Extracto del libro “Curación esotérica”
Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)
La muerte es literalmente el retiro de las
dos corrientes de energía del corazón o de la cabeza, produciendo en
consecuencia la pérdida total de la conciencia y la desintegración del cuerpo.
La muerte difiere del sueño en que ambas corrientes de energía son retiradas,
pues durante el sueño sólo es extraído el hilo de energía “anclado” en el
cerebro; cuando esto ocurre, el hombre queda inconsciente. Significa que su
conciencia o sentido de percepción está enfocado en otra parte. Su atención no
está ya dirigida hacia las cosas tangibles y físicas, sino que se traslada
hacia otro mundo del ser y se centraliza en otro mecanismo. Durante la muerte,
ambos hilos son retirados o unificados con el hilo de la vida. La vitalidad ya
no penetra a través de la corriente sanguínea, el corazón deja de funcionar y
el cerebro de registrar, entonces desciende el silencio. La morada queda
desierta. La actividad cesa, excepto esa asombrosa e inmediata actividad que es
prerrogativa de la materia misma y se expresa en el proceso de descomposición.
Desde ciertos aspectos, ese proceso indica la unidad del hombre con todo lo
material, demuestra que forma parte de la naturaleza misma, queriendo
significar con la palabra naturaleza el cuerpo de la Vida Una en Quien
“vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. Las palabras -vida, movimiento y
ser- encierran toda la historia. Ser es percepción, autoconciencia y
autoexpresión, y los símbolos esotéricos son la cabeza y el cerebro del hombre.
Vida es energía, deseo en la forma, coherencia y adhesión a una idea, siendo
los símbolos esotéricos el corazón y la sangre. Movimiento indica integración y
respuesta de la entidad existente, consciente y viviente dentro de la actividad
universal, siendo el estómago, el páncreas y el hígado, sus símbolos.
Debe observarse también que la muerte se
produce bajo la dirección del ego, no importa si el ser humano es inconsciente
de tal dirección. En la mayoría, el proceso ocurre automáticamente, pues
(cuando el alma aparta su atención) la reacción inevitable en el piano físico
es la muerte, ya sea por la abstracción de los dos hilos, de la vida y de la
energía razonadora, o por la abstracción del hilo de energía cualificado por la
mentalidad, dejando que la corriente de vida funcione todavía a través del
corazón, pero sin un conocimiento inteligente. El alma se halla en otro lugar,
ocupada en su propio plano con sus propios asuntos.
Tratado sobre Magia Blanca, págs.
360-361.
En el cuerpo humano, como sabemos,
tenemos un cuerpo vital subyacente, interpenetrante, contraparte del físico,
más grande que éste, denominado cuerpo doble o etérico. Es un cuerpo de energía
y está compuesto de centros de fuerzas y nadis, o hilos de fuerza, los cuales
subyacen en el sistema nervioso -los nervios y los ganglios nerviosos- o son la
contraparte. En dos lugares del cuerpo humano hay orificios de salida, si puedo
emplear una frase poco eufónica. Uno está ubicado en el plexo solar y el otro
en el cerebro, en la cima de la cabeza. Ambos están protegidos por una tupida
trama de sustancia etérica, compuesta de hebras entrelazadas de energía vital.
En el proceso de la muerte la presión de
la energía vital, golpeando contra la trama, produce eventualmente una puntura
o abertura. Por ella sale la fuerza vital, a medida que aumenta la potente
influencia abstrayente del alma. En el caso de animales, niños, hombres y
mujeres, totalmente polarizados en los cuerpos físico y astral, la puerta de
salida es el plexo solar, rasgándose la trama y permitiendo la salida de la
fuerza vital. En el caso de tipos mentales, de unidades humanas altamente
evolucionadas, se rasga la trama de la cima de la cabeza en la zona de la
fontanela, permitiendo así la salida del ser racional pensante.
En
el proceso de la muerte, por lo tanto, dos son las salidas principales: el
plexo solar para los seres humanos astralmente polarizados y físicamente
predispuestos, por lo general la gran mayoría, y el centro coronario para los
seres humanos mentalmente polarizados y espiritualmente orientados.
Éste es el primer y más importante factor que debe recordarse, y fácilmente se
verá que la tendencia de la vida y su enfoque de atención determinan la forma
de salida al morir. También se podrá ver que el esfuerzo para controlar la vida
astral y la naturaleza emocional y para orientarse hacia el mundo mental y las
cosas espirituales, tiene un efecto muy importante sobre los aspectos
fenoménicos del proceso de la muerte.
Si el estudiante piensa con claridad, le
será evidente que una salida concierne al hombre espiritual y altamente
evolucionado, mientras que la otra, al ser humano de grado inferior, que apenas
ha salido de la etapa animal. ¿Qué sucede entonces con el hombre común? Existe
una tercera salida, empleada ahora temporariamente; exactamente debajo del
ápice del corazón hay otra trama etérica que cubre un orificio de salida. Por
lo tanto, la situación es la siguiente:
1. La salida por la cabeza, es utilizada por
los intelectuales, los discípulos y los iniciados del mundo.
2. La salida por el corazón, es utilizada por
la mujer o el hombre bondadoso, bien intencionados, buen ciudadano, amigo
inteligente y trabajador filantrópico.
3. La salida por la zona del plexo solar, es
utilizada por las personas que poseen una fuerte naturaleza animal.
Ante todo, debe haber silencio en la
habitación. Esto sucede con frecuencia. Debe recordarse que, por lo general, la
persona moribunda está inconsciente. Tal inconsciencia no es real sino
aparente. De novecientos casos sobre mil conservan la percepción cerebral con
plena conciencia de los acontecimientos, pero existe una paralización de la
voluntad para expresarse e incapacidad para generar la energía que indica
vivencia. Cuando el silencio y la comprensión reinan en la habitación del
moribundo, el alma que parte puede mantener con lucidez la posesión de su
instrumento hasta el último instante, y prepararse debidamente.
En
el futuro, cuando se sepa más acerca de los colores, sólo se permitirá la luz
anaranjada en la habitación de un moribundo, que será instalada con una
ceremonia apropiada y cuando no haya posibilidad de restablecimiento. El color
anaranjado ayuda a enfocarse en la cabeza, así como el color rojo estimula el plexo
solar y el verde tiene un definido efecto sobre el corazón y las corrientes de
vida.
Ciertos tipos de música podrán ser
empleados cuando se conozca algo más respecto al sonido, pero no tenemos aún
una música que facilite al alma el trabajo de retirarse del cuerpo, aunque se
hallará que ciertas notas del órgano son eficaces. Si se emite la misma nota de
la persona en el momento exacto de la muerte, se coordinarán las dos corrientes
de energía que eventualmente cortarán el hilo de vida, pero este conocimiento
es demasiado peligroso para ser transmitido y sólo podrá revelarse más
adelante. Quisiera indicar las líneas que seguirán los futuros estudios esotéricos.
Se hallará también que la presión sobre
ciertos centros nerviosos y ciertas arterias facilitará el trabajo, y que esta
ciencia de la muerte se mantiene en custodia en el Tíbet, como bien saben
muchos estudiantes. Será muy útil y eficaz ejercer presión sobre la vena
yugular y ciertos grandes nervios de la zona de la cabeza y en un punto
especial de la médula oblongada. Más adelante será elaborada inevitablemente
una ciencia definida de morir, pero sólo cuando sea reconocida la existencia
del alma y haya sido científicamente demostrada su relación con el cuerpo.
También serán empleadas frases mántricas
definidamente plasmadas en la conciencia de la persona moribunda, por quienes
están a su alrededor, o empleadas deliberada y mentalmente por ella misma. El
Cristo lo demostró cuando exclamó: “Padre, en Tus manos encomiendo Mi
espíritu”. Tenemos otro ejemplo en las palabras: “Señor, ahora dejarás a tu
siervo irse en paz”. El constante empleo de la Palabra Sagrada entonada en voz
baja o en una nota especial (a la cual podrá responder el moribundo) más
adelante constituirá también una parte del ritual de transición, acompañado por
la unción de aceite según se practica en la Iglesia Católica. La Extrema Unción
tiene una base oculta y científica. La cima de la cabeza del moribundo debería
estar apuntando simbólicamente hacia el este, y las manos y los pies cruzados.
Únicamente deberá quemarse madera de sándalo en la habitación y no se permitirá
ninguna otra clase de incienso, porque el sándalo es el incienso del Primer
Rayo o Destructor y el alma está en el proceso de destruir su morada.
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