El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 11 de marzo de 2014

Seres racionales


            La inteligencia sin amor te vuelve perverso.
El dinero sin amor te vuele avaro.
El poder sin amor te vuelve tirano.
Clint Eastwood.
Tenemos múltiples semejanzas con los animales irracionales, pero también tenemos algunas diferencias. La más importante de las diferencias es la inteligencia, inteligencia que es bandera de nuestra racionalidad, inteligencia que le permite al ser humano preguntarse sobre su existencia, o sobre su futuro, inteligencia que le permite reflexionar sobre la causa del sufrimiento, o en cómo aplicar el aprendizaje recopilado por sus enseñanzas a lo largo de su vida para solucionar problemas nuevos, inteligencia que le permite expresarse y comunicarse, etc., etc.
            La inteligencia, por si sola, no es significativa de nada, ni en la vida física, ni en la vida emocional, ni en la vida espiritual. Porque la inteligencia, en sí misma, no lleva aparejada ni la felicidad, ni la alegría, ni la riqueza material, ni la paz interior. Es al servicio de quien está la inteligencia, lo que determina como es la vida, y la muerte de la persona.
            La inteligencia al servicio del miedo nos llevará a un mundo de dolor, a un mundo de sufrimiento, a un mundo de ansiedad, a un mundo de amargura. La inteligencia al servicio de los instintos nos llevará a un mundo de hábitos desbocados, a un mundo de lujuria, a un mundo de avaricia, a un mundo de miseria, a un mundo de desigualdades. La inteligencia, sin embargo, al servicio del amor nos llevará a un mundo de paz, a un mundo de alegría, a un mundo de servicio, a un mundo de justicia social.
            Dejar la inteligencia al servicio del miedo o de los instintos, es como dejar de usar la inteligencia, y ¿Qué pasa si un ser humano, es decir, un animal racional, deja de usar su inteligencia?, ¿Cuál es entonces su diferencia con los animales irracionales? Ninguna, ya que un ser humano que no utiliza su inteligencia, difícilmente puede utilizar su voluntad, con lo que todas sus acciones estarán dirigidas por sus instintos, igual que los animales irracionales.
            Una parte muy importante de nuestra sociedad ha dejado su inteligencia al servicio del miedo y de los instintos, sin ejercer ningún tipo de control sobre su inteligencia, lo cual es aprovechado por otra parte, muy pequeña de la sociedad, (políticos, religiosos, personas influyentes), con la inteligencia al servicio de sus propias mentes o al servicio de la materia, para controlar a los primeros. Todos, los unos y los otros, han conseguido una sociedad con el resultado de todos conocidos: Guerras, dolor, muertes, sufrimiento, enfermedad, tristeza, corrupción, abusos, hambre, miseria.
            Es el uso razonable de la inteligencia, la inteligencia al servicio del amor, lo que permite al ser humano hacerse consciente de su origen, de su vida y de su destino, es lo que permite al ser humano vivir conscientemente en el amor, es lo que permite al ser humano gozar de una vida plena, sin dolor, sin sufrimiento, sin amargura, es lo que permite al ser humano vivir en sintonía con su propia divinidad.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Crítica, atención y carácter


Una amiga escribió en su muro de una red social: "Aún no entiendo a toda la gente que juzga sin saber la verdad, y aún así se atreven a hablar y hablar. Digo yo, si tanto quieren hablar, ¿Por qué no averiguan la verdad?, y después de eso, hablen lo que quieran. Y a los que les escuchan y les creen, aún peor. Les diría a toda esa gente que no sabe ni puede ser feliz, y no quiere ver felices a los demás, que vayan a llevar sus malas energías a otro lado. En mi casa no son bienvenidos, somos una familia unida, fuerte y feliz, nada nos va a derrotar, así que no pierdan el tiempo. Gracias”.
Dice mi amiga que no lo entiende. Es normal, pocos pueden entender que se hable por hablar, y mucho menos que se hable sin conocimiento de causa, solo por el mero hecho de hacer daño. Y también es normal que estos charlatanes tengan auditorio, son personas como ellos, que hoy disfrutan escuchando la crítica, y mañana serán ellos los abanderados de la crítica.
Criticar es propio de personas que viven en la periferia de la conciencia, propio de personas que no se asoman a su interior ni por un momento, propio de personas que viven por y para la materia, propio de personas con una vida interior muy pobre.
La crítica es inversamente proporcional al nivel de atención de la persona. A menos atención, más crítica. Atención ¿A qué?, atención a los pensamientos. Los pensamientos, para expresarse, van apareciendo en el cerebro. Estos son como nubecitas de energía que permanecen alojadas en una de las capas que componen nuestra aura, el cuerpo mental, y es desde ahí que llegan al cerebro. El trecho que recorren desde el cuerpo mental al cerebro es como una especie de camino que será mayor cuanto mayor sea la repetición del mismo pensamiento. Todos tenemos los mismos tipos de pensamientos, con los matices característicos de nuestras propias creencias. Por ejemplo: cuando un budista piense en una divinidad lo hará en Buda, un hinduista en Krishna y un cristiano en Jesús, pero la idea de Divinidad es la misma para los tres. De la misma manera que existen pensamientos elevados, los relativos a la Divinidad, a la Unidad, al Servicio, existen pensamientos negativos que son los relativos al miedo, a la envidia, al orgullo, a la ira, etc., etc. Y todos, los elevados y los negativos permanecen en el cuerpo mental de la persona. Dependerá de que pensamientos tienen camino y cuáles no, y como de ancho sea ese camino, para que al cerebro lleguen unos u otros pensamientos.

Mantener la atención en los pensamientos hará que la persona sea consciente de que tipo de pensamiento es el que le llega, y prohíba el paso de los pensamientos negativos. De esta manera se irá estrechando el camino de los pensamientos negativos para que estos aparezcan con menos frecuencia, y empezará a ensancharse el camino de los pensamientos elevados, y sean este tipo de pensamientos los habituales en la persona.

Pero, ¿Qué es lo que sucede habitualmente?, pues sucede que las personas al no permanecer atentas a los pensamientos que llegan a su cerebro, los permiten todos, siendo habituales los pensamientos negativos, (miedo, rabia, ira, envidia, orgullo, avaricia, etc.), que cada vez serán más frecuentes y más potentes, siendo esta la causa de tanta infelicidad y por supuesto de la crítica.

Si alguien quiere realmente crecer, evolucionar, vivir hacia su interior para llegar a la Luz, lo primero que ha de hacer es prestar atención a sus pensamientos, y cuando sea consciente de un pensamiento inútil o negativo, no debe regodearse con ese pensamiento, dándole vueltas y más vueltas, que es lo mismo que alimentarle, que darle energía, lo que debe hacer es permitir que se vaya, y para hacerlo, la única manera que existe para que desaparezca el pensamiento es llevar la atención a otro sitio, por ejemplo a la respiración, así el pensamiento no tendrá energía que le alimente, y volverá a su origen, el cuerpo mental.

Así, cuando el pensamiento desaparezca, no existirá la palabra, no existirá la crítica, ni de palabra, ni de pensamiento.

Dejar que se vaya el pensamiento, llevando la atención a la respiración, es abrir la puerta que comunica directamente con nuestro interior, es abrir la puerta que comunica directamente con Dios.
La crítica también es inversamente proporcional a la madurez de carácter. Pero antes, es bueno saber que es realmente el carácter.
El carácter de una persona lo constituyen las peculiaridades, cualidades y defectos que la distinguen de los demás.

Como la constitución de todos nosotros, los seres humanos, es igual para todas las personas, sería natural esperar que las personas fueran parecidas en todo, o en casi todo.

Pero esto no es cierto. Vemos por todas partes grandes diferencias de carácter entre las personas, diferencias en disposición, temperamento, conceptos de vida, en dones, talentos, aptitudes naturales, etc.

Y aunque la educación y el medioambiente influyen en el carácter, Esas cualidades aparentes ya se muestran antes de que la educación o el medioambiente puedan haber tenido cualquier influencia, porque ya están dentro de la persona y empiezan a desarrollarse antes de los implantes externos.

Podemos verlo claramente entre hermanos, uno de ellos puede tener una disposición alegre y feliz; otro, una más seria, o quizá una malhumorada; uno de ellos puede ser pulcro y ordenado, mientras otro es descuidado; uno de ellos puede ser generoso; y otro, egoísta; uno de ellos puede ser temerario e informal, mientras otro es cauteloso y digno de confianza.

Esto es así, porque una parte de nuestro carácter ya viene impregnado desde vidas anteriores. Después del nacimiento se sigue construyendo, o debilitando el carácter, al repetir pensamientos, al repetir emociones y sentimientos, y por los hechos que resultan de ellos.

Si pensamos en algo muy a menudo y durante suficiente tiempo, ese pensamiento, como decía anteriormente, tendrá tanta fuerza como la palabra o la acción. Si repetimos un hecho  frecuentemente se convertirá en un hábito.

Es también nuestro carácter lo que determina lo que nuestra manera de pensar hará cuando nuestros pensamientos no están dirigidos por nuestra voluntad. Somos entonces como una pluma movida por el viento, dispuestos, entre otras cosas, a la crítica, de una manera feroz.

Como el carácter de una persona está profundamente arraigado y no cambia de un día para otro, no podemos cambiarlo como lo hacemos con nuestra disposición de ánimo, pero si podemos cambiarlo y remodelarlo con el mismo método que utilizamos al construirlo. Es decir, repetir buenos pensamientos, buenas palabras, buenas acciones. Si un edificio no es lo que debería de ser, y queremos remodelarlo o reconstruirlo, eso sólo puede lograrse al reemplazar partes defectuosas por unas nuevas y mejor diseñadas, y esto debe hacerse poco a poco.

No puede lograrse con un impulso sencillo, sino mediante un proceso lento y laborioso. Esta es la razón por la cual deberíamos ser muy cuidadosos con nuestra manera de pensar y con nuestros hechos cuando ocurren por primera vez.

No existen atajos para remodelar el carácter. Se requiere un esfuerzo que debe ser constantemente renovado y continuado, con voluntad, a lo largo del año, mes a mes, día a día.

Está claro, por lo tanto, que alguien que crítica está lejos de tener una madurez de carácter, madurez que no se gana con los años por el mero hecho de envejecer, al contrario, con los años, si no se trabaja el carácter, en vez de madurar y fortalecerse, este se irá debilitando cada vez más, y la persona, ya que estamos tratando la crítica, será más criticona.
Y los criticados, ¿Qué pueden hacer?, pues no pueden hacer nada más que oídos sordos a la crítica, bendecir al que critica, darse la vuelta, marchar y frecuentar poco al crítico.

sábado, 4 de enero de 2014

Si quieres puedes.


Mientras mayor es la lucha,
más glorioso es el triunfo.
“Las cosas no son difíciles. Son difíciles porque no nos atrevemos", decía Séneca. La fuerza de voluntad, la fe y no tener miedo a fracasar son, en muchos casos, la clave del éxito incluso en las condiciones más adversas. Así lo propugna la psicología positiva, que se centra en la voluntad para desarrollar el potencial de cada uno.
Los ejemplos son abundantes, y nos muestran cómo, por ejemplo, Einstein y Edison fueron considerados retrasados mentales durante su infancia, incomprendidos y rechazados por un entorno que luego contempló perplejo cómo los frutos de sus talentos cambiaban para siempre el curso de la historia. O cómo los descubrimientos de Fleming, Pasteur, Servet, Copérnico y tantos otros les costaron desde la vida hasta el rechazo más contundente de sus coetáneos. Otros, como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King o Teresa de Calcuta, han demostrado también con su vida que las utopías pueden tocar la realidad cuando el propósito y la voluntad son firmes y los principios marcan una clara dirección y sentido, no sin un terrible sufrimiento que sólo la confianza y la entrega absoluta a una causa mayor que uno mismo son capaces de vencer.
Podemos pensar que estos eran grandes seres. No es verdad, todos nacemos igual, y con voluntad podemos conseguir lo que deseemos. “Si quieres puedes”.
            No hay nada más real que una buena utopía.
Podemos aplicar la máxima para conseguir vivir nuestra divinidad, porque seguro que todos los que os asomáis a esta ventana estáis más que hartos de escuchar y de leer que no somos el cuerpo, que somos algo mucho más grande, que somos a imagen y semejanza de Dios, que somos seres divinos, en fin, que somos el alma. Incluso, podemos ir más allá, sabemos intelectualmente lo que significa, y trabajamos, aunque no con la asiduidad y la constancia que merece nuestra alma, para ver qué sucede con la meditación, aunque lo que realmente nos gustaría es que se apareciera Dios en persona, no ningún ayudante, y nos dijera lo fantásticos que somos,  lo bien que lo estamos haciendo, y que es lo que nos espera a la vuelta de la esquina.
Pero aunque intelectualmente sepamos qué es lo que significa ser el alma, y hagamos algunas cositas como leer libros de crecimiento personal, o yoga, o meditar, o incluso puede ser que realicemos algún tipo de voluntariado algún día a la semana, ¿Hemos integrado realmente en nosotros lo que significa ser el alma?, ¿Hemos integrado en nosotros lo que significa ser un hijo de Dios?, ¿Hemos integrado en nosotros lo que significa ser un ser espiritual?
Si en lo más profundo de nosotros mismos, esperamos que se nos aparezca Dios, o incluso algún ayudante, para entablar una conversación con nosotros, es una prueba irrefutable de que aunque entendamos que no somos el cuerpo, sino que somos el alma, no lo hemos integrado, en absoluto, en nosotros. Si sufrimos por la no satisfacción de deseos que consideramos vitales para nuestros intereses, no lo hemos integrado. Si no encontramos tiempo para la oración o la meditación, debido a nuestra lucha diaria para conseguir bienes materiales, no lo hemos integrado. Si perdemos la paciencia con alguna persona o situación, no lo hemos integrado. Si tenemos, aunque sólo sea un pensamiento de crítica hacia alguien, no lo hemos integrado. Si tenemos miedo, si perdemos la paciencia, si estamos tristes, no lo hemos integrado.
Integrar en nosotros la realidad de que somos seres espirituales, supone sentir en cada situación, sea la que sea, la consideremos desde el cuerpo favorable o no, el amor, la compasión, la misericordia. Ni más ni menos, que como sucede con el mismo Dios. Jamás juzga, jamás critica, jamás cuestiona, para Él todo está bien. Para nosotros también ha de estarlo.
¿Cómo conseguir esa integración?, porque recuerda…… “si quieres puedes”.
Como todo en esta vida, supone un cierto trabajo. Ese trabajo es la meditación,  que se ha de realizar diariamente, para lo cual necesitamos tener un cierto grado de voluntad. Si te falla la voluntad, te detallo a continuación varias estrategias útiles para aumentar la fuerza de voluntad, descubiertas por científicos:
Cambiar hábitos. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Case Western Reserve (EE UU), basta con pequeños cambios en hábitos cotidianos, por ejemplo lavarnos los dientes durante varios días con la mano contraria a la que solemos usar (la izquierda en el caso de los diestros), para fortalecer la voluntad.
Tensión muscular. Iris W. Hung, de la Universidad de Singapur, ha descubierto un curioso truco para ejercer el autocontrol: si cuando notamos que se nos hace la boca agua ante un pastel tensamos los bíceps o los músculos de la mano durante un minuto, nos resultará más sencillo evitar la tentación. "La mente y el cuerpo están tan estrechamente unidos que simplemente apretando los músculos se puede activar la fuerza de voluntad", concluía en la revista Journal of Consumer Research.
Buenas acciones. Por su parte, Kurt Gray, de la Universidad de Harvard, ha demostrado que hacer una buena acción aumenta nuestra fuerza de voluntad y nuestra resistencia física. "Tal vez la mejor manera de resistirse a un donut a media mañana es donar el dinero que costaría para una buena causa", sostiene Gray, que dió a conocer sus conclusiones en la revista Social Psychological and Personality Science.
Exponerse a la tentación. Aunque puede parecer contradictorio, para aumentar la fuerza de voluntad es mejor exponerse a tentaciones reales. En una serie de experimentos, científicos de la Universidad de Chicago demostraron que si una persona está a dieta fortalecerá mejor su voluntad si tiene pasteles o caramelos en la cocina, al alcance de la mano, y evita comerlos, que cuando solamente ve imágenes de chocolate y golosinas en las revistas o en la televisión.
Distracción. La distracción también es una buena estrategia, como han demostrado investigadores de la Universidad de Columbia (EE UU). Si canturreamos o pensamos conscientemente en otra cosa cuando algo nos tienta, nos costará menos controlarnos.
Uno a uno. Cumplir a la vez varios objetivos que exijan mucho autocontrol puede resultar casi imposible. Según Sandra Aamodt, editora jefe de la prestigiosa revista Nature Neuroscience, hay varias actividades que pueden agotar rápidamente nuestra fuerza de voluntad: resistirnos a probar ciertas comidas o bebidas, reprimir respuestas emocionales, hacer un examen, dormir poco, o tratar de impresionar a alguien. Y, por lo tanto, es mejor no hacerlas todas a la vez.
Cinco comidas al día. Cuando nos falta glucosa en sangre nuestra capacidad de autocontrol se resiente, según demostró hace poco Roy F. Baumeister, de la Universidad de Florida (EE UU). De ahí que los expertos recomienden no saltarse ninguna comida para conservar la fuerza de voluntad que necesitamos para hacer ejercicio físico, dejar de fumar, estudiar, meditar, adquirir algún hábito como ir en bicicleta al trabajo, e incluso perseverar en una dieta de adelgazamiento.
Proponte la realización de pequeños objetivos diarios y cúmplelos, para pasar a decisiones más grandes según vayas teniendo éxito en las tareas más pequeñas.
Con voluntad, es mucho más fácil sentarte cada día a meditar. Según vaya pasando el tiempo podrás ir comprobando los cambios positivos que se van a ir dando en ti: Más paciencia, más tolerancia, más comprensión, más amor, más paz. Todas esas cualidades no son más que las cualidades del alma. Lo cual es un buen síntoma de que empiezas a abrir la puerta del alma y actuar desde ella.
Recuerda….. “Si quieres puedes”
El video que va a continuación, no es música, es un corto largo, o una peli corta, pero es magnífico.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (3) Fe


………..Continuación
Es propio de la fe hacernos humildes en los sucesos felices
 e impasibles en los reveses.
Santa Clara
Da el primer paso en la fe.
No necesitas ver toda la escalera, sólo dar el primer paso.
Martin Luther King 

            Intentaba que estas personas llegadas a la Tierra, “para enseñar de nuevo como se hacen las cosas”, me dieran una relación exhaustiva y ordenada de los pasos a seguir, pero su respuesta fue que era imposible, porque podrían dar tantas relaciones y ordenarlas de tantas maneras distintas, como personas habitan el planeta, ya que cada ser se encuentra en un punto distinto en su camino de crecimiento y de acercamiento a la Luz.
¿Valdría la misma relación, ordenada de la misma manera, para una persona alcoholizada, que se pasa la vida de bar en bar, sin haber escuchado ni una sola vez en su vida que somos Amor, que para otra persona que tiene incorporado en su vida el hábito de la meditación?, ¿Tendría que aprender lo mismo el asesino que mata por placer, que el monje que dedica su vida a los demás? Imagina que la enseñanza en la vida fuera la misma para el niño que recién comienza en la escuela, que para el adulto que quiere ser ingeniero y construir puentes. Es seguro que ninguno de los dos iba a aprovechar la enseñanza. El niño necesita aprender las vocales, las consonantes, y unirlas para formar palabras. Y así, seguir cada año incrementando la enseñanza hasta llegar al final de la carrera, en el que tenga el conocimiento necesario para construir puentes.
Es muy posible que muchos fracasos “espirituales” nos sean únicamente motivados por la falta de voluntad de las personas, sino porque los enseñantes quieran aplicar la misma fórmula y el mismo método a todos, sin distinción, sin tener en cuenta que enseñar las vocales a quien ya sabe leer le aburre, y enseñar integrales a quien no conoce los números es como si le hablaran en un idioma desconocido.
Por lo tanto no es posible dar un método homogéneo de crecimiento, pero si es posible dar algunas pautas por las que todos los seres han de pasar en algún momento de sus vidas, porque el crecimiento es evolución, vida tras vida, retomando en la siguiente el camino en el mismo punto en que se detuvo en la vida anterior.
El primer peaje, casi obligatorio, por el que han de pasar todos en el inicio de su camino es la “Fe”. Fe, es creer lo que no vemos. Difícilmente se puede hacer alguna cosa en la que no se crea.
En algún momento de esta, o de otras vidas, llegará a la persona, por cualquier canal, ya sea por medio de la palabra, de la imagen o de la lectura, una información diferente a lo que la persona está acostumbrada a escuchar, e incluso, diferente y opuesta a la educación recibida. Una información que aunque ya enseñan casi todas las religiones: “Todos somos hijos de Dios”, no llegan, ni de lejos, a entender su verdadero significado. Y no es que no lleguen a entender su significado, es que lo tergiversan. Las religiones presentan a Dios como un Ser vengativo, un Ser castigador, un Ser que perdona si nos hacemos merecedores del perdón, un Ser que premia a los buenos y castiga a los malos. Y curiosamente son “malos”, aquellos que no cumplen los preceptos que los mismos dirigentes de las religiones se han inventado. Dirigentes, que normalmente viven en la opulencia, mientras hay hermanos suyos que no tienen un triste bocado para llevarse a la boca. (Esto lo dicen dos seres, que hasta hace poco estaban sentados a la diestra de Dios Padre, por expresarlo de una manera conocida).
Ser hijos de Dios supone tener sus mismos genes, es decir, tener su misma esencia. Ser hijos de Dios supone ser creadores. De alguna manera, todos estamos interviniendo permanentemente en la Creación. Pero sobre todo, estamos creando nuestra propia vida y el camino de nuestro acercamiento a Dios.  
Aquí es donde entra en juego la Fe. Si creemos que estamos creando nuestra propia vida, entonces creeremos que somos total y absolutamente responsables de nuestra felicidad o nuestra desdicha. A partir de aquí es cuándo podremos poner en marcha los mecanismos necesarios para que todo lo que haya en la vida sea paz, amor, felicidad, alegría, y todo un sinfín de cosas buenas.
Pero aun hemos de seguir el juego de la Fe y creer otras cosas que tampoco se ven. Todas estas sensaciones: paz, amor, serenidad, alegría, etc., pueden estar en nosotros, de la misma manera que puede estar el miedo y el dolor y la tristeza. Todo es un estado interior, TODO ES ENERGÍA, y cualquier persona puede cambiar una energía en otra, es decir, podemos cambiar la tristeza en alegría, podemos cambiar el dolor por amor, podemos cambiar el estrés por serenidad, podemos cambiar el orgullo por humildad. El problema estriba en que, normalmente, no se ve esa energía, y la sociedad nos ha enseñado como Santo Tomás: “A ver para creer”.
Hemos de creer que nada en el exterior de la persona va a conseguir nada, de manera permanente, para que esa persona sea feliz o desdichada. De la misma manera que creemos que para bañarnos hemos de tener contacto con el agua.  
Si para poder llegar a buen puerto, en cualquier aspecto de la vida en la materia, es imprescindible creer en lo que queremos para poner todos los medios a nuestro alcance para conseguirlo, ¿Por qué ha de ser distinto en la vida espiritual? Hemos de creer en lo que realmente somos, hemos de creer que no somos el cuerpo, hemos de creer que somos el alma, que somos una chispa divina, que somos hijos de Dios. A partir de aquí, podremos elegir las herramientas necesarias para conseguir todo aquello que nos propongamos.
Continuará………………..

domingo, 8 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (2)


………. Continuación.
Educar con el ejemplo no es una manera de educar,
es la única.
Albert Einstein
            El mejor método para que un aprendizaje sea real y efectivo es el ejemplo. Sin embargo, el ejemplo es válido para enseñar en el entorno próximo: Los esposos entre sí, los padres con sus hijos, los amigos entre ellos, el jefe con sus empleados, y estos con su jefe, los vecinos en su comunidad, en los medios de transporte, etc., etc. Todos nos relacionamos cada día con un buen número de personas. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es tu influencia en cuantos te rodean? Es mucha, porque la debilidad del carácter en la inmensa mayoría de las personas, hace que estas sean muy influenciables, y las palabras y las acciones de los otros, se incrustan en la conciencia, en forma de envidia, en forma de deseo, en forma de ira contenida, en forma de rabia, en forma de admiración, e incluso de adoración.
La mayoría de los seres humanos tienen hambre de conocimiento y una imperiosa necesidad de ser guiados, y no somos conscientes de que todos somos guías, todos somos maestros. Cada uno en su nivel, porque son necesarios maestros de primaria, de secundaria y profesores universidad. Le toca a cada uno desempañar su papel, en unos momentos de enseñante, y en otros de aprendiz. Hay que dejar que brille la propia luz, para que sirva de faro a los que transitan por el mismo camino, y seguir a la vez la luz de los que han pasado delante de nosotros.
Queremos aprovechar este foro, para tocar en las conciencias de todos los que os asoméis a este ventanal y recordaros que sois espejo para todos los que os rodean, sobre todo vuestros hijos y nietos, vuestra pareja, vuestros amigos. Mantenerlo limpio para que el reflejo sea intenso, y no necesitéis de la palabra cuando ejerzáis de maestros. Con vuestro ejemplo será suficiente.
Recordar que somos energía, y que la energía del pensamiento llega de inmediato, mucho antes que la acción o la palabra. Todos reaccionamos, aunque sea de manera inconsciente, a la energía recibida. No puedes decir blanco con la boca, mientras estás pensando negro. La respuesta no será para el blanco, será para el negro. Pero si eres consecuente y dices y haces  blanco mientras piensas blanco, el aprendizaje será rápido y eficaz.
            Pero si queremos llegar a más personas, a esas que no se encuentran necesariamente en nuestro entorno, es necesaria la palabra, ya sea hablada o escrita.
            Sin embargo, para que la palabra llegue al lugar adecuado y necesario para que surja su efecto, el camino por el que debe transitar, ha de estar preparado. Para entenderlo nos vale la parábola del sembrador, que según el evangelio de San Marcos es como sigue: Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: “He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”.
            La palabra tiene que llegar a un terreno previamente abonado, si no es así, pasa algo que todos conocemos: Cuando se lee o se escucha alguna cosa que impresiona o que sencillamente agrada a la persona, son muchas las personas que deciden llevar a la práctica eso que les ha parecido interesante, para conseguir algo que no tienen en su vida, y que, sin embargo, desean. Pero todo queda en un intento inútil, ya que su decisión es tan débil como una burbuja de aire. La palabra ha llegado, pero la persona no estaba preparada para llevarla a la práctica, básicamente, por su escasa voluntad.
            Pero, no por eso, se ha de dejar de hablar o de escribir. Hay que seguir haciéndolo, y como dice la parábola: “El que tenga oídos para oír, que oiga”, y añadiría: “El que tenga voluntad para hacer, que haga”.
            Para enseñar de nuevo como se hacen las cosas me dijeron que les gusta comenzar por el final, como una especie de atajo, y de la misma manera que los Diez Mandamientos de la Ley de Dios se resumen en dos, sus conceptos se resumen en uno: AMAR. Si se consigue entender el AMOR, (lo cual ya es un poco difícil), y se llega a sentirlo y a manifestarlo, el camino estará concluido para el ser que lo consigue, y ya no tendrá necesidad de una nueva vida. Todo estará aprendido.
¿Cómo es ese AMOR que proclaman? Es algo parecido al amor que siente una madre por su hijo en los primeros meses de vida. El amor que siente una madre por su bebé, en los primeros meses de vida, es distinto al de la misma madre por el mismo hijo en etapas más avanzadas de la vida. En los primeros compases de la vida, en el amor no hay deseo, se da todo, absolutamente todo a cambio de nada, porque no se espera nada del hijo, con que crezca sano y feliz, la mama ya tiene suficiente. El auténtico AMOR sólo desea la felicidad de la persona amada.
  Pues bien, se ha de sentir ese AMOR, por todos los seres que han sido, son y serán en el planeta. Este es el atajo, ya que llegar a sentir ese AMOR, hace innecesario trabajar para eliminar defectos, porque el AMOR los disuelve con su fuerza, de la misma manera que se hace innecesario trabajar virtudes, porque el AMOR las contiene todas.
Continuará………………..

sábado, 24 de agosto de 2013

Es la Voluntad de Dios


            Es posible que pise un terreno resbaladizo con esta entrada, pero hace tiempo que ronda por mi cabeza, lo cual es señal de que debía dejar que transitara desde la cabeza hasta el blog. Si no lo hiciera estaría ocupando un espacio en mi mente, sin dejar que otras ideas ocuparan el lugar correspondiente. Así que le pido a Dios toda la iluminación que decida concederme para explicar lo más claro y sencillo posible el batiburrillo de ideas que aparecen en mi mente sobre Su Voluntad, sobre la Voluntad de Dios.
            Estamos cansados de escuchar y de decir “Es la Voluntad de Dios”, sobre todo cuando algo malo sucede, una enfermedad, un accidente, una muerte, etc. Siempre es la Voluntad de Dios. Sin embargo, cuando lo que sucede es bueno, porque toca la lotería, porque se asciende en el trabajo, entonces es cuestión de valía personal o de suerte.
            Y, sin embargo, tanto los sucesos que calificamos como malos, como los que calificamos como buenos, son idénticos, ya que la calificación sólo proviene de nuestra propia apreciación, de nuestra mente, ambos son Voluntad de Dios, porque todo es Voluntad de Dios.
            Llegados a este punto se me ocurre pensar, y seguro que a vosotros también: “Si todo es Voluntad de Dios, ¿Cómo puede ser su Voluntad tantos asesinatos, tantas enfermedades, tantas guerras, tanta miseria, tanta hambre, tanto dolor?
            Con nuestra mente, potentísima, pero infinitamente diminuta comparada con la Mente de Dios, no podemos llegar a entender ninguno de los Aspectos Divinos, y entre estos aspectos se encuentra la Voluntad de Dios. Aunque nos lo explicaran de la manera más clara posible, no lo entenderíamos, porque es como si lo hicieran en un idioma totalmente desconocido para nosotros, o como si explicaran la fuerza de la gravedad a un bebé de dos meses. Es imposible llegar a entender una millonésima parte de la Grandeza de Dios.
            Los seres humanos solo podemos entender desde nuestra mente, e intentamos entender la Voluntad Divina desde el conocimiento que tenemos de nuestra propia voluntad. La voluntad humana es la facultad de decidir y de ordenar la propia conducta, y esta voluntad interviene para tener la fuerza necesaria para realizar una serie de acciones, y conseguir así una meta.
            Pues bien, lo que los seres humanos entendemos por voluntad, no es, para nada, comparable con la Voluntad Divina. La Voluntad Divina, es lo mismo que el Poder Divino, o el Plan Divino, o la Verdad. La Voluntad de Dios es que todos los seres humanos seamos felices, que todos alcancemos la Verdad cuanto antes mejor, pero en contra de lo que es la voluntad humana, en la que se tiene la fuerza para poner todos los medios al alcance de la persona para conseguirlo, Él no va a mover ni un solo dedo, (permitirme que lo exprese de esta manera), para que así sea, porque Su Voluntad es, el respeto por nuestra libertad o por nuestro libre albedrío.
Y, cuando ante hechos que para nosotros pueden ser trágicos y dolorosos, levantamos los ojos cielo y preguntamos ¿Por qué Dios mío?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué ahora?, lo que debemos hacer es conectar con nuestro corazón, aceptar la situación, (que no quiere decir que no pongamos todos los medios a nuestro alcance para que se solucione lo que parece un problema), y decir “hágase Tu Voluntad”, porque la Voluntad de Dios no es más que el reflejo de nuestro propio “plan de vida”.
Tengo que confesar, que esto que tengo tan claro y que me cuesta tan poco explicar, no está integrado al cien por cien en mi, y a veces, también cuestiono las Maneras de Dios, olvidándome que son las mías propias. Afortunadamente, en algún momento del mismo día llega a mí la verdad, y vuelvo a mi centro.
Cuanto sientas lo mismo, cuando creas que Dios te ha abandonado a tu suerte o que es injusto contigo, respira, lleva la atención a tu corazón, y en poco tiempo sentirás la presencia de Dios y como su mano te acaricia dulcemente, dándote a entender de que comprende tu desesperación y de que está a tu lado, esperando que tu dolor se trueque en paz y en serenidad, sabiendo que cuando llegue ese momento te vas a olvidar de Él y de darle las gracias por su compañía.  

 

lunes, 12 de agosto de 2013

La búsqueda del placer


            Cada persona se siente atraída por ciertos placeres, y cada una conoce las deliciosas sensaciones que encuentra en ellos. Y, por supuesto, durante su vida, corre tras esos placeres. Placeres que ni tan siquiera tienen por qué ser dañinos, salvo que  mantienen atada a la persona a sus sensaciones, la mantiene esclava de esos placeres.
            Pero hay un hecho terrible: tan pronto como se ha obtenido su placer, este se acaba, y otra vez tiene que caminar en su búsqueda, y otra vez llega a él, y otra vez lo pierde, y vuelta a empezar. Parece que no hay placer que dure eternamente.
            Es normal, ¿Cómo puede algo externo satisfacer al ser interno, como pueden las cosas materiales satisfacer al alma? No puede. Nada que corresponda a la materia puede satisfacer al espíritu. Y, sin embargo, la persona sigue corriendo tras esos placeres, llegando a hacer cosas, que la pueden parecer inconcebibles cuando se encuentra en un estado normal, sin la necesidad de sentir la sensación que produce el placer.
            Y la persona va a seguir corriendo tras esos placeres, hasta que llegue su despertar. Puede ser consciente del sometimiento al que el placer la ata, pero la falta voluntad, la voluntad que se tiene cuando se vive desde el alma.
            Puede que la persona crea que ya ha despertado. Es posible, pero sólo en ciertos aspectos. Y es normal, porque alguien que despierta completamente ha terminado su trabajo en la materia.
            Por lo tanto, la necesidad de conseguir ciertos placeros no es más que una demostración de que la persona tiene aun aspectos que trabajar. La eliminación de esa búsqueda es crecimiento, es acercarse al alma. El alma no necesita de ningún placer físico.     
 

miércoles, 2 de enero de 2013

Moneda de cambio


            Siempre nos devuelven el cambio con la misma moneda. Y la misma norma también es aplicable a los cambios emocionales.
            Esa es la razón por la que casi todo el mundo nos trata de la misma manera, diferente de como tratan a otras personas, a las que curiosamente, también todo el mundo coincide en el trato.
            Hay personas a las que se trata con respeto, a otras con desprecio, a otras de manera agresiva, a otras se las ignora, etc., etc., y un buen número de personas coincide en esa forma de trato.
            No es más que la moneda de cambio. La persona a la que se trata con respeto, es, sencillamente, porque se hace respetar; a la que se trata con miedo, es porque eso es lo que inspira, y así sucesivamente, cada persona recibe el trato que merece. Su carta de presentación es la energía que emana, es la energía que la envuelve, y es esa energía lo primero que perciben las personas con las que nos vamos encontrando, es nuestra seña de identidad, es como si fuéramos reclamando un trato determinado.
            De nada vale que la persona triste se ponga la máscara de la alegría, porque la energía que emana no se puede disimular, es de tristeza, por lo que las personas que interaccionan con ella es eso lo que reciben, tristeza, y su reacción inconsciente es responder a lo que recibe, es responder a lo que trata de esconder la máscara.
            Por lo tanto, si el trato que recibes de las personas con las que te vas encontrando, no es lo que deseas, no culpes a los otros, la culpa sólo es tuya. Responden a lo que sale de ti. Si quieres que las personas te traten de diferente manera, sólo has de cambiar tu energía.
            Para ello, observa como es el trato hacia ti de la generalidad de personas que te rodea y comparte tu vida. Es muy posible que creas que el trato que recibes es injusto. No lo es, es lo que estás pidiendo, y si deseas un cambio, en tus manos está modificarlo.
            Analiza “que” y “como” lo recibes, y a partir de ese momento permanece atento a tus pensamientos. Podrás comprobar que en tus hábitos de pensamiento se encuentra la razón primordial del trato que recibes. ¡Cámbialo!, de manera consciente. Respétate a ti mismo, valórate, amate, para que así, los demás, te amen, te valoren y te respeten.
            Ya sé que hay personas que parecen intratables, pero si las observas detenidamente podrás comprobar que la falta de autoestima, o el miedo, o el orgullo, o la soledad, o la tristeza, o las ansias de poder, etc., etc., es lo que permanece de manera permanente en su pensamiento, por lo que la energía que les envuelve, no deja penetrar otras energías. No son conscientes de la vida que fluye a su través y a su alrededor.
            Con estas personas, que parecen intratables, también se puede conseguir que modifiquen su trato. ¡Bendícelas!, bendícelas casi de manera permanente. La energía de la bendición es amor en estado puro, es amor divino, y no hay nada que pueda resistirse a la energía del amor. De esta manera, se crea una conexión de amor entre tu corazón y el suyo, (de momento mientras dura la bendición, pero que se irá fortaleciendo a medida que bendices), que va a hacer que su trato hacia ti sea amable, muy diferente con el que castiga al resto de los mortales.
            Recuerda, “todo es técnica”, esto también, y como cualquier técnica, para conseguir la maestría, necesita de voluntad, trabajo y paciencia.
            Se voluntarioso, trabajador y paciente, y te sorprenderán los resultados.
 

domingo, 2 de diciembre de 2012

La mente dual


            La mente es dual. Por un lado se encuentra la Verdad del Alma, y por otro, la creencia del ego. Pero ¿Dónde y cómo están esa Verdad y esa creencia?
            El ser humano está compuesto de una parte física, que se ve, ya que es el cuerpo que conocemos, y una parte energética, que no puede ser vista nada más que por los clarividentes, formada por una serie de capas, que es lo que denominamos el aura.
            La tercera de esas capas que no podemos ver, es el cuerpo mental. Es en el cuerpo mental donde se encuentran la totalidad de nuestros pensamientos. Esos pensamientos, que son como nubecitas de energía, van pasando al cerebro, que es donde se expresa cada pensamiento. Pero en el cuerpo mental no hay un pensamiento, ni dos, hay miles, de todo tipo, y podrían pasar al cerebro para expresarse cualquiera de ellos; sin embargo, casi siempre pasan los mismos pensamientos, ¿Cuáles?, pues aquellos que estamos habituados a tener, ya que hemos establecido el camino por el que circulan.
            Es aquí donde existe esa dualidad. Entre esos pensamientos están los que se engloban en la Verdad del Alma, y los que podemos denominar las creencias del ego.
            La Verdad del Alma está compuesta por aquellos pensamientos que expresan la Unidad con el Todo, la Unidad con Dios, están los pensamientos de Amor, de Paz, de Alegría, de Felicidad, justo todo eso que la humanidad busca desesperadamente. Pero para desgracia de esa humanidad, esos pensamientos son difíciles de expresar porque los pensamientos de la creencia del ego, al ser una creación del mismo ego, tienen muchísima más fuerza que los primeros, llegando al cerebro una y otra vez, consiguiendo que la persona viva obsesionada por todos esos pensamientos que desfilan por su cerebro sin ningún tipo de control. ¡El ser humano es tan débil!
            Ya sabemos que el ser humano es justo aquello que piensa, somos un producto de nuestros pensamientos. ¿Qué pasaría si en vez de mantener en nuestra mente los pensamientos habituales, de dolor, de división, de separación, de tristeza, de desgracia, de envidias, de críticas, de pobreza, de carencia, de deseos, etc., que son la creencia del ego, tuviéramos pensamientos de alegría, de paz y felicidad, que son las verdades del alma? Pues, sencillamente, que el ser humano aparcaría su dolor, para vivir una vida plena de amor y felicidad, pero no durante algún momento de su día, viviría esa vida plena de manera permanente.
            Conseguir cambiar esos pensamientos, es fácil y difícil a la vez. Es fácil, porque solamente se trata de cambiar el pensamiento, es difícil porque tenemos que establecer un nuevo camino entre el cuerpo mental y el cerebro, y para eso es imprescindible la voluntad. Es difícil, también, porque significa circular en sentido contrario al que circula toda la sociedad, mientras la sociedad circula en un sentido, aquel que quiera cambiar el pensamiento, va a circular en sentido contrario, con el peligro que eso conlleva. La persona que empieza a trabajarse ella misma y comienza a cambiar el pensamiento, equivale para el rebaño social, a un loco, a militar en una secta, a ser raro, a un sinfín de cosas más. Pero, ¡Qué importa!, que se queden criticando mientras viven su infelicidad, y vivamos nosotros la felicidad.
Establecer ese nuevo camino supone “ser consciente” de todo aquello que va llegando al cerebro para sustituir de manera consciente cada pensamiento del ego, por los pensamientos que nos acercan al alma: Yo Soy el Alma, Yo Soy uno con todos, Yo Soy felicidad, Yo Soy abundancia, Yo Soy salud, etc. Mantener la conciencia en esto, es un trabajo arduo, que puede ir decreciendo con el paso de los días.
Una buena manera de recordarlo, es ir colocando pegatinas por la casa, en la que aparezca un recordatorio, por ejemplo: “estoy tratando de conectar con mi Alma”. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Santa Bárbara bendita.


Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, de la misma manera que levantamos la vista al cielo suplicando, casi exigiendo, ayuda a Dios cuando tenemos algún problema, y casi nunca parece que obtenemos respuesta o ayuda. Aunque realmente, sólo lo parece, ya que Dios sabe de nuestro problema, incluso antes de que aparezca, y siempre nos va guiando, aconsejando, recordando. Lo que pasa es que la Voz de Dios es siempre débil en nosotros. Es tan fuerte la voz del ego que no nos permite escuchar ninguna otra voz, y mucho menos la Voz de Dios que es como un débil susurro en medio del fragor de la batalla de la mente.
¿Qué hacer, entonces, para encontrar ayuda a nuestros problemas? Con tanto ruido en nuestra mente, es claro, que levantar la vista al cielo y suplicar a Dios no es suficiente, hablar o escuchar no es suficiente, asistir a cursos o talleres no es suficiente, leer no es suficiente, incluso meditar tampoco lo es. ¿Qué hacer?
Desde pequeños vamos desarrollando una mente dual. Por un lado anida en ella la Voz de Dios, o la Voz del Alma y, por otro lado, va creciendo y haciéndose cada día más fuerte, la creencia del ego. Tan fuerte llega a ser la creencia del ego, que arrincona, cada vez más, a pasos agigantados, a la Voz del Alma.
En esas condiciones, es normal que todo lo que escuchemos en nuestro interior sea nuestra propia voz, ya que es nuestra propia creación, fruto de nuestras creencias y de los condicionamientos sociales enseñados por nuestros educadores, que determinan, la madurez o inmadurez de nuestro propio carácter, que es el guía de nuestro pensamiento, de nuestra palabra y de nuestras acciones.
Para no tener que levantar la vista al cielo cada vez que nos acosa algún problema, lo mejor sería no permitir que  se presentara el problema, pero como eso, parece una misión imposible, sólo nos queda encontrar la fórmula para sobrevivir al problema, la fórmula para sobrevivir a la vida. Aunque si encontramos la fórmula para sobrevivir al problema, podríamos ir más allá, y utilizar la fórmula para conseguir, de una vez y para siempre, la paz interior, la serenidad y la felicidad.
La fórmula que nos va a permitir todo eso, es simple. Sólo tenemos que ser conscientes de la dualidad de la mente: Queremos sentir a Dios, pero nos falta voluntad y coraje para separarnos de nuestra propia creación, el ego.
Si conseguimos ser conscientes de la dualidad de la mente, sin dejarnos arrastrar por nuestra arrogancia y nuestras propias contradicciones, habremos dado un gran paso, el primero. En ese paso, el ego comienza a debilitarse, abandona la lucha, que es justamente lo que le hace fuerte, y así estaremos en condiciones de dar el siguiente paso. El segundo paso es “elegir” la otra Voz que aparece en la mente, la Voz de Dios. Únicamente con la elección, la Voz comienza a fortalecerse, a la par que se debilita la voz del ego.
Después de esto sólo es necesaria la voluntad para no ceder al chantaje que, de buen seguro, va a presentar el ego. De aquí, a escuchar la Voz del Alma, será “coser y cantar”.

sábado, 10 de noviembre de 2012

La carrera de la vida


            En un momento del tiempo, el alma decide su vuelta a la materia para retomar su aprendizaje, en el mismo punto en que quedó al finalizar su encarnación anterior, y se reúne con los Señores del Karma para terminar de organizar la que será la nueva vida: El lugar de nacimiento, la familia, los amigos, los diferentes encuentros, el Karma a liberar, el aprendizaje a recibir o la enseñanza a realizar.
            Y para eso, de la misma manera, que una vez en la Tierra el cuerpo elige el vestido adecuado para salir a la calle, el alma elige la vestimenta adecuada para el trabajo a realizar, y se reviste de materia, con forma de hombre o de mujer.
            Durante mucho tiempo he pensado que era una pérdida de tiempo inútil todo el tiempo que tardábamos en crecer, desde nuestro nacimiento hasta la edad adecuada en la que comenzamos a poder ser conscientes de la vida, pero ahora sé, que ese es también un tiempo de experiencia para el alma, un tiempo de aprendizaje total, un tiempo en el que permitimos a otros, casi siempre nuestros padres, para que liberen parte de su Karma, un tiempo para liberar Karma propio.
            La vida es como una carrera de obstáculos que vamos corriendo por diferentes pistas a la vez. Es como si en una carrera fuéramos el mismo corredor por las diferentes calles, y en cada una de ellas, vamos avanzando en todas las experiencias que el alma ha decidido vivir en la presente vida.
            Cada calle podría tener un nombre, aunque siempre distinto para cada persona: En una calle avanzamos para trabajar la voluntad, en otra la paciencia, en otra el orgullo, en otra……., etc., etc. Y es claro que en todas las pistas no vamos a llegar a la par, podemos avanzar rápidamente en unas y más lentamente en otras, podemos finalizar la carrera en unas y casi no comenzar en otras.
            La carrera finalizada, perdurará por siempre, será un aprendizaje aprendido para toda la eternidad; y aquellas otras que queden pendientes volverán en nuestra mochila en la próxima encarnación. Ninguna va a quedar en el olvido.
            Todos vamos a completar todas las asignaturas, unos antes, otros después. Y teniendo en cuenta los obstáculos con los que nos encontramos, ¿Por qué tratamos de pasarlos todos cuanto antes? 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Rediseñar la vida

            ¿Alguna vez te has sentado a la orilla de un río para contemplar como corre el agua por su cauce? El agua que iba pasando, lenta o rápida, por delante de ti, nunca era la misma, siempre era distinta. Lo podrías comprobar si algo flotara en el agua, pasaría por tu espacio visual, sin detenerse ni un instante. Así es la vida, siempre continua, sin detenerse, como el fluir del agua por el cauce del río.
            Y si la vida no se detiene, ¿Por qué intentamos detenerla nosotros, quedándonos anclados en sucesos del pasado, en palabras que alguien nos ha dirigido, o sencillamente en nuestros propios pensamientos?, ¿Qué pasaría si construyéramos en el río una especie de brazo, por el que el agua fluyera para ir a dar a algún lugar donde quedara estancada?, pues que al cabo del tiempo, el agua estancada comenzaría a descomponerse. Se volvería putrefacta y maloliente.
            Ocurre exactamente lo mismo cuando detenemos, en nosotros, el libre fluir de la vida.  Por un lado, nos perdemos vivir la vida, no estamos en su cauce, y la vivimos de manera tangencial, viéndola pasar desde el punto en que nos encontramos detenidos, no la vivimos plenamente. Y por otro lado, en ese permanecer estancados, estamos alimentando nuestro cuerpo físico con la energía estancada, que como el agua, también se pudre. Ahí surge la enfermedad, ya sea física, mental o emocional.
            Nuestra percepción de la vida, no es entonces clara. La vemos y la vivimos a través de nuestra aura, que es tan putrefacta y maloliente como el agua estancada; la observamos a través de nuestros pensamientos, que también permanecen detenidos en algún punto del pasado, y entonces, podemos calificar a la vida, posiblemente, como mala, triste, dura, etc., según sean los propios pensamientos; la sentimos a través de nuestras emociones, que atados a nuestros pensamientos, son incapaces de vivir una vida plena.
            Ante eso, sólo nos queda, para vivir la realidad de la vida, salir del punto donde nos quedamos estancados, y volver al cauce de la vida para seguir su fluir, como un corcho que flotara en la corriente del río.
            Es bueno para no quedarnos anclados en algún punto del pasado, rediseñar la propia vida. Siéntate en soledad y en silencio, con un papel y un lápiz, y honestamente, comienza a rediseñar tu vida, comienza a escribir como es la vida que te gustaría vivir: Lugar de residencia, tipo de vivienda, trabajo, relaciones, etc., etc., etc.
Una vez hecho, compáralo con la vida que vives. Es posible que llegues a la conclusión de que tu vida actual, de seguir en las mismas condiciones, no tiene ningún aliciente. Cuando la realidad, es que cada instante de vida siempre es nuevo, siempre es pleno, siempre está lleno de alicientes, de sincronicidades, de alegrías. Cada instante de vida, vivido plenamente, es un instante menos que nos queda para llegar a gozar de nuestra plena divinidad, sin estar atados al cuerpo, sin estar atados a la materia, que tan difícil hace nuestro recorrido.
            A partir de ahí, está en tus manos hacer realidad la vida escrita en el papel. Recuerda que, en la actualidad, estás viviendo la vida que en algún momento decidiste vivir. Cada acción genera una reacción. Tu vida de hoy, es fruto de tus acciones del pasado. Si tu vida actual no coincide con el nuevo diseño, comienza a trabajar, “con valentía”, para conseguir esa nueva vida. Olvídate de lo que digan o piensen los demás. Tu felicidad sólo depende de ti, no de lo que otros digan o piensen.

lunes, 13 de febrero de 2012

Alma, cuerpo, deseo, emoción

            Hay algo que ronda en mi interior desde hace días, o meses, y soy incapaz de ponerle palabras. Es un estado de ánimo, es algo que sabes y que no sabes cómo, ni por qué lo sabes. Tengo la misma sensación de cuando tienes un nombre o una palabra en la punta de la lengua y no termina de salir, o de cuando despiertas de un sueño, que con los ojos aun cerrados sabes que has soñado, pero en cuanto abres los ojos el sueño desaparece.
            Es algo que conocía intelectualmente, pero que aun no había hecho carne, es decir, que no era algo consustancial de mi carácter. Es algo muy sutil, es la disminución, que aún no la eliminación, de emociones, tanto las que suponen alegría o exaltación del estado de ánimo, como las que arrastran a la persona a un estado de impotencia o tristeza.
            Aun no sé cómo ha llegado esa disminución de emociones. Aunque en realidad más que una disminución de emociones es la constatación de que “todo está bien”, es el no ponerle vías a la vida y dejar que discurra por sí sola,  es la eliminación o disminución del deseo, es no esperar cosa alguna de algo o de alguien, es dejar que todo llegue sin haber realizado un pronóstico previo. Es vivir sin más, y además vivir feliz.   
            ¿Cómo llegar a este punto? El factor más importante pasa por ser conscientes de la vida:
-          Es primordial saber quién eres. Tienes que tener claro que eres un alma que durante una temporada has decidido vivir en la materia. Pero este concepto ha de estar total y absolutamente claro. No vale tener claro el concepto sólo intelectualmente, tiene que estar asimilado y ser una característica del carácter. Para llegar a vivir desde el alma se ha de trabajar con constancia en dos direcciones:
a)      Entrar, cada vez con más frecuencia, en nuestro interior, donde se encuentra todo el conocimiento del alma. Eso se consigue meditando, y
b)      Ser conscientes cuando vivimos desde el cuerpo, para rectificar y vivir desde el alma de manera consciente, para que se vaya grabando en nuestros chakras dicha manera de actuar.  
-          Es también importante ser consciente de tus pensamientos. Ahí están los deseos, están las expectativas, están las críticas, están los juicios. Ante cualquier deseo, hazte estas preguntas: ¿Qué gana mi alma con la consecución o no consecución de ese deseo?, y si dejo mi cuerpo dentro de una hora ¿Para qué quiero conseguir nada? Son preguntas que yo me he estado haciendo durante tiempo.
-          También puedes meditar en el chakra del alma, situado a treinta centímetros por encima de tu cabeza; incluso puedes ir repitiendo: “Yo soy el alma”. El chakra se activa, aparecerá una llama dorada encima de tu cabeza, y te mantendrás más unido a tu Alma Superior.
A la hora de la verdad todo son técnicas. Casi nada se aprende y se consigue por generación espontanea. De nada vale leer, ni escuchar, si no practicas. Todo conlleva su trabajo, aprender a andar, a leer, aprender un oficio,  aprender a conducir, poder comer cada día y pagar un techo donde cobijarnos. Todo requiere trabajo, dejar de vivir desde el cuerpo con ¿sufrimiento?, y vivir ¿felices? desde el alma, también.