tierra el cuerpo elige el
vestido adecuado para salir a la calle, el alma elige la vestimenta adecuada
para el trabajo a realizar, y se reviste de materia, con forma de hombre o de
mujer.
Durante
mucho tiempo he pensado que era una pérdida de tiempo inútil todo el tiempo que
tardábamos en crecer, desde nuestro nacimiento hasta la edad adecuada en la que
comenzamos a poder ser conscientes de la vida, pero ahora sé, que ese es
también un tiempo de experiencia para el alma, un tiempo de aprendizaje total,
un tiempo en el que permitimos a otros, casi siempre nuestros padres, para que
liberen parte de su Karma, un tiempo para liberar Karma propio.
La
vida es como una carrera de obstáculos que vamos corriendo por diferentes
pistas a la vez. Es como si en una carrera fuéramos el mismo corredor por las
diferentes calles, y en cada una de ellas, vamos avanzando en todas las
experiencias que el alma ha decidido vivir en la presente vida.
Cada
calle podría tener un nombre, aunque siempre distinto para cada persona: En una
calle avanzamos para trabajar la voluntad, en otra la paciencia, en otra el
orgullo, en otra……., etc., etc. Y es claro que en todas las pistas no vamos a
llegar a la par, podemos avanzar rápidamente en unas y más lentamente en otras,
podemos finalizar la carrera en unas y casi no comenzar en otras.
La
carrera finalizada, perdurará por siempre, será un aprendizaje aprendido para
toda la eternidad; y aquellas otras que queden pendientes volverán en nuestra
mochila en la próxima encarnación. Ninguna va a quedar en el olvido.
Todos
vamos a completar todas las asignaturas, unos antes, otros después. Y teniendo
en cuenta los obstáculos con los que nos encontramos, ¿Por qué tratamos de
pasarlos todos cuanto antes?
¿Alguna
vez te has sentado a la orilla de un río para contemplar como corre el agua por
su cauce? El agua que iba pasando, lenta o rápida, por delante de ti, nunca era
la misma, siempre era distinta. Lo podrías comprobar si algo flotara en el
agua, pasaría por tu espacio visual, sin detenerse ni un instante. Así es la
vida, siempre continua, sin detenerse, como el fluir del agua por el cauce del
río.
Y
si la vida no se detiene, ¿Por qué intentamos detenerla nosotros, quedándonos
anclados en sucesos del pasado, en palabras que alguien nos ha dirigido, o
sencillamente en nuestros propios pensamientos?, ¿Qué pasaría si construyéramos
en el río una especie de brazo, por el que el agua fluyera para ir a dar a
algún lugar donde quedara estancada?, pues que al cabo del tiempo, el agua
estancada comenzaría a descomponerse. Se volvería putrefacta y maloliente.
Ocurre
exactamente lo mismo cuando detenemos, en nosotros, el libre fluir de la vida. Por un lado, nos perdemos vivir la vida, no
estamos en su cauce, y la vivimos de manera tangencial, viéndola pasar desde el
punto en que nos encontramos detenidos, no la vivimos plenamente. Y por otro
lado, en ese permanecer estancados, estamos alimentando nuestro cuerpo físico
con la energía estancada, que como el agua, también se pudre. Ahí surge la
enfermedad, ya sea física, mental o emocional.
Nuestra
percepción de la vida, no es entonces clara. La vemos y la vivimos a través de
nuestra aura, que es tan putrefacta y maloliente como el agua estancada; la
observamos a través de nuestros pensamientos, que también permanecen detenidos
en algún punto del pasado, y entonces, podemos calificar a la vida,
posiblemente, como mala, triste, dura, etc., según sean los propios pensamientos;
la sentimos a través de nuestras emociones, que atados a nuestros pensamientos,
son incapaces de vivir una vida plena.
Ante
eso, sólo nos queda, para vivir la realidad de la vida, salir del punto donde
nos quedamos estancados, y volver al cauce de la vida para seguir su fluir,
como un corcho que flotara en la corriente del río.
Es
bueno para no quedarnos anclados en algún punto del pasado, rediseñar la propia
vida. Siéntate en soledad y en silencio, con un papel y un lápiz, y
honestamente, comienza a rediseñar tu vida, comienza a escribir como es la vida
que te gustaría vivir: Lugar de residencia, tipo de vivienda, trabajo,
relaciones, etc., etc., etc.
Una vez
hecho, compáralo con la vida que vives. Es posible que llegues a la conclusión
de que tu vida actual, de seguir en las mismas condiciones, no tiene ningún
aliciente. Cuando la realidad, es que cada instante de vida siempre es nuevo,
siempre es pleno, siempre está lleno de alicientes, de sincronicidades, de
alegrías. Cada instante de vida, vivido plenamente, es un instante menos que
nos queda para llegar a gozar de nuestra plena divinidad, sin estar atados al
cuerpo, sin estar atados a la materia, que tan difícil hace nuestro recorrido.
A
partir de ahí, está en tus manos hacer realidad la vida escrita en el papel.
Recuerda que, en la actualidad, estás viviendo la vida que en algún momento
decidiste vivir. Cada acción genera una reacción. Tu vida de hoy, es fruto de
tus acciones del pasado. Si tu vida actual no coincide con el nuevo diseño,
comienza a trabajar, “con valentía”, para conseguir esa nueva vida. Olvídate de
lo que digan o piensen los demás. Tu felicidad sólo depende de ti, no de lo que
otros digan o piensen.
Hay algo que ronda en mi interior desde hace días, o meses, y soy incapaz de ponerle palabras. Es un estado de ánimo, es algo que sabes y que no sabes cómo, ni por qué lo sabes. Tengo la misma sensación de cuando tienes un nombre o una palabra en la punta de la lengua y no termina de salir, o de cuando despiertas de un sueño, que con los ojos aun cerrados sabes que has soñado, pero en cuanto abres los ojos el sueño desaparece.
Es algo que conocía intelectualmente, pero que aun no había hecho carne, es decir, que no era algo consustancial de mi carácter. Es algo muy sutil, es la disminución, que aún no la eliminación, de emociones, tanto las que suponen alegría o exaltación del estado de ánimo, como las que arrastran a la persona a un estado de impotencia o tristeza.
Aun no sé cómo ha llegado esa disminución de emociones. Aunque en realidad más que una disminución de emociones es la constatación de que “todo está bien”, es el no ponerle vías a la vida y dejar que discurra por sí sola,es la eliminación o disminución del deseo, es no esperar cosa alguna de algo o de alguien, es dejar que todo llegue sin haber realizado un pronóstico previo. Es vivir sin más, y además vivir feliz.
¿Cómo llegar a este punto? El factor más importante pasa por ser conscientes de la vida:
-Es primordial saber quién eres. Tienes que tener claro que eres un alma que durante una temporada has decidido vivir en la materia. Pero este concepto ha de estar total y absolutamente claro. No vale tener claro el concepto sólo intelectualmente, tiene que estar asimilado y ser una característica del carácter. Para llegar a vivir desde el alma se ha de trabajar con constancia en dos direcciones:
a)Entrar, cada vez con más frecuencia, en nuestro interior, donde se encuentra todo el conocimiento del alma. Eso se consigue meditando, y
b)Ser conscientes cuando vivimos desde el cuerpo, para rectificar y vivir desde el alma de manera consciente, para que se vaya grabando en nuestros chakras dicha manera de actuar.
-Es también importante ser consciente de tus pensamientos. Ahí están los deseos, están las expectativas, están las críticas, están los juicios. Ante cualquier deseo, hazte estas preguntas: ¿Qué gana mi alma con la consecución o no consecución de ese deseo?, y si dejo mi cuerpo dentro de una hora ¿Para qué quiero conseguir nada? Son preguntas que yo me he estado haciendo durante tiempo.
-También puedes meditar en el chakra del alma, situado a treinta centímetros por encima de tu cabeza; incluso puedes ir repitiendo: “Yo soy el alma”. El chakra se activa, aparecerá una llama dorada encima de tu cabeza, y te mantendrás más unido a tu Alma Superior.
A la hora de la verdad todo son técnicas. Casi nada se aprende y se consigue por generación espontanea. De nada vale leer, ni escuchar, si no practicas. Todo conlleva su trabajo, aprender a andar, a leer, aprender un oficio,aprender a conducir, poder comer cada día y pagar un techo donde cobijarnos. Todo requiere trabajo, dejar de vivir desde el cuerpo con ¿sufrimiento?, y vivir ¿felices? desde el alma, también.