El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 2 de diciembre de 2012

La mente dual


            La mente es dual. Por un lado se encuentra la Verdad del Alma, y por otro, la creencia del ego. Pero ¿Dónde y cómo están esa Verdad y esa creencia?
            El ser humano está compuesto de una parte física, que se ve, ya que es el cuerpo que conocemos, y una parte energética, que no puede ser vista nada más que por los clarividentes, formada por una serie de capas, que es lo que denominamos el aura.
            La tercera de esas capas que no podemos ver, es el cuerpo mental. Es en el cuerpo mental donde se encuentran la totalidad de nuestros pensamientos. Esos pensamientos, que son como nubecitas de energía, van pasando al cerebro, que es donde se expresa cada pensamiento. Pero en el cuerpo mental no hay un pensamiento, ni dos, hay miles, de todo tipo, y podrían pasar al cerebro para expresarse cualquiera de ellos; sin embargo, casi siempre pasan los mismos pensamientos, ¿Cuáles?, pues aquellos que estamos habituados a tener, ya que hemos establecido el camino por el que circulan.
            Es aquí donde existe esa dualidad. Entre esos pensamientos están los que se engloban en la Verdad del Alma, y los que podemos denominar las creencias del ego.
            La Verdad del Alma está compuesta por aquellos pensamientos que expresan la Unidad con el Todo, la Unidad con Dios, están los pensamientos de Amor, de Paz, de Alegría, de Felicidad, justo todo eso que la humanidad busca desesperadamente. Pero para desgracia de esa humanidad, esos pensamientos son difíciles de expresar porque los pensamientos de la creencia del ego, al ser una creación del mismo ego, tienen muchísima más fuerza que los primeros, llegando al cerebro una y otra vez, consiguiendo que la persona viva obsesionada por todos esos pensamientos que desfilan por su cerebro sin ningún tipo de control. ¡El ser humano es tan débil!
            Ya sabemos que el ser humano es justo aquello que piensa, somos un producto de nuestros pensamientos. ¿Qué pasaría si en vez de mantener en nuestra mente los pensamientos habituales, de dolor, de división, de separación, de tristeza, de desgracia, de envidias, de críticas, de pobreza, de carencia, de deseos, etc., que son la creencia del ego, tuviéramos pensamientos de alegría, de paz y felicidad, que son las verdades del alma? Pues, sencillamente, que el ser humano aparcaría su dolor, para vivir una vida plena de amor y felicidad, pero no durante algún momento de su día, viviría esa vida plena de manera permanente.
            Conseguir cambiar esos pensamientos, es fácil y difícil a la vez. Es fácil, porque solamente se trata de cambiar el pensamiento, es difícil porque tenemos que establecer un nuevo camino entre el cuerpo mental y el cerebro, y para eso es imprescindible la voluntad. Es difícil, también, porque significa circular en sentido contrario al que circula toda la sociedad, mientras la sociedad circula en un sentido, aquel que quiera cambiar el pensamiento, va a circular en sentido contrario, con el peligro que eso conlleva. La persona que empieza a trabajarse ella misma y comienza a cambiar el pensamiento, equivale para el rebaño social, a un loco, a militar en una secta, a ser raro, a un sinfín de cosas más. Pero, ¡Qué importa!, que se queden criticando mientras viven su infelicidad, y vivamos nosotros la felicidad.
Establecer ese nuevo camino supone “ser consciente” de todo aquello que va llegando al cerebro para sustituir de manera consciente cada pensamiento del ego, por los pensamientos que nos acercan al alma: Yo Soy el Alma, Yo Soy uno con todos, Yo Soy felicidad, Yo Soy abundancia, Yo Soy salud, etc. Mantener la conciencia en esto, es un trabajo arduo, que puede ir decreciendo con el paso de los días.
Una buena manera de recordarlo, es ir colocando pegatinas por la casa, en la que aparezca un recordatorio, por ejemplo: “estoy tratando de conectar con mi Alma”. 

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