El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 20 de mayo de 2023

Un nuevo y, a la vez, viejo paradigma

 


Viernes 19 de mayo 2023

 

          Me he pasado la vida persiguiendo sueños ficticios, obsesionado por cumplir los deseos que le dieran satisfacción a mi ego, tratando de conseguir objetivos imposibles, para llegar a cruzar una meta inalcanzable. Meta que, ahora sé, solo era un espejismo tan engañoso como los sueños.

          Sin embargo, por diversas circunstancias de la misma vida, esa vida que transcurre a mi alrededor, sin ser muy consciente de ella, por encontrarme ocupado en la persecución de los sueños, ha desaparecido el piso sobre el que corría hacia la nada, incentivado por la creencia de una misión ilusoria.

          De la noche a la mañana me quedé sin tiempo para las cuestiones espirituales, que pensaba eran la razón más importante de mi vida, y tuve que dedicarme a cuestiones materiales, como son el realizar, a tiempo completo, todas las tareas de la casa. Es como si estuviera en una nueva línea de salida.  

          Desconcertado, sin piso sobre el que mantenerme, mirando a derecha e izquierda, sin entender nada, tratando de encontrar una respuesta que, como es lógico, no ha llegado, he hecho lo único que se me ha ocurrido: He mirado hacia dentro.

 

Sábado 20 de mayo 2023

 

      Al principio todo era oscuridad y silencio, sin embargo, poco a poco, la oscuridad comenzó a clarear y el silencio fue como una invitación para iniciar un diálogo.

-    Todo comenzó con un- ¿Por qué?

-  Y desde esa parte de mi mente, esa que, de vez en cuando, parece conocer una verdad diferente disintiendo de la otra parte, donde reside el miedo, la duda, la soberbia o las creencias erróneas, contestó al agónico porqué- Tú te crees que la vida es una autopista que te va a llevar a Dios realizando las tareas que tú mismo te has asignado y no es así.

-    Y ¿cómo es entonces?, -pregunté sorprendido

- Para cada persona es diferente, pero todos tenéis algo en común: Sois seres espirituales habitando un cuerpo y todo el trabajo se ha de hacer desde el cuerpo.

>> Es posible que tu etapa de sanador esté finalizando o necesite un cambio. En el último año, tú mismo lo has pensado más de una vez, pero no te has atrevido ni a dejarlo, ni a reducirlo, ni a realizar ninguna variación. Parece que la vida se ha encargado de hacerlo obligándote a realizar todas las tareas de la casa, incluida la atención a tu hijo.

-  No terminaba de estar de acuerdo con las respuestas que yo mismo me estaba dando, -Pero antes de esto ya hacía una buena parte del trabajo de la casa.

-    Es cierto, pero en tu fuero interno considerabas que no era esa tu función y que lo que estabas haciendo era ayudar en la casa. Incluso, en algunas ocasiones, sobre todo los días que tenías más terapias, renegabas, en tu interior, por tener que planchar o cocinar o ir al super.

>> Tú sabes, porque, además, lo predicas, que la familia es una unidad integral, por lo tanto, no hay tareas específicas del hombre o de la mujer. Todo es de los dos y, tienes que realizar, con la misma alegría una terapia que cocinar una tortilla de patatas.

 >> Tienes muchas ganas de terminar tu andadura en la materia, pero, también, sabes, que eso no sucederá mientras no ames todo y a todos, de manera incondicional. O ¿acaso creías que meditando cuatro horas al día y realizando varias terapias ya lo tenias todo hecho? No. No funciona así. Puedes no realizar terapias, ni meditar, ni orar y, sin embargo, no volver a encarnar, si todo lo que haces, lo haces con amor.

>> Recuerda las palabras de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.

>> Por lo tanto, plancha con amor, limpia con amor, cocina con amor. ¿Lo tienes claro?

-    Si.

lunes, 8 de mayo de 2023

El primer pensamiento

 


Argimiro se sentía confuso. Estaba escuchando un pitido penetrante, que le parecía ensordecedor, cuando hacía solo un instante que corría, desesperado, gritando como un poseso, detrás de un autobús, que había emprendido la marcha, dejándolo en tierra, perdido, en una carretera en mitad de la nada.

El conductor había informado a los viajeros que realizaban una parada, de diez minutos, para que los ocupantes pudieran estirar las piernas, que ya permanecían medio adormecidas después de 10 horas sin moverse del asiento. Argimiro caminó junto con sus compañeros de viaje, a un lado y a otro del vehículo y, antes de volver a subir, se adentró en el bosque, que se encontraba al lado de la carretera, hasta unos árboles cercanos, para descargar su vejiga que estaba a punto de reventar.

Ese autobús tenía que haberle llevado hasta el aeropuerto para abordar un avión que le iba a devolver a su país, después de seis meses alejado de él por cuestiones laborales y, por ende, alejado, también, de su familia.

Tuvo que cesar en su desenfrenada carrera porque el vehículo desapareció de su campo de visión y comprendió que era ridículo seguir corriendo, ya que nunca le daría alcance y, estaba claro que, el conductor no se había percatado de que había dejado a un pasajero en tierra y, tampoco se dio cuenta del loco que corría con tanto desespero.

Esto era dramático, porque no sabía donde estaba, no sabía cuando pasaría otro autobús y, aunque pasara, no iba a llegar a su vuelo.

El estridente sonido no le dejaba concentrarse para encontrar la solución a su problema. Pensó que el sonido se parecía mucho a la alarma de un despertador y, de manera inconsciente, estiró su brazo, hasta tropezar con algo. No entendía nada, pero se trataba de su reloj despertador. De un golpe detuvo la alarma y, de repente, se hizo el silencio.

Aun tardó unos segundos en ser consciente de que estaba teniendo un sueño, tan desagradable, que lo podía calificar de pesadilla. Cuando abrió los ojos y reconoció su habitación, respiró aliviado.

-    Todo ha sido un sueño, -pensó-, que descanso, estoy en casa.

El mismo reloj que le había despertado proyectaba una luz roja hasta el techo de la sala. Eran las 5:30, la hora en la que se levantaba cada mañana para iniciar un nuevo día. Todavía desconcertado tardó unos momentos en ser consciente de que era martes y no le quedaba más remedio que levantarse.

Su mente, siempre alerta, para llevarle por los vericuetos más oscuros de la existencia, comenzó a presentarle un pensamiento tras otro, con una velocidad que solo puede conseguir una mente humana, y exhibiendo, en cada nuevo pensamiento, aún más miseria, más miedo, más impotencia y más rechazo a la vida, que el pensamiento anterior.

  Argimiro, todavía impresionado por la conmoción de la pesadilla que había vivido en su sueño, dejó que esos lúgubres pensamientos fueran tomando el poder de su nuevo día:

-    Otro día más. Igual que el de ayer o anteayer. Igual que el que será mañana. ¡Qué asco de vida!, ¡qué aburrimiento!

<< ¿Dónde estará el aprendizaje?

<< Con una vida tan monótona y aburrida, ¿Para qué vivir?

La mente lo estaba consiguiendo. Las emociones que comenzaba a sentir Argimiro estaban en consonancia con sus pensamientos: Ansiedad, miedo, ira, tristeza.

Pero, en algún momento, antes de salir de la cama, apareció, en la misma mente que le estaba destruyendo, un punto de lucidez:

-    Si sigo regodeándome en los mismos pensamientos, creo que voy a tener que correr al baño para vomitar. ¡Tengo que cambiar el discurso!

<< Mi vida, hoy martes, no va a cambiar y va a ser la misma con cualquier pensamiento, pero estos pensamientos nefastos me están destrozando emocionalmente. Lo mejor que puedo hacer es cambiarlos.

<< Creo, además, que con la energía de miseria que estoy generando lo único que voy a conseguir es atraer más miseria. Y no quiero más miseria, ya tengo suficiente, quiero ser bendecido por la paz, por la serenidad, por la alegría, por la abundancia, por el amor.

Y así, Argimiro comenzó a repetir, al principio casi con desespero y al cabo de pocos minutos de manera más serena: Gracias por las infinitas bendiciones que estoy recibiendo a cada instante. Él sabía que no era cierto o, al menos, no era consciente de esas bendiciones, ¿o sí?, porque el tener una casa, una cama donde dormir, agua corriente, un frigorífico con comida, salud para él y su familia, etc., etc., bien podían considerarse como bendiciones.

La realidad es que, poco a poco, el pensamiento consciente, de agradecimiento, comenzó a ocupar su cerebro, dejando en el olvido los nefastos pensamientos con los que se había despertado y, sus emociones, en consonancia con el pensamiento, se fueron transmutando de tristeza a paz, de ira a humildad y de ansiedad y miedo a tranquilidad.

Ya estaba preparado para un nuevo día.

Dejó por un momento de agradecer y casi, de inmediato, surgió un nuevo pensamiento:

-    Argimiro, ¿no has pensado que, bien pudiera ser que tu aprendizaje se encuentre, precisamente, en la repetición de tus días?

<< Hagas lo que hagas, que sea con alegría, sin juzgar la razón de porqué lo haces, sin criticar a ninguna otra persona, sirviendo a tu familia con amor, con paciencia. Y, todo eso, que no sean solo tus acciones, sino, también, que lo sea tu palabra, que lo sea tu pensamiento. Sé coherente, piensa, habla y actúa de la misma manera, y colócate en los zapatos no solo de tu familia, sino en los de todo aquel que se cruce en tu camino.

 << No tiene ningún mérito realizar la acción más extraordinaria en el mundo, si en tu interior estás renegando de algo o de alguien. No tiene ningún valor. Tu evolución será nula y tus días se repetirán una y un millón de veces, en esta y en las siguientes vidas, hasta que seas coherente con el amor.