Nunca he comprendido,
del todo, la euforia que envuelve la Nochevieja. A pesar de haber participado
en algunas de esas celebraciones, aunque la verdad es que no han sido muchas.
Podría contar todas las veces con los dedos de las manos, y aún me sobrarían
algunos.
Me he sumergido en la
historia buscando el origen de una festividad tan arraigada en nuestras
culturas. Mi investigación me llevó a la antigua Mesopotamia, donde se estima
que la primera celebración de fin de año tuvo lugar alrededor del año 2000
a.C., coincidiendo con la primavera y las nuevas cosechas. Los mesopotámicos
celebraban el Akitu, un festival que duraba doce días y marcaba el inicio de un
nuevo ciclo agrícola.
Avanzando en el
tiempo, llegamos a la antigua Roma. En el año 46 a.C., el emperador Julio César
instauró el calendario juliano, fijando el 1 de enero como el primer día del
año en honor a Jano, el dios de los comienzos y los umbrales. Las festividades
incluían sacrificios y brindis con vino, buscando la protección de Jano.
Hoy en día, no
celebramos el comienzo de un ciclo agrícola ni pedimos la protección de un
dios. Nos limitamos a despedir un año y a dar la bienvenida al siguiente, con
la esperanza de que sea mejor y de que se cumplan los deseos que hemos
acumulado a lo largo de los años. Y me pregunto, ¿alguna vez se han cumplido
todos esos deseos? ¿Por qué habrían de cumplirse este año? ¿Será porque 2025
marca un cuarto de siglo? ¿O quizás porque la suma de sus cifras da como
resultado el número 9, que en numerología simboliza el final de un ciclo y la
preparación para un nuevo comienzo?
No,
amigos. Lamento ser el portador de malas noticias, pero me temo que vuestros
deseos no se van a cumplir por arte de magia. A menos que... a menos que
trabajéis arduamente para que se hagan realidad, porque ellos no se
materializarán por sí solos.
La vida no funciona de
esa manera. No basta con pedirlo y esperar. Recordad el dicho: “A Dios rogando
y con el mazo dando”.
Además, hay una
condición esencial de la que sois totalmente responsables, aunque puede que no
seáis conscientes de ello en este momento: la materialización de ese deseo debe
estar prevista en vuestro Plan de Vida. Este plan fue organizado por vuestra alma
antes de encarnar en ese cuerpo que se va de fiesta en Nochevieja con la
esperanza de un milagro navideño.
En fin, espero si habéis
ido de fiesta que hayáis disfrutado y, a pesar de todo, espero que se cumplan
todos vuestros deseos, (aunque sería bueno que trabajarais en ellos).
Feliz año nuevo.
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